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martes, 28 de febrero de 2012

6162.- GEO BOGZA



Geo Bogza (1908-1993), es uno de los principales poetas rumanos. Nació en Blejoi, Rumania en 1908. Fue periodista y poeta. Fundador y colaborador de revistas de orientación surrealista como Alge o Pula. Desempeñó un papel esencial en la aparición del surrealismo en Rumanía, junto a otros como Aurel Baranga, Gherasim Luca, Sesto Pals, Paul Păun o el pintor Jules Perahim. Sufrió prisión (en la cáarcel de Văcăreşti) dos veces por haberse considerado sus poemas como obscenos y pornográficos (en Diario del sexo, por ejemplo). Falleció en Bucarest en septiembre de 1993. Se destacan entre sus obras Urmuz, Diario del sexo, Iona Maria: 17 poemas y Canto de rebeldía, de amor y de muerte.




Recuerdos de Polonia


I


En Varsovia, una chica me decía:
si deseas acariciarme, no me opondré
si deseas besarme, dejaría que lo hicieras
dejaría que me desnudases los senos.


Pero has de saber que a mi padre lo fusilaron los alemanes
y a un hermano mío lo quemaron en los hornos crematorios.


Si deseas acariciarme, yo no me opondré
pero debes saber que todos estos muertos aúllan dentro de mí
y yo entera, entera soy de cenizas.


Bésame pero que no te sepa amarga.


II


En Cracovia, una chica me decía:
si lo deseas puedes abrazarme
si lo deseas puedes acariciarme los senos
pero jamás me compres abalorios.


Tenía trece años cuando los alemanes
ahorcaron a mi madre, de un árbol en la calle.


Si lo deseas podemos atravesar a nado el Vístula
pero no me digas que mi cuello es blanco y bello
y jamás me compres abalorios.


(Traducción del rumano de Vicente Gutiérrez Escudero)
http://unpuroerrar.blogspot.com/2012/02/geo-bogza.html












XIII


In toamna aceea, Ioana Maria,
am trait cele mai triste seri din viata mea.


Seri,
cand ceata patrundea pe furis in oras.
Greu se scurgeau orele pana la ziua
si mie mi-era dor de tine, Ioana Maria.


Au fost seri cand imi era dor de tine
cum le e dor somnambulilor de luna,
dar tu erai mereu in alta parte,
greu se scurgeau orele pana la ziua
si ceata patrundea pe furis in oras.


Seri,
cand mi-a fost dor de tine, oana Maria.








XIII


Ese otoño, Ioana María,
he vivido las tardes más tristes de mi vida.


Tardes,
en que la niebla penetraba furtivamente en la ciudad.
Difíciles corrían las horas hasta el día
y yo te echaba de menos, Ioana María.


Hubo tardes cuando te echaba de menos
como echan de menos los sonámbulos a la luna,
pero tu siempre estabas en otra parte,
difíciles corrían las horas hasta el día
y la niebla penetraba furtivamente en la ciudad.


Tardes,
cuando te he echado de menos, Ioana María.


(Traducción del rumano de Omar Lara)


La poesía de Geo Bogza se encuentra en La mesa del silencio.
Once poetas rumanos contemporáneos, muestra preparada por Omar Lara
y publicada por Círculo de Poesía.
http://circulodepoesia.com/nueva/2011/02/geo-bogza-poeta-rumano-por-omar-lara/



Columnistas Bitácora de Odiseo Geo Bogza, poeta admirable
Geo Bogza, poeta admirable
Eddy García de la Rosa / egarcia@radioangulo.icrt.cu / Martes, 04 de Octubre de 2011 10:42
Cada vez que encuentro a un desconocido poeta que habla a mi alma, junto al gozo me acomete una rara desesperación. Me pregunto cuántas voces auténticas habrá en los cuatro confines de la Tierra que ignoro. ¡Cuántas, plenas de gracia y espíritu, a lo largo de los desfiladeros del tiempo habrán acallado el desconocimiento y el olvido! Me alarma pensar que no me alcancen los días de mi vida para hallar esas voces y hacer mías los que están en mí. Porque el ser no quiere esfumarse en lo vano sin agotar todo lo que le confiere mayor realidad. Y eso es un poeta verdadero: aquel que desvela y despierta un ignoto trozo de nuestra alma.

Tal es lo que me ha sucedido al leer a Geo Bogza en un libro que la amistad me ha regalado. Nunca antes había oído siquiera mencionar su nombre. He hallado muy pocos datos sobre él. Nació en Blejoi, Rumania en 1908. Fue periodista, poeta y teórico. Tuvo una participación principal en la irrupción de la vanguardia en la poesía rumana, junto a nombres como Ion Minulescu, Urmuz, Tristan Tzara, Benjamin Fondane e Ilarie Voronca. Sufrió prisión dos veces por haberse considerado sus poemas como obscenos. Finalmente murió en Bucarest en septiembre de 1993. Se destacan entre sus obras Urmuz, Diario del sexo, Iona Maria: 17 poemas y Canto de rebeldía, de amor y de muerte.

