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martes, 24 de enero de 2012

5849.- SERGIO MACÍAS BREVIS



Sergio Macías Brevis nació en el sur de Chile, en Gorbea, IX región de la Araucanía. Este territorio lo marcó e inspiró en el desarrollo de su obra poética. Cursó estudios de derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y se especializó en Alemania en Literatura Latinoamericana. Fue profesor en el Departamento de Lenguas Extranjeras del Instituto Latinoamericano de la ciudad de Rostock. Reside en Madrid desde la década de los ochenta. Participa en congresos de escritores y en jornadas sobre hispanismo árabe. Está traducido al árabe, alemán, holandés, italiano y francés. Actualmente es asesor cultural en la Embajada de Chile en Madrid, España.

En poesía destacan

Las manos del leñador, 1969
La sangre en el bosque, Chile, 1974
En el Tiempo de las Cosas, Rostock, Alemania, 1977
Nos busca la esperanza , Holanda, 1979
El jardinero del viento, 1980
Memoria del exilio, España, 1985
Crónica de un latinoamericano sobre Bagdad y otros lugares encantados
(árabe y español) , Irak, 1988, Chile 1997
Noche de nadie, España, 1988
El libro del tiempo, España , 1988
Tetúan en los sueños de un andino, España, 1989
La región de los últimos prodigios, España, 1992
El manuscrito de los sueños, Chile, 1994
El paraíso oculto, Chile, 2000
El hechizo de Ibn Zaydûn, Chile, 2001

Ensayo

El Madrid de Pablo Neruda.
Gabriela Mistral o el retrato de una peregrina.
Mapuche -Noticias de un centenario-.
Presencia árabe en la literatura latinoamericana.
Literatura marroquí en lengua española (con M. Chakor).
Marruecos en la literatura latinoamericana.
Influencia árabe en las letras iberoamericanas.

Novela

El sueño europeo.





Yo le conocí en Isla Negra


Yo le conocí en Isla Negra
cuando el aire tocaba
las campanas de su casa,
para que el océano cantara.
Más allá un ancla descansaba
de sus largos y misteriosos viajes
sobre el jardín de tierra y arena.
Estaba sola ante los rugidos
que salian de los abismos.
Junto a sus mascarones,
caracoles y botellas,
bebimos por Ercilla y la Araucanía.
Por el tren entre ramajes de lluvia
que se sacudían sobre su infancia
de maderas, ponchos y manzanos.
Recordé a Kayyam en sus palabras:
"Bebamos el día con su fuego
y la noche con su sangre".
Me marché cuando comenzaban
a salir las espuelas del cielo.
Y él con su sonrisa de miel
agitaba sus manos de niño.
Como alas de abejas
en una ardiente despedida.
A sus espaldas
el silencio
que desvencijaba al mar.












"El viejo Puerto vigiló mi infancia"


- Osvaldo Rodríguez Musso -


NUNCA DEJÓ DE CANTAR


Al gitano Rodríguez


Nunca dejó de cantar sobre su pueblo,
con ritmo de lluvias que se perdían
por las escaleras alegres de los cerros.
Al amor que desnudó entre las espigas,
para dejar el sabor de las uvas.
Sin su tierra era alfarero sin arcilla.
Su existencia transcurrió lejos de Valparaíso.
Arpegios de agua sonaban en su alma,
los recuerdos se anidaban en las ruinas
del silencio que modelaba su destierro.
Sólo quiso la vida y el amor que encendía
con la copa de la nostalgia contra el olvido.
Un día desapareció entre navios de nubes.
Los cerezos que sangraban teñían el paisaje.
Los amigos siguieron haciendo sus vidas.
Dicen que sus cenizas volaron con el polen
que derramaron las copas de los árboles.
Y permanecen en el aire extranjero.
Una muchacha sin saber que había muerto,
a esa misma hora cantaba con su guitarra,'
una voz dolida de estero entre los lirios: '
"¡Qué triste sorprender la madrugada,
perdida entre mi sueño, triste y sola
sin poder despertar al lado tuyo!"
(Revista Atlántica de Poesía, N" 23, 2001)










13


La hija del califa omeya al-Mustakfi
es más hermosa que todas las flores.


Se baña en aguas perfumadas a mirto,
como si estuviese en el Paraíso.
Derrama copas de polen sobre su piel.


Se llama Walláda. Gacela de las auroras.
Él la ahoga con el fuego de su mirada.


Nunca fue tan feliz el poeta al sentirse
hechizado por la imagen y la palabra,
suaves, como brisa que acaricia los junquillos.










PERTENEZCO AL MISTERIO Y AL CORAZÓN


Pertenezco al misterio y al corazón de las tormentas
de Chile.
Patria indomable acosada por el frío, el hambre, el
martirio.
Flecha de fina piedra en el arco de sangre marina.


¡Ay, hierbabuena de Cautín!
¡Ciruelos en flor de mi Gorbea!
Siento este largo exilio como si llevara un armario
vacío.
Subiré a la cima de la Araucanía para abrazar su cruz
de lluvia.


Peregrino de lunas olvidadas.
Arropado con las guirnaldas del rocío.
Vocerío de los bosques. Tristeza convertida en la alegría
de la aldea.
Nadie ha muerto. Ni ha sido vencido.
Simplemente es el nuevo encantamiento de las espigas.
El corazón que florece como un huerto.










ALGUIEN ME ESPERA


Alguien me espera con sus largos brazos extendidos
de luz.


Muchos se van y no retoman. Algunos se fueron con el
último resplandor y quedaron sepultados bajo
un montón de hojas amarillas.




Regreso como ave migratoria. Busco la plenitud del
viento y el vuelo de las mariposas.




Vuelvo a la Araucanía, donde los volcanes estremecen
la tierra cubierta de espigas.










