II
En el reino del agua no hay fronteras, ni vísperas, ni tardes ni barreras que extenúen el cauce de las manos.
En el reino del agua hay sólo un horizonte que se empuja a sí mismo, con la tensión perpetua y estelar de un rostro en las pupilas.
(De Clepsidra, Córdoba, Plurabelle, 2004).
SOLSTICIO
Canción de cuna inmóvil sobre los matorrales.
La luz
descansa
entonces,
Rendida,
de incendiarse.
LAMENTACIÓN EN LA CIUDAD DE AIRE
Trenzados los espejos, tienen
el canto roto
de un cielo desahuciado.
La luz no se conforma
con una muerte a medias.
Soñar es ser un héroe abandonado,
la soledad del viento.
Trenzados los espejos,
reconocerse en nada:
ser de arena.
EL MIEDO ES VERTICAL
La habitación emerge con la inercia
del alba acostumbrada a sus retornos.
Agostada su luz, tiembla en los ojos
la empresa derrotada y la ceguera.
El miedo, imán del frío,
precipita la vida y la contiene.
ESCOMBRADA
Es la cornisa rota y el mundo que se cae.
Igual que el sueño, vuelve
la tarde a ser carne apagada,
cáncer en las paredes de la luz.
Oscuridad que tiembla en un alambre.
(De Araña, Almería, El Gaviero, 2005).
[Ad astra]
No ha podido el cansancio contaminar los pasos y teñirlos
de dura luz polar.
Para vencer el vértigo
un corazón de nieve. La inmensidad del cielo en transparencia.
Exacta canción: sombra por la que no rendirse a las estrellas.
(Inédito).
El reloj se va abriendo
con una suave cadencia
de tortuga amanecida
en el centro del vientre
como un aborto de magnolia y cedro.
Y pausa a pausa,
cae nuestro humor esdrújulo en torrentes
de liquen y de helecho.
Florecen las esporas del cielo de la tarde.
Anochecer ajeno y desprendido
el que llega despacio.
El tiempo, un viento blanco
que entretiene las formas
cada vez que dedica sus manos
a la noche.
Y todo es más oscuro.
La opacidad,
morir en el silencio,
parpadear lentamente,
no ver nada.
Saber del desarraigo. Retrasarse
en alfabetos rotos.
Sumirse en otros cauces.
Pero nace la rosa de las ascuas
y suspende el ocaso.
Crecer, un paso más hacia la muerte.
SPIDER
en el centro del vientre
como un aborto de magnolia y cedro.
Y pausa a pausa,
cae nuestro humor esdrújulo en torrentes
de liquen y de helecho.
Florecen las esporas del cielo de la tarde.
Anochecer ajeno y desprendido
el que llega despacio.
El tiempo, un viento blanco
que entretiene las formas
cada vez que dedica sus manos
a la noche.
Y todo es más oscuro.
La opacidad,
morir en el silencio,
parpadear lentamente,
no ver nada.
Saber del desarraigo. Retrasarse
en alfabetos rotos.
Sumirse en otros cauces.
Pero nace la rosa de las ascuas
y suspende el ocaso.
Crecer, un paso más hacia la muerte.
SPIDER
Louise Bourgeois
A solas con la fiebre,
temblando,
sobre la niebla azul
qué camino trazar,
por qué la urgencia
a quién alzar
este
alfi ler de vidrio
incandescente,
cómo cesar la luz,
dónde
depositar
los firmamentos
que arrastro entre las manos,
sin voz,
con la emergencia del hambriento
que niega los eclipses,
el óxido ordinario de las tardes,
lo fácil de las líneas,
que apuesta el estupor
a la temeridad de las visiones,
con la fe del que arriesga
en el costado
la sal de la victoria.
CÁMARA DE NIEBLA
José Lezama Lima
Suave,
como una flor naciendo
entre la escarcha.
Suspendidos
los dedos,
son los hilos los que tejen
también
la soledad
en la que anida el frío
como una mariposa
.........................................desganada.
Como cayendo lluvia en los tejados
era el círculo en nieve que se abría.
Suave,
tan despacio como
cesando el ácido en el ánimo.
Poemas del libro: "Araña"
José Lezama Lima
Suave,
como una flor naciendo
entre la escarcha.
Suspendidos
los dedos,
son los hilos los que tejen
también
la soledad
en la que anida el frío
como una mariposa
.........................................desganada.
Como cayendo lluvia en los tejados
era el círculo en nieve que se abría.
Suave,
tan despacio como
cesando el ácido en el ánimo.
Poemas del libro: "Araña"