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martes, 16 de septiembre de 2014

MAURICE ROLLINAT [11.091]


Maurice Rollinat 

(29 de diciembre 1846 Châteauroux , Indre - 26 octubre 1903 en Ivry-sur-Seine ) fue un poeta francés.
Su padre representaba a Indre en la Asamblea Nacional de 1848, y era amigo de George Sand, cuya influencia es muy marcada en el primer volumen del joven Rollinat, Dans les Brandes (1877.

Después de su publicación, abandonó el realismo y trabajó de manera muy diferente. Se unió a un círculo literario que se hacían llamar Les Hydropathes, fundado por Émile Goudeau, un anticlerical grupo con vínculos con el decadente movimiento literario. Bajo su influencia escribió los poemas que labraron su reputación. En Les Névroses, con el subtítulo  Les Âmes, Les Luxures, Les Refuges, Les Spectres, Les Ténèbres, se mostró como un discípulo de Charles Baudelaire. Él constantemente regresa en estos poemas a los horrores físicos de la muerte, y está obsesionado por las imágenes desagradables. 

Publicaciones 

1877 : Dans les brandes
1883 : Les Névroses
1886 : L'Abîme
1887 : Dix mélodies nouvelles
1892 : La Nature
1893 : Le Livre de la nature (anthology)
1896 : Les Apparitions
1898 : Ce que dit la Vie et ce que dit la Mort
1899 : Paysages et paysans
1903 : En errant, proses d'un solitaire

Póstumas

1904 : Ruminations : proses d'un solitaire
1911 : Les Bêtes






LA BIBLIOTECA

Ella hacía pensar en viejísimos bosques.
Trece lámparas de hierro, oblongas y espectrales,
Noche y día bañaban con su luz sepulcral
Ajados libros llenos de sombra y de secretos.

Yo temblaba cada vez que entraba allí:
Me sentía, entre brumas y estertores,
Llamado por los brazos de trece pálidos sillones
Bajo la mirada de trece grandes retratos.

Una noche, a las doce, por su alta ventana
Miraba yo a lo lejos flotar hasta esfumarse
Al duendecillo que baila en el despeñadero,

Cuando tembló mi razón, sacudida, perpleja:
El reloj acababa de dar la hora trece
En el silencio atroz de la sala maldita.

Traducción de Ricardo Valerga.





LA BIBLIOTECA


Elle faisait songer aux très vieilles forêts.
Treize lampes de fer, oblongues et spectrales,
Y versaient jour et nuit leurs clartés sépulcrales
Sur ses livres fanés pleins d’ombre et de secrets.

Je frissonnais toujours lorsque j’y pénétrais :
Je m’y sentais, parmi des brumes et des râles,
Attiré par les bras des treize fauteuils pâles
Et scruté par les yeux des treize grands portraits.

Un soir, minuit tombant, par sa haute fenêtre
Je regardais au loin flotter et disparaître
Le farfadet qui danse au bord des casse-cous,

Quand ma raison trembla brusquement interdite :
La pendule venait de sonner treize coups
Dans le silence affreux de la chambre maudite.






SUFRE SU YUGO ATROZ, M.R.

El mal pensamiento llega a mi alma
en todos los lugares, a toda hora, en lo fuerte de mis trabajos,
y yo tengo a bien purificarme en una rigurosa censura
por todo eso que el Mal infunde a nuestros cerebros,
el mal pensamiento llega a mi alma.

Yo escucho a pesar mío las notas infernales
que vibran dentro de mi corazón donde Satán viene a tocar para entrar;
y bien que yo tuviera horror de las viles orgías desenfrenadas
de las que la sombra solamente basta para indignarme,
yo escucho a pesar mío las notas infernales.

Mi cráneo es un calabozo lleno de horribles tufos;
el fantasma del crimen atraviesa mi razón
y ronda, penetrante como una mirada de hadas.
¡Hace falta que mi virtud se abreve de veneno!
Mi cráneo es un calabozo lleno de horribles tufos.

El asesinato, la violación, el robo, el parricidio
pasan sobre mi espíritu como un salvaje relámpago,
y aunque por el Bien siempre me decido,
yo estremezco viendo reptar sobre mi infierno
el asesinato, la violación, el robo, el parricidio.

Y sin embargo el asesino a mi vista es una víbora;
huyo al menor estafador como un apestado
y yo maldigo los hijos que apuñalan a su padre.
A menudo, la muerte habla a mi corazón estupefacto,
y sin embargo el asesino a mi vista es una víbora.

Me compadezco sinceramente de la mujer violada
y yo la vengaría si yo tuviera el derecho;
pero por impuros deseos mi alma acosada
por seducir una niña busca un medio astuto;
me compadezco sinceramente de la mujer violada.

El Mal golpea sobre mí como un oleaje sobre el arenal:
Él acude, adula y huye, sin dejar lodo,
pero yo conservo ¡desgraciadamente! el recuerdo del sueño
donde estuve a punto de sangrar bajo la uña de un demonio.
El Mal golpea sobre mí como un oleaje sobre el arenal.

¡Oh tú! Causa primera a que el efecto reanime,
¡en los ojos de Lucifer vela mi costado tan desnudo!
y en el horrible peligro que a veces me desmoraliza,
yo me sentiría fuerte si yo soy sostenido
¡por ti, causa primera a que el efecto reanime!