LA SILLA


Estuve en la silla de Pancho Villa
en México.
En la silla del Rey sobre la roca de tiza
bañada por el Báltico
en Sassnitz.
En la silla del Moro en medio de una primavera
de jazmines
en Granada.
En la silla del Rey de España a la hora del crepúsculo
en el Escorial.
Pero ninguna es más cómoda que mi modesta silla
que gime con su mimbre de recuerdos
sola
en el inmenso territorio de mi exilio.















Poética “neoarábigoandalusa”
en el escritor chileno
Sergio Macías

‘Neo-Arabic Andalucian poetics in the Chilean
writer Sergio Macías’

María Olga Samamé Barrera

Universidad de Chile, Facultad de Filosofía y Humanidades
Centro de Estudios Árabes
Correo electrónico: msamame@uchile.cl


Resumen: Sergio Macías ha optado por el autoexilio y porta una esencial tristeza que, al parecer, desea superar en la fuente de inspiración que le ha proporcionado la lírica de los poetas arábigoandaluses Ziryab, Al-Mutamid e Ibn Zaydun, quienes, como él, llevaron una vida de exiliados, en la otrora España musulmana o Al-Andalus. El vate, durante su derrotero, experimentó las frustraciones y penurias de todos los desarraigados, pero, desde que se radicó definitivamente en Madrid, logró transformar estéticamente su exilio y representarlo en una vivencia simultánea: su presente de rebeldía y de pérdida, tamizado por el pasado de aquellos poetas árabes en un escenario de angustia y de quebranto. Nace, así, una poesía donde manifiesta la no pertenencia, el pathos del exilio, la experiencia de vivir en soledad y la sensación de un estado discontinuo del ser.

Palabras claves: autoexilio, Al-Andalus, tríade, poesía “neoarábigoandalusa”, amor, soledad.


ABSTRACT
‘Neo-Arabic Andalucian poetics in the Chilean writer Sergio Macías’
Sergio Macías has gone into self-imposed exile and carries within him some special sadness, which, seemingly, he wants to overcome with resort to his sources of inspiration, namely, the lyrics of the Andalucian Arab poets Ziryab, Al-Mutamid, and Ibn Zaydun. Like Macías, these poets lived in exile in Moorish Iberia, also known as Al-Andalus. During his travel into exile, the poet experiences the frustrations and pains of all those who have lost their roots. However, after finally settling in Madrid, he manages to make his exile into an aesthetic transformation and represent it as a twofold experience: his present state of rebellion and loss, sieved through the past of the Andalucian Arab poets in their scenario of anguish and sorrow. Thus, a poetry is born which expresses the state of non-belonging, the pathos of exile, the experience of living in solitude, and the sensation of a discontinuous state of being.

