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lunes, 26 de septiembre de 2011

5011.- ROBERTO DI PASQUALE

ROBERTO DI PASQUALE
Nací en Buenos Aires (Argentina), el 10 de marzo de 1922. Me doctoré en filosofía y letras, especializado en letras en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Formé parte de la famosa generación del 40, con compañeros y amigos de aquellos tiempos que luego se hicieron famosos como Alberto Girri, Alvarez Murena, Santos Hernando, Rodolfo Modern y otros. Fui investigador de la Academia Argentina de Letras y colaborador permanente de la revista SUR, dirigida por Victoria Ocampo. Fui "descubierto" por Eduardo Mallea , director del suplemento literario del diario La Nación, quien me llamo "hijo" cuando le llevé mi primer poema que publicó el domingo siguiente, y desde 1954 publiqué poemas en La Nación, aún cuando estaba trabajando en Nueva York para la revista El Hogar, en París, o donde me llevaran mis becas o como funcionario de la UNESCO por el mundo.

Fui co-fundador de la revista BUENOS AIRES LITERARIA y miembro de la comisión ejecutiva junto a Carlos Alberto Erro, Vicente Fatone, Francisco Romero, Julio Cortázar desde París y otros célebres escritores.

Mis poemas se llaman siempre LAS ALUSIONES y fui traducido al francés, alemán, italiano, rumano, ruso y ahora al inglés.
Fui invitado de honor en el 2001 en la "Marche de la Poesía" en la " Place de San Sulpice", en París, con una serie de homenajes como poeta seleccionado por la Argentina. Estuve en San Petesburgo (Rusia) presentado en la Universidad de esa ciudad, en Canadá, y fui también invitado a fines del 2002 al festival de las Islas Canarias. Antes estuve invitado en el tradicional Festival en Struga (Macedonia), en Berlín, etc etc.

En 2004, viajé al Festival de Namur (Bélgica), a Canadá, a Rumania.
Las Alusiones fueron presentadas en la sede central de la UNESCO en París, como funcionario de esa organización entre 1971 y 1983, y fui premiado como el mejor poeta extranjero en Dakar (Senegal, África).
Actué y soy requerido como jurado, para lecturas, en numerosos grupos literarios como la Fundación Argentina para la Poesía, gente de Letras, donde soy vicepresidente,. Ministerio de la Poesía, Grupo Josefina Arroyo, grupo presidido por Esther de Izaguirre y todos los círculos poéticos donde pueda contactar gente que ama la poesía.

Mi último libro Las Ausiones (523 páginas) fue presentado en Feria de la Poesía, con análisis y comentarios de mis poemas por poetas argentinos destacados y extranjeros europeos y con prefacio de Eric Brogniet, presidente de la Casa de la Poesía, de Namur (Bélgica) y del Festival Internacional de poesía 2004, así como de la Revista "SOURCES", de alto valor académico poético ampliamente reconocida.

Mi máximo deseo es ser leído en alguno de "mis hijos", que son mis poemas y nada iguala a cuando algún poeta del mundo, ya sea en español, en francés o en italiano, me contacta e intercambiamos "POESÍA" o aún los que nos son poetas, pero aman la poesía.

WEB DEL AUTOR http://www.robertodipasquale.com.ar/


LAS ALUSIONES

Ahora
Esta tarde de hoy
me sostiene
y atrae.

Me acerca
a quienes
se expresan
y dirán
aquello
que en la noche
encontraron ayer
para vivir
mañana.





LAS ALUSIONES

El día
es siempre
el que se va.

Pero
debe volver
o regresar.

El sostiene
la imagen
que no ha
regresado.

Y luego decide
pero es aparente
pues aquello
que dijo
la imagen
lo sostiene.

3 marzo 2004





LAS ALUSIONES

No recuerdo
aquello que pasó.

No se
si lo he visto
y he mencionado
lo que nunca existió.

Pero estaba
en mi alma
y tal vez lo perdí.





LAS ALUSIONES

No sé
si soy yo
aunque
me mire.

Algo
me espera
tal vez
para decirme
“no dejes de ser”
aunque te vayas.





LAS ALUSIONES

Aguárdate sereno
acaso si lo quieres
no sea que encontrarte
tan solo es que te niegues.

Siquiera lo miraras
el mundo que adivinas,
pero él se incendia
en sombras
mientras tú lo respiras.

15/3/04





LAS ALUSIONES

Tal vez
son las sombras
que parecen soles.

Ellas
quieren vivir
sin espanto
ni olvido
pero solo esperan.

20/3/04





LAS ALUSIONES

Nunca
lo había pensado.
Pero
pensar es ajeno.
Es ajeno
a mi mismo.

Y el poema
espera su llegada
que luego
lo ajeno
se hace lo eterno.

8/III/04





LAS ALUSIONES

Hoy
es otra vez
y no recuerdo
aquello que fue.

Pero sigo creyendo
sin saberlo.

Es muy breve
lo infinito
que tropieza
con ausencias
soñadas.

