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jueves, 22 de septiembre de 2011

4986.- PATRICIA PÉREZ MADRID


PATRICIA PÉREZ MADRID
Nació en Santiago de Chile, en el seno de una familia de inmigrantes españoles, procedentes de Galicia y Andalucía. De profesión Enfermera Universitaria , trabajo como tal durante mas de 25 años. Su afición por las letras se manifiesta a temprana edad, pero no se desarrollo hasta pasados los 20 años, en que escribió cuentos obteniendo algunos premios en concursos literarios. La poesía se manifiesta en sus letras de manera muy natural, inclinándose definitivamente por este genero literario. Algunos de sus poemas aparecen en La Antología Literaria 2000 y en el libro de poesía “ Susurros desde Chiloé” publicados en Buenos Aires, Argentina., lugar en que reside hace algunos años. En la feria del libro 2008 en Buenos Aires, presentará su poemario “ La que llegó del mar”







Adaptatrices

Son como el agua.
Se filtran por las hendiduras,
adoptando la forma del cuenco
que los contiene.







Confesionario

El cura se hurguetea la nariz.
Al costado, genuflexa
una mujer se desnuda.










Gaza

El tanque derriba casas destruidas.
Una piedra va por el aire.










Hiroshima

Desaparecieron.
El silencio es lo único latente.
Retumba en los muros,
rechazado de un lugar a otro.
Sofocando sol o congelando nieves.
Lo mismo da; desaparecieron.
Árboles, casas, mar.
Las tumbas, los recuerdos.








La nueva era

Cabalga la nueva era en tinieblas.
Manos extendidas olfatean el tesoro.
Ese amarillo y negro borboteante.
Ese verde, ese aire.
Abre puertas y deshoja ventanas,
destruye paredes de barro.
Alza el hierro.
Centrifuga, expulsa, atrae.


Mapamundis sobre escritorios
estacados con banderillas
relatan el curso de la historia.
Carta natal que nos fija el Destino.

El carrusel gira, se van encaramando los pueblos.
No se detendrá jamás.








Zapatitos Rojos

Vestidos largos,
colores brillantes,
telas bordadas.
Sombreros sin plumas
zapatitos rojos.
Atavíos y símbolos
de la ciudad estado.

La ropa interior es un misterio.
No esta permitida la exhibición.
Por lo que se ve por afuera
es posible imaginar
bombachas de encajes
sujeta medias de macramé.
Y en la gaveta más oculta
sombras de ojos, rouges,
preservativos
para las fiestas de guardar.










La Poesía

La poesía es como el buen vino.
Hay que beberla de verso en verso.
Luna de noche

Sigilosamente descorcho el vaso de yogurt y frutillas.
Aparece sentada a mi lado, observando impertinente.
La acaricio con un pie que asoma bajo las sábanas.
Al menor movimiento de la cuchara, se despabila.
Finalmente se lo regalo con nostalgia, a medio terminar.










Miguel Hernández

El pastor escribía sobre nubes
poemas de viento y berridos.
La brisa le contaba historias lejanas.
El poeta escribía de rojo y de rabia.







Negación

Se poblaron sus ojos de miradas viejas,
negando el río, la sal, las estrellas.








Poema a mi hijo enamorado

Has crecido, alto y vigoroso
como el damasco que plantamos
a los pies de la tierra.
Has crecido,
sufriente y feliz
manejando corceles blancos y negros
entre el día y la noche
bajo el sol y la luna.

El pensamiento es sólo aire
que dibuja realidades inexistentes.
El pasado es la única verdad.

El anzuelo de la valkiria
yace escondido en tu vientre.
Jalando del cordel, solo se incrustará
más y más.






Están aquí

Están aquí. Ocultos esperando,
escondidos tras largas vestiduras,
enceguecidos con sus botones brillantes
mirando con desprecio al desposeído,
manipulando leyes.
Esperando.

Por instantes se sacan las caretas
y muestran su piel de lobo
colmillos afilados, gorros ausentes.
Se les suelta la lengua,
exigen mano firme para el unto,
la represión y el saqueo.

¡Cuidado!
No olviden que están aquí
diabólicas crisálidas en hibernación.
Con sus catres metálicos a cuestas.
Sus dedos en el gatillo.
Nuestros nietos con su apellido.

Muchachos del presente
hombres, mujeres.
¡Cuidado!






Galicia

La desconocida, la eterna, la fuente.
En tu viento navegaba
la mitad de mi mano,
de mi piel y aroma.
El movimiento de tu oleaje
fertilizó caderas y montañas.

Tu melodía gaitera
me hizo poeta ronca y profunda.

Me arranco el amor de cuajo.
Te lo obsequio envuelto en llamarada.
Azul y estrella.

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