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miércoles, 1 de febrero de 2012

5918.- RAÚL BOPP




Raúl Bopp (BRASIL 4 de agosto de 1898 — 2 de junio de 1984) fue un poeta modernista y diplomático brasileño que participó en la Semana de Arte Moderno junto con sus amigos Tarsila do Amaral y Oswald de Andrade.
Su trabajo más importante, Cobra Norato, es considerada la obra más representativa del movimiento antropófago.1 En ella, Bopp describe la grandeza del mundo en formación que es la Amazonía.
Pasó su vida en medio de círculos literarios, en los cuales trabó amistad con Jorge Amado y Carlos Drummond de Andrade. En 1977, ganó el Premio Machado de Assis.

Obras

Poesía
Cobra Norato (1931)
Urucungo (1932)
Poesias (1947)
Mironga e Outros Poemas (1978)

Prosa
América
Notas de um Caderno sobre o Itamaraty
Movimentos Modernistas no Brasil: 1922/1928
Memórias de um Embaixador, Bopp Passado a Limpo por Ele Mesmo
Vida e Morte da Antropofagia
Longitudes













COBRA NORATO


Traducción de Ángel Crespo


I


Un día
tengo yo que vivir en tierras del Sin Fin.


Voy andando caminando caminando.
Me confundo con el vientre del bosque mordiendo raíces.


Después
hago un filtro de flor de tayá de laguna
y mando llamar a Cobra Norato.


—Quiero contarte una historia.
¿ Vamos a pasear por aquellas islas despejadas?
Supón que hay luz de luna.


La noche llega suavemente.
Las estrellas conversan en voz baja.
Juego entonces a atarle una cuerda al pescuezo
y estrangulo a la bicha.


Ahora sí
me enhebro en esta piel de seda elástica
y salgo a correr mundo.


Voy a visitar a la reina Lucía.
Quiero casarme con su hija.


—Entonces tienes que cerrar los ojos primero.


El sueño ha resbalado por los pesados párpados.
Un suelo de lama roba la fuerza de mis pasos.




II


La sombra ha escondido los árboles.
Sapos bezudos acechan en la oscuridad.
Un pedazo de bosque está aquí castigado.
Los arbolitos se acuchillan en el charco.


Un hilo de agua atrasada lame la lama.


—¡Lo que yo quiero es ver a la hija de la reina Lucia!


Ahora son los ríos ahogados
bebiéndose el camino.
El agua va llorando ahondando ahondando.


Allá adelante
La arena ha conservado las huellas de la hija de la reina Lucía.


—Ahora sí
Voy a ver a la hija de la reina Lucía.


Pero antes hay que pasar por siete puertas.
Ver siete mujeres blancas de vientres deshabitados
guardadas por un yacaré.


Hay que entregar la sombra al bicho del fondo.
Hay que armar gresca con la luna nueva.
Hay que beber tres gotas de sangre.


Bostezan los árboles somnolientos.
Ay que la noche se ha secado. El agua de! río se ha roto.
Yo tengo que irme.


Me hundo sin rumbo en lo hondo del bosque
donde los viejos árboles grávidos dormitan.


De todas partes me llaman:
—¿Donde vas, Cobra Norato?
Tengo aquí tres arbolitos jóvenes esperándote.


—No puedo.
Hoy voy a dormir con la hija de la reina Lucía.


XXXI


Esta es la entrada de la casa de la Boyuna.


Allí abajo hay un tremedal.
Unas arañas peludas están de guardia.
—Con humo de mucura se las amasa.


Me hundo en esta gruta oscura.
El suelo hueco resuena.


Hay fosas con la boca hinchada.
—¿A dónde irá a salir esto?
—Sale a la garganta del Antro.


Allí adelante
por unas aguas embrujadas
está pasando una canoa cargada de esqueletos.


Ay, que el Abuelo-murciélago del mal agüero me ha visto.
Pues disimula, compadre,
Que aquí hay un sitio oscuro donde escondemos.


En este agujero de observación
Podemos ver a la novia de la Culebra Grande.


Compadre, he temblado del susto.
Se me ha cortado la respiración.


Sabes quién es la moza que está allí abajo ...
desnudita como una flor?
—?Es la hija de la reina Lucía!


—Corre de prisa con ella
desnudita como está.
No pierdas tiempo, compadre.


El yacaré está en la boca de! pozo.
Hazle una higa para atontarle.
La Culebra Grande se ha despertado.


—¡Los Cuatro Vientos me ayuden!
Quiero fuerzas para huir.
La Culebra Grande viene-que-viene a cogerme.


Yo-te-cojo. Yo-te-cojo.