¡El hombre es pues bien perverso, o el cielo bien feroz!
¿porque el instinto del Mal es tan fuerte en nosotros,
que nuestra voluntad sufre su yugo atroz
a la hora donde la oración despelleja nuestras rodillas?...
¡El hombre es pues bien perverso o el cielo bien feroz!

Publicado por Romeo Juárez Carreón 








ELLA VE DENTRO DE NOSOTROS

La Conciencia ve dentro de nosotros
como el gato ve dentro de las tinieblas
¡ Todos ! los oscuros y los célebres
el impío y el monje arrodillado


¡ Ocultamos en vano nuestro fondo
a sus miradas frías y fúnebres !
La Conciencia ve dentro de nosotros
como el gato ve dentro de las tinieblas.


Tanto que el Espíritu no es disuelto
y que la sangre late en los vertebrados,
ella descifra nuestros Álgebras
y se sumerge en el fondo de nuestra agitación,
¡ La Conciencia ve dentro de nosotros ! -

Publicado por Romeo Juárez Carreón 





LA IMPOTENCIA DE DIOS

No es una imprecación, es un poema...

Dios querría salvar a Lucifer
que se quema, después de tantos años,
en el medio de las llamas condenadas
de su espantoso Infierno.

Pero el Arcángel altivo y orgulloso
no tiende sus manos calcinadas:
Dios querría salvar a Lucifer
que se quema, después de tantos años.

En vano sobre su trono de hierro,
Satán guarda todavía, obstinadas,
sus revueltas imperdonables,
y triunfa teniendo sufrimiento,
¡ Dios querría salvar a Lucifer ! -

Publicado por Romeo Juárez Carreón 






MARCHAS FÚNEBRES

Tú, del que los largos dedos blancos de estatua amorosa,
ágiles bajo el peso de suntuosos anillos,
sacan la voz que arrulla y el sollozo que ahonda
de las entrañas de acero de tus grandes pianos.


Tú, el corazón inspirado que quiere que la Armonía
sea un mar donde reme un canto melodioso,
tú que, dentro de la música, a fuerza de genio,
haces cantar los retornos y lamentarse los adióses.

Toca una vez más estas dos marchas fúnebres
que dejaron Beethoven y Chopin, estos grandes difuntos,
para los agonizantes, peregrinos de las tinieblas,
que se van al atáud, serios y sin remordimientos.

Toca nerviosamente sobre las teclas de marfil
esos extraordinarios acordes, toque de la humanidad,
donde la vida muriendo exhala un canto de gloria
hacia el azur ideal de la inmortalidad.

Y tú serás bendita, y esta noche dentro de tu cuarto
donde tantos perfúmenes frescos vocalizan en coro,
poeta arrodillado bajo tus pupilas de ámbar,
¡ yo besaré tus dedos que hacen llorar mi corazón !

Publicado por Romeo Juárez Carreón 








À la Circé moderne

Puisqu’un irrésistible appeau
Attire à toi toute mon âme,
Et que toute ma chair proclame
Le magnétisme de ta peau :
Irrite, mais sans le proscrire,
Le désir qui me ronge, et puis
Viens emparadiser mes nuits,
Ensorceleuse au froid sourire.

Aux bruits mouillés, tendres et fous
De nos baisers démoniaques,
Comme deux serpents maniaques
Dans le mystère enlaçons-nous !
Chère onduleuse, mauvais ange,
Abeille de la volupté,
Donne-moi ton corps enchanté
Et reçois mon âme en échange !

Mon désir s’enroule et se tord
Autour de ton beau corps de marbre,
— Ainsi le lierre autour de l’arbre —
Horrible et doux, il rampe et mord.
Tes grands yeux caves et funèbres
Sont si libertins quand tu veux,
Et j’aspire dans tes cheveux
Tant de parfums et de ténèbres !

Moderne Circé, tes poisons
Auraient perdu le cœur d’Ulysse ;
Harcèle-moi de ta malice,
Salis-moi de tes trahisons !
Insulte-moi ! mais, ma maîtresse,
Laisse-moi repaître ma faim,
Dussé-je mourir à la fin,
Empoisonné par ta caresse ! 





A l'assemblée

Parmi châtaigniers et genêts 
Où s'émouchaient, sans pouvoir paître, 
Des montures sous le harnais, 
Ronflait l'humble fête champêtre.

Les crincrins et les cornemuses, 
La ripaille, un soleil de feu, 
Allumaient tout un monde bleu 
A faces longues et camuses.

Et, tandis que ce flot humain 
- L'enfance comme la vieillesse -
Battait les airs de sa liesse... 
En grand deuil - au bord du chemin,

Les yeux fermés, - morte aux vacarmes, 
Une femme étranglait ses larmes 
A genoux, devant une croix.

Rien n'aura l'horreur et l'effroi 
De ces pleurs gouttant, sans rien dire, 
Dans cet énorme éclat de rire. 





A l'aube

Brûlé par l'énorme lumière 
Irradiant du ciel caillé,
- Stupéfait, recroquevillé, 
Hâlé, sali par la poussière,

Le pauvre paysage mort 
Se ranime à l'heure nocturne, 
Et puis, murmurant taciturne, 
Extasié, rêve et s'endort.

La bonne ombre le rafraîchit ; 
Et toute propre resurgit 
Sa mélancolique peinture.

Avec l'aurore se levant, 
La rosée, au souffle du vent, 
Pleure pour laver la nature. 








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