Joan Payeras (Palma de Mallorca, 1973) es poeta y narrador. Publica su primer poemario, Mujeres y otros contratiempos (Col. Melibea, Talavera de la Reina), en el año 2000, gracias a un accésit del Premio de Poesía Joaquín Benito de Lucas. Ese mismo año queda finalista del Premio NH de Relatos con «El último saxo de Claudio Borelli». Posteriormente aparecerán Modos de ver un horizonte (Ed. Fecit, 2009), ganador del Certamen Poético Ángel Martínez Baigorri, de Lodosa, y Calle del mar (Islavaria ediciones, 2010). Ha colaborado con diversas publicaciones y revistas literarias como La Bolsa de Pipas o Nayagua.
Eva en América es su último trabajo, y con él se ha alzado con el Premio de Poesía José Luis Hidalgo que organiza el Ayuntamiento de Torrelavega en su edición del año 2010.
Blue Note
Uno tras otro Sonny Rollins
Herbie Hancock Thelonious Monk
todos suenan me empapan de jazz whisky
la noche va cambiando mi rostro en el espejo
recupero un orgullo antiguo
en la mirada que se afila
a cada trago en cada melodía
But not for me de Gershwin en la voz de Chet Baker
y me sonrío mientras busco
un nombre de mujer que se merezca
esta dedicatoria la canción
un brindis silencioso en la próxima copa
y me doy cuenta de que el tiempo
es más benévolo con las canciones
la mujeres le sirven como excusa
para que el saxo de Coltrane
restalle y se embellezca
sobre una herida.
El famoso cometa de 1812
Diez grados bajo cero.
Pierre Bezújov se desabrocha
el abrigo de piel, le agradece a la noche
tanta dicha y se muerde el alma
y los labios por no llorar de frío
o de ternura. En el cielo,
la luz de la mirada de Natasha
brilla sobre Moscú y es un presagio,
una advertencia, un enigma.
Modos de ver un horizonte
Se desnuda en silencio.
El reloj del salón debe marcar las siete.
La ropa huele a humo y semen,
una combinación que invita
a un penúltimo cigarrillo.
Anda descalza y son sus pasos
hondos como una duda helada.
Al llegar al balcón coincide con el alba,
y piensa que desprecia al sol,
a la ciudad entera levantándose
lenta y segura
como una guillotina.
Eva en el sofá
Se hace difícil escribir
tan cerca de tus labios.
La noche se ha cerrado,
apenas se recortan las montañas
como un matiz oscuro
sobre el telón del horizonte.
Sé que somos invulnerables.
El tiempo se detiene a acariciar
la línea de tus piernas,
y pierde unos segundos en tu cuello,
en abrirte el escote.
Yo siento el aire de tus manos
al girar unas páginas.
No vuelvo la cabeza,
para que nada cambie.
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