Javier Almuzara (Oviedo, 1969) es un poeta y escritor asturiano.
El estilo de Javier Almuzara se caracteriza por la brevedad, la adjetivación insólita y precisa, los finales contundentes y el uso de la paradoja.1 Se encuadra dentro de los poetas españoles contemporáneos, en la corriente de la nueva poesía asturiana,2 con afinidades con Hermes G. Donis, José Luis García Martín y Rubén Rodríguez.
Obras
Poemarios
El sueño de una sombra, Gijón, Llibros del Pexe, 1990. Es una breve colección de tankas que aúnan la estrofa japonesa tradicional con el epigrama clásico grecolatino, género que Almuzara cultiva con deleite.
Por la secreta escala, Sevilla, Renacimiento, 1994, en la que afirma el magisterio de una línea poética guiada por Horacio, Li Po, Fray Luis de León, Antonio Machado y Jorge Luis Borges.
Constantes vitales, Madrid, Visor, 2004, con el que resultó merecedor del II Premio Emilio Alarcos de Poesía (2003). El jurado estuvo compuesto por Ángel González, Jon Juaristi, Luis García Montero, María Victoria Atencia, José Luis García Martín y Josefina Martínez Álvarez, viuda de Emilio Alarcos.
[editar]Prosa biográfica
Letra y música, Gijón, Llibros del Pexe, 2001, considerado por el propio autor como "un resumen de lo leído y lo vivido que intenta ponerle clara música de siempre a la borrosa letra de la cotidianidad".
Títere con cabeza, Logroño, AMG, 2005, por el que obtuvo el XII Premio literiario Viña Alta Río - Café Bretón (2005),
Desde 1991 es coordinador de la revista literaria "Reloj de Arena". Así mismo ha colaborado en diversas antologías y obras colectivas.
Premios
Premio Mislata de literatura breve, por "Sólo de lo perdido" (1993).3
II Premio de Poesía Emilio Alarcos Llorach (2003), por Constantes vitales.
LA CÁRCEL DE PAPEL
Las mejores historias que has vivido
te las contaron.
Dorados, minuciosos, lentos párrafos
que explicaban el mundo,
te negaron el mundo.
Y muy pronto añadiste
tu esfuerzo al de los que antes
alzaron aquel muro
de libros frente a ti;
también tú diste vida
a fantasmas de tinta y de papel:
tu propia vida.
Has pasado los años,
los días y las páginas
creyendo vanamente que si ahora
no estás tan vivo como los demás
cuando te mueras no estarás tan muerto.
Por la secreta escala, 1994.
Ante una vieja fotografía
Aquel muchacho que creaba
su universo de sueños con la arena
fecunda de obras perezosas
frente a la vieja casa;
que no te conoció
que ni siquiera supe imaginarte
y que eres tu en un mundo irrepetible
de infinitos veranos;
exhibe la sonrisa
que estrenó aquella tarde
y mudo te susurra
que haber sido feliz
no es una escasa renta
para seguir viviendo.
III
Yace aquí un hombre
que nunca se cansó
de no hacer nada.
No lloréis por su muerte,
no ha cambiado de vida.
LA COPA DE TU CANTO
Me enteré de tu muerte y he llorado
al recordar las tardes
en que el sol se ocultaba iluminando
nuestra infinita charla.
Ahora que eres ceniza de unos años
aún vive el ruiseñor
que habitaba en la copa de tu canto.
Sobre esa voz quien todo lo arrebata
nunca pondrá su mano.
El miedo de la mosca
que ha concebido un dios
de mi tamaño
no imagina que un dios
mayor me aplastará
como a una mosca,
un dios viejo y cansado
que, a estas laicas alturas de la historia,
debe andar con la mosca tras la oreja.
INSTANTÁNEA, 1980
La escena es vagamente familiar.
Mis padres se parecen a sí mismos.
Mi abuela está tal cual
si aún estuviera entre nosotros.
Respecto a mí todo es distinto,
porque yo ya no estoy en esa foto.
CONSTANTES VITALES
VISOR POESÍA
autoexploración
Me pregunto quién soy ante el espejo
tan familiar y extraño de mi nombre.
Recuerdo al niño y adivino al viejo
que un tiempo fue y será este mismo hombre.
¿De dónde vengo? ¿En qué remoto ser
inaugural estaba mi futuro?
El ingente pasado hace creer
que el raro azar es ese padre oscuro.
¿Adónde voy desde el vedado inicio?
No sabré la respuesta mientras viva.
Este vértigo intuye un precipicio;
La muerte, soledad definitiva,
una caída libre hasta el abismo
que hay al fondo del pozo de mí mismo.
vivo retrato
He visto un ser humano
donde las aves no
ven más que un árbol raro,
y en un soplo de vida
al norte levantado
el saludo nervioso
de ese imposible hermano
que alguien plantó en la tierra,
como a mí, burdo espanto
de sí mismo, hombre hueco,
jirón deshabitado,
con la cabeza sola-
mente llena de pájaros.
señas de identidad
Prefiero la alusión al testimonio,
el íntimo dolor al escenario.
Y, aunque mi estilo finja lo contrario,
gustándome Manuel yo soy de Antonio.
Admiro el verso exacto que perdura
porque está bien pensado. Queda claro
que no aspiro al misterio sino al raro
dominio de la luz y de la hondura.
Quisiera dejar fiel memoria mía
diciendo altas verdades que no sé
si en voz baja desmiente la ironía.
Así queda grabado en cuanto escribo
lo que fui, lo que soy, lo que seré.
Por no morir del todo me desvivo.
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