He descubierto al poeta en versos trasladados al español por el también poeta chileno Omar Lara para el libro Orión, publicado en 2010 por la Capilla Alfonsina, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México. Sus poemas, de lectura cordial, dejan una extraña sensación de deslumbramiento y nostalgia. Algo así como la idea de un continente que de pronto se deshace en el mar. Sus temas principales son el desencuentro con su entorno temporal-espacial inmediato, dominado por el afán posesivo y destructor, la búsqueda del tiempo espiritual, verdadero, del hombre, el amor hacia la amada imposible y la relación con el otro. Destacan por su precisión expresiva, por metáforas y símiles muy gráficos, físicos, kinésicos, que alcanzan su esplendor por el contexto donde se ubican. Gusta el poeta establecer contrastes, por los que alcanzamos a apreciar más elocuentemente lo que nos dice. Sus poemas se forman generalmente como una concatenación de situaciones deductivas que conducen a una conclusión inquietante. Recorramos mejor algunas de sus zonas de expresión.

Un elemento sumamente llamativo es el modo como el poeta ha asumido la realidad de la extracción petrolera –elemento principal de la economía de su país – para avistar tras él los nervios de codicia, maldad y destrucción que crispan a los seres humanos. Hay todo un ciclo de poemas dedicados a este aspecto de fragor y contingencia del hombre contemporáneo. No conozco otra poesía que haya avizorado con tanta nitidez y anticipación lo catastrófico que este combustible venía a ser para la humanidad.

Os hablaré de los hombres del petróleo,
y de su alma más negra y más inflamable que el petróleo.
Os hablaré de mí,
porque nadie mejor que yo puede ser un hombre del petróleo,
y mi alma negra e inflamable
me hace hablaros a vosotros, a los demás, con toda brutalidad.
Así debe hablarse del petróleo: con brutalidad.

Con esa fuerza bruta, el poeta nos habla del espacio de sondas donde la avaricia de los hombres chupa la sustancia de la tierra, para sembrar injusticia, odio e indiferencia. Es un tremendo documento vaticinador de algo que el devenir, con la incontenible demanda de esta energía, ha agudizado.

Se sabe que el ámbito del poeta es el del espíritu. Para acceder a él apela a una comunicación que ocurre por inmersión en lo más profundo de la experiencia. Necesita del silencio. El silencio es la voz de lo sagrado y lo verdadero. Entonces el poeta debe imponerse al bullicio con que la existencia marca su discurrir. Eludir a los tontos que se rodean de ruidos para confirmarse vivos y de ese modo no dejan paso a la más auténtica verdad:

Ahora construía el poeta su sueño de silencio universal
había apretado entre los dientes la virtud de las cavernas mudas
como una glándula la había transplantado en la laringe de los
parlanchines
y al día siguiente la ciudad se retorcía como Pompeya bajo la lava
el silencio se extendía por doquier, implacable, destructor…

El poeta con su potencia creadora puede anular la algarabía que obstaculiza su oír atento. Es necesaria esa “virtud de las cavernas mudas” con que debe sellar tanta algazara y afán desvirtuador. Es necesario acallar lo accesorio y vano para poder acceder a la voz silente de lo esencial. Para eso el sueño del poeta impone sus recursos. La poesía se hace de palabras que procrea el silencio.

El tiempo es la materia más constantemente tentadora para los poetas. Es la infinita concatenación donde el ser y la nada se reciclan. Para Bogza el tiempo amolda y desangra al ser:

Cómo enmohece el tiempo en los calendarios
cómo pasa con flechas por el corazón
dormimos ahora
a la sombra de siglos desplomados.

De modo que el sujeto se acomoda en la resaca de los tiempos que le han antecedido. Sin embargo, no siente que su tiempo sea el mejor, pues lo mejor del tiempo son sus momentos de alta realización:

Alguna vez pasaba yo la noche bajo las estrellas
de Mesopotamia
tú te acurrucabas junto a mí, joven pantera

No obstante, impreca su ahora –obsérvese la eficacia de la metáfora empleada para describir la decadencia el siglo que le tocó –, tan disminuido como fuente de posibilidades:

¿Qué maldición nos arrojó
en un siglo
con suela de cartón?

En otros momentos, se aprecia este elemento de un tiempo del espíritu, del sentido, donde los instantes más significativos se concentran como presente.

He tenido siempre siete mil años,
pero pasando por las tentaciones y la infamia del mundo,
obstinado y rebelde
he de morir a los diecisiete años.

