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miércoles, 14 de marzo de 2012

6322.- PAULA ABRAMO


Paula Abramo nació en Ciudad de México en 1980.
De la lengua materna de su padre, el portugués, tradujo entre otros el Poema sucio de Ferreira Gullar. Mientras que de la materia que fue la vida de su padre, tíos, abuelas y abuelos en Brasil hizo su primer libro, Fiat lux. Que es el nombre de una compañía de fósforos y su respectiva fábrica. La historia brasileña del siglo XX entra en el libro por algunos pasajes: de la “batalla de la Plaza de Sé” en 1934 (donde obreros y militantes de izquierda enfrentaron a la fascistosa Acción Integralista) a sucesivas batallas y exilios en los ’60 y ’70.

Fiat lux está en camino a ser editado, aunque ya se puede leer parte de este libro en el volumen colectivo Cuatro poetas recientes de México, editado por Black & Vermelho en Buenos Aires hace pocas semanas. A Paula la acompañan en esa edición Luis Felipe Fabre, Maricela Guerrero y Heriberto Yépez.

Dice Paula en la solapa de Cuatro poetas…: “En la UNAM estudié letras clásicas (la a, por ejemplo, jamás pasará de moda)”. Es un gusto adelantar que ella estará leyendo en la octava edición de Salida al Mar, el 10 de noviembre de 2011 en el auditorio del Malba y nuevamente el 12 de noviembre en el Teatro El Mandril.




De Fiat Lux (inédito)


[Presentación del panadero anarquista Bortolo Scarmagnan]


.prende el cerillo
.ya lo enciendo


Ríspido,
el cerillo enciende el horno.
El siglo está acabando; para el alba
faltan unas cinco horas más o menos.
No importa la hora, sólo importa
el gélido rodar del cielo
por los ríos. Hoy es algún lugar del Véneto.
Y el horno.
Y sólo importa hoy la bóveda del horno.
La harina se hace pan, el pan es carne.
El pan son estos muslos que despiertan
muy noche adentro, al roce de otras piernas,
para luego salir antes que el día
a iluminar el horno y la madera.
Y en cuanto brota el sol, el pan no basta.
No brillan las constelaciones cernidas sobre el suelo
si todo está astillado de gendarmes
y es necesario huir sobre un vapor.












[Bortolo juega a las cartas]


Pero ¿qué consumía
Bórtolo
en las noches apenas sugeridas,
cuando la espuma del vaivén diurno
chocaba
con otra espuma
entrelazada de retintín de botellas,
polcas, lundús de insólito impudor,
mesas destartaladas bajo el chismorreo
sin fin
de todos
los serenos?
Consumía
cachaça tal vez,
pero, ante todo,
devoraba como vapor de amplio calado
las ranuras de su tiempo,
que aún olían a mantequilla
y a masa hecha migajas
tempraneras
de azúcar y de huevo.
Y el tiempo
se volvía azaroso, un enemigo
punteando en sangre y tizne
el abanico ingrato
de los naipes.
Una noche, el juego,
ruidoso, manilargo,
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se llevó el sombrero y la leontina,
y, otra, tres meses de bollos de melaza
crepitante
para la sonrisa de la niña del señor doctor,
y, otra,
el horno, y los carbones, y la anhelada América
de café y polenta fácil con gorriones,
y de niños copiosos y rotundos,
que aliviaba los sueños
de ultramar,
y, otra,
- Llévese a mi hija, don Abramo.
Es flaca, pero tiene
ojos de lechuza,
ancas firmes.
Cámbiele el nombre, que está cazada.
Llévesela, don Vincenzo,
y hágala bien feliz
con sus telares.
Pero los telares
de don Vincenzo quebraron
poco tiempo después de la gran guerra,
y de esa historia de disabores quedó una camada de hijos
con gallinas en el patio, ropa vieja,
nombres de elevada rimbombancia clásica
que no pudieron estudiar la secundaria,
pero, en cambio,
le leían al viejo panadero, cuando ciego,
las obras de Kropotkin.








