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miércoles, 21 de diciembre de 2011
5652.- JOSÉ ÁLVAREZ BARAGAÑO
José Álvarez Baragaño (1932-1962) nació en la romántica ciudad de Pinar del Río, Cuba (así la llamaba, y añadía que era el sitio escogido por los ocultistas como el centro de la verdad y de la muerte). Conoció a Wifredo Lam de adolescente e hizo amistad en París con André Breton y Benjamin Péret, donde publica, aún sin haber cumplido los veinte años de edad, su primer libro de poesía, Cambiar la vida (Le soleil noir, París, 1952). En 1955, ya de regreso en Cuba, el poeta publica El amor original, un extraordinario segundo libro de poesía y el más surrealista. En 1958 aparece Lam que es, más que crítica o exégesis, un largo poema en prosa que hace resaltar con notable poderío la belleza convulsiva de esa gran pintura. Con la publicación de Poesía, revolución del ser (1960) es claro que “el poeta de la rebelión”, como lo llamara Fernando Palenzuela, está ya en pleno dominio de su instrumento poético. Baragaño creía que “poesía es ese habitar en poeta, la total develación del ser en lo abierto o la simple acción del sueño y la imagen… Esa revelación del ser que nadie puede penetrar, la intensidad feroz y combativa que es la poesía, que habla con la primera palabra, no se detiene uniendo palabrejas que se consideran “poéticas”, sino viviendo peligrosamente la vida. Pero vivir peligrosamente es algo más que correr riesgos. Es abandonar toda atadura, nadar sobre el encarcelamiento del hombre contemporáneo; romper la red de las alienaciones y ser absolutamente poetas” (“¿Por qué la poesía?”, Lunes de Revolución, 25 de enero de 1960). Murió en La Habana, a los veinte y nueve años de edad, víctima de la rotura de un aneurisma cerebral.
—Vicente Jiménez
Poesía, revolución del ser es un “libro de gran eficacia poética… Sin otro presupuestos que los de la poesía, Baragaño va integrando en los distintos poemas de su libro algo sin lo cual la Poesía, el Arte todo, no sería más que mero discurso. Es decir, una concepción del mundo… y lo que es de mayor importancia, asumida desde el delirio poético y sin conexión alguna con los modos lógicos de pensamiento.”
—Virgilio Piñera
“Las claves secretas de Baragaño asoman sus rostros en estos textos iniciales [Cambiar la vida]: la fascinación con la muerte, la soledad de las grandes ciudades, la necesidad imperiosa del amor y el esplendor del destino poético… El amor original, su libro más intenso y desesperado, constituye un relámpago, un diamante en la noche cerrada de la poesía cubana… La poesía de Baragaño abría la puerta a todos los delirios”.
—José Antonio Arcocha
“Creo que fue uno de los creadores cubanos de más talento de aquella época. Su primer libro tomó un verso de Rimbaud como título, Cambiar la Vida. Surrealista genuino, llevó esa experiencia hasta sus límites”.
—Heberto Padilla
YO OSCURO
Bajo mis lámparas escribo
Heráclito oscuro vino en la botella
El yo fino como la niebla
Oculta el ser escarpado
Las sonoras banderas las tormentas
El me hablaba
Junto a los puertos y las islas
de Cuba centro doloroso y la desgracia
Bajo lámparas fuego cenizas rosas
Las manos escriben
Lo que no pueden decir
Levitando como la niebla sobre el río
¿Por qué no desciendo los números colores
Novia desesperación
Azul negra azul
Con el impacto del acto del amor
Sobre un enjambre de linternas?
Por último
Bajo mis lámparas alucinadas
Morirán mis años como mariposas
Fuego agua viento labios
Digo lo que digo
Mis años arden al sol de mis palabras.
[Del libro Poesía, Revolución del Ser, Ediciones R, La Habana, 1960]
ALEGORIA DE LA POESIA
Les parfums, les couleurs, et les sons se répondent.
