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sábado, 24 de diciembre de 2011

5700.- ALBERTO BAEZA FLORES





Alberto Baeza Flores (1914-1998) fue un poeta, escritor y periodista chileno. En 1939, al frente de una delegación del Gobierno del Frente Popular, llegó a Cuba, de donde no partiría hasta mediada la década de los sesenta. En La Habana se vinculó al grupo Orígenes junto con Lezama Lima y Gastón Baquero. En Cuba nació su hija, la cantante y actriz Elsa Baeza, de madre cubana. Murió en Miami el 6 de enero de 1998, a los 84 años de edad.


Obra
Israel (La estrella en el huracán)
Tercer mundo (Poesía comprometida)
Las cadenas vienen de lejos
Cuaderno de la Madre y del Niño
Poesía caminante, 1934-1984
Tres piezas de teatro hacia el mañana (Shakespeare Siglo XXI)
La muerte en el paraíso: Novela de la revolución Cubana
Las dos orillas: Poemas de los encuentros (Colección Ariadna)
Antología de la poesía hispanoamericana


Traducciones
Poemas para cuatro manos, Beatriz Zeller














EN PARÍS ERA OTOÑO Y LAS HOJAS CAÍAN


En París era otoño y las hojas caían
con una levedad dorada de milagro.
Eras la bien amada y eras la bien perdida,
la viajera infinita que ilusiona el verano.
En París era otoño y las hojas caían.
Nunca más andarían tan juntos nuestros pasos.
Le dabas a mi vida países imposibles,
vagos sueños errantes con sus colas de pájaros.
En París era otoño y las hojas caían
a un secreto soñar de todo lo que amábamos
Sonreías, a veces, como si no te fueras
y a mi amor melancólico le dabas su oro pálido


(De Testimonio secreto)






LA LLAVE FINAL


Ya la voz del soñar casi no me acompaña.
El vino de arroz embriaga como el viento.
La guerra más feroz está en nosotros.
El dolor siempre borra fronteras de nostalgias.
¿Qué nos queda de todo lo vivido?
Acaso esa estrella invisible que en nuestras manos se ha dormido
y era la llave -final- del Paraíso.


(De Despedida)








Lumbre secreta


Un silencio de rosas te perfumaba el pelo,
la sombra de la ausencia movía los rosales,
una sonrisa ardiente iba quemando el alma.
Las islas cambiaban sueños en la noche,
el amor regalaba sus nobres a las cosas.
Olvidar era un poco aprender a morir.
Ausencias y ciudades continuaban
uniéndome en el sueño,
volvía la ola a relatarme tu infancia,
pero el tiempo había encanecido de pronto
y sólo era posible escuchar una lluvia invisible
en la última galería del corazón.








1


Con Elsa descendimos escalón a escalón
en la inocencia de los siglos.
(Naturalmente, era en Atenas
y los tiempos aún no se habían confundido).
Entonces, escuchamos a la Fuerza decir:
"Todo es dado a los seres menos gobernar a los dioses."
Y nos quedamos en silencio.




2


También navegan los callados sonidos
en espera de un barco que se ha ido
no sé a cuáles mares ignorados
en busca de otros sueños de la tierra.


También se ha ido el que no debió haber venido
porque se había hecho demasiado tarde
en esta tierra.


(De Dos homenajes, inédito)


(Textos publicados en Carta de la Poesía, A.P.P.,
nos. 52, 54 y 55, 1998)










Casa de los poetas
con sonidos de mar y canto,
volando del cielo a los ojos,
de la luz a los pasos.
Casa de los poetas,
alegoría del descanso,
umbral, perdido,
casa azul,
alejada de toda mano.
Casa de los poetas
sin jardín extraviado.


(Infancia de Canciones y recuerdos, pág. 44).















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