Adrián Campillay nació en San Juan (Argentina), en diciembre de 1969.
Desde la década del 80 participa del movimiento literario sanjuanino. Desde el circuito alternativo, y junto al grupo Arte Sudaka editó las revistas EL OJO DEL SUR, LUCA y EL MOMO, entre otras. Sus textos han sido publicados en medios gráficos de su provincia y otros lugares del país. Por sus trabajos en poesía ha obtenido primeros premios a nivel provincial y regional. Actualmente conforma el grupo editorial cooperativo LA PIEDRA EN LA HONDA, junto al poeta y dramaturgo José Campus. Textos suyos incluidos en antologías referidas a la región.
De sus trabajos se ha publicado:
POEMAS PARA DESPUES DE UN CIGARRO
(Cuaderno Nº 3–Colección VIENTO IDIOTA), 1995.
EL AMOR Y OTROS MUNDOS, La Rosa de cobre, 1996.
EL OJO DEL BANDONEON (tango en 4 actos), La piedra en la honda, 2001.
LAS FLORES SECRETAS, La piedra en la honda, 2004.
LAS CIUDADES INTERIORES, La piedra en la honda, 2005.
POEMAS DE AMOR PARA SER MORDIDOS, La piedra en la honda, 2005.
LIBRO DE MAR, La piedra en la honda, 2005.
1.
cada paso del dolor
es un camino
sin salida en el tiempo
arruga de la tarde
en cansado rostro de los días
la pregunta sin luz en el fondo del corazón herido.
2.
sin querer el cielo nos aplasta
la tierra se abre boca de lobo
desamorada figura o montaña donde me pierdo
hacia la soledad sin sentido
es así niño que muere
voz arrancada
grita, dentro de mí.
3.
y cada espina,
es un camino.
hoyo en la figura del tiempo
soledad del barro y la piedra
juventud lunar.
4.
el dolor naufraga sin querer
no puede ser totalmente nuestro
atraviesa los puentes entre las personas.
así el agua del día lava la sed nocturna
las sábanas huelen a miel y sangre
el desayuno descansa junto a las naranjas y los panes
inútiles
se amigajan
contra pezones luminosos.
sin doblarnos tocamos el suelo
la voluntad es el oro la empresa el alma
y siendo niños
recordamos
lo que va a pasar
¿por qué es así el tiempo: río arriba?
¿y los árboles?
no pueden protegernos
sólo oyen pasos
voces
de los pasos ciegos
ánimas del amor incomprendido
entre las palabras del futuro
y la montaña hundida en el horizonte.
arte poética
voy al silencio de las horas
sin querer, sin cesar.
tiempo y tiempo.
vida y obra
abrazados en el bar
la poesía
viene
aquí
renga
a pedir
pan
o cariño
y nadie se los niega.
sin embargo
lenta noche
ignora permiso convenido
hasta las palabras se agotan
y es natural
los sueños
duerman
alguna vez
para siempre.
PATRIA
Entonces la Patria
fue también la calle donde estuviste solo
el aire de las guitarras silbando despacito
un sonido que se arrastraba
mujer que iba a dar a luz
y sólo tenía dos manos negras de clausura
dos manos ciegas
con dedos y uñas y ningún color
ninguna voz amiga
porque la Patria fue también los muertos
las tumbas sin nombres
los hijos inconclusos
de una mujer abandonada
los sueños fusilados
de una generación de pájaros
cuyo número no cabía
en la combinación de los candados
ni en el dorso de los cheques
ni en las partidas de defunción
ni en un poema.
(del libro "Acusación" 1989)
MUSA
No tengas miedo. Te cuidan las palabras.
En la isla de una luz sola encontraron escrito tu nombre,
tu dolor es de pan para los pájaros de la mañana.
Noche en la cicatriz iluminada del tiempo.
Me senté a tu lado con pies y manos
en el fuego y en la risa, en el agua común y en el vino,
y en el amargo ciempiés de la hermosura.
Ahora probablemente duermes.
No sólo la rueda preciosa de la sal.
Ni muerte ni misterio.
Palomas en la ira de la pureza,
uñas dicientes dibujan los cuerpos
que te desdibujan en el peligro.
