PATRICK KAVANAGH (Inniskeen, 1904-Dublín, 1967) es uno de los principales poetas irlandeses del siglo XX. De origen campesino, su poesía se desarrolla entre oposiciones que marcaron su experiencia biográfica: de un lado, el amor por el campo y el rechazo a las restricciones vitales que impone; de otro, su inclinación por la mística y la denuncia de las opresivas estructuras católicas de la época.
Atraído por la poesía de T.S. Eliot –el primer libro que, ya adulto, tomó prestado en una biblioteca fue La tierra baldía- y de W.H. Auden, a quien consideraba el mejor poeta inglés del siglo XX, su obra se apartó de la imagen idílica y esencialista de Irlanda que habían creado los autores del movimiento simbolista, como W.B. Yeats. Ese rechazo abrió el camino para una poesía hecha sobre la dureza de lo rural, que transformaba la genealogía literaria y política del país; de ahí partirían poetas posteriores como Seamus Heaney –que ha escrito excelentes páginas sobre Kavanagh-, Derek Mahon o Paul Muldoon.
Su obra, no muy extensa, incluye dos novelas autobiográficas –The Green Fool (1938), Tarry Flynn (1948)- y cinco libros de poemas, entre los que destaca el poema-libro The Great Hunger (1942), considerado como una de las obras centrales de la poesía irlandesa moderna.
OBRA:
Poetry
1936 - Ploughman and Other Poems
1942 - The Great Hunger
1947 - A Soul For Sale
1958 - Recent Poems
1960 - Come Dance with Kitty Stobling and Other Poems
1964 - Collected Poems(ISBN 0 85616 100 4)
1972 - The Complete Poems of Patrick Kavanagh edited by Peter Kavanagh
1978 - Lough Derg
1996 - Selected Poems edited by Antoinette Quinn (ISBN 0140184856)
2004 - Collected Poems edited by Antoinette Quinn (ISBN 0-713-99599-8)
Prose
1938 - The Green Fool
1948 - Tarry Flynn (ISBN 0141183616)
1964 - Self Portrait - recording
1967 - Collected Prose
1971 - November Haggard a collection of prose and poetry edited by Peter Kavanagh
1978 - By Night Unstarred A conflated novel completed by Peter Kavanagh
2002 - A Poet's Country: Selected Prose edited by Antoinette Quinn (ISBN 1843510103)
Dramatisations
1966 - Tarry Flynn adapted by P.J O'Connor
1986 - The Great Hunger adapted by Tom Mac Intyre
1992 - Out of That Childhood Country John McArdle’s (1992), co-written with his brother Tommy and Eugene MacCabe is about Kavanagh’s youth loosely based on his writings.
1997 - Tarry Flynn adapted by Conall Morrison (modern dance and play)
2004 - The Green Fool adapted by Upstate Theatre Project
Conmemórame donde haya agua,
agua de canal, a ser posible,
tan calma y verde en el hondo verano.
Hermano, conmemórame así, bello,
junto a una esclusa donde ruge un Niágara
de cascadas para el tremendo silencio
de quien se sienta a mediados de julio. No
hablará en prosa
quien encuentre el camino a estas islas-
Parnaso.
Un cisne inclina la cabeza con sus muchas
disculpas,
la fantástica luz cruza ojos de puentes…
y, mirad, una barcaza llega llena de mitos
de Athy y de otras villas remotas.
Conmemórame sin tumbas de héroes bravos,
basta un banco en el canal para el paseante.
“Versos escritos en un barco del gran canal, Dublín”
La Hambruna (I)
Barro es el verbo y barro es la carne
donde los recolectores de patatas se mueven como espantapájaros mecánicos,
colina abajo – Maguire y sus hombres.
Si los contemplamos durante una hora, ¿hay algo que podamos probar
de la vida que se desloma sobre el Libro
de la Muerte? Aquí los cuervos graznan por ranas y gusanos
y las gaviotas como viejos periódicos se alejan de los setos, por suerte.
¿Hay alguna luz de la imaginación en estos terrones húmedos?
¿O por qué seguimos aquí, tiritando?
¿Cuál de estos hombres
amó la luz y amó a la reina,
virgen demasiado tiempo? Ayer era verano. ¿Quién se prometió a sí mismo matrimonio
antes de que las manzanas colgaran de los techos para Halloween?
Esperaremos, contemplaremos la tragedia hasta el telón,
hasta que la última alma ruede pasiva como un saco de barro
colina abajo, desviándose en los ángulos
que confundió el arado o forma la pala, estrechando el camino.
Un perro sobre harapos bajo un carro inclinado,
un caballo hoza por la cabecera, arrastrando
un arado de óxido. Tres cabezas cuelgan entre piernas
arqueadas. Octubre toca sinfonías en una cerca de mal alambre.
Maguire mira las sementeras aplanadas
y los pedernales que encendieron una vela por él en el altar de junio,
ya apagada. Pasaban las sementeras y pasaban los días
y agitaba su cabeza y se soltaba el ronzal del mundo,
y se creía más sensato que ninguno en el concejo
cuando entre pintas de porter se reía
por cómo escapó a las redes lanzadas
sobre las brechas de la experiencia. Negaba con su cabeza sabia
y fingía ante su alma
que los niños son tediosos en los campos apurados de abril
cuando los hombres recorren surcos amplios,
perdidos en la pasión que no necesita esposa–
y sólo se clavaban los dientes de las rastras.
