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lunes, 2 de enero de 2012

5731.- AMANDO FERNÁNDEZ


AMANDO FERNÁNDEZ.(1950-1994)
Nació em Guisa, Cuba y vivía en Miami, Fl. USA. Doctor en Literatura por la Universidad de Miami.
Amando Fernández pertenece a esa nómina de creadores cuya vida fue, como dice un verso de Garcilaso de la Vega, "antes de tiempo y casi en flor cortada". Fue además un poeta de vocación tardía (publicó su primer libro a los treinta y cinco años), aunque compensó ese retraso con una notable fertilidad y con la entrega absoluta a una vocación a la que, hasta el final de su existencia, fue fiel. Gracias a esa irrefrenable pasión por escribir, acumuló una obra muy considerable desde el punto de vista cuantitativo, que se vio reconocida por varios premios internacionales.



Sus primeros libros, pertenecientes a la etapa formativa, ya dejaban vislumbrar a un prometedor talento. Eso se confirmó en El ruiseñor y la espada, un poemario maduro y cuidadosamente estructurado, del cual están ausentes los temas típicos de la poesía cubana escrita en el exilio. Su escritura se fue tornando más hermética y abstracta en títulos como Materia y forma y Espacio mayor, en los que el discurso irracional adquiere un gran peso. Esas dificultades para acceder a su significado no impiden, sin embargo, que el lector pueda disfrutar su belleza y su elaboración. ConMuseo natural, Amando Fernández inicia una etapa de vehemente actividad, en la cual prepara para la imprenta siete libros, cuatro de los cuales aparecerán póstumamente. La suya era una carrera vertiginosa contra la muerte, consciente como estaba él de que iba llegando a "la última estrofa del poema".
Carlos Espinosa Domínguez






ACEPTACION DE LO INDECIBLE

Cuando te llegue el tiempo
te irás sin ceremonia ni palabras.
No has de decir adiós a nadie pues hace mucho que tu existencia es,
más que vivir, una amorosa despedida.
De todos tus recuerdos recogiste los más castos
por hacerte más niño, ahora, que ya se inicia un interior
despojamiento,
para mejor sentir —dormir—
en el abrazo de aquélla que algunos llaman muerte.
No le ocultes tu sangre ni tu rostro.
Ni temas. Es su oficio.
Cuando llegue el momento, sal, recíbela en tu puerta; y dile
quedamente, en un susurro:
entra, amor, y reposa; te esperaba.





LA PAZ DEL HOMBRE

Se vive algo sutilmente agradecido cuando se sabe que
eres un enfermo inoperable,
cuando te va creciendo, poco a poco,
lo que consideraste tu enemigo y tu implacable juez.
Sin querer edificas un túmulo secreto para enterrar en
él todas tus lágrimas,
antiguos nombres, y toda tu locura;
reúnes aromáticos aceites, escoges la mortaja y algunos
gestos incorruptos que te guíen.
Y te sientas al borde de tu fosa
para mejor levantar acta de ti mismo.






VIA, VERITAS

Escuchadme si os digo que no es sólo el amor lo que me
mueve a vivir una presencia en lejanía,
no la pasión terrestre ni umbrales repentinos,
no la sustancia sola;
me mueve un supremo peligro en las tinieblas interiores,
un despertar atónito en la tarde, una aridez armónica y
distinta en este cuerpo no poblado,
una luz sin testigo;
un acorde de mundos sin sorpresa.
Escuchademe y creedme:
es una oculta dignidad ante la nada.




LA ESCALERA

Llegas al último escalón.
Por unas cuantas horas te has creído
que subías, y alcanzabas la luz
que al otro lado de la puerta
rompe la frialdad de la noche,
de la inacabable quietud.

Ahora estás arriba.
La mano se detiene. Hay cerradura.
Miras atrás y ves los cientos de escalones
gastados por tus pies,
borrosos por la fuerza de tus pies,
que bajan, se precipitan indecisos
hasta hacerse indistinguibles.

Miras alrededor, como al azar,
buscando a alguien ante un súbito frío.
Y no sabes bien a quién;
y tampoco preguntas.

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