—La Sierra del Ronquido se despeña,
corta e! camino detrás de mí.


Yérganse tres muros de espino,
con humos de ouricuri.
—Tira ceniza para atrás para ganar distancia.


Yo-te-cojo. Yo-te-cojo.


Tamacuaré, cuñado mío,
la Culebra Grande viene-que-viene.
Corre imitando mi rastro.
Haz como si fuera yo.
Entrega mi pixé en la casa del Payé-pato.
Tuerce de prisa el camino
que ya viene la Boyuna
como tormenta de piedra.


Viene aplastando bosque.


Uéh!
Ha pasado rompiendo el camino.


Los arbolitos se han quedado con el pescuezo torcido.
Los otros han rodado aplastados con las raíces bocarriba.


El horizonte se ha aplanado.


El viento corrió corrió
iba mordiéndose el rabo.


El Payé-pato, allí adelante, le ha indicado el camino equivocado.


—¿Cobra Norato con una moza?
lba para Belén. lba a casarse.
Culebra Grande salió echando chispas para Belén.


Le dio un escalofrío.


Entó por la alcantarilla de la Catedral
y se quedó con la cabeza desmayada debajo de los pies de Nuestra Señora.




XXXII


— Y ahora, compadre,
me vuelvo para el Sin-Fin.


Me voy a las tierras altas
donde se eleva la sierra,
donde corren los ríos de aguas claras
por bosques de mulungú.


Quiero llevar a mi novia.
Quiero estarcito con ella
en casa donde morar
con puerta azul pequeñita
pintada con un lápiz de color.


Quiero sentir el calor
de su cuerpo de va-y-ven.
Quierito quedarme cerca
cuando la quiero bien bien.


Allí a la sombra del bosque
oír la yurucututú
aguas que pasan cantando
para que nos despertemos.


Y cuando esperando estemos
que otra vez la noche vuelva
historias le contaré
(de las que no dicen nada)
pondré nombres en la arena
para que 105 borre el viento.




(Extraído de la Revista de Cultura Brasileña, n. 016, Madrid, mar. 1966)




COBRA NORATO


I


Um dia
ainda eu hei de morar nas terras do Sem-fim.


Vou andando caminhando caminhando.
Me misturo no ventre do mato mordendo raízes.


Depois
faço puçanga de flor de tajá de lagoa
e mando chamar a Cobra Norato.


— Quero contar-te uma história.
Vamos passear naquelas ilhas decotadas?
Faz de conta que há luar.


A noite chega mansinho.
Estrelas conversam em voz baixa.
Brinco então de amarrar uma fita no pescoço
e estrangulo a cobra.


Agora sim
me enfio nessa pele de seda elástica
e saio a correr mundo.


Vou visitar a rainha Luzia.
Quero me casar com sua filha.


— Então você tem que apagar os olhos primeiro.


O sono escorregou nas pálpebras pesadas.
Um chão de lama rouba a força dos meus passos.


II


Começa agora a floresta cifrada.


A sombra escondeu as árvores
Sapos beiçudos espiam no escuro.
Aqui um pedaço de mato está de castigo.
Arvorezinhas acocoram-se no charco.


Um fio de água atrasada lambe a lama.


—Eu quero é vera filha da rainha Luiza!


Agora são os rios afogados
bebendo caminho.
A água vai chorando afundando afundando.


Lá adiante
a areia guardou os rastos da filha da rainha Luzia.


—Agora sim
vou ver a filha da rainha Luzia.


Mas antes tem que passar por sete portas.
Ver sete mulheres brancas de ventres despovoados
guardadas por um jacaré.


Tem que entregar a sombra para o bicho do fundo.
Tem que fazer mironga na lua nova.
Tem que beber três gotas de sangue.


—Ah só se for da filha da mãe da rainha Luzia!


A selva imensa está com insônia.


Bocejam árvores sonolentas.
Ai que a noite secou. A água do rio se quebrou.
Tenho que ir-me embora


Me sumo sem rumo no fundo do mato
onde as velhas árvores grávidas cochilam.


De todos os lados me chamam:
— Onde vais, Cobra Norato?
Tenho aqui três arvorezinhas jovens à tua espera.


— Não posso.
Eu hoje vou dormir com a filha da rainha Luzia.




XXI


Esta é a entrada da casa da Boiúna.


Lá embaixo há um tremedal.
Aranhas peludas estão de guarda.
— Com pixê de mucura elas amansam.


Me afundo nesta gruta escura.
O chão oco ressoa.


Há fossas de boca inchada.
— Por onde será que isto sai?
— Sai na goela da Panela.


Ai o medo já me comicha a barriga.