Música en la geografía oscura de una guerra
van a cuidarte estas palabras.
voy al silencio de las horas
sin querer, sin cesar.
tiempo y tiempo.
vida y obra
abrazados en el bar
la poesía
viene
aquí
renga
a pedir
pan
o cariño
y nadie se los niega.
sin embargo
lenta noche
ignora permiso convenido
hasta las palabras se agotan
y es natural
los sueños
duerman
alguna vez
para siempre.
PATRIA
Entonces la Patria
fue también la calle donde estuviste solo
el aire de las guitarras silbando despacito
un sonido que se arrastraba
mujer que iba a dar a luz
y sólo tenía dos manos negras de clausura
dos manos ciegas
con dedos y uñas y ningún color
ninguna voz amiga
porque la Patria fue también los muertos
las tumbas sin nombres
los hijos inconclusos
de una mujer abandonada
los sueños fusilados
de una generación de pájaros
cuyo número no cabía
en la combinación de los candados
ni en el dorso de los cheques
ni en las partidas de defunción
ni en un poema.
(del libro "Acusación" 1989)
MUSA
No tengas miedo. Te cuidan las palabras.
En la isla de una luz sola encontraron escrito tu nombre,
tu dolor es de pan para los pájaros de la mañana.
Noche en la cicatriz iluminada del tiempo.
Me senté a tu lado con pies y manos
en el fuego y en la risa, en el agua común y en el vino,
y en el amargo ciempiés de la hermosura.
Ahora probablemente duermes.
No sólo la rueda preciosa de la sal.
Ni muerte ni misterio.
Palomas en la ira de la pureza,
uñas dicientes dibujan los cuerpos
que te desdibujan en el peligro.
Música en la geografía oscura de una guerra
van a cuidarte estas palabras.
espina negra
esta piedra en que vivo
es mi casa
el desierto es una espina clavada en el pie de la tierra
aquí no tenemos agua
aquí no nadamos
la lluvia es un recuerdo que el verano traga
pero el vino
hace la siesta
los volantines se precipitan en el viento caliente de los caminos
el centro de la sequedad nos hablará un día
le contaré que no canto
no cantamos
como no sea: bajo los árboles adormilados
mientras hacemos el pan
o asesinamos
mientras mojamos los pies
en las cunetas
o surfeamos las piedras
ardientes
en los baldíos
para jugar al diablo
entonces la música
es también
fuego
para nuestras mutaciones
escarabajos con cola de lagarto
duros
como la palabra sed
como el hilo de la edad
en donde sobre la montaña
se unen
nuestros
recuerdos.
esta piedra en que vivo
es mi casa
el desierto es una espina clavada en el pie de la tierra
aquí no tenemos agua
aquí no nadamos
la lluvia es un recuerdo que el verano traga
pero el vino
hace la siesta
los volantines se precipitan en el viento caliente de los caminos
el centro de la sequedad nos hablará un día
le contaré que no canto
no cantamos
como no sea: bajo los árboles adormilados
mientras hacemos el pan
o asesinamos
mientras mojamos los pies
en las cunetas
o surfeamos las piedras
ardientes
en los baldíos
para jugar al diablo
entonces la música
es también
fuego
para nuestras mutaciones
escarabajos con cola de lagarto
duros
como la palabra sed
como el hilo de la edad
en donde sobre la montaña
se unen
nuestros
recuerdos.
niñez del agua
casi nadie pasa por aquí a esta hora
sólo el resplandor fantasmal sobre el pavimento
camino al canal cortamos uvas
nos mojamos la cabeza en acequias de barro
niños y lagartijas nos confundimos a veces
saliendo de los cañaverales
hacia los basurales baldíos
moviendo nuestras colas bajo el sol
siesta y misterio
damascos robados
camino de la sombra
por fin el agua
los barcos de nuestras sequedades
navegando en la selva amazónica
de nuestros siete años.
Simple sería el amor
sin nosotros,
pero el amor sin la piel sería algo extraño.