Baudelaire
La fiesta empieza su color huraño
A punto sin que suelte mis ave homicidas
Los curvados picos de la eternidad
No huyen de mi ausencia ni mi rostro de huésped
Las ortigas en su esfuerzo transparente
Van a los collares del sol estremecido
A colgar estancias de frutas desesperadas
Por el cuerpo izquierdo de la lluvia
Entra el ciprés a recordar su verde
Es la hora en que salen rubios y esbeltos
Los leones ágiles perfectas las panteras
Que acomoda mi alma
Entonces la nada se amuebla de la angustia
Que reposó un tiempo mi calma sin reposo
Mientras los cauces de la permanencia
Rompen el caos que muere entre mis ojos
No queda ni un momento
El público de colores sinuosos pide un pedazo
De miedo su ración de tristeza acodada en la entraña
Yo traspaso mis llaves de amor y la pasión reciente
Reparto los billetes color aurea insistencia
Cada mordida que entre mis manos desaparece
Huele a tus manos en los atardeceres de primavera
Yo desciendo la fiera que más hiere
Abro los mercados de la agonía
El magullado cuerpo del tiempo
Ha enfebrecido todos los ríos
El cristal del reloj se azora
La música dobla sus rodillas al aire
Cada cosa se siente molesta en su sitio
Las imágenes colgadas en las paredes
Se decoloran de pasión
El cristal se vuelve perfecto en su cólera
Hierve la tragedia del dominio absoluto
Se descorren tus vestidos como hogueras infinitas
Tras la inmediata rosa del cielo
Tú brindas los jardines completos del abismo
Cuando enfurecidos los toros
Las cabras
Los caballos salvajes
Van a msticar tu sangría de amor
Como una yerba sexual dominante tierna deseada
Que se rumia a sí misma en el verdor de juventud
Tú bien puedes ser una ciudad con amargos distritos
O la angustia llevada como un cuerpo de lejos
O el tiempo-poesía y mil cosas que no se nombran
Sino en los cristales llagados del amanecer
Nada da un aullido todo es color de sangre
Rumor de minutero
Ahora con calma todas las bestias azules que guardaba
Mascan la imprecisión del tiempo a tu cuidado
Los faros de la angustia que ilumina
La lucha tan justa de tus piernas
Mi corazón exhausto de mi amor rueda hacia el vacío
Seguido de imposible rosa cartesiana
Luego se siente por las venas
Una carroza china color amor y distancia
Un abanico humano que sopla caricias
Cuando todos los árboles de la jungla celeste
Sienten posarse ruiseñores violetas en el corazón de la hoja
Los ángeles se aman como ángeles
Los animales como animales
Una eclosión de oro invade cada planta
El oro se extiende como resplandor de gozo
Como una hoja de gozo
Los perfumes los colores los sonidos
Las vidas los machos los objetos los nombres
Los jardines las aguas los cauces
En su aliento calmo se corresponden
Y tú te sientes
Deseada
Amada
Poseída
En la incolora primavera del sueño.
