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sábado, 10 de septiembre de 2011

4858.- LEOPOLDO MINAYA


LEOPOLDO MINAYA
(María Trinidad Sánchez , Rep. Dominicana, 1963).
Leopoldo Minaya: Se recibió de Doctor en Derecho en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Completó una Maestría en Ciencias de la Educación en el Estado de New York. Sus principales obras poéticas las compiló en los siguientes libros: “Oscilación de Péndulo”, “Preeminencia del Tiempo”, “La Hora Llena” y “Poemas Imaginarios”. Paralelamente, ha cultivado el género infantil y juvenil, donde fueron sus principales obras: “Cuento de los dos Quijotes”, “Historia del Niño René Rosales y de la Flauta Encantada”, “La Canción de Angelina”, “Historia de la Doncella que fue a la Guerra”, “El Tiempo Niño” y “Tierna Canción Lunática”, esta última aún inédita.
Como educador, desarrolló en 2007 la colección discográfica “Tesoros Literarios para Niños y Jóvenes”, un proyecto literario-educacional que tiende a desarrollar el pensamiento crítico y la capacidad cognitiva del educando. Otras ediciones misceláneas de Minaya en formato de audio fueron unas versiones esenciales de diez salmos de David, Rey de Israel, y adaptaciones de cuentos cortos del gran escritor ruso León Tolstoi. Como intérprete, publicó el difundido poema de José de Martí “Los Zapaticos de Rosa”, también en disco compacto.
Esporádicamente, cultivó el ensayo y la monografía, ya sobre asuntos poéticos, ya sobre temas relacionados con la filosofía de la Educación, campo en que se especializó.
Es natural de “El Factor”, un pequeño municipio de la provincia María Trinidad Sánchez en la República Dominicana.






LOS AMANTES

¿Quién desafía al guerrero invencible
colocado a la puerta de una muerte segura?
Los amantes.
Ellos paralizan estancias,
bajo penumbra se eternizan secretos,
abren el anochecer
y sus portales
celebrando la fiesta del tacto en carne viva;
ellos ven sin hablar el levante de un astro
e invocan con afán la estación de las lluvias.
Como amantes,
como Dresde,
giramos destruidos,
destruidamente edificados,
vigorosamente consumidos,
enamoradamente enamorados.








DEL ABRAZO CÓSMICO

Oscuro y reluciente
elige la noche su color elucubrante.
Busca así las estrellas que pacen en oriente.
Se anuda a las constelaciones:
aros, halos envueltos en la luz,
sonámbulas mariposas que tiñen el otoño
y suben la marea.
Todo lo penetra y expone
su ola reverberante.
La noche llega y se lleva los milenios,
pugna por detener marejadas enormes
de luces en lo alto.
Perviven las estrellas y los días.
Algarabía del existir y del sentirnos
(tratamos de evitar duelo y caída)
Pero vamos andando, tomamos aserrín
mientras se adhiere polvo a la madera pensante.
Conocimiento mayor
que se posee:
El soplo se levanta empieza a andar,
errante continuo no caer (¡y no caerse!),
si cae, la muerte y el vacío,
designio del plano horizontal.
Vienen entonces, por olas, los abrazos,
apretados exploramos los abismos.
No caigamos, por tanto, abracémonos...
Si caemos
polvo y ceniza somos, y tiempo sometido.









POEMA DE LOS ENIGMAS

1

Cuando suelen pasar
montañas grises
-vagas torres astrales-
veo la maduración
de la luz sonorísima
revelada en imágenes...

2

“Señor”, te llaman,
das vuelta, te ves, eres un niño
colgado de la gran
interrogación esperada..
3

Y te vuelves por ver...
A ver: mirar te llama.
¿Quién no se enredaría entre aspa y remolino
si al hundirse se vive la razón imperfecta?

4

Hay una mano -¿cuál?- que planta las preguntas
en otra mano -¿cuál?- que adrede las reclama.







EL NÚMERO

El secreto del número -el través
de todo lo mortal o aparecido-
ha sumado ha restado ha dividido
desoyendo las leyes de Moisés
Como grupo juntaron treinta y tres
Un siete son los sabios... y esculpido
hay un dos en la flecha de Cupido
y en el Gólgota -heridos- reinan tres
Difundió su semilla en epidemias
abolló las ubicuas polisemias
poseyó las medidas de las ágoras
empapó cada cosa el lecho el vaso
y el mundo saltarín como un payaso
sobre la hipotenusa de Pitágoras








LA REFLEXIÓN DE SAULO

Ya nunca blandiré palabras ni emociones.
Me iré a dormir muy lejos del jardín encendido.
Transformaré mis armas: las fundiré y con ellas
me haré yo la medalla para grabar mi sino.
¿Por qué me anduve siempre escuchando letras muertas?
¿Por qué como alfarero me entretuve en el barro?
¿Por qué hube de esperar todo este tiempo, dígome,
cuando es mejor volverse para besar el látigo!
Yo me oía en la noche, zumbando en mis temores.
La oscuridad en su amplio costado me envolvía
hasta dejarme ciego en mi soledad austera.
Mas mi Damasco tiene su lógica escondida,
porque para el milagro de salvación entera
estaba yo más ciego cuando dijiste: “Mira”.