Solo se le vería caminar
entre los intentos.
casi nadie pasa por aquí a esta hora
sólo el resplandor fantasmal sobre el pavimento
camino al canal cortamos uvas
nos mojamos la cabeza en acequias de barro
niños y lagartijas nos confundimos a veces
saliendo de los cañaverales
hacia los basurales baldíos
moviendo nuestras colas bajo el sol
siesta y misterio
damascos robados
camino de la sombra
por fin el agua
los barcos de nuestras sequedades
navegando en la selva amazónica
de nuestros siete años.
Simple sería el amor
sin nosotros,
pero el amor sin la piel sería algo extraño.
Solo se le vería caminar
entre los intentos.
septiembro
¿Por qué no miramos
cómo crece la noche
alrededor del jardín?
Ahí un bicho húmedo reposa
su pegajoso sueño contra los tréboles
—la lluviosa manera de los sapos—
una flor vieja no quiere crecer
se aferra a la negra superficie
con raíces flacas
cansancio antiguo de escarbar
hacia atrás de la luz.
De repente
nos movemos
hasta lo más hondo de la hierba
y dormimos allí: un largo sueño sin esqueletos
la lluvia se oculta
dentro de la tierra
y entonces
cuando vamos a despertar nos morimos.
¿Por qué no miramos
cómo crece la noche
alrededor del jardín?
Ahí un bicho húmedo reposa
su pegajoso sueño contra los tréboles
—la lluviosa manera de los sapos—
una flor vieja no quiere crecer
se aferra a la negra superficie
con raíces flacas
cansancio antiguo de escarbar
hacia atrás de la luz.
De repente
nos movemos
hasta lo más hondo de la hierba
y dormimos allí: un largo sueño sin esqueletos
la lluvia se oculta
dentro de la tierra
y entonces
cuando vamos a despertar nos morimos.
Penetro en el dios descalzo
de los desesperados de amor
¡esas pobres almas!
pobre dios, desprotegido,
sus anchos pies
cuelgan
de varias sogas amargas
y es inútil
que una primavera
les nazca en los labios
cual fruta por morder
o cual destino
no van
más
que
a donde se desespera.
de los desesperados de amor
¡esas pobres almas!
pobre dios, desprotegido,
sus anchos pies
cuelgan
de varias sogas amargas
y es inútil
que una primavera
les nazca en los labios
cual fruta por morder
o cual destino
no van
más
que
a donde se desespera.
madre
Madre sabe doblar el vientre del día.
Niño dice:
Madre, ¡no nos abandones!
Estamos yo y mis muertos
con palomas en las manos
con agujeros en el dolor el dolor
y más hondo
más hondo allá en lo feliz que somos.
Una paloma trágica
les dibuja los próximos ojos.
Madre sabe a la vez
ser madre
hija de nuestro destino.
Madre tras de mí
con tu ungüento bendito.
Por el tanto decir
estoy muy solo en mí.
Por tanto mío de vos
¡en tu centro!
estoy llorándome porque irás
hasta donde yo muera ¡en mi centro!
delante de tu altura y más hondo
en donde hija.
Madre sabe doblar el vientre del día
y en los próximos ojos
se le va la vida en dos pétalos tras de mi rastro.
(Poemas extraídos del libro EL AMOR Y OTROS MUNDOS,
Ed. La Rosa de Cobre / San Juan, 1996)
http://adriancampillaypoesia.zoomblog.com/
Madre sabe doblar el vientre del día.
Niño dice:
Madre, ¡no nos abandones!
Estamos yo y mis muertos
con palomas en las manos
con agujeros en el dolor el dolor
y más hondo
más hondo allá en lo feliz que somos.
Una paloma trágica
les dibuja los próximos ojos.
Madre sabe a la vez
ser madre
hija de nuestro destino.
Madre tras de mí
con tu ungüento bendito.
Por el tanto decir
estoy muy solo en mí.
Por tanto mío de vos
¡en tu centro!
estoy llorándome porque irás
hasta donde yo muera ¡en mi centro!
delante de tu altura y más hondo
en donde hija.
Madre sabe doblar el vientre del día
y en los próximos ojos
se le va la vida en dos pétalos tras de mi rastro.
(Poemas extraídos del libro EL AMOR Y OTROS MUNDOS,
Ed. La Rosa de Cobre / San Juan, 1996)
http://adriancampillaypoesia.zoomblog.com/
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