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lunes, 17 de octubre de 2011

5144.- NIDDY CALDERÓN PLAZA


Niddy Calderón Plaza
Docente y escritora venezolana (Valencia, 1977). Licenciada en educación, mención artes plásticas, por la Universidad de Carabobo (UC), tesista de la maestría en literatura venezolana del Área de Estudios de Postgrados de la mencionada casa de estudios y con varios cursos de mejoramiento profesional. Se ha desempeñado como docente en las facultades de Ingeniería, Educación y de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de Carabobo. Desde el 2003 labora como docente del Programa Cátedra Abierta (Artes Plásticas) de la Secretaría de Educación del Gobierno Bolivariano de Carabobo. Ha sido promotora cultural y coordinadora de actividades literarias y artísticas. Ha dirigido talleres de poesía en la Fundación La Letra Voladora, la Universidad Arturo Michelena y la Secretaría de Educación del Gobierno Bolivariano de Carabobo. Ha participado en talleres de creación poética, en la Dirección de Cultura de la UC con Carlos Osorio (1993) y Reynaldo Pérez Só (1996); en el Ateneo de Valencia con María Antonieta Flores (1997-98) y en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg) con Lázaro Álvarez y Arturo Gutiérrez (1998-1999). Textos suyos han sido publicados en las revistas La Tuna de Oro y Poesía, de la UC, así como en la antología Voces nuevas (1998-99) del Celarg. Ha publicado el poemario Sonata con animales (Dirección de Cultura de la UC, 2002), con el que obtuvo el Premio Nacional del X Concurso Literario Pedro Buznego, en Maracay. Su poemario Poemas (Una risa que se ríe de mí) obtuvo mención de honor en el 1r Concurso Interuniversitario de Literatura Simón Rodríguez, del Colegio Universitario de Administración y Mercadeo (Cuam), así como el premio del Concurso Mayor de las Letras y las Artes del Consejo Nacional de la Cultura (Conac, 2004).


Poemas

Uno por uno destejo los días. hilo a hilo, desenredo, descruzo.
¿Cómo haré para destejerme hoy?





No traigo avecillas, ni gallinas blancas del cielo, aquí no hay resolana
que asombre, todo se sabe, que ya no hay nada, nada, y más nada





Algunos días no se puede ni escribir una frase con tino. encorvada caracol
de arena me desgrano





Una noche las manos de los ángeles vendrán a tejer y destejer este laberinto
animal

(Del libro Destejo los días).







a Luis Alberto Angulo

Hablo de poemas
que se meten en mi cuarto
por la ventana
en mi cuerpo por el aire
en mi mente con animales
insertan pequeñas dosis en mi sangre
la coagulan y la enfrían
para que deba escribir
y así volverme
el cuerpo normal otra vez
resignada
frente a ellos
seré inmóvil cordero
devorado por su filo
y su garra
hasta que ya no quede
nada de mí







Poema malo

a Arturo Gutiérrez Plaza

Me muerde en mil dudas
y no acierta en ningún verso
o en palabra alguna
al final muere
porque no alcanza a nacer
aborto de verbos malformados
frases retorcidas
sílabas mutantes sin pies ni cabeza.








Poema lengua

Desde el papel
lanza una serpiente impúdica
que roza al cuerpo lector
lame sin pedir permiso alguno
unta una sedosa complacencia
que sólo una lengua
puede dejar








Poema felino

a Roberto Martínez Bachrich

Atina siempre en atrapar
cada palabra
que con cautela
encuentra su espacio
en el papel

Cada verso se ondula
glamoroso y eterno
como nada
Tiene un rugido en medio
que vence
que asusta

El poema felino
araña algo de ti
se sube a tus piernas
y espera la caricia
de ser leído sin más








Poema umbilical

a María Antonieta Flores

No siempre se atina
en encontrarlo
las palabras vienen resbalosas
¿cómo decir con certeza?
¿cómo sacar
del ombligo de la noche
la forma exacta de un poema?
la fragilidad y el rigor
que entrega
en cada letra
o cada espacio
no se encuentra
sin estirar la mirada
al otro lado
de lo que ofrenda
el polvo
o la flor.










Poema inútil

No sirve
para pagar en el cine
la discoteca o el bar
ni siquiera en una tienda del centro
nadie cambiará un trago
por unas letras ordenadas
en un papel
nunca perlas o alhajas
cangrejos o fiestas
por la bofetada del sarcasmo,
la fascinación por la nocturnidad
o la cadencia erótica
que pueda contar un poema.









Poema más allá del olvido

Hay poemas que más allá del olvido
nombran
dejan de ser de palabras
dibujan una llama espesa
son poemas del tiempo y sin Leteo

Viven solos
huérfanos de padre
existen más arriba
muy adentro de sus deleitantes
cada uno deviene en un animal de la memoria
que abre una ventana a lo eterno









Poema necio

a Santiago Pérez

Comienza quitándose unos gerundios
dice que le oprimen
también se quita los adjetivos que me gustan
los más cursis, los bonitos

Este poema pelea conmigo
me grita
a veces no entiendo lo que dice
no siempre es en mi idioma
a veces no es ninguno
es una mueca, un gemido
es una risa que se ríe de mí








Poema de la tarde

a María Eugenia Inojosa

Nace con el último pestañeo del sol
late entre letras
que en osadía
se despojan de las espesuras solares
Crece con la noche
y va esparciéndola
gota a gota en el papel.









Otro poema necio

a Pedro Lastra.

Es el peor de todos
se niega a ser escrito
se revela con pudor
ahorra tantas palabras como puede
es mezquino
Inventa su propia guerra a la palabra
a veces no alcanza para decir
y otras veces nombra demasiado
casi siempre dice con inexactitud

Deja siempre algo
latiendo en su lectura.

Del libro Poemas (Una risa que se ríe de mí)
Premio Conac 2004









he comenzado a escribir su nombre en las paredes, en libretas,
en papeles sueltos. Lo escribo como quien invoca algo, como si cada
letra pudiera acercarlo un poco más, como si cada sílaba trajera
su olor salvaje o el sabor venenoso y vinoso de su boca.





sudo los miedos
con el otro en contrapeso

los dedos
dibujan espirales

y se detienen justo allí
donde el cuerpo
ha comenzado a borrarse








así
tan secretamente
me tocaba las piernas
con una mano, una rodilla
no lo sé
me besaba sin besarme
cubriéndome con mil brazos
era un animal portentoso
un espectro en su vigor
un algo que no sé
si pueda
o quiera explicar








“no todo mi corazón te ama
sólo la parte que está enferma”.
Yolanda Pantin.


Puedo decirle que el deseo no deshabita mis carnes y que sólo de su copa
quiero beber. Contarle que no desaparecen, sino que se multiplican
sus manos en mi cama cada noche, que su celaje inunda mi espejo,
que con su mirada todo se cierra y que el sol viene a mí sólo desde
su ventana. Puedo inventar aun más.

Puedo
porque él lo creerá.








Me voy de ti
cerca del último tramo del espiral
donde ya no tengo manos
ni piel
y el destiempo
toca los bordes
te entrego las llaves
me voy y no vuelvo








Tu mano ha dibujado
un espiral en el aire
otro sol desnuda mi ventana
con pájaros azules
y un canto tenue
como el latido
de un mi ser vencido
por saber de lo blanco
y lo callado
del último abrazo




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