El poeta por esta manera de asumir el presente como concentración de todo tiempo, puede dialogar con seres de otras épocas pero contemporáneos en su dimensión espiritual. A la vez, no solo halla que está en un tiempo que no le sirve, sino en un espacio donde no encuentra sustento. Así reprocha a Arquímedes:

Y sin embargo, viejo griego, yo construyo palacios
donde las cortesanas peinan sus cabelleras
y los filósofos pasan los dedos por su barba,
pensando que en el universo todo está en su lugar.
Universo en el que yo no encuentro ningún punto de apoyo.

El poeta es el descolocado de su tiempo y su espacio inmediatos. Es una queja persistente en la tradición poética que el poeta se sienta descentrado donde le tocó vivir. Es que lo inmediato cotidiano no se corresponde con las ansias que solo hallan respuestas en las sutilezas y evanescencias ocultas más allá de lo evidente. Tal vez porque habite un mundo paralelo del deseo y el sueño.

La relación del sujeto con el otro establece en aquel su esfera de sentido, su sitio en la existencia, ya que el otro es extensión del yo. El afecto hacia el otro es la medida de lo humano. A la vez el modo de relación hacia el otro determina la expresión de este para con el sujeto.

Todo hombre a quien no puedo amar es para mí
una fuente de profunda tristeza.
Todo hombre a quien he amado y ya no puedo amar,
significa para mí un paso hacia la muerte.
Entonces cuando ya no pueda amar a nadie, moriré.
Vosotros, los que sabéis que merecéis mi amor,
tened cuidado de no matarme.

Véase la construcción deductiva de que hablamos con una derivación final que nos conmueve. Los corolarios están enfocados al sujeto sin embargo la consecuencia se vierte hacia el otro. Es la manera sutil de hacer entender el grado de responsabilidad que tenemos unos con otros. La necesidad de entender que en mi actitud hacia el otro está un poco la actitud para conmigo.
Hay una profunda expresión de amor en el poeta. No solo el amor físico, imposible a la amada. Ese que marca los días y noches como un astro imperturbable:

Ioana María, nosotros apenas nos dijimos Buenos días,
cuando luego de infinitas noches de soledad,
nos encontrábamos al amanecer
y la vida subía a nuestros labios amarga y triste.
Ioana María, nosotros apenas hemos sido dos carabelas
que después de noches y noches de viaje
se encuentran al alba y se saludan
desde las crestas de unas olas fugaces.
Y los mares nos llevan hoy más lejos.

En el poeta hay una delicada tristeza por el mundo que se hace distante, una nostalgia que abraza a los seres y cosas amadas. El amor es una luz que permanece en la memoria para arrostrar la soledad y el desamparo. Curiosamente, hay una constante comparación de lo bello amado con una carabela. Esto desata asociaciones trascendentes: belleza, fragilidad, sujeción a los elementos, ser en tránsito. Todo esto es el amor y también la poesía.

Sin embargo, el amor se cumple en diversas estaciones y maneras. Es un afecto que se vierte hacia lo que duele y lo que da sentido, hacia el otro y hacia las cosas del mundo que alcanzan cierta significación.

Pasaba entre los tigres
y les tiraba claveles.
Pasaba entre jaguares
y les tiraba rosas.
Pasaba entre leopardos
y les tiraba crisantemos
Y ellos, presas de la perplejidad,
me dejaban seguir adelante.

Tal vez el único recurso para vencer el miedo, el odio y la violencia es el suave regalo de amor.

La vida se cumple por la rutilante estela de lo que amamos. Así, con la belleza transitoria y eventual de Orión que viene en la estación menos verde. Signo de que aún en lo yerto se cumple el designio de vida:

De los mares del Sur o Capricornio
nunca ningún navío regresó
tan elegante y tan puro
como regresa en el otoño Orión.
En verdecidos bosques no ha brillado
jamás su blanca luz. Ni sobre prados de heno.
Océanos y montes lo ven en primavera
partir, y en mucho tiempo no tiene el cielo dueño.
Sube otra vez octubre a los jardines
sus altos mástiles de platinadas puntas,
y luego en el invierno el navío luminoso
sobre el mundo asombrado se columpia.
Rey de la constelación de Septentrión
que sobre helados mundos se desliza,
recorre así la noche Orión, el Gran Orión,
carabela en la Eternidad mecida.

El poema resume mucho de la poesía de Geo Bogza. Ahí está su maravilloso sistema de imágenes, la descripción de un misterio no del todo claro pero perceptible, los contrastes entre lo helado y quieto del invierno contra lo cálido y tornadizo de la primavera. Orión siempre regresa a traer su hermosura repitiendo su ciclo de asombros.

Así también el poeta que no deja de adentrarse en lo oscuro y en lo frío para conocer y hacernos sentir la inconmensurable belleza de la existencia.


Manuel García Verdecia
En Holguín, a 2 de octubre de 2011

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