4/IV/04





LAS ALUSIONES

El recuerdo
es aquello
que responde
al silencio.

4/IV/04





LAS ALUSIONES

Estaba abatido
sin saber por qué.
Sus movimientos
intentaban narrar
aquello que era suyo.

Y olvidarlo alguna vez
aunque no exista
el llegar de aquella vez

8 abril 2004





LAS ALUSIONES

Ahora ya no estoy
son diálogos
ajenos que me inundan.

¿Dónde estarán las huellas
que he perdido
y nunca conocí?

Digamos de una vez
que ya no estoy.
El silencio
me dice lo que soy.

8 abril 2004





LAS ALUSIONES

No sé
si mi alma
quisiera
soñarme.

No importa
que ella sueñe
alguna vez.

Pues el alma
que me llega
solo es ella
que puede soñar.

abril 2004





LAS ALUSIONES

Las nubes
navegaban
sin remos
al pasar.

Ellas mismas
sostenían
los cambios inspirados
que el remo alejó.

abril 2004






LAS ALUSIONES

Y no era por los años
que tuviese vividos.

Ahora me doy cuenta
que tampoco comprendo.
Pero
son todos los años
que no podré hacer míos.

Y lloro ante mis ojos
que no pueden mirar
lo que llevo
aquí adentro.

Como no sé
que decirles
a los años
que sigan
lo que ya no seré
cuando me encuentre
conmigo.

abril 2004







LAS ALUSIONES

Tal vez
yo escuchaba
sin hablar
y nada continuaba.

El yo
no puede
estar ausente
y olvidar
a quien espera.

Dijimos
todos juntos
que nadie
se adelante.

Pero él
será quien
lo sugiera
sin mostrarlo.

abril 2004







LAS ALUSIONES

Ahora
es la noche.
Lo dice
su reloj
que lo propone.
Pero las nubes
se acumulan.
Y olvidan
la propuesta.
El mismo reloj
insistió pero
dudaba.







LAS ALUSIONES

Todo está dicho
sin que nadie
haya hablado.

El silencio
propuso
los rostros.
Eran aquellos
que en la voz no existían
gritaba,
pensando en silencio.

21/6/04






1

No sé por dónde caminé.
Ni si estuve
conmigo.
Tal vez fueron palabras
que no dije
las que guarda mi memoria.
Sin embargo
la arena no ha marcado
las horas del andar.

Alguna vez
encontraré las huellas
que dirán si fui yo
quien creo que ha partido.

Imágenes no quedan
adentro de mis ojos.
Acaso si existieron.
O cayeron en el foso
de una nostalgia
que detesta los recuerdos.

Arquitectura serena
del vacío
donde
cada vibración
es una ausencia.






2

¿Me miras a los ojos, Destino?, ¿Me
preguntas?
¿Quieres saber la suerte de los días futuros
y adivinar la muerte de la noche en mis ojos?
Tal vez, ya que los miras,
descubras más adentro el mundo que olvidaron.
Mundo que amabas tanto, según lo prometías
cuando el último sueño caía como un himno
sobre el niño aterrado, Destino, entre las
sombras.

Verás antiguos nombres que perdió la memoria.
Los rostros olvidados de la dicha o el llanto,
lo que ahora es silencio. Lo que tiembla en mi
mano.
El mundo que he perdido y transita en el
tiempo.
Tal vez, porque lo amabas, quisieras recobrarlo.
Pero es cielo dormido sobre las aguas quietas.









3

¿Si de pronto -nacida de un relámpago
o de una flor- comenzara la revelación
de la infancia?
El pudor de algún gesto encubriendo el deseo.
La última respiración en la noche,
y la taciturna ansiedad de la carne.
Aquel lenguaje de lemas y sentencias
definiendo la patria, la castidad, lo eterno.
Los sabores fugaces, lo que ya no recuerdo,
las manos, la mirada, las sombras de mi cuarto.

Tal vez ya no comprenda la verdad de mi nombre.
Tal vez como una lágrima
avanza por los jugos de la tierra
destruyéndose en la mano de mi abuela
o en la mirada vacía de su esposo.
Tal vez resida lejos, muy dentro de mí.

Si de pronto aquel niño consintiera en volver.
Aunque yo lo destruya mirándolo tristemente
y su retorno sea un nuevo dolor
para sus dulces ojos y sus manos,
aunque llegara aterrado
de sentirse más solo, más niño ante la muerte
que con tanto amor le ofrezco.
Si de pronto volviera y nombrándome
revelara la noche.

No ambiciono el misterio.
Pero hace mucho tiempo
que quisiera entenderme.
Aparte los extraños: médico y sacerdote.
A solas con el mundo
esfera que no tiene un eje imaginario.
El eje son mis vértebras
y alrededor estrellas
el páncreas y los trenes,
el sol de las veredas, la palma de esta mano.

Al nacer
he lanzado una piedra
al cristal de mi pecho.
Y rota la vidriera,
se confunde el paisaje poblado por mi sangre.
De noche lo respiro como un latido inmenso,
y ruidos interiores propagan la distancia
de este sonar de estrellas que alumbra mis
entrañas.

