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lunes, 2 de mayo de 2011

3981.- ROBERT REYES GILLES


Robert Reyes Gilles (Caracas, Venezuela 1986). Licenciado en Ciencias Políticas de la Universidad Central de Venezuela, Doctor Honoris Causa de la Science Po de París. Se ha desempeñado como adjunto de Relaciones Internacionales de la Alcaldía de Caracas y director de Relaciones Presidenciales Internacionales del Despacho del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. En octubre de 2010 fue designado “Embajador Universal de la Paz”, por medio de la postulación del premio Nobel Ernesto Kahan ante el Círculo de Embajadores de la Paz de Ginebra.




TENGO ESPERANZA EN EL PASADO

Creo en el pasado y en la esperanza que dejó en mí.
Creo que su tren vendió boleto de ida y vuelta y que,
A diferencia de lo que creemos,
Va a volver alguna vez. Y tal vez sea el momento
Más triste o más feliz. No lo sé.

Creo en el pasado, en el doloroso, el que con lágrimas enseñó.
El que arrastra mis sentimientos hacia atrás
Para que lloremos cuando vemos que se fue ese alguien
Que está en el pasado pero que fue presente.

Creo en el pasado opresor de la historia,
Cuando el poder impuso verdades y mentiras.
Cuando la guerra borró la paz y desfiguró el rostro.
Cuando la Cruz se atrevió a ser símbolo de amor y no de muerte.
Creo en eso y en más, porque el pasado será el único espejo para ver lo
Que estamos haciendo y que fue hecho
Y que siempre nos hizo infelices.

Creo en el amor que está allá, lejos en el pasado.
Creo en la alegría que me dio y en la entrega que me hizo vibrar.
Creo en ese pasado de amores y de amor, los que están en algún lado
Lejos de mí, en el pasado.
Es el pasado el que me hace sonreír de instante en instante
Cuando recuerdo lo que fue y no pudo ser más.
Y es que sólo debo creer en el pasado
No quedarme en él lamentando.
Debo estrecharle la mano pues cada instante ya le pertenece a él.

Además el pasado es el único que me garantiza que estás ahí,
Que te conocí, que empecé amarte.
Qué triste el pasado si la memoria lo niega.
Pero siempre está ahí el pasado, por eso creo en él.
Saber que el pasado pasó es la certeza de un mañana y la realidad del presente.








TE ENCONTRÉ EN LA CALLE

Ay muerte, qué frío provocas.
Me llenas de miedo, me dejas solo.
Enciendes eternidad y apagas la vida.
¿Por qué eres así? Háblame, mírame.
No te escondas en el último suspiro.

Eres esa deuda que no quiero pagar
Pero que debo pagar.
Eres el sinsentido de la vida,
El fin de mi tiempo,
La amargura de los míos,
La soledad del cementerio.

Cerré los ojos y te abracé.
Estabas vestida de luz,
Con el mismo resplandor del sol.
Me llevabas en tus brazos
Prometiendo descanso eterno.
Enarbolando banderas de luz y de sombras.

Te encontré en la calle
En tantas miradas sin horizonte,
En tantos pobres con hambre.
En los ancianos de la plaza que te esperan.
En las aves que con su vuelo
Avergüenzan las estatuas.

Te miré en aquella persona
Que tanto amé
Que tanto me amó
Y que sin decirme adiós
Cerró los ojos para mirarte.

Eres la muerte, no eres el final.
Sólo eres un paso, eres parte del camino.
Eres desconcertante
Pero me das la certeza
Del encuentro definitivo y permanente
Con lo que en esta noche de mayo
Te has llevado.

Haces trascender esto que soy
Me haces vivir con calma,
Sin apuros, sin miedo.
Es verdad, quédate tranquila,
Espera un poco más.
Aún no he terminado, la mesa
No está servida y no he plantado
El árbol donde algunos llorarán
Esa ausencia mía que vas a provocar.

Dile a Dios que mire bien,
El libro aún no termina de escribirse
Aun cuando este poema
Nace en el umbral
De tu aparición.







REVELACIÓN

Lloraron en el rocío las rosas,
fue un llanto que bajó de la altura
para hacerse sentir en mis elegías.

Gimieron por doquier las tristezas,
con miras hacia el mar de las amarguras,
hundidas en verdades inseguras.

Vibraron tras las sombras llorosas
arpegios de ilusiones sucumbidas,
que soñaban con Dalias decorosas.

Sanearon por rareza las pasiones,
sin este mundo, mundo distinto,
llamado a despertar las columnas.

Clamaron con piedad tiernas edades,
por la expresa verdad que fuera incierta,
pero el tiempo les dio salvedades.