[Del libro Cambiar la vida, Editor Le Soleil Noir, Paris, 1952]
ANALOGIAS DE PARIS
En un rincón de la Plaza Furstenberg en Paris he dejado una pequeña maleta invisible
que acostumbro a mirar a través de un espejo de grano muy unido que encontrara en el sitio en que la maleta reposa
A muy pocos pasos de ese lugar absoluto he vivido algún tiempo
Dentro de la maleta
Hecha de piel de murciélago gira un pájaro más veloz que cualquier electrón
Y se detiene a veces a examinar un ejemplar de un libro que me regaló un poeta japonés y que cuenta las innúmeras posiciones que adopta una flor para recibir o rechazar la luz del sol
Se explica allí también la relación que existe entre el sol y el lanzallamas de nácar con que protegía mi piel de los días más grises del invierno
Hay entre el libro y el lanzallamas una fruta de cristal que ha viajado diez mil años para que la tocara sencillamente
Y al costado izquierdo de la maleta
Un ruidoso mar de fuego avanza queriendo destruírlo todo a lo que se opone un colmillo de jabalí que colgara del cuello de una hermosa africana que amé bajo el cerco de llamas de la lámpara de arco
En el doble juego del forro de la maleta se oculta la carta de un prisionero político a punto de ser fusilado en el momento en que escribo y la mancha de sangre que rueda de un lado a otro de la maleta cuando la levanto en el aire es de la oreja izquierda de Ofelia antes de hundirse para siempre
Las palabras se seducen y envuelven en sus herraduras frías en el círculo de sexo que se vuelve cerradura de la mística maleta
La lluvia ha borrado todas menos una las etiquetas que cubrían el arterfacto y ésta dice así Hotel de Mala Muerte en el golfo de Esmirna purificaciones y flores de carbono nada y el hada crispada al golpe del tambor isla de la desolación destierro inminente muerte prematura cintura de opio piel de demiurgo
Se hace necesario un análisis penetrante y dialéctico de la etiqueta y entonces se llega a la conclusión de que mi valija es una simple maleta crítica sin otro contenido
Aparente
Ocurre que entre el lanzallamas y el cuerpo de Kabala hay un ejemplar de Nadja de André Breton lo que tampoco quiere decir que tenga un sentido místico
Pues leyendo de abajo hacia arriba el texto se encuentran estas frases
En el principio fue el azar y del azar nació el YO
Que transformándolo en imágenes
Es como el “divino como” que se viste con el traje de incontables analogías en que me hundo como una serpiente en un pantano
A flor de todo eso dice
huye de la presión de las horas y la muerte constante
del espejo y la luz de sol cuando te adula
Ama la luz siempre que te ciegue
Ama la sombra en que tocas los muslos de la gran paridora
Restregándome con las orejas cargadas de rumores
En ese laberinto zodiacal
Me llega el instante de las evocacione
Y entonces comprendo que vivo de mi maleta
Muerte al pájaro que canta gratuítamente muerte a la ilusión que vuela entre las radiaciones del hastío muerte al número racional y al florecido muerte a la constancia de querer expresarse en suma la autodecapitación en el laberinto de las conversaciones
Al Norte y al Sur de mi maleta hay un ángel con una espada de hielo que hecha a todos los posibles invasores
En las noches cuando todo se convierte en un enorme guerrero negro
Mi maleta invisible
Es la pupila que brilla como un astro encendido en la manigua silenciosa
[Del libro El amor original, Castor, La Habana, 1955]
CÓLERA
Esta gastado el secreto
A veces una urna guardada en el castillo de la virilidad
Contiene una delicada zona de cuerpo femenino
Un cuchillo veloz contra aquel aire
Bajar por el cuhillo sentir que el amor es frío
Subir por esa ranura que le consagra arma
Ofrecer un diminuto beso a la sangre en cada punta
La piedra a su pesar no sostiene el cuchillo
El cuchillo es de un material hecho para ser elevado
Encajar un cuerpo en su destino ebrio
Es ir hacia el cristal donde el astro no existe
Oh apasionado gusto el de tus labios de goma virgen
Sé bien que tu realidad no es un número
Cuerpo a cuerpo tú sales en el mundo
La creencia es ver que la selva pasea
Entre los grumetes a pesar de la máquina
No niego que el amor del salvaje
Esté húmedo en las palabras que te digo
Ni que mis dientes pretendan comer la sangre que llevas
Si no logro amarte prefiero devorarte
Por el amor que en mí tiene franjas de Hurakán
Un ciclón de amor a veces no derriba dos caricias
Escribiría mudo sobre los cuerpos largos
De todas las mujeres astros perfumes de la tierra
Un cuchillo devorador se concentra en las esquinas
Un abdomen secreto se descarga sobre el mundo
El cuchillo está hecho de hoja
De hoja más fresca que la hoja
Jamás marchita
El amor a pesar de venir desde el fondo del tiempo
Ha subido a veces hacia todo labio
Continúa como el cuchillo apareciendo en el mundo
El hombre se apoya en el cuchillo
Un trance de amor en la cintura
La tribu frenética no ha dejado el amor decrecer
Un segundo
Con el cuchillo en la boca vamos hacia el tiburón
Para sentir la viscosa piel que le envuelve
El olor delicioso de su sangre en la arena
Con el amor me lanzo a conquistar su polvo
O Dios tal vez tal vez mujer tal vez poema
Tu estructura de llamarada o piel de nieve
No descansa
Levanto con lentitud de seno con lentitud de aurora
El miedo se resiste pesa mi piel como una piel distinta
Seccionado por mares y relámpagos amarillos
El amor arde como el verano
Que canta en el útero lloroso de los marsupiales.
