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martes, 13 de septiembre de 2011

4871.- MOHAMED TOUFALI



Mohamed TOUFALI (Melilla, 1951). Poeta y cantautor, desarrolla su producción literaria tanto en castellano como en rifeño. Estudió música y se licenció en Sociología en la Universidad Complutense de Madrid. Posteriormente, emigró a Estados Unidos, donde es profesor y director del centro de ordenadores de la Biblioteca Mihuson.





Canciones y poesías II









Mojamé

Ay Mojamé, ay Mojamé,
moro del viejo Melilla
el día que tú naciste
ninguna señal había.
Estaba la mar en calma
y el Río de Oro moría.
La bella fuente de Trara
mucha gente en fila tenía.

Y tú que andas muy solo
en calles Monte Cristina
te agarras a las amarras
y gritas fuerte, ¡mentira!
Aunque yo sea de moros
mucho me vale la vida.
Levanta la cara siempre
mi madre me lo decía.

«No añoro a Granada
ni a Fuente la Algarabía.
Sólo espero calles limpias
en el Monte María Cristina.
Qué importan los castillos,
los palacios o mezquitas,
si el moro que los cuidara
le cuesta toda la vida».

Así hablaba el moro
bien oiréis lo que decía.
A veces la verdad hiere
mas ha de quedar altiva.

«Nací en tierra de moros
el monte era mi vida.
Perdí la lengua de madre
una bereber altiva.
Ahora no tengo padre
murió en la guerra perdida
y hermano que era justo
que sólo diez años tenía.

»Siniestra es esta vida
que unos viven tranquila.
Pero este moro no piensa
que es una maravilla.

»Cásate conmigo Tere
que soy del viejo Melilla.
Y puedo darte gran dote
y arras de mucha valía».

Y Tere responde triste:
«Casada soy, pues mi vida
casada soy y no viuda
con este viejo Melilla».









Madrid

Te veré tal vez como antes en Serrano
o en el mesón al que íbamos en verano
pedirás un tinto, Rioja o tal vez Cinzano
y hablarás de tu amigo que te dejó temprano.

Te diré lo siento por aquél que se ha marchado
dejándote el alma aún más agobiado.
Me dirás, «pero bueno, queda aún el pasado,
que lo mimo siempre en un papel doblado».

Pediré un té, un blanco o un cortado.
Y te diré que yo también no decido lo apropiado.
Pensarás, todo depende de las circunstancias
y recordarás el Paseo de las Acacias.

Te diré «el tiempo nos sacudió fuertemente.
Y las arrugas se han colado lentamente».
Y llorarás, sin quererlo, por los tiempos pasados
que aún recuerdas con cariño y sentimiento...

Te quejarás de los bares viejos que han cerrado
y dirás: «El parador de la Moncloa ya ha callado».
Y que ya no ves a ésos que habías ligado
ni los amigos de antes que habías conocido.

Pensarás que las cosas cambian sencillamente
y que tú no sabes olvidar y envejecer tiernamente.
Y te miraré, sin decir nada, mudo y tristemente
y me dirás, «Madrid ahora, no es como antes».

Poco queda de ese Argüelles, Sol o Moncloa
que recorrimos juntos tantas veces en la noche sola.
Ha cambiado la Gran Vía, Callao y la plaza Mayor.
La pintaron ahora de un muerto color marrón.

Y el cielo azul posará sus alas sobre nosotros.
Y una canción alegre se oirá en el Retiro.
Y pedirás otro vino para saciar tu añoranza
y pediré un «quita-penas» para calmar mi andanza.

Y luego pasearemos por las calles de ese viejo Madrid
que se encuentra dormido en nuestras entrañas.
Tomaremos juntos otra vez ese añejo
y brindaremos como lo hicimos antes sin bostezo.

Te preguntaré por tu amante que se ha fugado
y preguntarás por el cuento que no he acabado.
Suspiraré lentamente profundo y sosegado
y te diré que lo nuestro nunca ha terminado.

Me mirarás con ojos adolescentes olvidados
y observaré el silencio que me has creado.
Te diré: «El amor sin saberlo se vuelve raro
y se enroca en el alma para no ser perturbado».

Madrid es bonito profundo y sincero
pero el vino se acaba y la canción también calla.
Me esperan otros lugares… lejos lugares
versos mediocres… y amantes perdidos…










Ahmed

Y bueno viejo Ahmed
yo sé bien que te hubiera gustado
quedarte en tu tierra y arar con tu arado
cuidar tu árbol de olivo
tu burro o tu famélico ganado…
Pero el hambre y las oportunidades
no te lo han permitido…
Y ahora vas vagando las calles de Europa
buscando pan blanco y sopa
ofreciendo tus manos con callos
para aquél que las pague con alto precio...

Pero en fin viejo Ahmed
la vida es un simple suspiro.
Y el horizonte se ve muy lejano.
Pero el tiempo en tus manos se ha acabado
y nada se pierde excepto lo ganado…
Y el mundo que le has dado tanto
te mira con los ojos ansiados
y te pide más…
Mientras que poco te ha dado…

Sabes Ahmed que siempre pienso en ti.
Como piensa tu amada que dejaste en Zir.
Te olvidaste de tu barrio que yace herido
asesinado por un político que te ha abandonado.
Y te fijaste en lo simple
que es lo que más has admirado…
Y así te has cegado con un lago de ilusiones.
Y te has vuelto viejo con recuerdos pasados.
¡No lo pienses dos veces Ahmed!
Nadie es profeta en su tierra.

Espero que seas feliz con lo soñado.
Y que nadie te diga que no has vivido…

Las noches los días
te acompañarán en esa mañana
de Charrana.
Cálida, libre y
temprana…









Lejos del mar

¡Qué lejos estoy de ese mar!
Y el mañana, está tan cerca que,
me siento ya en el pasado.
Y tú, tan bella y simple
que me haces sentir
solo y triste…
Seré el ave que canta en la madrugada,
o el águila que busca su víctima.
Tal vez, seré el día que no ha llegado
o la suerte que ya ha escapado…
Pero siempre estaré ausente
aunque quisiera sólo haber tardado…
Es demasiado tarde.
El sol ya ha salido.
Calentando el mundo con sus rayos.
Pero otros, frígidos, ya han llorado
mientras yo, escribo este poema.
Nos levantamos tarde
¡mi libertad y compañera…!
Ya me has encadenado y envejecido…
No quiero ver tu sonrisa…
Llévame cerca del mar…
Te esperaré con la llegada de la noche
y podremos así soñar…









Ésa es mi Tierra

Donde el Levante sopla
polvo y arena,
ésa es mi tierra.
Donde el Monte monta guardia
mirando pasar mi infancia
ésa es mi tierra.
Donde el olivo abunda en Selwan
y el naranjo en Buarg
ésa es mi tierra.
Donde la lluvia es rara
y los ríos sin agua
ésa es mi tierra.
Y aunque lejos esté El Rif
mi tierra la recordaré hasta el fin.

Donde esta Medua y el río Masin.
Donde hay siempre cuscús
ésa es mi tierra.
Donde el sol cae sobre el mar infinito.
Donde hay barrancos hundidos
ésa es mi tierra.
Donde la gente espera siempre lluvia
y, donde ha nacido mi hermano
allí, en ese pueblo lejano

ésa es mi tierra...
Y aunque lejos esté El Rif,
mi tierra, la recordaré hasta el fin.

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