Indujeron heroicidades arropadas,
los que tildan de ser, buenos pastores,
pero todas se dieron fracasadas.

Vinieron de un no sé, porque me olvido
de aquellos que a la nada concurrieron,
por perder el camino de haber sido.

Estuvieron de paso por la vida,
los que fueron carnasa de gusanos,
por dejar de aprender cerrar la herida.

Murieron muchos, más otros revivieron,
hecatombe de brazas sepultados,
a la razón de ser eternecieron.

Resucitaron nunca, eso me soporta,
a creer en un mundo circunscrito,
a los aires de fe con esperanza.








Poema sin título

Para M.C.O.M

¿Estás ahí? Me parece escucharte
En mis sueños y en el ruido de la lluvia.
Suenas como el trueno, iluminas como el rayo.
Atraviesas el espacio del que te borré.

Me conoces tanto como yo a ti.
Añoro tu voz, tu mirada, tus manos
Y ya no sé qué hacer. Es un infierno de amor.
No hay alternativa, debo saber si tú estás aquí.

Suele suceder que te vivo en el recuerdo,
En eso que no dije, en lo que no dijiste.
Hay momentos que cruzo las fronteras y
No encuentro más que mi propia ausencia.
Fui yo el que no resistió la lucha que tu mirada inició.

No me acostumbro a que no estés aquí,
En medio de tantas miradas que hoy no tienen tiempo.
Si quieres una pregunta ahí la tienes, sólo quiero saber si estás.

Palabras y palabras, poesía inútil que pretende convencerme.
Mi respuesta es que no soy poeta para responder esto que pregunto.
Sólo tu voz de trueno, tu luz de rayo, puede hacerme soñar.

Víveme como te vivo yo a ti. En esta inmensa latitud de luchas y de pasiones.
Donde las pasiones son luchas de fe y de esperanzas.
Respóndeme en esta hora, en esta vida,
Como ayer lo hiciste cuando no necesité saber si estabas
Porque ibas de mi mano por estas calles absurdas,
Llenas de tedio y de rutina.

¿Estás aquí? O estás en la frontera del amor y el olvido.
A lo mejor es apariencia, es sentido, es fantasía.
Tú no me olvidas porque aún no me respondes.
Toma el sentido y respóndeme si estás aquí.

Si decides no responderme y estás, lo acepto.
Tu silencio siempre será un grito de amor.
No llegará ese día en que pueda callar tu presencia,
No está en la historia el día que me responderás.

Así que me responderé a mí mismo:
Estás y no estás, eres y no eres.
Es allá y aquí donde estás.
No tienes espacio ni tiempo,
Es mi corazón el que cree que estás aquí
aunque no es así.








A mi abuela

Pequeñas cosas que quedan guardadas en un cajón
Tu boleto era de ida y vuelta
Y al irte, abuela amada, ¡ay mi corazón!
Me dejaste vacío, me dejaste huérfano

Los juguetes se perdieron
El sol se escondió
Las penas florecieron
Y tu ausencia me devasta

Nunca te fuiste, nunca te irás
Es la vida… sólo la vida
Ir y venir, sembrar y recoger
Lo que en vida buscaste
Al fin encontraste

Pero quién sabe
Mañana nos encontraremos
Será para la próxima primavera
Aquella que es definitiva
Aquella que tanto amaste

Entonces sabrás que luché
Como me enseñaste
Que no tuve miedo pues tu mano va de la mía

Correremos como antes
Reiremos como ayer antes de irte
Y como tú lo hiciste
Jamás borraré de mi alma tu nombre
Nombre sagrado que huele a tierra y a sudor

Tierra que moldeaste con tus manos
Sudor que brotó con mis abrazos

Me duele ¡cómo dueles!
Cómo duele la muerte para los que viven
Eres feliz, si así es yo lo soy también

No te quedaste sola
No me quede solo
Aquí estás, no sé dónde, pero estás
¡Dime dónde estas!
Quiero correr a tus brazos
Quiero ser nuevamente el horizonte de tu mirada

Pequeñas cosas
Que pequeña se me hizo la muerte
No logró vencer nuestro amor
Aquí estoy, aquí estás
Voy y te vas, vienes y te encuentro

Aquí en lo más sagrado
Grabada en lo profundo
Amada para siempre
Porque fuiste mi madre
Fuiste mi amor
Fuiste mi esperanza

Te amo y me amas
Te busco y no te veo
Me ves y me acompañas
Vives y soy feliz

Bienvenida seas a la eternidad
Que con fe y esperanza
Buscaste en la vida

Es todo
Te amo y así será
Todos los días de mi vida, amada abuela.