[Del libro El amor original, Castor, La Habana, 1955]
CONFLUENCIAS
3
Por qué lo dijo: El Rey Edipo tenía un ojo de más;
—Y la alegría es una joven bella coronada de mirto
—Pero mirto, ¡ay!, no hay más que en Grecia.
El Rey Edipo tenía un ojo de más para ver la belleza
—Que palidecía como una escombrera sobre una ciudad bombardeada.
Los minerales, las aguas siempre despiertas, el fuego heraclitano
—Recibían su nombre en los recintos imperiales. Paredes de fuego,
Islas de ceniza, sus ojos desvelados, sus ojos incansables,
Miraban a quien nos mira, la belleza. No retires tu mano
De ese continente que despierta, apoya el peso de tu nombre
Que es enorme instrumento, pantera en cada letra que se levanta,
Sin despertar, sin analizar el contacto del pensamiento con el fuego.
¡Mera caricia! La verdad de la belleza no es pensamiento.
Es raudo invadir de mares de promesas, años sin filo
En un universo deteriorado derruído hasta el fondo
De las cenizas de tus ojos ¡Oh! tu inmaterial de toda materia;
¡Oh! tú animal de todo animal, fiera abierta como una herida en el tiempo,
Escucha a los que hablan; sal tú, el renegado, que todo está condenado y perseguido
Como tu valentía sostenida por la palabra.
Ya volverán los nombres que ahora han muerto. Ya volverán los cielos que ahora desvanecen,
La palabra que no es cifra es poco para el tiempo,
Y la cifra también perece.
Sólo lo que tú digas vadeará ese vacío;
¡Habla!, que se mueve el humo, el agua, la tierra y el combatido fuego.
[Del libro Poesía, Revolución del Ser, Ediciones R, La Habana, 1960]
EL AMOR ORIGINAL
IV
Al fin de esta avenida
Reposa la más bella
Sombra del evangelio de la maldad
Las colinas que perfuman el aire
Suave de los crepúsculos
El acero que se funde en el culo del jurista
Todo en sentido estricto
Yo no veo ese espejo en la pared ni la pared sin embargo
Siento el cuerpo de la dimensión mágica
Del suicida que pasa ahora mismo por el mundo
De qué vivo me pregunta el burgués proletario
Que aspira a la proletarización creciente del espíritu para alimentar las cebollas de la masa
Soy un pequeño escolar que pasa miseria a veces
Frente a los vendedores de rascacielos
Que no han leído a Lautreamont
Paso en el ruido de la tromba marina
En el círculo cerrado al descubierto de la revolución
¿Soy un poeta?
