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viernes, 23 de diciembre de 2011

5688.- ANTONIO ORTIZ MAYANS



Antonio Ortiz Mayans (Asunción, 20 de junio de 1908 - Buenos Aires, 7 de mayo de 1995), poeta y compositor paraguayo.
Ortiz Mayans nació en Asunción, capital de la República del Paraguay, el 20 de junio de 1908 y según sus palabras, la primera obra literaria que produjo fue el poema, “Los Amigos”, editado por la revista del centro de estudiantes del Colegio Nacional de la Capital, ente donde cursaba sus estudios y que tenía una editorial llamada “Minerva”, símbolo de la cultura Griega.
Autor y compositor, compatriota que tuvo una preparación académica excelente, ya que curso estudios universitarios en la Facultad de Derecho y accedió además al título de Periodista, lo cual le valió haber sido por más de 18 años corrector de pruebas del diario la Razón y 7 en la Nación de Buenos Aires, a la par que distinguida como uno de los creadores de la música folclórica paraguaya, a la cual enriqueció con canciones como Barrerita, Pasionaria y muchas otras.
A los 20 años publicó su primer libro de poemas, “Cuantos Nuevos”, que lo introdujo al campo de la literatura, al cual dedico todos los años de su vida produciendo muchas obras que fueron bien acogidas por los lectores, como “Zorazábal su vida y su Obra” o el primer “Gran diccionario Castellano – Guaraní”, de gran utilidad didáctica, el cual ha sobrepasado la décima edición.
Su afinidad a la escritura no la abandonó nunca más, hizo de ella una profesión y una vez instalado en la capital porteña, donde vivió la mayor parte consiguió empleos que demostraron cuan preparado estaba en el campo de las letras, ya que ser el corrector de los dos medios de prensa escrita más importantes de Argentina, como los diarios La Nación y La Razón.
Antonio Ortiz Mayans falleció en Buenos Aires, el 7 de mayo de 1995 y por su obra poética ha merecido distinciones de varios países como: Uruguay, Estados Unidos, Bolivia y Argentina, como justo premio y merecimiento para quién mucho hizo por la cultura paraguaya.


Nueva Vida
Por diversos motivos, su éxodo a la capital del Plata conoció su auge en la década del 30; hombres de diversas culturas emigraban a Buenos Aires.
En búsqueda de mejores perspectivas laborales, para tentar un futuro mejor. Las colonias de intelectuales y artistas eran las más numerosas; entre otros estaban Hérib Campos Cervera, Eladio Martínez, Félix Pérez Cardozo, Agustín Barboza, Mauricio Cardozo Ocampo.
Este último gran protagonista en la capital porteña de actividades relacionadas con el arte, fue uno de los fundadores de la Sociedades Argentina de autores y Compositores (SADAIC).
Antonio Ortiz Mayans no fue la excepción y fueron los acontecimientos previos que rodearon a la inminente confrontación boliviana paraguaya, como la manifestó realizada por los estudiantes frente a la casa de gobierno, el 23 de octubre de 1931, reprimida en forma cruenta por la guardia presidencial, uno de los principales motivos de su alejamiento, casi para siempre, de su patria, el Paraguay.
Luego de los sucesos del 23 de octubre de 1931, protagonizados por los estudiantes del Colegio Nacional de la Capital frente al palacio de gobierno, quienes exigían al presidente de la República, José Patricio Guggiari acciones concretas en pos de la defensa del territorio chaqueño codiciado por los bolivianos, hecho que derivó en la masacre de varios jóvenes que fueron ametrallados frente ala casa de gubernamental, Antonio Ortiz Mayans tuvo que exiliare en la Argentina, donde vivió el resto de su vida, desarrollando en el vecino país una intensa literaria, didáctica y periodista.
Jamás se olvidó de sus raíces paraguayas, siendo su vida, siendo su nación y sus costumbres las que más importantes obras, ya sean del género poético, teatrales o de prosa que enriquecieron nuestro patrimonio cultural.
Exiliado en Buenos Aires, prosiguió su carrera literaria escribiendo sus mejores obras y sus composiciones eran musicalizadas por los más importantes exponentes de la música paraguaya.
Alcanzó también empleos en dos de los más prestigiosos medios periodísticos de la capital del Plata, ya que por 18 años fue corrector de pruebas del diario “La Razón” y por 7 años del diario “La Nación”.
Ortiz Mayans mantenía que su afecto a las letras no le hacía un lector aplicado, ya que leía y escribía poco, pero sin embargo, a pesar de estas afirmaciones del poeta, sus obras reflejan una gran calidez y calidad literaria, tanto en sus trabajos de escritor de libros, obras teatrales o de investigación, como en las letras que fueron convertidas en canciones, con una resonancia que caló hondo en el alma de todos sus compatriotas, trascendiendo incluso a otras latitudes.
Volvió en extrañas ocasiones al Paraguay, su país, al cual recordaba con añoranzas pero que por razones políticas tuvo que abandonar. Retornó como un visitante en 1982, cuando fue figura central en el homenaje que le rindieron los organizadores del festival del Lago Ypacarai, evento que ese año llevó su nombre.


