Amílcar Osorio (Santa Rosa de Cabal, Colombia 1940-1985, hizo estudios en el seminario de Jericó, de donde salió para con Gonzalo Arango fundar el Nadaísmo, un tardío movimiento de vanguardia colombiano, al cual también perteneció Jaime Jaramillo Escobar. Según Eduardo Escobar, Osorio “eligió la poesía como forma del fracaso. Fue algo así como un secretario inútil de la nada en los principios del movimiento nadaísta, el lugarteniente adelantado de Gonzalo Arango. A quien ayudaba a retorcer sus manifiestos. Y de quien se consideraba cómplice abyecto. Tanta unión paró en ruptura. Y Amílcar, decepcionado de su idolatrado amigo, después de publicar algunos textos sofisticados y escandalosos se fue a Nueva York y más tarde se ubicó en San Francisco, en pleno auge del jipismo. Allá acabó de crecerse la melena y el bigote de tímido, vestido con los cuales regresaría al país en la década de los setenta. Después de publicar su único libro, Vana stanza, diván selecto (1984), murió ahogado, como temía que sucedería.” Con una novela inédita, Ejecución de la estatua, fue finalista en concurso de la editorial Seix Barral de España. Después de su muerte se publicó su libro de cuentos: El yacente de Mantegna (1987).
Plegaria nuclear de un cocacolo
Señor que te tienes
que me tienes
que tienes la galaxia
que tienes el uranio.
Señor, yo no me tengo.
Señor que habitas el átomo más azul
el más extenso el más redondo
el bastante construido.
Estoy sentado en este bar
y bebo coca cola
para poder hablarte:
ya tengo mis blue-jeans
de azul como de rosa submarina
desteñidos como un lavadero
donde terneros asexuados lavan
monedas falsas de oro y condecoraciones.
Ya tengo mi correa del este o del oeste
mi correa con chapa de sol
a medio día a la orilla del río
prolongada como el camino lechoso
que pintaste con yeso
sobre las nalgas la espalda el muslo
o el pecho de la noche.
Ya tengo mis mocasines de sur o norte
desalmados inherentes
ya llevan 15 días finos
y ellos como una bomba de jabón
y estos largos como el estornudo
del fusil más ahumado.
No tengo un automóvil que brille mejor
que dos naranjas en el refrigerador
que ruede mejor que dos bolas de billar
sobre el cielo verde que habita cuatro patas
pero tengo mis huesos largos
forrados de músculo brillante
que hacen caminar
pero no tengo cómo poner el brazo
contra la espalda de una cocacola
pero no tengo cómo sentir
mientras voy por el camino
el caballo castaño que me rueda –cola-de caballo-.
yo no me soy
yo no me tengo
pero yo he oído que hieren las estrellas
con esquirlas de granadas radioactivas
y lloran sus pestañas y sus párpados
yo he visto que juegan con fósforos enormes
y encienden el tabaco estratosférico
el cigarrillo
la ionosfera
yo he visto que juegan un billar circunterrestre
y hacen carambola con vanadio
que ensaya un ritmo largo
- que aúlla un perro con antenas-
he sabido que los perros orinan
contra el eje de la tierra
que ladran radiaciones a millares
de nudos de cometas
yo no me tengo
yo no me soy.
Señor, yo te confieso que bailo rock and roll
que me baño desnudo y solo
que una vez he fumado marihuana.
Señor, sólo te pido cigarrillos extranjeros
que me conserves los blue-jeans desteñidos
los mocasines largos
la coca cola helada
que me dejes ir al cine porque no tengo automóvil
sólo te exijo: yo no soy ni pienso ser.
Tiéneme, señor, que habitas el átomo más azul
y más extenso
y más redondo.
STANZA
parece que ante fue un garaje a donde vinieran
los carros a dormitar, parece que antes fue una
floristería de flores venenosas y dispersas. Parece
que antes también fue una botica de cosméticos
o algo por el estilo.
pero, en realidad, fue la morada de algunos pétalos,
de palabras inciertas, regalos y amores indecisos
todos.
parece que ahora es algo así como un recuerdo,
como algo que se alquila o se venera.