Lá adiante
num estirão mal-assombrado
vai passando uma canoa carregada de esqueletos.


Ai que o Avô-morcego de mau agoiro me viu.
Então disfarce, compadre,
que aqui tem um escuro grande de se esconder.


Neste buraco de espia
pode-se ver a noiva da Cobra Grande.


Compadre, eu tremi de susto.
Parou a respiração.


Sabe quem é a moça que está lá embaixo ...
nuinha como uma flor?
— É a filha da rainha Luzia!


— Então corra com ela depressa
nuinha assim como está.
Não perca tempo, compadre


Jacaré já está na boca do poço.
Faça mandinga de atrapalhar.
Cobra Grande se acordou.


—Ai Quatro Ventos me ajudem!
Quero forças para fugir.
Cobra Grande vem-que-vem-vindo pra me pegar.


Já-te-pego. Já-te-pego.


— Serra do Ronca rola abaixo
tapa o caminho atrás de mim.


Ergam três muros de espinho
fumaças de ouricuri.
— Atira cinza pra trás para pegar distância.


Já-te-pego. Já-te-pego.


Tamaquaré, meu cunhado,
Cobra Grande vem-que-vem.
Corra imitando o meu rasto.
Faz de contas que sou eu.
Entrega o meu pixê na casa do Pajé-pato.
Torça caminho depressa
Que a Boiúna vem lá atrás
Como um trovejão de pedra.


Vem amassando mato.


Uei!
Passou rasgando mato.


Arvorezinhas ficaram de pescoço torcido.
As outras rolaram esmagadas de raiz para cima.


O horizonte ficou chato.


Vento correu correu
mordendo a ponta do rabo.


Pajé-pato lá adiante ensinou caminho errado:




— Cobra Norato com uma moça?
Foi pra Belém. Foi se casar.
Cobra Grande esturrou direito pra Belém.


Deu um estremeção.


Entrou no cano da Sé
e ficou com a cabeça enfiada debaixo dos pés de Nossa Senhora.


XXXII
—- E agora, compadre,
vou de volta pro Sem-fim.


Vou lá para as terras altas
onde a serra se amontoa
onde correm os rios de águas claras
em matos de molungu.


Quero levar minha noiva.
Quero estarzinho com ela
numa casa de morar
com porta azul piquininha
pintada a lápis de cor.


Quero sentir a quentura
do seu corpo de vai-e-vem.
Querzinho de ficar junto
quando a gente quer bem bem.


Ficar à sombra do mato
ouvir a jurucutu
águas que passam cantando
pra gente se espreguiçar.


E quando estivermos à espera
que a noite volte outra vez
eu hei de contar histórias
(histórias de não-dizer-nada)
escrever nomes na areia
pro vento brincar de apagar.




FAVELA


Meio-dia.


O morro coxo cochila.
O sol resvala devagarzinho pela rua
torcida como uma costela.


Aquela casa de janelas com dor-de-dente
amarrou um coqueiro do lado.


Um pé de meia faz exercícios no arame.


Vizinha da frente grita no quintal:
— João! Ó João!


Bananeira botou as tetas do lado de fora.
Mamoeiros estão de papo inchado.


Negra acocorou-se a um canto do terreiro.
Pôs as galinhas em escândalo.


Lá embaixo
passa um trem de subúrbio riscando fumaça.


À porta da venda
negro bocejou como um túnel.




“PADRE-NOSSO” BRASILEIRO


Olé Deus brasiliero, Deus de casa. Venha nos ajudar com a sua graça. Deixe o outro Deus metido em Roma (O que assusta as criancinhas que não rezam de noite, ocupado com a arrecadação de Padre-nossos). Fique aqui com a gente. O Brasil anda ruinzinho. Por favor, nos acuda (senão isso não vai). Precisamos de mágica. Queremos macumba. Feitiçaria. Qualquer coisa serve. Dê um jeito de perdoar as nossas dívidas (de imposto de renda, taxas de consumo O preço das coisas não pára. Imagine: cafezinho a 25 cruzeiros!) Não deixe o Brasil cair de novo em tentação e corrupção (desfalques na Caixa Econômica, Instituto de Aposentadoria e outras coisas). O feijão preto de cada dia dê-nos hoje (feijão com charque, arroz, média-pão-com-manteiga). Queremos renovar os nossos entusiasmos. Ter de novo um Brasil cheio de ternura, com embalos de rede e cata-piolhos: essa “Nêga Fulô; um Brasil que se diverte nas ruas com o “Bumba-meu-boi”; Brasil do Ascêncio Ferreira: “Hora de trabalhar? Pernas pro ar”. Amém


(1964)


http://www.antoniomiranda.com.br/

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