Abuela madre
Abuela vida
Abuela fe
Abuela tierra
Abuela de mis sueños
La del consuelo en el llanto
La de la vida después de la partida








¿Me pides respeto?

¿Quieres que te diga lo que respeto sin respetar?
Eso que más allá de mí mismo es respetado
Sin importar si lo respeto o no.

Respeto la palabra. Respeto la locura que la pronuncia.
Esa que domina y enciende mi vida, sin reparo alguno.
La que pronuncia el sabio, la que pronuncia el otro que va a mi lado.
La del ministro del altar y también respeto la del ignorante.
Respeto la fuerza que hechiza las palabras que pronuncias
Cuando en medio de atardeceres y auroras me amas.
Respeto la ¡bendita! Palabra que me comunica con el otro
Aun cuando el otro no la entiende.

Respeto la obra de quien construye con esfuerzo.
Respeto su empeño en hacer justicia consigo mismo,
Con los suyos y con los que no son suyos, pero son hermanos.
Le respeto cuando entiende que su obra, pequeño granito de arena,
Es indispensable para este mundo y que nada es excluido en la vida.
Al menos que tú decidas excluir tu obra.

Respeto tus gestos, aunque no me gusten.
Incluso respeto las mismas palabras y obras que me contradicen.
En cada gesto tuyo, por incomprensible que sea para mí,
Se refleja el amor que nos une y eso me hace respetarte.
Respeto tu gesto de llorar, de extrañar a lo que se fue cuando llegué.
También respeto que tienes pasado, igual que yo.
Mi respeto por ti es mi respeto por el futuro que tú y yo
Hemos decidido construir, pese a todo.

Respeto al amor y todo lo que provoca en mí.
Sobre todo cuando encuentro tu mirada en la mía,
Cuando tu cuerpo se confunde con mi cielo.
Respeto el incendio que aquel amor provoca,
El que no se puede extinguir por más que quieras.
Respeto al amor porque es de temer, me arrastra a donde quiere
Cuando yo no quiero, pero tú si quieres.

Respeto la vida y la muerte. Estados inexorables.
Necesario es vivir, sí, pero también, para el que vive, es necesario morir.
Qué triste sopla el viento cuando la vida es dominada.
Qué triste es la vida cuando al final, ¡el final ineludible!,
La muerte llega y no encuentra nada,
Sólo cenizas y escombros.

Te respeto a ti, mujer. Te respeto a ti, hombre.
Respeto tus incógnitas, que también son mías.
Respeto tus verdades, aunque no sean las mías.
Te respeto mujer, madre, hija, amante, amiga.
¡Qué título tan grandioso tienes tú, mujer!
Te respeto hombre, trabajador, amante y amigo.
¡En tus manos van, hombre, las claves del futuro!

Es todo lo que puedo respetar. Es decir, respeto todo lo que tiene vida.
Porque respeto es lo mismo que agradecimiento.
Respetar es agradecer al otro lo que hace y que de cierta manera
Contribuye a que me respete cada día.
Respeto, sólo respeto cuando actúo y soy irreverente.
Y también, respeto al mirar todo lo que me rodea
Aunque no me respete.








Defender la paz

A Ernesto Kahan

Defender la paz, compañero,
defenderla por encima de la idea.
Aferrándonos al amor, que sentimos por la vida,
Haciendo que nuestras manos siembren sin descanso
el alimento de la ternura y de los derechos del ser.

Que nadie se asombre, hermano, si te pido defender la paz,
si lloramos de desesperación por la injusticia,
si cantamos a la alegría y al amor que nos ha redimido.
Que nadie se asombre cuando vayamos al combate por la paz.

Hay que vestirnos, compañero, de la luz
que no se deja ver por la sombra de este tiempo.
Hay que volver a creer que los niñitos
podrán jugar ya no a la guerra sino en las plazas
que la violencia y el horror les arrebata.

Yo te llamo compañero, por tu dulce y buena palabra,
porque sé que vas como el viento de los cuatro caminos.
Recibe y distribuye las rosas rojas que el Plata te da,
no llores ni descanses, escribe, escribe,
esa fe y esa poesía que te hace constructor de paz.

No cambies los días de lluvia, ni ansíes tampoco los de sol.
La paz va por encima de la palabra, va sembrada,
va escrita ya, es el corazón del universo.
Nuestras noches seguirán siendo bellas.

Digan lo que digan, compañero,
defendamos la paz y hagámosla, para que las olas
no escondan los susurros de los sueños
que en el ocaso alegre de las tardes calurosas
nos estremecen, nos encienden.

¡Qué amorosa la paz que defendemos!