EL ÚLTIMO REGRESO

Madre, no quisiera
que me hundan en la tierra cuando muera,
ni que tapien mi cuerpo en oscuros pabellones,
ni que esparzan al viento mis cenizas,
ni me arrojen al mar por la cubierta.
No vengo de la tierra,
no soy del polvo... y en polvo....
¿por qué he de convertirme?
No vengo del granito ni del mármol inhóspito
ni del concreto seco;
no provengo del mar ni de la pira.
Vengo de ti,
de la blanda carne maternal,
de la sangre amorosa y de tu llanto.
Vengo de tu inquietud,
de tus angustias,
de la inseguridad segura de tus días,
vengo de la verdad de tu existencia.
Ay, madre, qué será de mí
cuando ya no pueda
sostenerme en pie
ni atrapar con mis ojos el amplio derredor,
cuando todo oscurezca de repente
y ya no sienta ni el frío que me invade.
Aléjame la ropa y la madera,
regrésame al origen y al silencio,
regrésame a tu vientre ya dormido,
con tus manos consuma mi esperanza,
y desnudo, pequeño e indefenso...
reclámame, recógeme y desnáceme.










EL RELOJ

El reloj gobierna las cosas, este mundo.
El reloj detiene la puerta, los deseos.
El reloj entierra lo que
su esfera choca.
¡Helo! Cuatro cuadrantes...
un hilo suspendido.
El reloj es la fuerza centrífuga:
dispersa
las emociones,
rompe
las añoranzas…
designa
su ir y venir hacia donde no espera nadie
a otro Nadie que espera
callado y escondido.
Son las diez menos cuarto. Respiras. Manotazos
al aire... y te engañas, te engañas,
te engañas: son las cinco.
Tú distante en la hora, tú exultante, despierto;
tú distinto en el tiempo, y para el tiempo es lo mismo…









ALMAS MUERTAS

Voz
como de muerto,
voz
de Lázaro resucitado.
Como una cadena,
los instantes pasan por mis dedos.
Ancestral,
esta noche es de almas muertas
y fantasmas de corbatín....
¡Penetra,
Muerte, ven con tu hambre a cuestas!
¡Ven con el esqueleto que al viento zarandeas!
¡Vente con la ponzoña, la mandrágora, el cardo!
¿Y quién me estará supliendo
de la vital esencia?
¿Qué mantiene mi pecho
arriba, a más, flotando?
Irreales,
esta noche se sueltan todos los fantasmas
y se espantan de nosotros, ¡tan iguales!,
y se igualan a nosotros, ¡espantos tan reales!











ALETEOS

A Juan José Ayuso

Bóveda, extensión, cerrado azul,
poderosa explosión de lo mirado,
fuerza de la inmanencia, fuerza apenas...
¡tú que emerges, que empujas, que abandonas...!
¡Yo en mi centro rendido, yo en mí mismo!
Amo la libertad, ¡yo subyugado!
Infinito aletear,
mordientes olas,
presencias que en sí mismas
significan...
¿envolverse es la ley, abandonarse?
¿remontarse hasta el ser más olvidado?
¡Desoír los susurros y en el viento
soltarme de la cuerda a lo inseguro!
No volveré a escucharme más entre las quietas
arenas, entre el remanso y entre lo callado:
deambularé
(la luz, el infinito,
me cederán su espacio...)
De pie, sobre la roca, y mano
sobre mano,
dejo mi soledad, con fuerzas nuevas...
fuerza de la inmanencia, fuerza apenas...
¡poderosa explosión de lo soñado!










EL PUENTE

El puente se despereza
como un gusano de seda;
los autos que lo recorren
son montoncitos de arena.
Sube, baja, tiende y une
el puente que siempre queda:
pasantes y paseantes,
cumplido el pase, se alejan....
Empieza el día. ¡Telón!
Paño de finas tinieblas.
Bajo un zumbido de máquinas,
el puente que se despierta.
Se planta un día indistinto
con noche y con tarde a cuestas.
Algo envidiosa del sol,
sale a rodar la moneda.
El prójimo se saluda,
gesto que nada le cuesta.
¿Aprecio de los humanos?
¡Vaya sistema de cuentas!
Desandado y pisoteado
por la humanidad artera,
diez mil veces recorrido
sin requerir recompensa
ni un abrazo solidario....
queda este puente que piensa.









CARTA A MI PADRE

Usamos el marfil del intelecto
para hollar la frontera en que existimos,
trajinar que lo hacemos..., que lo hicimos
cuando fuimos en pos de lo perfecto.
De nada nos sirvió el ángulo recto,
la entereza del número en los primos,[1]
si al pie de cada tarde nos morimos
no como lo hace el pedestal (erecto).
La locura era música y poesía
y tocamos su túnica vacía
como franco veneno del dolor...
Y en sus potros azules cabalgamos
la más dulce visión que Nostradamus
en pandectas jamás imaginó.








LA PIEDRA EXISTENCIAL

No soy la piedra que mató a Goliat
-a matar no me enseña el cristianismo-,
soy la piedra angular, soy basamento
bañado eternamente por un río.
Diversidad de piedras meteóricas,
alto y raro universo que respiro,
astros (lunas y soles y planetas)
que lucen, como dedos, sus anillos:
no soy la piedra de discordia.
En vano
arrimóse Satán a mis oídos.
¿Piedra filosofal? ¡Nada tan bello!
¿Piedra de toque?
Duelo y esclavismo....

(El lector que llegare hasta estas letras,
piedra filosofal es en sí mismo
-piedra filosofal que frote piedra
filosofal dará... oro macizo-,
y si hiciese brillar este poema,
colocando la piedra de su espíritu,
afirmando o negando o descreyendo,
será dueño de ⅓ de sus símbolos
...y en completa equidad, pues corresponde
otro tanto al azar
o a los designios.)

[1] El autor se refiere a los números primos, divisibles por sí mismos y por la unidad.


http://www.obsidianapress.com/leopoldo_minaya.htm




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