No en el sentido que tú lo entiendes
Tú que ves en una rosa un cuerpo blanco que se levanta sobre un tallo
Esa rosa que es el mensaje en varias lenguas de niebla
Y uso demasiadas palabras para ser pariente de Igitur
Vivo en el mundo de los sueños y no del mundo de lo que sueño
De lo q ue me sueña se alimenta mi porción angélica
Decididamente señores os hablo por primera vez de frente
De un accidente que en la niñez marcó para siempre mi destino
Y no es precisamente haber descendido una escalera con un clavo partiendo en dos mi columna vertebral
Si bien el poema está hecho de lo que Dios piensa de nosotros
Que es a las claras lo que pensamos de Dios
Pues bien
El coleóptero y Juana de Arco han comenzado a repugnar mi mirada
Como los amantes de algo que no sea la piedra
El asno ha logrado mear al pie del templo
Borrando el número que me pertenecía
Cada vez que abrimos la boca creamos un ángel
Y en ese nudo nace la sabiduría del oso con la lengua machacada por el último artificio del cazador
La palabra que buscamos se quedó en el ruido sangriento y astral del primer océano
[Del libro El amor original, Castor, La Habana, 1955]
HECHIZOS 1955
Desde mi soledad contemplo la ciudad grosera y mojada
Despertando bajo el surtidor de los astros
Los hombres que no aman los sexos de sombra de la noche
Y las entradas ruidosas de los pasadizos florecientes
Con el sentimiento de lo que se cruza con las horas
Frutales resueltas que se han contaminado en el vigor de los fantasmas peregrinos
Las líneas mansas
De las pieles y los brebajes del hechicero
Con la armonía de las plantas bajas
Y la sangre polvorienta de las carnicerías
Hay el equilibrio sustancial de los relojes en las torres
Con la sombra que se proyecta
Sobre el pantano
Y el mendigo zombie de la cabeza de alfiler
Las manos blancas y pobres de la burocracia
Que gira como una mosca alrededor de un cadáver
Y la policía con su látigo
Envuelto en la razón de la inocencia empapado en miedo
Los pasos que nos conducen por ese vacío solitario
Cubierto de horror
Y cruces
De la moderna inutilidad de la vida
Las casas de importación y las grandes empresas surtidas de fetos trascendentes
Que miran con desprecio el ruido salvaje de la tierra
Y el hábito blanco de la turba
Por encima de la muerte y la tragedia el amor y la melancolía
Mis manos se llenan de minutos privilegiados
De soles caídos y el polvo de las mareas
Como un matemático absorto en sombrías incógnitas
Ausculto las sedientas analogías maravillas de las palabras
Convertido en un inminente peligro para la sociedad
Comprendo el destino del pequeño colibrí
Y la expansión de golfo del uno hacia la vida
Odio la masa y la propiedad
Me quedo con los insectos de mercurio que pasan los espejos
Reflejos de los minerales envueltos y los cataclismos inconscientes
De sus densidades esplendorosas
Pasos del vagabundo sobre las horas
Clínicas climáticas
Del fósforo que cuce los rincones
En que el vampiro se alimenta de lágrimas
Sobre los tejados el azufre azul de la revuelta
Hecho cienpiés vidente
Como un rayo de sierpes
Que da la vuelta en la mecánica vibratoria de la rosa
Desde el plano frío neto convergente
De la desesperación sanguínea sanguijuela
Que se desliza por las narices del verdugo
Las flores crecen escuchando el ruido de los remos lejanos
Las miradas del vigía en la torre y el puente levadizo del castillo de la primavera
Todo mi corazón vocado a la rosa
Escucha las pisadas del tigre
Y las bengalas olorosas del cosmos
La ciudad resume su magnetismo en la punta de mis dedos
Los millones de lavabos vierten sus aguas rumorosas
Hacia un punto geométrico lleno de frutas de mar
Mi nombre impulsa la poesía de las máquinas
Y es el combustible de los fósiles
Obreros que aman su libertad y desesperan
Todo el mar y sus tiburones se rebelan
Las banderas se reflejan en el agua
Las nuevas primaveras de la revolución
Vendrán para las manos arregladas de la vieja
Ciudad descansando en la roca
Sí pero la libertad de ellos no es la mía
Mi muerte es profunda como las raíces de la sequoia
Y el único se descompone en mí como un fruto de llamas
Mientras los barcos son levantados entre el mar y las estrellas
Yo, Adonis en este mundo que se pudre
No doy nombre a un río y muero a todas horas
La luz tensa de la inmanencia pasa por mis círculos
Y mi árbol se nutre de pájaros relámpagos
Al atardecer todo ese sol de cintura incansable
Que danza tambor de sexos frente al regocijo
Mientras mis ojos en la opacidad sienten mi pulso desesperar descomponiéndose en hastío
Sólo mis manos de huracán seducen los senos de la vida
Lanzando mi jabalina contra el papel en blanco
[Del libro El amor original, Castor, La Habana, 1955]
HIMNO A LA MUERTE
¡Nunca más dispuesta mi cabeza para la guillotina!
