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miércoles, 10 de agosto de 2011

4603.- VERÓNICA FAJARDO


Verónica Fajardo. Nació en Morelos Zacatecas, México 1989. Es Licenciada en educación primaria y actualmente cursa la licenciatura en letras por la UAZ.
Participó durante tres años en el taller del Instituto de Cultura “Ramón López Velarde” coordinado por el poeta Javier Acosta. Asimismo fue participante del taller de ensayo y crítica
literaria de la misma institución, coordinado por el ensayista y filósofo Sigifredo Esquivel Marín. Sus poemas se han divulgado en revistas y periódicos locales y nacionales como la Jornada y el Sol de Zacatecas,
la revista Reitia, pensamiento y creación, la revista electrónica Círculo de poesía, entre otros. Fue becaria del programa de estímulos a la creación y al desarrollo artístico del fondo estatal
para cultura y las artes de Zacatecas (emisión 2009-2010).







La caja de cerrillos

La buscamos en los corredores de su mano izquierda
por la mañana bajo el sofá
mi hermano pide que le encienda un cigarrillo
a cambio me inventa un nuevo nombre

Recojo un fósforo del armario
mi hermano se asoma por las grietas de mi falda
moldea en mis pechos castillos de ceniza

A veces la llenamos de arena
las hormigas trazan un laberinto
nos recostamos
a esperar que alguien salga

A Benjamín le gusto cuando la hago sonar
dice que llueven luciérnagas
se quita el sombrero
y jugamos a cazarlas

Por la noche la escondemos de los grillos
que se posan frente a la estufa

Ni mi hermano ni yo
recordamos
en qué lugar está.







Asilo junto a un semáforo en rojo

Nadie hace ruido
ni siquiera para morirse

Una monja pinta los muros con adhesivo
su cabeza es de yeso

La televisión está en pausa
quienes la ven ahorran tiempo

Los vitrales contienen el hálito
de sillones amontonados

Una silla de ruedas espera su fuga en el pórtico
—me saluda

Avanzo
en esta esquina el semáforo nunca será verde.










Quien parlotea las horas

Hoy vivo porque amaneció lunes
de lo contrario sería domingo el resto de las semanas
encima tengo a más hombres que dicen ser yo pero con dientes
y menos atmósferas en la cabeza

Tú sólo eres tú y el pintauñas
la muchacha que peina su cabello en la azotea
y me distrae en el dominó

Te lo diría de frente
pero tardo en poner de pie a mis zapatos
y no me alcanza el cuerpo para una camisa

Los años me sacan de quicio —ellos lo saben
mientras el calendario siga perdido tendré que soportarlos

Estoy desierto sin glándula endocrina
en cambio tus cosméticos lo remedian todo

Las horas pintan mal en síntesis ya es tarde
lo tengo muy presente

Descansa —me digo
mañana será otro día para este poema.










Él dice que tiene dieciséis:

al año embarazó a su madre
la llevó a vivir en una pecera

Conoció el mar antes que se llenara de agua

Le dieron tres años en prisión por incendiar un río
del bolsillo izquierdo le robaron uno

Navegó en una botella hasta los ocho

De once amaneció con próstata crecida
la espantó con oraciones
y placebos marinos

Lo jubilaron con trece años

A los quince lo echaron del asilo
porque no podía morirse.









Pedido a un comerciante de ataúdes

Con estuche de maquillaje
ventana en el costado derecho
bacinilla de peltre
pasadizo secreto
tesoro escondido
un carretón jalado por tres gatos
lámpara de lectura
juego de naipes
escaleras de caracol
y envuelto para regalo.

Bordado con las canas de mi abuelo
acorde al pronóstico del clima
al nivel del mar
a cuenta de mis hijos
a prueba de goteras
hecho en Taiwán
con el desayuno servido
ruta de evacuación
y salida de emergencia.












Manchas de sarro

Un buque atraviesa la bañera
soy el puerto
donde abandona su carga

Charlo con el señor del inodoro
mientras las hormigas
trepan por su cabeza

Hay una niña en el lavabo
cada vez más gorda
que se desayuna la pasta dental
cuando me voy

Abordo el tren que viaja por el techo
los pasajeros duermen
el maquinista deja atrás
la única parada.









Entre seis y siete de la mañana

Sobreviene una tormenta bajo el sofá
la corriente se lleva mis tacones
fluye entre preservativos
y latas de gaseosa.

Una taza de café rema hacia la habitación
luzco piernas ajustadas
mi falda se refleja esbelta en el agua.

Los muros penden sobre cabello
acerco mi tono rubio
cada vez que la humedad los decolora.

A mi paso el suelo tambalea
rompe cristales hasta encontrar la salida
aguardo a que alguien aparezca entre las olas
y me revele
qué hay detrás.





http://www.laotrarevista.com/2011/07/veronica-fajardo/