Key words: self-exiled, Al-Andalucian, triad, neo-Andalucian Arab poetry, love, solitude.
1. CONSTRUCCIÓN DE UNA POÉTICA
Sergio Macías pertenece a los escritores chilenos que viven en el exterior, semiignorado por el canon , a pesar de haber desarrollado una fructífera labor literaria, antes y después de la dictadura. Su lírica inicial en Chile y de impronta lárica y telúrica evoca espacios de arraigo, reencuentro, experiencias, crisis y rupturas . Más tarde, el rumbo de su escritura, estimulada por el obligado éxodo, deriva en una obra social, política y testimonial . No obstante, la lejanía de la patria añorada restablece, en su estro poético, la reaparición del mundo lárico y telúrico, pero transido de dolor, desarraigo, memoria, paraíso perdido. Esta vertiente de nostálgico sentimiento encontrará finalmente su particular registro a través del contacto con la cultura literaria árabe cuando Sergio Macías se radique definitivamente en Madrid, adoptando la nacionalidad española.
En efecto, la escritura de Sergio Macías sobre el exilio y la memoria se origina esencialmente en el alejamiento- involuntario, luego optativo- de su tierra y de su pasado, dos factores que agobian y entristecen su existir. Sin embargo, el contacto in situ con la cultura arábigoandalusa, y particularmente el cultivo de su literatura atenúa, paulatinamente estas emociones en la medida en que se ilustra con las traducciones del árabe de tres poetas Ziryab, un exiliado en Al-Andalus , Al-Mutamid e Ibn Zaydun expulsados de Al-Andalus o España bajo dominio musulmán .
Este nuevo escenario le permite reflexionar sobre su particular situación de autoexiliado que le permite, de algún modo, contemplarse a sí mismo exteriorizado en la poesía de estos poetas que otrora habían transitado por similar derrotero de expatriación y habían experimentado, como él, el desarraigo del exilio, la angustia de la soledad y estados discontinuos del ser (Said 2005: 184). A través de estos líricos árabes, el escritor chileno percibe que ha encontrado una singular modalidad para restablecer espacios distantes significativos y aquietar su desasosiego interior. Entonces, motivado por esta triade poética, comienza a fluir de su estro un sentimiento de solidaridad colectiva y una necesidad de reconstrucción identitaria en el momento en que reescribe poéticamente el pathos del exilio de estos poetas de Al-Andalus, y que no es otra cosa que la extensión lírica de su desconsuelo y aflicción.
Es preciso recordar que el exilio no es una elección. Sin duda que fueron determinadas circunstancias las que obligaron, tanto al vate chileno como a los tres poetas arábigoandaluses, a vivir en la expatriación. El primero, si bien se queda en España y en un lugar que no le pertenece, finalmente reencuentra un espacio propio en la escritura (Adorno 2001); en cuanto al trío poético, uno se había trasladado a la Península Ibérica atraído por el boato y la estabilidad del Imperio Omeya, mientras que los otros dos andaluses, un monarca y un poeta respectivamente, debieron abandonarla desterrados; no obstante, los tres en su conjunto, forjaron su modus vivendi igualmente por intermedio de la escritura y el arte en general.
En efecto, el hogar del poeta chileno autoexiliado deja de ser provisional en la medida en que decide asentarse permanentemente en España, aunque en su fuero interno, debido a las frustraciones y penurias que ha experimentado, continúa sintiéndose prisionero de su desarraigo; cuando asume el extrañamiento de la tríade de poetas arábigoandaluses como paradigma de su propia experiencia y, en virtud de su existencia y escritura poética, consigue liberarse y superar gradualmente ese sentimiento de pérdida, de extrema soledad y estados confusos de su ser y que subyuga a todo desterrado (Said 2005: 179-185). En esta dimensión, el vate toma conciencia de que vivir en España y en contacto con la historia árabe musulmana le ha permitido adquirir dos culturas que fecundan simultáneamente su numen: una integrada por el entorno viejo de sus raíces chilenas y otra por el entorno nuevo proporcionado por la producción de esta tríade poética. Macías se impregna de sus obras ya traducidas, recrea sus vidas como extensión de la propia y, con la libertad que tiene para involucrarse en sus experiencias, construye una poética que se ha denominado en este artículo “neoarábigoandalusa” en la cual “… Hay también una particular sensación de logro conseguido en el hecho de actuar como si uno estuviera en casa dondequiera que resulte estar…” (Said 2005: 195).
Es evidente que este constructo “neoarábigoandalus” está fundamentado en el restablecimiento de experiencias históricas y específicas de esta tríade en un momento determinado de sus existencias; por consiguiente, Macías, al recrearlos líricamente, instaura un discurso con una factura exótica y sensual en el cual se propone satisfacer esa anhelada búsqueda identitaria cultural y emotiva, como un principio integrador de su pasado irrenunciable y, al mismo tiempo, le permite visibilizar, a través de un proceso de escritura, una singular representación de sí mismo con el aporte de imborrables poemas de soledad, quebranto, desesperanza y desarraigo, pues, en el decir de Said “…La presencia y la ausencia dejan de ser meras funciones de nuestra percepción y se convierten por el contrario en representaciones deseadas por el escritor…” (Said 2004, 179).
Desde una perspectiva estructural, Macías construye una composición que, en parte, evoca las formas líricas que se cultivaban en Al-Andalus , como la muwashaja, un género estrófico de rima y variada composición temática, y la poesía andalusí con carácter homoerótico masculino . En esta mixtura amolda su inspiración, reformulando una temática afín a esta particular atmósfera, resultando su lírica “neoarábigoandalusa”. De este modo, los poemas de Macías se caracterizan porque se dividen en estrofas a veces tituladas, otras numeradas; empleando el dístico, a veces con tono sentencioso, u organizadas en combinaciones de tercetos, cuartetos y quintetos. Emplea, además, el verso libre de breve, mediana y larga extensión, como también inserta, a modo de escenario, algunos arabismos , como “laúd”, “rebab”, “jarchas”, “Alhambra”, “cálamo”, “azahar”; o nombres propios árabes, verbigracia, “Allah”, “Abu Nuwas”, “Ziryab”, “Ibn Ammar”, “Rumaykiyya”. Asimismo, es necesario señalar que Macías reproduce un procedimiento intertextual utilizado en la cultura literaria árabe, esto es la inserción de versos ajenos del autor arábigoandalus que está inspirando su obra. Esta estrategia discursiva -para los árabes, distanciada de todo plagio- se considera un recurso literario legítimo, en la medida en que su modelo sea emulado, el poema goce de originalidad con un profundo sentido estético y, fundamentalmente, que se encomie a su autor .