Para esa nave no soy el último elegido
Que corten las mariposas de mis ojos
El lenguaje cifrado en sus cristales
Adentrándome
No hay adjetivo
Todo es un nombre glorioso como la nada
Queda ahora
Mi único compromiso eterno con la muerte
Como es ella y nada más
Ni alegrías ni auroras triunfales
Sólo el agua es su máximo atributo
Hablaríale con mi lenguaje todo suyo
A su oído levantado
Donde es dulce perder nuestras palabras
Si le buscase un color sería el de los collares de la cobra
Si le buscase un elemento entregaríale el agua
Si le buscase un nombre sería el puro innominado
Oh muerte tú el único misterio efectivo
El único corte pesado
Lástima que no palpite en tu abismo
Mi ser un hueso más en tu blanco esqueleto
Porque no volveré nunca más
A sentir la vida como frescura
Te siento en todas mis resoluciones
En todos mis oficios tenebrosos
Porque eres la muralla civil de la libertad
El privilegio central de todo hombre
Nadie podría morir por mí tú y yo lo sabemos
Y eres la garantía férrea de mi ser
No temo ni adulo tus dones
Te veo esplendente en tu situación de elegida
Morir no significa nada
Porque muerte no significa
Más que la pura y sonora anulación
Morir es caminar por tus abismos
Es consolar la palidez de nuestro rostro
En el único cambio verdadero
Educados para la parda muerte
En tiempos oscuros de miedo y de locura
En que no crecen los árboles ni las llamas
Arrendaremos este campo sembrado de vituperios
Qué somos
A una única potencia su vacío visceral
No sé qué rectitud ideal me la recuerda
Que reposo innombrable
Que peso que no pesa
Pero en el fondo de ese espejo
Mientras la libertad y el amor se me dispersan
Tengo una cita informal y constante con la muerte
¡Bello aún el tiempo nada ordena!
[Del libro Poesía, Revolución del Ser, Ediciones R, La Habana, 1960]
HYPNOS
Hogueras del deshielo rompiendo los oídos de la aurora
La mancha abrió el torso del mundo clásico
Porque la gana de la nada navegara los espejos
Hacia el centro el fuego nuestra danza en las mucosas del espacio
Lejos un reto para las constelaciones
Disparadas por ríos de neblina
Era una cabellera entre tus manos finas y largas
La simpatía de los riñones separados por un viento de rosas
Tus ojos deslumbrarán
Puñado de relámpagos
En las manos de un niño
Deseaba separar tu piel con un cuchillo fino
Envolviendo mis últimos días de dolor
En las montañas de diamante
Y qué hago yo
Cuando el mundo fue vaciado de su riqueza original
Cuando las espaldas de los cisnes son violentadas por espadas de miedo
El mundo clásico se deshizo
En la mirada de un basilisco
Porque me convertía en mineral
Hypnos de sombras arrobadas
Sucesión final del absoluto
Gritando la suerte de las imágenes en los ojos
Llamando al último amor fantasma
Despedazado contra mis lágrimas
La muerte sonó como el despertador
Violentísimo de las negaciones
Estratos de mis sufrimientos se mezclaron
Estaba solo besando los oídos de las estaciones deslumbradas.