CUERPO CELESTE
Con aplicación reverente
va fundando besos
por todo mi cuerpo:
aquí uno frio y rápido
como un Aldebarán apagado,
aquí uno más ardiente, Betelgeuse,
aquí un mordisco, aquí una luna,
aquí otro y otro aquí, asteroides,
aquí las Pléyades, y en el pecho
la vagante supernova,
una binaria azul en las caderas,
uno de cráteres abiertos en la boca,
cúmulos estelares en la frente,
hasta convertirme en la equivocada
constelación de la Medusa
fija en el firmamento de esta noche.
DEL LADO DE LOS SUEÑOS
esta noche, la noche ha pasado su buen rato
recorriendo las avenidas desoladas,
visitando el purulento río
que parte la ciudad como su tajo de podre:
incógnita e indiscreta ha subido
las turbias escaleras que conducen
a hoteles y residencias donde los pederastas
hacen el amor con los muchachos;
impúdica y con aire despreocupado
se ha ido por callejones de cuchillos,
por crudas luces que caen a las calles
como empujadas desde las cantinas
y los lupanares de gritos recedidos.
Esta noche, en tanto, yo me he ido yendo solo
por las encrucijadas del lado de los sueños,
alejado de los sobresaltos, por un mundo
muelle y quieto, cercano e impalpable,
por unos estanques de luz sin precedentes,
por unos giros desconocidos y vagos,
para caer, de súbito, al amanecer,
entre sus brazos de aurora boreal.
A. P. V. y J. J.
Llora sobre mi corazón la lluvia
de su canato de muchacho desolado.
Lloro contenido de duras gotas,
trizas de mica tibia sobre el desierto
de este pecho que agita sus dunas
alejando cada vez los oasis:
lágrimas que se hunden en la piel
buscando las cisternas de la ternura,
lagrimas que buscan la sangre
para convertirse en rosas fijas.
“¡Llora sobre Rahoon!”, llora aunque sea sobre mí.
ÉTUDE IV
La palabra “garulla” —del demótico,
la entendía y pronunciaba
de manera muy precisa.
Sabía yo lo que significaba
pero no de la manera tan precisa
como él la sabía y solía musitarla.
Hoy, yo diría,
si no fue de manera
muy “garulla” (del demótico —preciso)
como se ha alejado
hacia las costas del Long Island Sound.
LA ALCOBA ESTREMECIDA
El muchacho al alba
sobre el lecho sentado
sus pies calza y deja
caer sobre las sábanas
aromas de su espliego,
antes de irse al colegio.
A quienes a muerte
han condenado les sucede,
y a los que perdieron
la guerra y a aquellos
después de recibir
en la mejilla el beso
de la despedida, se quedan
soñando en su lecho
con el muchacho
que al amanecer deja
la alcoba estremecida.
EL MUCHACHO DEL METROPOLITANO
—reproducción Romana
Una mano le queda,
a medio empuñar,
en la nalga izquierda.
Perdió la cabeza,
por algún pederasta,
en otros tiempos.
Los pies se le gastaron
viniendo al museo
—los muñones de mármol.
Los brazos, tal vez,
los agotó nadando
para venir a América,
o en un abrazo
despidiéndose.
El tronco curvado
a la manera curva
de los que saltan
o se ofrecen.
La parte del cuello
por donde la bajaron
vino y aire.
El pubis herido
en la parte
de los genitales
benevolentemente,
como para que no
reprodujera igualdades.
FORMINX
Entre su cuerpo y el mío
es una luna su muerte.
IV
En el cuenco de mis manos
ya no caben sus hombros.
Midón: “Calló el dueño,
calló el invitado,
calló el blanco crisantemo”.
Cerca de Perigord le comparé
a un “summer´s day” que se mutó
en esta tenebra: “Je suis le tenebreux,
le veuf, l´inconsolable”.
Un mausoleo le he levantado
en la memoria y que “juzguen
los dioses como se le ha amado”.
TORSO
El pedazo que queda
consiste en los tobillos,
el epigastrio, las caderas,
el bajo vientre.
Las nalgas y la espalda
están recostadas al muro.
No se sabe si es un despojo
de las guerras dorias
o un muchacho del gimnasio.
Pero muerto como vivo
es una mera estatua.
http://www.antoniomiranda.com.br/
iberoamerica/colombia/amilcar_osorio.html
El pedazo que queda
consiste en los tobillos,
el epigastrio, las caderas,
el bajo vientre.
Las nalgas y la espalda
están recostadas al muro.
No se sabe si es un despojo
de las guerras dorias
o un muchacho del gimnasio.
Pero muerto como vivo
es una mera estatua.
http://www.antoniomiranda.com.br/
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