2. LA POESÍA “NEOARÁBIGOANDALUSA”
El tema árabe en la producción escritural de Macías se remonta, sin duda, a las lecturas de Las mil y unas noches que realizó en su juventud, y que reforzó ahora autoexiliado en España, cuando conoció las traducciones de los arabistas españoles de la literatura de Al-Andalus. Este saber lo amplió, además, con el del mundo oriental antiguo (Egipto, Mesopotamia). De este modo, estimulado por la temática arábigoandalusa, comenzó a publicar nuevos poemarios, escribiendo con estrategias textuales definidas y con un estilo personal que lo van a consolidar, según la arabista María Jesús Rubiera , como ‘el poeta andino de Al- Andalus’. Los primeros indicios con tema árabe referido a la España arábigoandalusa aparecen en poemas sueltos en que se mencionan elementos específicos de esta cultura; verbigracia, el río Guadalquivir, la ciudad de Granada, jazmines, naranjos, luz, huertos, etc.; después, dedicará poemarios completos a esta temática. Así, en Memoria del exilio (1986) se encuentras estos versos alusivos al tema árabe; “[Estuve] En la silla del Moro en medio de una primavera / de jazmines/ de Granada”; y en otro poemario, Noche de nadie (1988), un poema está impregnado de imágenes con un tenue erotismo y comparaciones árabes: “Como el poeta/ que en al Andalus/ tocó el laúd del Guadalquivir,/ cultivo el jardín/ de la memoria./ Como Ibn Jafaya , / labro en los árboles/ la paz de las hojas, y te espero, pastora del amor, sobre el tapiz de la noche”. Esta temática también se encuentra en el poemario El libro del tiempo (1988): “Fui viajero del Guadalquivir entre naranjos de luz/ y alondras de orégano. Me arrebujé bajo los limoneros que cantaban en los/ huertos de Sevilla la infancia de Machado…”. Asimismo, en varios poemas recreó la herencia árabe en España: “… Peregrinos venidos desde Tetuán./ Conquistadores más allá del desierto/ grabaron el lenguaje de la Alhambra. / Y dejaron sobre el tablero de la tierra/ el ajedrez de la memoria.” (“El ajedrez de la memoria”, Ruiz 281). Es dable destacar que la cultura mesopotámica igualmente ha sido objeto de inspiración en la escritura de Macías. Así, en el poemario Crónica de un latinoamericano sobre Bagdad y otros lugares encantados (1997) que publicó, luego de participar en el Festival Internacional de Poesía de Marbid , presenta los efectos de la guerra con Irán, pero trascendidos de belleza y dolor en conexión con el encantamiento de la poesía: “Las aguas bíblicas del Tigris/ mecen mis palabras./ Me alivian el sufrimiento/ de sentirme en plena guerra,/ con misiles que caen / sobre el corazón de las palmeras.” (“Aguas bíblicas”, Crónica… 73). Asimismo, después de recorrer las ruinas de la cultura mesopotámica enclavada entre el Tigris y el Éufrates, el escritor exterioriza composiciones líricas con imágenes de Las mil y una noches, La Biblia, héroes épicos, dioses, ciudades antiguas, entre otras y, a veces, con vestigios de su origen sureño: “Están lejos mis amigos,/ los paseos noctámbulos,/ mi vino que iluminaban los astros,/ los cerezos invadidos de luciérnagas,/ las largas lluvias del sur,/ los esteros donde me embriago con el arrak / que me ofrecen en la bandeja de Nannar ./ Siento mi corazón frágil como una flor./ Vuelvo a beber lleno de nostalgia./ Me duermo suavemente bajo una palmera./ Cuando despierto ya es el alba./ La luz derrota mis sueños andinos.” (“El viaje”, Crónica… 35).
De algún modo, el poeta sobrellevará el autoexilio cuando en varios poemarios incluya, además del tópico de la nostalgia y la soledad, el tema amoroso en una dimensión mítica. Esto se puede observar en El Paraíso oculto (2000) en el cual aparece el tema de la expulsión de Adán y Eva del paraíso, metaforizándolo. El poeta necesita de la figura de la amada y del amor que le prodigue, para que lo proteja, lo guíe y participe de su destino en un cosmos inmutable, donde habita un dios lejano e irascible: “¿Quienes somos/ en la simetría del Universo?/ De nuestros amor/ nacieron otros seres/ a imagen y semejanza de la arcilla dolida./ La tierra se fue poblando/ con reinos de infancia,/ ilusiones que conmueven./ Vimos que unos eran buenos,/ pero otros cambiaron la inocencia,/ dejándose llevar por la codicia,/ el crimen, el poder./ Y se olvidaron de la humanidad./ Lloramos con tal fuerza./ que dejamos iniciado el diluvio.”(Ruiz 325)
El residir en Madrid no ha sido óbice para que el escritor encuentre otra fuente de inspiración que emana de su resiliencia y experiencia de vida. De esta manera, su nueva identidad poética “… se manifiesta en un movimiento permanente y una búsqueda de equilibrio entre las experiencias del pasado y del presente…” (Nómez 118), es decir, Sergio Macías vuelve a retomar el tema árabe que, en su juventud escritural, había esbozado y, ahora, a través del contacto in situ, adquiere el conocimiento necesario de la cultura literaria arábigoandalusa, creando obras significativas que, de algún modo, contribuirán a la lírica hispanoamericana. La producción que brota de su estro creativo descubre y renueva un arte que había estado reducido a determinadas coordenadas históricas en Al-Andalus. Como hemos señalado, se trata de una poesía singular donde el escritor sintoniza el ámbito telúrico y de destierro, asimilándolos a paradigmas arabeislámicos. En virtud de ellos consigue expresar sus vivencias, liberar las cargas emotivas, apostrofar y exorcizar la soledad y la lejanía. Sin duda, el vate se ha propuesto recuperar, en otros modelos, es decir, inspirado en la producción de la triade arábigoandalusa, aquellas imágenes pretéritas y telúricas, henchidas de sensibilidad y belleza.
En esta perspectiva, se puede aseverar que la predilección de Macías por el tema árabe se debe a que se ha identificado con estas tres figuras literarias procedentes de Al-Andalus y que han experimentado como él la nostalgia y el dolor del destierro. Se produce en el poeta Macías una suerte de sintonización espiritual con la lírica de aquellos, armonizándola con su experiencia vital, cuyo resultado es una poesía con originalidad en las imágenes, con un sentido decorativo y plástico, acogiendo y adaptando como propios una realidad poética cual orfebre de la palabra . De esta manera, este escritor chileno imbuido de toda esta cultura arábigoandalusa la incorpora a su poesía en un acto luminoso, de admiración y de libertad y, a la vez, como una manera de reescribir la poesía telúrica de sus años mozos, pero en moldes exóticos orientales árabes que lo fusionan e interpretan, sin perder su esencia. La admiración de este escritor por los poetas del Al-Andalus devino en una suerte de hibridismo cultural poético, en el cual la influencia de la poesía árabe, con su sensual lirismo y peregrinas metáforas orientales, va a impregnar su poesía, con ese sentimiento de desarraigo inherente a aquella padecida por tres autores : uno desterrado en el emirato, y dos exiliados durante la disgregación del Califato, en la época del Al-Andalus.

