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miércoles, 11 de enero de 2012

5785.- CÉSAR LÓPEZ







César López nació en Santiago de Cuba en el año 1933. Es doctor en Medicina, y también estudió Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, Madrid y Salamanca.


Ha sido profesor de Literatura y diplomático, disímiles incursiones que nunca negaron su verdadera pasión: la literatura. Su poesía lo ha llevado a ser una de las voces más relevantes de Cuba en la segunda mitad del siglo XX. Aunque también ha incursionado en la narrativa y el ensayo, es considerado, con sus tres "Libros de la Ciudad", como uno de los escritores más significativos dentro de la poesía cubana del pasado siglo.


Hechos de sobra existen para que este poeta haya sido acreditado con el Premio Nacional de Literatura en 1999. Sus poemas, esos “intentos lúcidos de detener, de salvar pequeñas o grandes cosas de la usura del tiempo y de la rapidez del olvido”.


Como afirmó el español José Goytisolo, le abrirían, también para él, ese espacio en la realidad y el recuerdo de todos aquellos que le leen y que le quieren. Una manera de retribuirle a aquel que recoge en sus textos la ciudad que tanto ama e intenta salvar, porque eso también es detener, el inevitable desmoronamiento de los hombres ante el tiempo.




¿Hacia dónde se dirige, hacia qué sitio?
Aquí no puede permanecer
inmóvil, desesperadamente solo
en medio de la algarabía.
Supongamos que cuervos, que leones
o dinosaurios trémulos lo acosan;
inventemos delirios y una puerta de escape
que perfile y afirme sólo una pesadilla;
el leñador despierto, las luces encendidas
en la sala del cine. Sin aplausos.
—Decide tu futuro que es también tu presente,
no niegues lo que has sido,
sino erguido, dignamente;
humilde como un dios no alabado,
proclama tu verdad, aunque después
permanezcas callado para siempre.


Acercarse a la obra de César López es acercarse al mundo, a cualquier urbe, pues en sus textos la ciudad se torna símbolo. Allí pueden irrumpir perfectamente otros sitios con sus hombres, otros ámbitos; es el reconocimiento mágico de la escritura que se torna universal. La ciudad que borra sus límites y fronteras para volverse única y todas, los hombres somos esencialmente iguales aquí y allá, aquí y dondequiera.


Su inusitado uso del lenguaje y esa fibra humorística marcada por la ironía, aparentemente a flor de piel, le hacen, al parecer, ser un muy buen conversador, pues, como diría Ángel Escobar, ese otro poeta, “César López vive en Malecón 207. A doce pasos del mar y a 215 metros de la más mentada funeraria de La Habana. Frente al repello del portal adusto de su casa, la primera ceremonia del mundo toujours recomencée; tras del despotricado pataleo, la mansión de la última. Él, memorioso, fabula con ellas y con las que han sido o serán, y con todas conteniéndose. Sentado en su poltrona de mimbre evoca a Frank País, invoca un gesto que le fascinó en Salvador Allende o convoca su penúltimo diálogo con Julio Cortázar.”


Guardar y aguardar parecen ser los signos reveladores de la poesía, de la memoria y de la vida de César López.


Poesía:
Silencio en voz de muerte, Ediciones Unión, La Habana, 1963; Editorial Letras Cubanas, 2005.
Apuntes para un pequeño viaje, Ediciones La Tertulia, La Habana, 1965.
Primer libro de la ciudad, Ediciones Unión, La Habana, 1967.
La búsqueda y su signo. Inventarios Provisionales, Las Palmas, España, 1971; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1989.
Segundo libro de la ciudad, Editorial Ocnos, Barcelona, España, 1971; Ediciones Unión, La Habana, 1989; Nueva Delhi, 1996.
Quiebra de la perfección, Ediciones Unión, La Habana, 1983.
Ceremonias y ceremoniales, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1988. Ediciones Holguín (Colección Ático), 2002.
Consideraciones, algunas elegías, Editorial Orígenes, S. A., Madrid, 1990; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1993.
Doble espejo para muerte denigrante, Ediciones extramuros, La Habana, 1991.
Seis canciones ligeramente ingenuas, Taller Tórculo II, España, 1992
Pasos, paseo, pasadizos. Udine, Italia, 1996.
Tercer libro de la ciudad, Sevilla, 1997; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999
Libro dela ciudad, Ediciones Unión, La Habana, 2001.
Manos de un caminante, Editorial Oriente , 2005.
CumbrePoética Iberoamericana, antología de Salamanca. Fundación Salamanca, 2005.


Narrativa
Circulando el cuadrado , Eds. Revolución, La Habana, 1963; Editorial Europa, Hungría, 1969; Editorial Alfaguara, España, 1986; Editorial Maurice Nadeau, Francia, 1990.
Ámbito de los espejos, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1986.
Circulando el cuadrado (Antología de sus Cuentos Completos), Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2000.
Cuba Nouvelles et contes d'aujourd'hui (Antología de cuentistas cubanos). Ediciones L'Harmattan, París, 1985.


Ediciones críticas y comentadas:
Teatro , de Ibsen. Editora del Consejo Nacional de Cultura, 1964.
El Ángel Azul, de Heinrich Mann, 1966.
Poesía, de Pedro Salinas, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1966
Oppiano Licario, de José Lezama Lima,1989.
Poesía Completa de Dulce María Loynaz, 1993; 2002.
Muerte de Narciso y otros poemas, de José Lezama Lima, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1996.
Antología poética de Luis Cernuda, Editorial Arte y Literatura, 1996.
Arpa de troncos vivos, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999.
Poesía completa , de José Lezama Lima, Alianza Editorial, Madrid, 1999. Prólogo y selección de poemas de Manuel Altolaguirre, Editorial Arte y Literatura, 2005.










Epitafio para don Antonio Machado


He recibido una carta de Colliure, breve
y casi desmemoriada. “El rostro del hermano se ilumina
suavemente”. ¿Qué significa,
cuál destino supone la tierra vigilante, la dura
y alejada sepultura?
No le importa una flor, cuando pasaron
alegremente, sin conocer siquiera los verbos regulares,
todos los puñeteros muchachitos de quinto año, ni la
taza de café derramada, en la solaa, las tremendas vocales
que se olvidaron rápidas, o un muñeco de nieve:
“Tournez, torunez, chevaux de bois”.
Al cruzar bajo el arco de un estrecho callejón en la judería,
(Yo no pude llegar hasta Numancia, Soria
había sido inundada por cientos de fascistas)
guardaba todas las cosas inéditas, los poemas, las pregunas
a aquella buena vieja, las hojas amarillas
y la leve corriente y música de vísperas en el monasterio...
a pesar de los yunques
sonad y enmudeced campanas, y a pesar
de ir contando las escasas monedas
para dormir en un albergue pobre bajo el acueducto, todavía
busco el texto más
adecuado a tu epitafio.














No puedo hablar de él como no era


No puedo hablar de él como no era:
No fue poeta.
Los versos que escribiera balbuceaban la voz,
iban saliendo,
pero por muchas cosas se quedaron
a mitad de camino.
No fue pintor.
He visto emocionado los dibujos
y sin embargo, la mente, el corazón, la mano,
quedaron en el aire como un trazo empezado.
No fue músico.
Porque aquellas sonatas
eran signos borrosos, no cuajados,
que sólo algunos pocos escucharon.
No fue padre.
Se guardó su simiente en la pureza
de los hijos futuros.
.........................................................
Fue un niño a quien recuerdo
diciendo afirmativamente y siempre:
Quiero.
¡El ser que mutilasteis,
asesinos,
era, en resumen, todo lo posible!



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