Tanto gritan los niños que los cuervos podrían
llevarse un acre de semilla entre sus burlas.
Patrick Maguire llamó a su perro y lanzó una piedra al aire
y espantó a los pájaros que eran los pájaros del tiempo.
Revolver los terrones, deshacer la maraña.
¿Qué está buscando?
Piensa que son patatas, pero sabemos más
que sus dedos embarrados cuando tantean ese cabello muerto.
«Avanza esa macona y asiéntala
en aquel hueco. Quita los pernos del carro, Joe,
y ensilla el caballo», dice Maguire.
«Hay viento sobre Brannagan, habrá lluvia.
Atropa paja seca y que no caigan patatas
de la caja al bajar por ese paso enquebrado–
y eso hay que hacerlo en diciembre,
echar grava y poner un bordillo a la turbera. ¿Eso entre mi alfalfa
es el burro de Cassidy? Dios lo maldiga...
¿Dónde está el perro?
Nunca donde hace falta». Maguire gruñe y escupe
entre su bigote embarrado y mira alrededor desde lo alto.
Sus sueños cambian de nuevo como las nubes que lleva el viento
y no está tan seguro que su madre acertase
cuando alababa al hombre que desposaba un campo.
Míralo, míralo, ese hombre en la colina cuyo espíritu
es un saco húmedo restallando sobre las rodillas del tiempo.
Vive porque sus campos sigan siendo fértiles cuando su cuerpo
esté al fondo de una zanja con una cruz de rejas en el Nombre de Cristo.
De joven era suspicaz como una rata ante pan extraño
si las chicas reían; cuando gritaban él sabía que eran
las potras en celo. No podía seguir
el camino fácil de su destino. Soñaba
que la inocencia de las zarzas era traición de espina.
La garra, la garra de los campos desiguales... Nadie escapa.
No podía ser que más allá de las colinas el amor fuera libre
y las zanjas fueran planas.
Ninguna mano monstruosa tomó niños y soltó monos,
no como aquí.
«Dios, ¿por qué no fui sensato?».
Un suspiro como brisa entre cardos.
Mira hacia su casa y su granero. «Dios, ¿por qué no fui sensato?».
Pero una hoja arrancada de los matos de espino
se arroja como un petirrojo asustado, y la cerca
da una ventana al verde de la segunda hierba,
y él sabe que su corazón llama mentirosa a su madre.
La verdad de Dios es la vida – incluso en las formas grotescas del fuego vil.
El caballo alza la cabeza y la estira
entre tojos y piedras para pacer
la pasión muerta entre alfalfa enredada.
En el cerco hay un matorral cargado de grava, como la moral:
los necios que viven sangran cuando trepan.
El viento se inclina donde los Brady, las hojas de fárfara se horadan de herrumbre,
la lluvia cubre el rastro de los carros y los surcos del arado;
el sol amarillento refleja en Donaghmoyne
la luz conmovedora sobre charcos de pezuñas.
Ven, Imaginación, entra en esta casa de hierro
y veremos bajo el dintel los años que regresan veloces
y sabremos qué escribió la zurda del campesino en esa página.
Sé benévolo, octubre.
Ni un cloqueo, un relincho, un crujido, un graznido.
Recuerdo de los chopos
Caminaba entre los chopos otoñados que mi padre plantó
una tarde de abril cuando yo era un niño
que corría entre hileras de renuevos,
y él tomaba los tenaces, los prometedores.
Mi padre soñó bosques, está muerto;
y hay chopos en eriales
y a la orilla de acequias.
Cuando miro hacia arriba
veo a mi padre
asomarse por el cielo enramado.
Inocencia
Se rieron de mi amada…
la colina triangular que pendía
bajo Big Forth. Dijeron
que estaba encadenado a los setos de espino
de la vieja granja y no conocía el mundo.
Pero yo sabía que la puerta del amor a la vida
es la misma puerta en todas partes.
Avergonzado de la que amaba,
la arrojé de mí y la llamé zanja,
aunque me sonreía con violetas.
Pero ahora he vuelto a sus brazos de brezo;
el rocío de San Martín cubre
los tallos blanqueados de las patas.
¿Qué edad tengo?
No sé mi edad,
no tengo edad mortal.
Nada sé de mujeres,
nada sé de ciudades,
no puedo morir
si no salgo de estos setos de espino.
Tuve un futuro
Tuve un futuro,
un futuro.
Dioses de la imaginación, revivid
la personalidad de aquellas calles,
no unas calles cualesquiera,
sino las calles de mil novecientos cuarenta.
Dadme los ojos miopes con los que miraba,
la mente con memoria de animal,
la niebla que iba atravesando hasta el espejismo
que era mi futuro.
Las mujeres que debía encontrar
no estaban a la vista.
Y después el dolor del alma ciega
que sin saberlo está en su propio reino.
Dadme algún detalle
de cómo sentía el dinero,
sin la ansiedad posterior,
había futuro.
Mostradme la cama plegable donde dormía
en un cuarto de Drumcondra Road.
Que John Betjeman pase a buscarme en coche.
Es verano y el redoble oscuro
de la locura en Europa agita las alas
de las mariposas sobre el canal.
Tuve un futuro.
La hambruna y otros poemas (Pre-Textos, 2011)
Traducción de Fruela Fernández
http://fruela.blogspot.com/2012/02/patrick-kavanagh-1904-1967-la-hambruna.html
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