3. EL MÚSICO ZIRYAB
Es reveladora la afinidad artística y espiritual que Macías encuentra en el poeta del Al-Andalus, Ziryab , cuya vida transcurrió en Bagdad, pero más tarde deambuló desterrado por Siria y el norte de África, hasta que se estableció en el emirato de Córdoba. Inspirado en esta figura, el vate Macías publica el poemario narrativo Ziryab el mágico cantor de Oriente , donde desglosa líricamente los escenarios característicos de la existencia desterrada del músico en las cortes bagdadí y andalusí, los cuales, de alguna manera, pueden ser interpretados como una parte simbólica del derrotero del escritor chileno.
Este poema narrativo presenta la naturaleza sojuzgada por el decir del hablante lírico: “Las aguas del Tigris deslumbran de luz./ Un aroma de azahares cubre el antiguo paisaje iluminado/ de mariposas que se equilibran sobre las flores./ Entre higueras y naranjos un músico tañe las cuerdas que desatan/ la alegría de los pájaros sobre el alféizar del horizonte./ Los sonidos del laúd y la dulzura de su voz silencian el ritmo/ de los arroyos que hacen danzar a hojas y nubes.” (13). La voz lírica, además, confirma el beneplácito de la divinidad hacia el destino prometedor que anuncia el triunfo del músico: “…Con la llamada del muecín queda absorto en la oración./ Escucha la voz profunda de Allah:¬ - Premio tu fe y perseverancia./ Tus melodías trascenderán y darán armonía al mundo.” (14). El lenguaje poético que emplea Macías resume la admiración que le produce la naturaleza, antes singularizada con vocablos sureños, ahora trasplantada con algunos arabismos. Y tal vez se desliza el profundo anhelo del escritor de que sus composiciones logren repercusión en el orbe.
A continuación, el poema narra cómo las composiciones musicales de Ziryab se difunden por el imperio de Harun Ar-Rashid y, por eso, provocan la ira del maestro Al- Mawsili: “Las gentes que sólo buscan la paz para curar sus tristezas,/ se abandonan a la inmortalidad que les lleva las melodías…./ El maestro Al- Mawsili pasea entre los árboles. Oye/ los suaves arpegios que pregone el viento./… Rojo de ira increpa al joven compositor haciendo huir/ a los súbditos del reino./ -¡Esta es una melodía extraña! Yo no la he enseñado./…Ziryab responde:- Lo aprendí de la naturaleza./ Sólo con la música soy libre, como el poeta con la palabra.” (18-19). La insistencia del maestro y los argumentos persuasivos para que abandone las innovadas composiciones, motivan la respuesta de Ziryab que sintetiza su quehacer artístico en comunión con la naturaleza: “…La razón de mis composiciones está en el rumor de las hojas./ En la melodía del agua y en el viaje de las nubes./…. El arte se labra pulcramente con la perseverancia del mar sobre las rocas del silencio./…Me gusta descubrir los misterios. El universo en cada semilla./…(20-24). Y aunque su maestro lo obliga a tocar sus partituras, diciéndole: “…Recuerda que mi ira no perdona la traición” (25), en Ziryab es más intenso el exteriorizar su arte: “… ¡Ay! Deseo perpetuarme como el viento./ Como el fulgor del cosmos./ Como la energía que se despliega al alba./… Vivir para lo que más me gusta: la música que me transporta hacia los cielos./…” (28). Entonces le dedica al califa Harun Ar-Rashid todo su arte: “…toca y canta con la fuerza de la pureza./ Sus compasiones embriagan por la calidez de su ternura./ Las alas se excitan acariciadas por los suaves sonidos/ que producen una paz inconmensurable./” (33-34). En esta dimensión resulta significativa la presencia del maestro Al- Mawsili que representaría el régimen dictatorial y las persecuciones que sufrió Macías previo a su destierro.
Ziryab fue expulsado y obligado al exilio más allá del Tigris, del Éufrates y Egipto: “… Comenzó su andar con un abandono que le pesaba/ como un océano interminable./ Como una montaña de oscuros árboles. Como noche de cenizas./…”(44). Experimenta el dolor, el desarraigo, la melancolía por la pérdida de la tierra natal, pero “…La música y las oraciones mantienen la fortaleza de su ser./…” (49). Subsiste entre beduinos y como pendolista hasta que decide volver a tocar el laúd y cantar: “…Su fama se esparce por los pueblos: Los que llevan tristezas/ se curan con sus tañidos. Sienten la paz de las huríes./” (54). Sin duda que el alejamiento forzoso de Ziryab de su hogar es similar al de Macías, quien se desplazó con su familia hacia México, luego a Alemania para, finalmente, radicarse en España. Estos versos interpretan y mimetizan el desarraigo de ambos: “…Comenzó a conocer otras realidades. Oír diversas resonancias./ Percibir diferentes olores, silencios, poderosas soledades./ A desvariar entre las tormentas del destierro…” (43). “…Difícil es para el desterrado vivir ausente de su país./ Las evocaciones son elegías que se derraman por ríos de sangre…” (45)
Al lucrar con su arte, Ziryab puede comprar dos jóvenes esposas: “… Con ellas comparte sueños, esperanzas, ardores del alma y de la carne…” (56). Su arte se difunde por África y, más tarde, en Al-Andalus, donde reforma la vida palaciega: “…Abder Ramman II [sic] le recompensa con propiedades y abundantes/ sacos de monedas, diciéndole: -Con razón te llaman el mirlo./ Desde ahora Córdoba será tu tierra.-…” /(72). En tanto, cierta analogía se presenta en Macías que sobrevive con sus clases de literatura, conferencias y las publicaciones de sus obras, radicándose en la Península Ibérica. Los poemarios acumulan el depósito de su desasosiego espiritual y profunda soledad que traslada a la voz del hablante lírico: “… Le pesa la soledad,/ el desvelo,/la nostalgia,/ el silencio de las galaxias./…” (46) “… Sin patria no existe consuelo para la angustia que roe el alma/ y los huesos. Ni para la pobreza que atormenta las entrañas…” (51). Y aunque ha aprehendido y asimilado el otrora esplendor arábigoandalus, el hablante lírico siente que “…Bajo la luna su desventura. Abatimiento oculto en el alma. /Se aleja cada más de su patria. Su corazón sangra como las amapolas.” (61). Así, Ziryab y Macías se adhieren en un lirismo singular.