INVOCACIÓN BASTANTE ABSTRUSA


Que venga el gesto deíctico
enhiesto de hierba hipotética,
hirsuto de oxitonísimas iotas
e índice enfático. Que diga:
mira despacito, observa
el mar que todavía no es,
pero será,
sin duda será,
iterativamente oleando,
goteando en cuerpos de bañistas,
casi casi como si el gerundio no fuera suficiente.
Que venga y diga como sin querer:
mira
la mañana de gatos que vuelven
a su diurna máscara de sueño.
Y que luego se vaya el gesto deíctico,
agotado hasta la ronquera
de tanto indicar ése, allá, que se vaya
diciendo yo, aquí, yo,
hasta saciarse.








Lupus eritematoso


Qué manera de llamarle a esto mariposa,
como si aleteo, destello esquivo de sepia, azul o plata;
como si de pronto amarillo en un resto efímero de lluvia.


Ninguna
mariposa
tiene este tinte de carne casi abierta, pero virgen
de sol, de campo libre.


Te dicen: mariposa.
Como si acto seguido hubiera que embutirlo todo, todo de algodones,
cerrar todas las ventanas, la luz
está proscrita
desde ahora
y para siempre,
hasta que los huesos se disuelvan en sal blanca,
y la piel en retorcidos laberintos de eritema.


Qué ganas de correrte las cortinas, de sacudirte la niebla persistente
en la pupila y enseñarte los penachos de un fresno inaugurando el año,
allí,
justo en la esquina
de tu casa.
Pero ya estás toda cruzada de pespuntes,
llevas encima un amplio mapa histórico
que indica
la migración de la fístula,
el orto rosáceo del mezquino,
la neuritis que boreal, metálica, se embute en tu cadera.


A esto
le dicen
lobo.


Pero bueno fuera, mejor al menos una mordedura
que esta geología imprecisa,
demasiado acelerada
de úlceras y aullidos,
de torrentes de sangre corrosiva desbordándose
en la sordina permanente de tus cócleas.


Sacar, sacarte todos esos algodones,
dejar que entren el polvo, las palomas, el salitre,
abolir las gasas y el silencio,
susurrarte: mantequilla, Samarcanda, esmerilado.
Mostrarte el fresno
de la esquina.












[En memoria de Anna Stefania Lauff, fosforera]


La palabra alegría no dice
salto al centro del charco sol abierto
no dice inmersión matutina en tu iris
flores de jacaranda arriba y abajo no dice
mira ahí esta el mar no hunde los pies
en la arena cada tanto
no sabe al primer sorbo del café de cada día
la palabra dolor
tendría
que prohibirse
quien escribe dolor se obliga
a aclarar
dónde y cuándo y por qué y si irradia
punza corta hiede o raspa por adentro o por fuera
o ambas
o si desemboca por ejemplo en unas ganas locas de
/romperse
todo contra un muro
o en discreta náusea
o en el absoluto pasmo reptil que siente al gato
de lo contrario
es caligráfico desagüe de la culpa
fácil justificación del verso
en cambio
la palabra cerillo
algo tiene de breve y fricativa
dos o tres dedos que se unen a la palabra
fósforo
algo dice de incendio pequeñito
pero ninguna de las dos explica verbi gratia que:


In principio creavit deus caelum
et terram. Terra autem
erat
inanis.
Dixitque deus:


Produtos tradicionais da Companhia Fiat Lux
de fósforos de segurança,
há mais de veinte anos fabricando
e distribuindo
fósforos
em todo
o Brasil.


Dixit quoque deus:
Por la niña, la mitad: salario del menor,
menor salario,
y en una de esas, si persevera
y paga
un cursito de dos años
se convierte
en aprendiz de fosforera.
No cualquiera.


Dixit verso deus:
Marca Olho
Pinheiro
e Beija-flor
Refratários à humanidade
do nosso clima
traiçoeiro.


Tum ait:
Además
no habla
portugués,
y el país del que viene
quién sabe
si existió alguna vez.


Dixit quoque:
Confie na mais alta
qualidade
da indústria suíça.


Atque dixit:
¿Fosfonecrosis?
Tonterías
Antimonio,
clorato de potasio
y alotropías
rubicundas
del elemento
mas fundamental.
Su hija sólo va a moler
un poco
de cristal.


Ait etiam:
Palitos de embaúba
varios portes.
Caixinhas com belos
desenhos
colecionáveis.


Dixit vero:
De ocho a seis
que traiga su comida
o dinero.


Dixitque deus:
Fiat Lux:
pensando sempre
nas nossas meigas
e faceiras
donas de casa
brasileiras.















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