[Del libro Poesía, Revolución del Ser, Ediciones R, La Habana, 1960]
ILUMINACIÓN
Cuando la golondrina se le escapa al cerezo,
Te me vas, vida mía, a incluirte en todos los viajes,
En las velas retóricas de los puertos alumbrados,
Soplando el polvo enamorado de los atardeceres
Y tendida como un cristal en olvido.
Ya tú sabes la fragancia del amor y corcel de primavera
Tú has vivido el color de oro viejo de las antiguas
Lenguas y las declinaciones recientes de la rosa,
Ya no te queda nada que tocar ni ver
Y sólo te hacen falta unos ojos teológicos
Que levanten sobre la cáscara de tu piel
Las antiguas creencias, como uno de esos ácidos
Que reviven las letras
y las cifras en los cristales antiguos
[Del libro Cambiar la Vida, Editor Le Soleil Noir, Paris,1952]
LAS CLAVES PROMETIDAS
7
¡Joven mujer!- Ignorada del salto transparente de la vida mercurial y la sal blandida como un lecho húmedo.- Sé que en mí encuentras el paso ascendente al territorio de los élitros olorosos- las historias mortales de los días pasados en las ciudades de Oriente y los espejos funerales- Contemplo entre tus ranuras de cristal lamido los paisajes que desde las catedrales son como un mantel verde con frutas bermejas que el sol madura lentamente.
¡Joven mortal!- Había yo de verte encontrar de nuevo mi destino- Los óleos que se frotan en las cansadas coyunturas hasta despertar la alegría del movimiento- De tus cabellos surge el perfume que tiene la violencia del ave a punto de despegar- Mi angustia es soplada desvanecida al elevarse silenciosamente sobre el plano inclinado de tu espalda- ¡Oh! hija de mi enfermedad los botones diametralmente juntos de tus senos echan a andar el milagro de mis intuiciones- ¡Joven mortal! Entre mis oídos y los rosales cae una víctima que nunca se despierta- El viento el irrisorio viento arranca el alarido de los árboles y mis manos besan la tormenta.
¡Hija de esa tierra! Primera de la gran emanación- Al Occidente sobre la cúpula sin ritos
del templo ateo el templo separado del ruido insondable de tu cabellera.
-Tu rostro que se reproduce en el vacío- ¡Oh! Bella como el acero que se funde.
[Del libro: El amor original, Castor, La Habana, 1955]
LOS ESPEJOS DE FIEBRE
XIX
Las mónadas irracionales de tu garganta. Ahí tira el tiburón sobre las paralelas del océano, se enreda al ancla de tus espaldas blancas, sonorosas, eclipsadas, cuando un mismo amor agota los puntos cardinales. La sandalia de paja del bajo Dahomey, el cuero de tus nalgas haciendo un tambor moribundo, un número, un suspiro, un hueco, alas de lombrices sobre el sócalo perfumado-Adio, Adieu, codorniz de cartas y cartílagos helados, comidos como un pan duro a la orilla de los criollos y los merengues de ritmo de cera. Suma de todas las muertes la peste en Constantinopla, y las tonsuras del gramático que distingue las doce categorías de la nostalgia. Vamos a mudarnos a la flor de los tiempos, hénos muertos. Hallazgo de la necesidad de expresarse. Un hilo nos une el ombligo con el rostro magnético del Dios.
Adio, Adieu, Adios en el último momento en que comemos el ámbar negro del cosmos. El intestino inmenso de la noche. Nosotros que miramos por la parte más oscura del universo.
Un poco de oro para esos pinos solitarios, helados, que filtra un sol mediterráneo. Aquí en las Antillas florecerán los pájaros sudorosos un prisma, un espectro negro, creciendo, callado, a flor de universo a lámpara sola.