4. EL REY-POETA AL-MUTAMID.
La cultura literaria arábigoandalusa le proporcionó a Macías otra figura que le ha permitido reescribir su vida agobiada por el dolor del desarraigo y la soledad entremezclada con elementos de la naturaleza, pero con moldes exóticos orientales árabes que lo fusionan e interpretan sin perder su esencia. En efecto, inspirado en el rey-poeta de Sevilla Al-Mutamid (1040-1095) publica El manuscrito de los sueños , un poemario con carácter narrativo, que se estructura a base de treinta y seis poemas y un epílogo. La trama es la historia de amor del rey Al-Mutamid y su esclava Rumaykiyya (Itimad cuando se convierte en su esposa), más el tema del despecho del amante del soberano, el poeta Ibn Ammar , el cual se debate entre los celos, el odio y la soledad, para morir, finalmente, a manos del rey. También los amantes terminan con un destino fatal: marchan a Agmat (Marruecos) al destierro, donde todo es dolor, nostalgia y muerte.
El poemario se inicia con la descripción que realiza el hablante lírico de Sevilla, la ciudad-escenario del rey y su historia. Traza un ambiente árabe, colmado de imágenes sinestésicas y prosopopéyicas: “Los almendros encendidos por el sol/ destilan el fuego del día./ El rumor de los arroyos/ atraviesa el ojo del tiempo./ Los dedos de la brisa/ tocan el arpa de los sauces./ Y el corazón de Sevilla/ se abre como rosa de luz”. (“1”, Macías11). También describe el escenario de amor del amante del rey de triste desenlace: “…Crece la pasión del amante/ forjada en la fragua de los pétalos./ Bajo la almohada de la hierba/ late el corazón de la tierra./ Ibn Ammar extiende su manto de oro/ para que la luna anide la ternura. Limpia los labios del monarca/con el agua misteriosa del rocío./ Y peina los frágiles cabellos/ con ramitas de primavera.” (“4”, Macías 14-15). El amor entre ambos está enmarcado en una idílica naturaleza: “… El amor se anida bajo el árbol del tiempo/ cuando las margaritas bordan lagartijas/ en los pañuelos de la hierba./ Y la noche cubre con su manto de estrellas,/ el hermoso cuerpo del poeta-guerrero./ Vela sus sueños el fiel Ibn Ammar,/ mientras la melodía del agua/ fluye entre murallas vegetales.” (“6”, Macías 18). La pasión se interrumpe para siempre cuando aparece la esclava Rumaykiyya , cuya belleza congrega algunas metáforas y comparaciones tradicionales árabes: “Los amantes caminan a orillas del río/ seducidos por los aromas,/ las palabras siderales,/ las paz de los mimbres./ Entre un oleaje de salvias/ surge la esclava Rumaykiyya./ Danza sobre tapices de flores./ Su voz es suave como la brisa/ que embriaga a los manzanos./ Frágil como la tórtola/ alhajada de luz./ La tejedora del sol/ tienes ojos de almendra,/ y suave andar de gacela…” (“7”, Macías 19-20). El rey y su esclava inician su romance, en una dimensión cósmica, lumínica, paradisíaca: “…se aman entre viñedos de astros./ Se derrama la luz/ sobre los azahares/ y el gozo queda/ en la melodía de la floresta./ Los murmullos de los juncos/ rememoran el paraíso de las corolas/… De la boca del poeta/ fluyen jarchas de amor,/ que cantan los pájaros/ sobre las filigranas del horizonte…” (“10”, Macías 24-25). En tanto, Ibn Ammar, el amante dolido y rechazado, es condenado al olvido. Entonces el amor por su rey se convierte en despecho, venganza y odio, pues proclama a la ciudad su secreto idilio. Es condenado a prisión y asesinado por el soberano, poseedor de una potencia cósmica: “…El amante cincela su angustia/sobre los cálices de las rosas./ En el minarete de las estrellas,/ se desgarra en aullidos de soledad./ El despecho hiere el alma/ alimentada con dulces canciones …Blasfemia y venganza/ contra el que en un tiempo/ le hizo conocer el encanto/ las ansias, los delirios…Escupe la hiel detenida de la amargura./…Y selló su destino para siempre,/ en las mazmorras de al-Mubarak./…El rey-poeta acude/ con su hacha de astros,/ forjada en las batallas de al-Andalus./ La entierra entre las vigas de la sangre./…” (“18”, “21”, “29”, Macías 37- 39, 43 y 58). Embelesado por la pasión, el rey-poeta Al-Mutamid continúa amando a su esclava, a quien le dedica versos que parecieran fusionarse con el decir del propio hablante lírico: “… Soy el hombre del Sur, / que se consume en tu sonrisa./ Alegría que fluye de tus ojos de gacela./ Mis versos están tejidos por los arco iris./ Y mi amor por tu cuerpo de mariposa.” (“20”, Macías 42). La naturaleza se erotiza ante la pasión de los amantes: “Las flores derraman/ su semen de luz/ sobre el vientre de la tierra./ El rey-poeta cubre a su amada,/ con besos como pétalos de rocío./ Descarga sus placeres/ con la eficacia de las mareas./…” (“24”, Macías 47). Sin embargo, un sueño premonitorio del rey amenaza el futuro de la pareja: “Pero ese día el amado soñó/ que una oscuridad le invadía,/ bajo las alas negras de los cuervos/ y caballos de luna despavoridos./ Perros destripaban a los astros./ Búhos del insomnio/ se perdían en el vacío./ Mientras las cenizas del cielo,/ ahogaban el esplendor de los escorpiones.” (“32”, Macías 63) . El poemario muestra al hablante lírico solidarizando con el dolor y la nostalgia del expulsado de su amada tierra: “Convertido en esclavo/ marcha al destierro./ Le acompaña Rumaykiyya./ Todos se inclinan ante su bravura./ Lleva el León de Oriente/ furia y pesar en el corazón,/ y gumías , de nieve en el cabello.”…“Recuerda su infancia en Silves./ Huertos con pájaros como lirios./ Las mejillas de las amapolas./Árboles que deslizan el rocío…” “…Camina engrillado/ bajo la tristeza de su pueblo./ Entona la melodía de los naranjos./ lleva en su rostro el orgullo del olivo./ En los campos de África/ mira los vuelos libres /de perdices y tórtolas…”. (“33”, “34”, “35”, Macías 66-69).
El título, El manuscrito de los sueños, interpreta y metaforiza el propósito del autor chileno de entregar una arquitectura poética de sustantivos y adjetivos emanada del conocimiento de algunos escritores arábigoandaluses. Asimismo, este poemario se caracteriza por una novedosa recreación estética verbal, con la cual se describe la existencia apasionada y dramática de un rey-poeta que, como el autor Macías, sufrió el destierro. Las representaciones de la naturaleza, alejadas de la otrora metáfora y comparaciones telúricas, se enmarcan en la herencia poética adquirida por el autor, al construir singulares imágenes, con énfasis en la referencia lumínica (‘encendidos por el sol’, ‘antílopes de luz’); en las arbóreas (‘brazos de los limoneros’, ‘perfume de los acacios’); en las herbáceas (‘oleaje de salvias’, ‘piel de campánula’); en las florales (‘temblor de los narcisos’, ‘fragua de los pétalos’); en las frutales (‘ojos de almendra’, ‘viñedos de astros’); en los animales (‘nidos de palomas de arena’, ‘búhos de luna’); en lo acuoso (‘arpegios del río’, ‘mar de las penas’); en lo sensual (‘los senos azules del día’, ‘su semen de luz’); y también en el uso de algunos arabismos, asida ,‘abu qalamun’ , chilaba , mizmar , gumía, entre otras. 

