Ángel Zuaznabar (La Paz, 1955). Bolivia. Escritor y artista plástico, Bachiller en Artes (1975), Licenciado en Literatura (UMSA, 2005) con postgrados en Historia del Arte (París, 1976), Artes Gráficas (Barcelona 1976) y Educación Superior (La Paz, 2006). Ha publicado los libros: Los jardines después de la lluvia (1976); Papeles amarillos (1977); Antología poética (1992); Mucho brillo es peligroso (2005); Licantropía (2005) y Gotacoral (2009). Ha obtenido los premios: Diseño Gráfico (1982); Premio Nacional de Grabado (1983); mención especial del Premio Nacional de Cuentos Franz Tamayo (2002); primer premio de poesía en el Festival Internacional de Cultura (2004) y Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal (2004).
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una hoja, si
cayendo hacia arriba
así eres tú
gigante dormido
usas sábanas de nubes
como el aire el rocío
sólo un paso
parece que se mueve
el aire pasajero
crepúsculo rojizo
¿te robas el sol
o le haces el amor?
espuma cabalgando
brisa ondulada
ronco río ¿ríes?
calle vertical
apenas unas gradas
te esculpo descendiendo
un árbol unas hojas
que caen hacia arriba
eso eres tú
para el limón la manzana
es una fruta especial
definitivamente agria
árbol cortado
dos pasos circulares
tu sombra ronda
es gota nácar
un limoncillo verde
un lento beso
camina quedo
reposa inquieta
sombra sin tacto
arrolla el aire
una cuerda al reventar
notas que se van
brillan tus ojos
con ternura de orfebre
sonriendo sin fin
sentada al aire
apaciguas el viento
acariciando
raído niño
el arcoiris travieso
se reduce a nada
pollera rosa
gira como cascada
y vuelve a girar
flotas sin hablar
minucioso abalorio
entre mis manos
cuelga del cielo
un beso salpicado
llueve sin parar
la noche clara
se bebía la niebla
gota ä gota
ruidosa sombra
de pestañas oscuras
de signos raros
caminas río
las líneas de la mano
buscando estrellas
TANKAS
IMPOSIBLE
no ser ni tu luz
ni el cansado ropaje
de tu memoria
ni el infinito clamor
ni la impaciente dicha
penumbra clara
transparente viento
seda matinal
irisado resplandor
ondulante espada
fresca la niebla
golondrina lechosa
un paso en falso
y carda la húmeda
visión su pena
en la oscuridad
divagas sombra ajena
muerdes tu risa
de gris andar inquieta
pozo profundo y negro
desprendida luz
negrura arremangada
enigma eterno
camino junto a ti
soy sólo tu fantasma
un espectro azul
una caricia fugaz
un claro puñal
que renace en mi mano
que cercena tu luz
cicatriz apacible
enjalme de un recuerdo
armado de voces
que rugen de calladas
que ríen desdentadas
Instantánea
ata luz
al delgado sol
que quiebra la ventana
reúne la voz
el minúsculo beso
que ensortija el visillo
Portal
puerta rectangular oscura
encajada en el vano hosco
espécimen de mano trémula
presa caricia sosegada
oscuridad de presencia maciza
gris el triste inocente rincón
cegado por la mano ciega
que apenas puede asirla
puerta, puente levadizo
camino acurrucado
escalera de un solo escaño
animal abierto en celo
Subitánea
una a una sube cada una de las gradas
lomos angulosos trabados en una
adarga ondulada alfombra ascendente
cada paso más sumido en un sonido
todo descanso anida encrucijadas
una ventana intemporal trastornada
la honda distancia dueña de cornisas
del viento huye en un tropiezo
el laberinto en un sismo concentrado
la luz una mirada gris encandilada
Con tacto
no eres la furia ciega que escondió mi sed
que ha empujado al potro, pariente del fuego;
estrellada luz mengua su voz ante un espejo opaco
y escancia en pálido fulgor su ira transparente
Monstruo diminuto que esclaviza mis huesos
esculpe sus pasiones e insufla sus venas rotas
exhala el frenesí por sus fauces ardientes
y me deja una caricia azul parecida al cielo
Visita
Se regocija el viento
al anularse la luz
y baja la noche
por un río denso
impalpable
que me penetra
como un hacha
silenciosa
Algo
Vasto retablo
donde amarilla la luz
vaga ilusión
acariciando la superficie de tus cuencas
Acaricio los objetos oscuros que la
penumbra me devuelve como sombras
Noche oscura
Despierto en plena noche
rumiando una pesadilla
justo cuando lo definitivo de la sombra