Cae la lluvia

Con la lluvia vienen mis recuerdos,
Mis nostalgias de lo que fue y no es ya.
Con la lluvia escucho las voces del pasado.
En cada gota veo un instante de eternidad
Y la grandeza de un Dios que no me escucha
Pero que al caer la lluvia escucho.

Con la lluvia me invade el frío
No sólo el de mis errores y el de mis derrotas.
Me invade el frío de quienes se guarecen
De la lluvia de sangre que ha provocado la ilógica guerra
Me invade el frío de la muerte que provoca
Esa incesante lluvia de hambre que cae en los niños sin techo ni patria.

Con la lluvia escucho el silencio
Mi silencio y tu silencio.
Ese silencio escandaloso que sucede cuando miramos al cielo
Después de una oración.
Ese silencio, mi silencio, el único que entiendo.

Con la lluvia se fertiliza la tierra
Reverdece la tierra seca de tanto sudor.
Los pájaros tienen miedo, el nido puede ser destruido.
Los arboles se estremecen de un lado a otro, un rayo se aproxima.
Y la misma tierra fertilizada por la lluvia abre su entraña
Para que con violencia entre ese mismo rayo.

Que pena me da la lluvia.
Con ella viene el silencio, el frío y los recuerdos.
Ah, y también vuelve el amor. Ese que empiezo a olvidar.
Entonces la lluvia del cielo se mezcla con la lluvia de mis ojos.

Con la lluvia vienen mis recuerdos.
Mis recuerdos de lo que es y no es, pero es.
Hace rato que sigo parado esperando que escampe,
Quisiera salir caminando y bañarme de ti, lluvia,
Para que laves de mi mente este poema.







A los tres meses

¡Me di cuenta y sin saber te fuiste! Qué triste es este invierno sin ti.
Qué feliz la primavera a la que te fuiste.
Llueve y florece, oscurece y alumbra.
Todo es confuso, no entiendo nada, sólo que te fuiste.

El mármol está muy frío. No es un homenaje sino una hipocresía.
Lo enfría día a día el invierno de tu ausencia y del tiempo que pasa.
Sólo me da calor tu recuerdo, el que no logro desprender de mí.

Estas tardes lluviosas están sin ti. Los juguetes quedaron sin dueño.
Ni tú ni yo los usaremos. Ya no vale la pena. No hay juego feliz sin ti.
¿Los recuerdas? Tanta paciencia para conmigo, tanto amor, tanta fe.
Fe en mi futuro, en que lo que hice no volverá a suceder, porque
En adelante, sólo haré aquello que me enseñaste con tu ejemplo.

¡Es tan breve la vida cuando vienen los recuerdos!
Sobre todo aquellos que dan vida a los mil instantes
Que juntos vivimos, con alegrías, con lágrimas, con enojo.
Mil instantes perdidos ya en el ayer, pero encontrados para siempre
En la primavera que, actuando como invierno, has provocado al irte.

Eres primavera, eres luz. Un llama inextinguible que alumbra
Sin descanso los rincones de mi alma, cuando nacen en mí de nuevo
Tus ejemplos, tus risas, tus alegrías, tus alegrías, tu sudor.

Ya sé que aunque te pida que vuelvas, no volverás.
Seré yo quien después de un tiempo, de un instante quizá,
Iré a tu lado, a una eternidad, a esa primavera que hoy te da descanso.
Por lo pronto, querida abuela, mi descanso es tu recuerdo y tu presencia
¡Siempre viva! ¡Siempre inquieta! ¡Siempre grandiosa!
Es la que seca las lágrimas que al ver que no estás
Brotan una y otra vez sin que pueda evitarlo.

Tu descanso será, también, mi esfuerzo en copiar tus esfuerzos.
Los que echaron los cimientos de este gran amor que nos une
Y que, ni siquiera la muerte, ha podido ¡ni podrá! Hacer que olvide.
Tu descanso es esta inquieta pasión que se desborda en mis venas,
La que tengo para construir la justicia, para hacer la paz, para amar.

¡Qué hago! Por ahora nada más hay para hablar.
Yo no te olvidaré y dónde quiera que estés tú tampoco lo harás.
Me sostiene la fe que inculcaste en tantas noches,
El valor que sembraste todas las veces que corrí a tu lado teniendo miedo.
Me sostienes tú, sólo tú me sostienes y te agradezco eso,
Porque te haces presente también en todos aquellos que me sostienen.
Y porque en las noches que el sueño alza el vuelo, siento tu mirada clavada en mí
Para consolarme, para alentarme, para amarme. Te fuiste, pero
¿Podré llamar a esto ausencia?

[http://www.calleb.cult.cu/editorial/2011/robert_2011.html]