Tomaso Pieragnolo nació en 1965 en Padova, Italia. Desde hace veinte años vive entre Italia y Costa Rica. Sus libros más recientes son: nuovomondo, Editorial Passigli, 2010, (finalista en el Premio Palmi, Metauro, Minturnae, Marazza, ganador del Premio Saturo d’Argento), L’oceano e altri giorni, Venezia, 2005, (finalista en el Premio “Libero de Libero”, ganador del Premio “Minturnae Giovani 2005”, finalista en el Premio “Gozzano di Belgirate 2005”, en el Premio “Ultima Frontiera 2006” de Volterra), el poemario Lettere lungo la strada, Venezia, 2002, (segundo en el “Premio Internazionale Città di Marineo - Sicilia 2003”, finalista en el Premio “Gozzano di Belgirate 2004”) y la antología en español “Poesía escogida”, 2009, Editorial de la Universidad de Costa Rica. Como traductor ha publicado Questo è il bosco e altre poesie de Eunice Odio, 2009, Editorial Via del Vento, (Premio Especial “Camaiore” para la traducción), Gli infimi crepuscoli de Laureano Albán, 2010, Editorial Via del Vento, y Poesie imperdonabili de Laureano Albán, 2011, Editorial Passigli (finalista en el Premio Internacional Camaiore y en el Premio Marazza para la traducciòn.) Colabora con revistas culturales y literarias y con editoriales.
Dos naranjas
Si la vida termina esta noche
y no he apagado la luz,
ni girado la llave en la cerradura,
ni rehecho la cama
para mil sueños todavía
y el teléfono suena sin respuesta;
por cuantas conchas
yo querría surgir otra vez,
por cuantas flores sembrar,
por tantas hojas dispersarme.
Pero si la vida termina esta noche
y tus manos no son más
dos naranjas que vuelan,
el olor puro de la tierra,
la sombra verde de las hojas,
la dádiva del agua
sobre la piel deshabitada;
mira, entonces estoy listo,
parto para quedarme y vuelvo
donde nunca he sido,
llego cuando no me esperan y hablo
con el vacío desinteresado del viento,
seco el día de su
silenciosa humedad
y me rindo al sol
y a tu sonrisa.
Due arance
Se la vita finisce stasera
ed io non ho spento la luce,
non ho girato la chiave nella toppa,
non ho rifatto il letto
per mille sogni ancora
e il telefono squilla senza riposta;
per quante conchiglie
vorrei sorgere ancora,
per quanti fiori seminare,
per tante foglie disperdermi.
Ma se la vita finisce stasera
e le tue mani non sono più
due arance che volano,
l´odore puro della terra,
l´ombra verde delle foglie,
il dono dell´acqua
sulla pelle disabitata:
ecco, allora son pronto,
parto per restare e torno
dove non sono mai stato,
arrivo quando non mi aspettano e parlo
con il vuoto disinteessato del vento,
asciugo il giorno dalle sue
silenziose umidità
e mi arrendo al sole
e al tuo sorriso.
Tú no lo sabes
Tú no lo sabes, amor,
pero hay países enteros
en tus ojos;
hay ríos que giran lentos
para llegar al mar,
agua fría de montaña
que salta de roca en roca
como risas de niños felices
que sólo tú, amor,
y yo oímos.
Tú no lo sabes,
pero hay tierras enteras
en tus ojos;
hay historias que dejan signos
jamás acariciados,
agujas de pino y silencio y hongos
olorosos de húmeda tierra;
hay vidas pasadas y futuras,
las nuestras, presentes,
que dejan el olor del alba matinal
donde yo me agacho, amor, sobre tus ojos
para besar el cielo.
Las tortugas de Juan
Pescador arrepentido de ser hombre,
cortado de aire denso
en la cavidad del día
Juan depone sus lanzas arteriosas,
ciertas lianas que fijaron sílex,
las rápidas redes de ingenio vegetal
que cerraron en roncos canastos
el conflicto de plata en movimiento.
Espera la erupción del atardecer
sobre el plúmbeo galope oceánico,
el rumbo verde del follaje
que perpetúa latitudes,
el volumen del color que cae
en el pozo negro de la noche,
revelando lenguas de fuego azul
en las moradas inhabitadas.
Sólidas cabezas como piedras desnudas
de tortugas rumiantes
afloran a lapsos del agua oscura
varándose, rendidas, en la costa;
silencioso como la arena
sumerge entre los flujos incendiados
el pequeño hombre Juan,
pescador arrepentido o nuevo pez
desaparece en el tajo de la sal
apagando su metamorfosis,
gravemente incorpóreo vuela
agarrado a la cáscara ciega
de sus inmensas mariposas.
Recuerdo que volverá a la orilla
con la noche en la grávida boca
y un don para mi que me quedé;
de las abismales evoluciones
un fragmento de gota, o cáscara, o estrella,
que traigo como amuleto nocturno
después de tantos lugares o segundos;
¿pero bastará esta fragancia desnuda
para la sombra de una sola eternidad?
EN COCINA
Cantas.
Y en la cocina azul inundada por el Sol
como el verano en su pedido de oro,
tu voz de manantial rebota delgada
entre el tomate y la sal, el aceite y la cebolla
y sobre las afiladas preguntas del romero
tu nariz ahonda para buscar los sabores
de la infancia feliz
y tus manos sabias acarician la piel
de las pobres papas enterradas,
lavando la tierra de una vida campesina.
Cantas:
y es por eso que la primavera está volviendo.
LO QUE NO HAY
Ahora quiero partir tranquilo.
Sé que no puedo tenerlo todo;
no puedo tener
pan para todos,
zapatos para todos,
ventanas para todos
y sé que en el mundo
no hay campo para la verdad.
Hay intereses impopulares
que sostienen la mentira de unos pocos
y breves motivos de decepción
entre los tenedores y las cucharas de plata;
hay semillas de discordia
que duran generaciones enteras
y ciudades
como fantasmas heridas
que se extienden a los confines
de la buena sociedad.
Pero ahora quiero partir tranquilo.
Sé que no puedo tenerlo todo;
Pero lo que no hay
me faltará siempre.
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