apenas se ve interrumpido
El brillo tenue de los rincones difusos
da la idea de ojos ciegos esparcidos
que se mueven lentos en la niebla quieta
Lo negro no existe solo se presiente
en cada gris que reina en silencio
HILOS ENREDADOS
tal vez pueda escapar
de la muerte, pero no del Azar
que la convoca;
decantar su fresca bienvenida
adelgazar
el peso fútil de las palabras
trenzar un óbito en un desdibujado Bautizo
que no pueda alejamos de lo eterno
que no quepa en la invisible hilandería
aunque
el rigor del tiempo precipite
la hostil carrera de un túmulo estelar
la liturgia crepuscular de las ofrendas
la sed posesiva que en la lluvia se resarce
que toma inmediata
posesión de lo claro
y resume
misteriosa delgados
los hilvanes y torzales
que inversamente comunican
la sombra con los bordes
el horizonte y la distancia
la cópula y la ausencia
la cicatriz florecida
que ningún estertor precoz
puede esquivar
la laboriosa paz
que convoca un Silencio
a una nada, a un nadie, a un nunca
TEORÍA
todo puede ser más claro y más simple
como desprenderse del aire y caer,
como estarcir la arena o remover
el polvo acumulado e inacabable
como la luz crepuscular, o mover
de un lugar a otro cualquier mueble
ver pasar los días y las noches, quieto
seguir paso a paso cualquier sombra
beber así un interminable sorbo
de una lágrima inocente y rara,
mirar la hierba de arriba abajo
y ver perderse el día en cada esquina
MIENTRAS PASA EL TIEMPO
evito decir que será transparente tu voz cuando
pronuncies su nombre y ella lo oiga y no sepa que eres vos
quien con alas de colibrí tornasolado comulgue con las flores
que dejan escurrir su aroma entre las ramas del viento
voz ajena a los ondulados bosques que no son sino vos
cuando desarmas el mecanismo azul de los rincones
no me es posible permanecer agazapado viendo como
un paso acompasa con el otro en esta caminata lenta
congelada por la imposibilidad de correr sin rutas fijas
es indudable que miras caer la lluvia sin saber cual
de esas gotas caerá sobre el tejado deshabitado
de aquella luz feroz que desdibuja los bordes sin color
alucinada la mano que abre la puerta sin quicio que sonríe
a las nubes surcadas por un arco iris que dibuja un rostro
envejecido por el filtro de sus infinitas muecas de rubor
un solo dedo que simula ser un árbol amamantando tu boca
tormentosa que se apiada del arroyo cristalino del fondo
tan lejano que se parece a tu sombra viendo dar tus pasos
SOLSTICIO AL AMANECER
es el agua que se anuda en mi mano y se escapa entre mis dedos
puedo, sin querer, aplastarla acariciándome las plumas de las manos
aunque la actitud no sea de vuelo ni la infancia de un transeúnte
llevo la muerte ante la intermitencia de los días, en especial de éste
que me invita a recorrerla pleno sin esquinas ni suaves esponsorios
nada me ata al mundo sino la ausencia permanente de los días
mañana esa palabra frágil e intransitable será el inenarrable hoy
el viento que quiero alisar las nubes satinadas con la lluvia húmeda
los párpados son el poniente entrecerrado donde se dibuja todo
es el agua, nieve líquida, vapor frío, lagrimas de no se dónde
camino agazapado entre las trasluces que enmarcan tu perfil
donde cada maniobra ondulante puede robar el rubor de la noche
es el rumor que inventa todos los sonidos donde cabrán tus palabras
para darle un aire que siendo un sueño simule ser una serpiente clara
en la garganta profunda y oscura donde los rupestres pájaros habitaban
los árboles coposos abriendo recovecos en el aire transparente
quien pudiera llamar ventisquero de miel a esa boca llena de besos
naufragio de vida a esa porción de muchedumbre que no eres
y no sé qué decirle a esa montaña azul allí en las grises peñas
apretar el gatillo detrás de la tormenta, darle humedad a la tierra
aislar la tenue sombra que cobija un caminar por las sendas
ser la impermeable y azarosa inquietud donde todo llueve hacia dentro
venir sin retraso al amanecer del que no formas parte ni eres pasajero
liviano zarcillo del aire, sonrisa del viento, pasadizo quebrado al sol
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