[Del libro: El amor original, Castor, La Habana, 1955]
PALABRAS DEL CONDE DE LAUTREAMONT
Montevideano Con qué horror yo pronuncio tu nombre
Hombre árbol o piedra que te habla
Te conocí cuando era niño
En el esqueleto de los gavilanes
Y los patos salvajes que vienen del norte
Sangrando el secreto de las palabras en el rosa quemado del horizonte
Tu cadáver reventado subía la corriente de los ríos
Hasta las fuentes mismas del horror y el amor
Entre amontonamiento de cadáveres cien veces fusilados
Veo tus ojos de cristal sobre la Comuna de Paris
Con el lirismo de la destrucción atrapado
Entre inundaciones de rocío y lágrimas larguísimas
Cuando mi cabellera es empujada por la angustia
De este árbol piedra hombre
Se convierten en polvo mis nombres mis sonoros adjetivos
La pálida expresión del poema
Tu aliento gangrena mi mejilla
Siempre tenebroso siempre maravilloso
Entonces reviso mi colección de insectos mis infinitas
Formas geométricas
Para verte perdido entre espejos y cartas de amor
Como ahora que mi lámpara se rompe
Te siento aguijoneado
Por las voces que blasfeman
Conozco tu soledad conozco tu muerte
Tu hambre que produce fiebre y calienta los huesos
La cortina de humo tremenda de tus palabras
Cuando el dolor te sacude como a un enemigo
Y golpea tu cabeza contra tu aullido
Sí remontaste las venas de Lucifer
Tú enviado de la palabra amor
Pusiste la cabellera de Falmer
Sobre tus cabellos
Para sentir las mejillas calientes de los tiburones
Mi ser que habla con aliento marino y sideral
Se renueva violentamente
Montevideano
Porque tu cadáver reventado sonríe
Dejando pasar sobre los insectos
Una voz de puñal y de tortura
Para establecer el nacimiento
Y la transparencia del ser
Tú montevideano
Eres sujetado como un puñal
Como una cabellera arrancada
Por la poesía del verdugo
Subordinado a los estratos de una locura metafísica
Estableces para mi desesperación las leyes de tu imperio.
[Del libro Poesía, revolución del ser, Ediciones R, La Habana, 1960]
TIEMPO ROBADO
Nuestros cuerpos se aprietan al planeta
Como un algarrobo inmenso invadido de modulaciones
La primavera invade mi ventana
La poesía sale de la tierra
Como el cactus o lo infinito
De la piedra móvil y situada
Desde mi vaso de ceniza se abre el amor del desterrado
La inmensidad como un ave distinta
Cabe en la punta de un alfiler
Y mi alma sólo sabe de un mónstruo
Que hunde su distancia por mis ojos
Y hace nacer el sol en las entrañas
Para entrar en la noche me convierto en río
La caoba de todos los bosques
Se asusta del color negro de la noche
Y entre sus olorosas hojas el destino
Detiene una manzana barroca aun no nacida
Yo paso desandando mis corceles
Y echándolos en una barca color de mediodía
El llanto se vacía de si mismo y el alma tiene frenos de oro
Como en un Perú inmemorial llevo fieras en la garganta
Y doy a la suavidad de tus ojos una seda
Atravesada de mástiles helados
Por los que pasa mi alma infinita
Y mis recuerdos prensados como cristal.
[Del libro Cambiar la Vida. Editor Le Soleil Noir, Paris, 1952]
_____________________________________
[Página preparada por Vicente Jiménez. Escritor cubano, reside en Miami Beach, Florida. José Antonio Arcocha (1938-1998), poeta y escritor cubano, autor de tres volúmenes de poesía y uno de cuentos. Estos textos aparecieron originalmente en Alacrán Azul (“Mi amigo Baragaño” y “Rescate de Baragaño”), Vol. 1, No. 2, Miami, 1971, y Guángara Libertaria (“Vindicación de Baragaño”), Vol. 12, No. 47, Miami, verano 1991. vwjimenez@aol.com.]
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