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jueves, 15 de septiembre de 2011

4895.- JOSÉ MANUEL MARTÍNEZ SÁNCHEZ


José Manuel Martínez Sánchez
Nacido en Albacete el 11 de marzo de 1983. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia. Máster en Psicología Humanista. Maestro de Reiki. Columnista de opinión del diario "La Verdad" de Albacete. Ha publicado los siguientes libros: "Épica del naufragio" (poesía), "Concierto de esperanzas. (Poesía reunida, 2002-2008)”, "El hombre posmoderno" (ensayo), "Los hijos del sol" (novela), "Buscando la paz interior" (ensayo) y "Hacia el despertar espiritual" (ensayo).
WEB: http://josemanuelmartinezpoemas.blogspot.com/




Éxtasis de silencio

El amor fue un gesto, señal cómplice que daba comienzo
a un suspiro sin tiempo. Fue un instante, una caricia del viento,
una mirada entreabierta arribando del cielo, igualada
a su origen sin verbo. Fue todo lo soñado, la armonía abrazada
llegando, llegando sin irse, al hogar encumbrado, al todo inmenso
horizonte de huellas hermanas. Todo fue uno, uno y diverso
en su cumbre labrada, en su explosión de silencio. Uno con todo
amándose, viéndose sentir y siendo, en la visión sin sombras,
en el torbellino de las flores hermosas, en la celebración del éxtasis,
en el tú y yo desapareciendo, en el ir y venir de lo inmensamente quieto.

Subir tan alto es no llegar, no haber sido. Morir, olvidar, ser eterno.






El inmortal

Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros,
fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.
Jorge Luis Borges (“El inmortal”)

Yace un frío en la noche inmóvil
que agita los tímpanos del silencio.
Ahí este cuerpo se hace doble
pasajero y continuo, muerto y vivo.
Y ello hace preguntarme:
-¿A dónde va el viento que no vuelve?

Resuenan como pisadas de acero las preguntas
arrojadas al hombre
como ladrillos siniestros los finales que planean
clavarse en la herida ignorante
de este corazón que se atormenta
que llueve sin raíces que no despierta
que está solo como semillas
sin manos que las viertan

Sólo queda el día
el cinturón del olvido aprieta las entrañas
y el futuro es un espacio en blanco
sin origen

Antes que anochezca seremos inmortales
seremos el cuerpo que no cesa de sentir
su propia muerte sin muerte






Tormenta deseante

El paraíso eran tus labios, curvado continente
donde los astros palpitan descubiertos.
Contorno, calidez de una hondura delimitada
por el ciego caudal de la carne. Presencia desbordada
como un río dominado por la tormenta,
abrazado al aire, a la espuma, al fragor
del abandono del tiempo. Delirio, existencia...
Canto de la luz sobre las aguas del cielo.







De lo invisible del ahora

¿Qué signo destruye el signo oculto del aire,
qué signo de otro signo desvela la sombra de otra sombra?
¡Qué silencio tan dulce recorre tu alma cuando ya nada sabes
y en el no saber te descubres! Aire del ahora que desmaya al tiempo,
versos de espacios en blanco que desarman al espacio, noche sin ojos
que la luz esconde, ojos sin noche que a la luz renacen.






Otro infinito

Respiro oleajes y silencios puros, metafísicas
partículas plenas que brotaron un día de la nada,
respiro el sueño único de ser hombre, mortal
a la deriva, hombre pleno, solo y oceánico.
Respiro pétalos de pasado, ojos que un instante
lo fueron todo y que ahora lo siguen siendo todo
todavía, en la ausencia tuya que me renace.
Respiro, respiro. Y siento que poco a poco,
asediado por tanto aire fugitivo, yo me voy ahogando,
en un mar dulce de naufragios.






Palabra

No quema la palabra,
sólo el sueño de luz
que la esconde.






Bernini imagina el rostro de la belleza sagrada

El éxtasis de Santa Teresa


Música de Bach para el recuerdo.
La tragedia detenida.

Trepan por la memoria
instantes del pasado.

Tus ojos barrocos castigan mi silencio.
Te observo y me detengo, creyendo
de ese modo detener también el tiempo.
Tus ojos entornados castigan mi silencio.

Aquí, ahora, eres materia de mi sueño
y forma sin rostro para mi deseo.
Tu altitud erótica habita en mi letargo,
busca mis manos, arde en lo secreto.

La piedra ha encontrado unas manos
que la conviertan.
Una manos que revelen
su imagen real y oculta.

Esta música y mi memoria
moldearán tu apariencia inocua,
convertirán en belleza sagrada
lo que antes fue cuerpo difunto
y desolado de la naturaleza.

Me entrego a tu palabra, la piedra tendrá tu aliento,
tus ojos entornados acariciarán mi silencio.








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