5. IBN ZAYDUN, EL POETA AMANTE Y OLVIDADO.
Coincidencias temáticas con el poemario anterior se encuentra en el libro El hechizo de Ibn Zaydun con el subtítulo “Una historia de Al-Andalus”. La trama está centrada en la vida de un poeta cortesano, Ibn Zaydun , y las consecuencias de una relación amorosa que sostuvo con Wal-lada , una princesa poetisa. Al respecto, Teresa Garulo señala que esta escritora, además del tema amoroso, cultivó el tema satírico “con cierta asiduidad”, en contra de sus amantes (143). Cuando el escritor chileno obtuvo información de la vida y obra de Ibn Zaydun, le produjo sin duda una nueva impresión, principalmente por el tema del destierro, el tratamiento poético del amor y el singular rol que desempeña la naturaleza, exhibida en íntima armonía con las emociones y la sensibilidad del poeta hispanoárabe. Macías ha dicho de Ibn Zaydun y, tal vez de sí mismo, en el prólogo de esta obra:

“…De esta situación emocional [el destierro] surge su valiosa poesía de amor y soledad. También testimonial, imaginativa, fatalista, metafórica, hermosa, nostálgica, pasional y conmovedora. La memoria trabaja en función del recuerdo que está determinado por el sentimiento. Y éste hace surgir la imagen de la amante perdida pero no olvidada. El ideal poético es siempre el amor… Los recuerdos se entrelazan con la patria telúrica, de ellos se sirve el autor para describir también la región del espíritu ante la lejanía del ser amado. El poeta desdeñado se enfrenta al confinamiento, a un mundo donde le invade la soledad…”. (Macías 5).