Aquí en estas pupilas que nunca despertaron
tengo grabado un mapa de ríos y fragancias.
La fronda de los gestos que incendiaron las horas
como una cinta pasa de colores perdidos
removiendo el misterio
crecido de fragmentos de olvidos que regresan.







4

Es el poblado mundo de la dicha
el que diariamente destruyo
en el lento crepúsculo de mi deseo.
Desaparece con un largo gemido luminoso
que sonoramente parpadea a lo lejos
en el perdido horizonte cuya línea es mi frente.

Me abandonan. Retornan a su soledad.
Les entrego fragmentos, sonoras palpitaciones
que se quedan vibrando dentro del silencio.
Mis manos se quiebran, ya secas,
en la fría distancia de mi pecho dormido.
Y mi pulso repite en la noche
el espectro de su latido
ya imagen del silencio.

Poblado mundo de la dicha
que diariamente destruyo con mi deseo,
semejante al sueño de un dios
condenado a perpetua vigilia.







5

Diariamente las cosas me inauguran.
Un perverso temor resiste el nacimiento
prolongando otro mundo surgido de mi pecho.

Me las designan nombres que mi lengua
traduce por imágenes llamadas el pasado.
Mientras los días construyen su memoria
de espejos enfrentados que repiten mi rostro.
Eternamente
a través de figuras
que el tiempo elabora
con las criaturas antiguas
del mundo transitorio que los dioses soñaron.

Criatura, también, al sueño me incorporan
en medio de las aves, los vientos y los hombres.
Diariamente al juego me someten
y me asignan los gestos que inventa su deseo.
Alientan a mi gozo y fecundan mi herida
me exhiben me delatan
me imponen a mí mismo.
Hasta que un día, ociosos, olviden de soñarme.







6

Las ventanas, las paredes, los edificios
el cielo deshabitados.
Enfrente. Delante de los ojos que quieren mirar.
Enfrente. La soledad, espacio entre cristales.

Y el tiempo oscureciendo las edades del día
con su color indescifrable, hermético,
de extrema esfera deshabitada. Enfrente:
la unidad de la noche. Toda la soledad.

Como una ciudad intacta
pero gastada. De paredes viejas
ya inauguradas con ruina.
Como una ciudad aproximada
por distancias intransitables
para el que mira desde afuera
y piensa que la prueba. Y vive,
habitante de la vecina soledad,
consumiendo sus ojos
y la carne que iluminan.
Aunque transite alucinado su propio alrededor.







7

He llegado hasta ti, Rio Hudson,
a conversar un rato con tus aguas.
Despojados los dos, naturalmente,
de aquello que el mundo nos dio
como una gracia.

Es así que te traigo
este olvidado corazón de niño
y llego a ti como aquel río
al que sólo navegaban las aves pescadoras.

El humo que acaso
nos presta la mañana
es niebla de aquel río
en ese corazón con que te miro

A salvo estoy de cuando nos separa.
Y ahora nada más es el misterio
que sólo a ti te debo como mío.
Aunque nunca comprenda, Rio Hudson,
qué fue lo que dijeron
tus aguas en silencio.







8

I
Frente a una señal
inquietante de la existencia.

Llaman -
Se han acordado de ti.
No mudes tus ropas para el viaje -
Mejor desnúdate -
Ninguna documentación - Ellos
se ocuparán de todo.
No poseo más información
ni es necesaria.

¿Qué podría aconsejarte ahora?

No sé - Es verdad, no sé.
Estrecha acaso algunas manos
que tu quieres - Sobre todo
esas dos manos que seguirán contigo
apartando, desde aquí, las ramas
y las nubes
que cieguen tu sendero
alentando a las tuyas
salvadas, por ellas, del olvido.

II
Si de pronto,
en algún momento
antes de partir,
te asedia el llanto
como canto de tu angustia,
no dejes de cantar
con lágrimas ritmadas
aquello que ignorabas de ti mismo
y nunca pudiste compartirlo.




9

No busques más
pues nada se ha perdido. Todo está por
nacer
y el tiempo es un olvido.

Aguárdate sereno,
acaso si lo quieres. No sea que encontrarte
tan sólo es que te niegues.

Siquiera lo miraras
el mundo que adivinas.
Pero él se incendia en sombras
mientras tú lo respiras.






10

¿Qué estás haciendo aún
con tus pies en la tierra?
Acaso si lo piensas.

¿Puedes agregar polvo o arena
al peso de tu alma?

Tal vez Ella se asombre
del lastre que acarreas
con todas las nostalgias
de las horas perdidas
de nunca o de mañana,
con la misma distancia
debajo de tus plantas.

Mientras allá en las cumbres
finales del encierro
hay voces estridentes
que narran minuciosas
lo que nunca ha ocurrido
y anuncian con euforia
el futuro enterrado
en el vasto desierto
de aquello que está muerto
sin saber que ha nacido.

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