El poemario consta de cuarenta y seis poemas numerados, en verso libre y de breve extensión. Sirven de escenario la ciudad de Córdoba y el río Guadalquivir. El hablante lírico, aunque distanciado en la tercera persona, se integra a este espacio con las imágenes recurrentes que expresan su vínculo y el de Ibn Zaydun con la naturaleza idílica: “Miró hacia los astros/ que caían como luciérnagas/ sobre la piel de los jazmines./ Tejió su poesía/ en la rueca del aire./ El corazón deliraba/ de juventud y placer/ por su amada Córdoba./ Y la luz se destrenzaba/ sobre el río Guadalquivir.” (“1”, Macías 9). En otro poema no deja de omitir que “Córdoba lozana” , plena de olores, ha sido un centro de la actividad intelectual y estética de Al-Andalus: “El poeta canta a los olivos,/ al aroma de azahar./ Y se refugia enmudecido/ para soñar junto a un surtidor/ en el templo de las flores./ El pensamiento se hace luz/ en la geometría cósmica./ La filosofía del silencio/ crece en la floración de los naranjos” (“2”, Macías 10). Luego, la voz lírica presenta al poeta que se ha nutrido y embriagado poéticamente de esta tierra andalusa: “Ibn Zaydun no puede vivir/ sin su tierra de cereales./ Ni los ojos fulgurantes/de los pájaros de al- Andalus”… “Él se embriaga con el vino/ que fluye como río por la sangre./ Siente el ardor misterioso/ de las uvas rutilantes./ Escribe con tinta de jacintos/ sobre la floración del Sur…” (“3” y “5”, Macías 11-13). También la voz lírica convoca la música con sus emociones y seres paradisíacos musulmanes: “Ibn Zaydun toca el laúd/ sobre el monte de los luceros./ En el cielo danzan/ las huríes seducidas./ La orquesta sideral/alegra la breve existencia.” (“10”, Macías 18). Asimismo, los habitantes de Córdoba se sienten embelesados con los poemas de su aedo. En el siguiente ejemplo, el autor Macías hace uso de la intertextualidad al insertar un poema del propio Ibn Zaydun. Así, el hablante lírico señala que el poeta es distinguido por su audiencia: “Los ciudadanos le piden casidas ,/ y él deja que su ilusión les deleite:/”Cuántas veces pedí vino a una gacela/ y ella me ofrecía vino y rosas,/pues pasaba la noche libando/el licor de sus labios/y cogiendo rosas en su mejilla.” ¡Ah! El verbo fluye incontenible/ de ánfora de los sueños.”…(“12”, Macías 20). Como se indicó anteriormente, la inserción de versos ajenos en la obra de un autor era una modalidad aceptada y utilizada en la literatura árabe clásica, pues indicaba la admiración y el tributo que el vate sentía y homenajeaba la obra del imitado. Similar actitud se presenta en Macías con respecto al poeta Ibn Zaydun.
Instalado este escenario, el poeta cordobés se siente atraído hacia la figura de la princesa Wal-lada, y le dedica sus composiciones líricas, pues ella es “La hija del califa omeya al-Mustakfi/ es más hermosa que todas las flores./ Se llama Wal-lada. Gacela de las auroras./ Él la ahoga con el fuego de su mirada./ Nunca fue tan feliz el poeta al sentirse/ hechizado por la imagen y la palabra.” (“13”, Macías 21). La princesa también compone poesía y su creación lírica puede establecer una conexión entre lo cósmico y la naturaleza: “Ella escribe versos/ con dedos de luna./ Reflexiona sobre la materia,/ la dulce brisa/que acaricia a los naranjos./ Las luces del cielo/ iluminan tenuemente/ los líquenes del crepúsculo.” (“15”, Macías 23). Este espacio atemporal, pleno de elementos vegetales y siderales, permite que florezca la pasión de los amantes: “El delirio del amor/ no tiene límites./ El tacto del tiempo/ no existe./ La juventud se desborda/ bajo el manto de la belleza… Reina la pasión en los ojos del olivo/…El aire huele a alhucemas./ El gozo se cubre con el azul/ deslumbrante de la Vía Láctea…” (“17” y “18”, Macías 25-26). Pero, del mismo modo, es la naturaleza la que anuncia la separación de los amantes con la llegada de la esclava Amina, cuya belleza negra obnubila al poeta: “En un día de ansiedades,/ de pájaros fugitivos./ De colibríes perdidos/ en el jardín de las rosas/ una nube oscura cubre/ al poeta conmovido/ por la fugacidad de las hojas…” (“19”, Macías 27) El hablante lírico realiza una pintura de “Amina, la de los ojos grandes,/ donde cabe todo el firmamento...” “Tiene cuerpo grácil/ como Antílope de sol…” “…La hermosa figura/ contiene el misterio/ y el ardor de su raza oscura…” (“20”, “21”, “22”, Macías 28-31). De nuevo se presenta la intertextualidad, pues el hablante lírico, fusionado con esta traición amorosa, inserta versos que el poeta Ibn Zaydun había dedicado a su amada: “…Sólo queda el verso para Wal-lada: “Aquella muchacha de ojos bellos,/de fragancia deliciosa,/de aliento perfumado,/ de aroma penetrante,/ me tendió su fina mano, y comprendí/ que era hermosa mujer/ de mirada seductora…” . La pasión desborda a Ibn Zaydun, pues ama intensamente a Amina, olvidando a su amada princesa: “…El cuerpo azabache/ se refugia tembloroso/ entre los arcos de sus brazos”... “Incapaces de poner límite al deseo,/ la pasión elevó el fuego misterioso/ que reina en las adelfas./ Wal-lada sorprende a su amante/ en el lecho de la esclava…” (“28”, “29”, Macías 28 y 30). El poeta arrepentido busca el perdón, pero “…De la alegría cae al abandono./ Se cubre con la túnica de la soledad…” “Sus batallas por recuperarla/ le acercan a la muerte…” (“30”, “32”, Macías 38 y 40). La princesa Wal-lada busca otro amante y transforma su amor en odio y venganza, a pesar del arrepentimiento del poeta, quien, a la postre, es encarcelado y luego desterrado: “…No hay compasión/ para su dolor herido./ Ella en el despecho/ busca a un ambicioso visir/ para curar su herida.” (“32”, Macías 40). Al poeta encerrado y aquejado únicamente lo consuela el rumor de la naturaleza exterior. El poema termina con otra intertextualidad: “Enviado a prisión y al olvido/ sigue soñando con Wal-lada”… “El poeta oye la brisa/ que despierta a los árboles…En su delirio canta: Oh tú que has cortado/ los lazos de mi amor,/ y has desatado/ los lazos de mi abandono.” (“33”, “34”, Macías 41-42) . Se dirige a Sevilla, desterrado, donde trascurre su dolorosa vida hasta su muerte. Según una leyenda, su alma ha estado eternamente ligada al amor verdadero y sincero que sintió por Wal-lada. En este sentido, los poemas que describen esta última etapa de Ibn Zaydun interpretan el sentir de todo exiliado, como es el autor de este poemario y, tal vez, Wal-lada sea, además del amor, la patria querida y añorada: “…El destierro le arranca de sus raíces./ Su identidad se pierde en el horizonte./ El hombre sólo es feliz/ cuando se funde con su tierra.” “No hay peor sufrimiento/ que las cadenas del exilio./ Nada conforma el desarraigo./ La condena a sobrevivir/ en un paisaje extraño…” “…Como sauce solitario,/ languidece su cuerpo,/ hacia donde se silencian las raíces…”. (“36”, “38”, “39”, Macías 44, 46 y 47).
Las imágenes están a tono con el dolor y el exilio y nuevamente el universo solidariza con su tristeza. Finalmente, cuando Ibn Zaydun ya ha muerto, su alma vuela al huerto de Córdoba y se convierte en leyenda, junto a su amada: “A esta hora los diamantes del cielo/ se encienden como cirios./ Un hombre y una mujer se encuentran/ entre las arboledas del silencio…”. (“46”, Macías 54). Este poemario permite una vez más al autor Macías no solo recuperar su compromiso con la naturaleza, sino también proyectar su sentimiento como desterrado de su Chile natal.



6. CONCLUSIÓN
La opción del escritor Sergio Macías por vivir el autoexilio en España le ha permitido ponerlo en contacto con la lírica arábigoandalusa, introduciéndolo en un mundo nuevo de expresividad y belleza, conforme con aquella que había expresado en sus poemarios láricos y telúricos de otrora. Al asimilar el legado de la cultura literaria de los árabes de Al-Andalus no hizo más que hacer suyo, por afinidad espiritual y sensorial, el derrotero de quienes cantan con nostalgia y añoranza a su tierra amada. Su particular poesía afín a la triade manifiesta la no pertenencia, el pathos del exilio, la experiencia de vivir en soledad y la sensación de no haberla superado.

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