Sus obras
Ha incursionado en varios géneros literarios, siendo su trabajo más importante el primer “Gran Diccionario Castellano – Guaraní”, llegando al público la primera edición en 1933, sin muchas ambiciones, ya que apenas contenía 66 páginas y 5.000 palabras, pero con un sostenido crecimiento en las ediciones sucesivas.
Se reeditó en 1935, 1937, 1941, 1945, en 1954, con un compendio gramatical, en 1959, 1961, 1962 y la décima edición en 1973, “obteniendo su mayor esplendor, ya que la misma contiene 12.240 voces guaraníes, 32.920 voces españolas y palabras mejores sobreañadidas”, según un comentario de Roque Vallejos.
Fue autor de varias obras teatrales como: “Nuestra Vieja Casa”, en tres actos y “Amaos los Unos a los Otros” y muchos más. Otras de sus obras editadas son: “Cantos Nuevos”, con prólogo del Dr. Rafael Oddone, editado en 1930, “Zorazábal, su Vida, sus Obras”, la versión española de la obra de Julio Correa “Ñanemba`era`y”, “Tataindy nde pyharépe”, “Evocaciones de Asunción” y en 1977, “Voces Añoradas”.








QUYQUYHÓ


De ti muy lejos siempre te añoro
y te recuerdo che Quyquyhó
porque en tu seno desde pequeño
la alegría no me faltó.


Con los amigos de ese pueblito
inolvidable heta aguata
por los caminos tan pintorescos
donde dichoso yma avy’a.


Hoy, pueblo mío, mucho te busco
ha ndaikatúvai che resarái.
en todas partes creo encontrarte
ha mamovénte ndorotopái.


Cuánto yo busco, cuánto te añoro
hoy que estoy solo ha mombyry
tu Loma Chica, tu Ciudad Nueva
barrios de encanto y de tory


Busco tu arroyo Tupâsy Paso
hesakâitéva osyry jave
tu Cerro Alto ichorromíva
opurahéiva pe amo yvate.


También recuerdo del Escuelero
que por el campo osyry mbegue
ese arroyito que costeando
va acariciando rojos tape.


Tus serenatas dulces y tristes
ante la reina del mborayhu
hoy que estoy lejos de todo aquello
como un extraño ahechaga’u.


Y tus mujeres buenas y bellas
y siempre frescas cual amambái
tan hacendosas y tan humildes
péicha iporâva ko ndahetái.


Este homenaje que Sixto Cano
dedica al pueblo de Quyquyhó
es el saludo del hijo ausente
que en su nostalgia ojahe’o.










ASUNCIÓN SOÑADA


Dejé la playa de cien ciudades
busco hoy tu puerto, dulce Asunción,
porque tus calles tienen fragancia
y el sortilegio de una ilusión.


Viajero errante el aire tuyo
que anhelo tanto, quiero aspirar
aquel aroma de tus naranjos
que en noches largas suelo añorar.


Bajo tu cielo tan azulado
el viajero ha de saber
si una vez parte de tus riberas
muy pronto un día ha de volver.


Tus viejas calles saben de auroras
humedecidas con la canción
que se desliza entre las rejas
y pone rosas al corazón.


Bajo tu cielo, ciudad querida,
viví la gloria de mi niñez
quiera mi estrella que en esta vida
pueda aquel cielo ver otra vez.












M A D R E,


a quien le dedicamos estas palabras


Son las piezas, el patio y la cocina
estrecho marco o rústico escenario,
por donde vas y vienes; no declina
tú emperro en el bregar, ni tiene Horario.


La dación de tu vida se diluye
en cien faenas. Silenciosa, oscura,
tu actividad febril se distribuye
entre él fuego, la plancha y la costura.


Veo cómo comienza la jornada;
tu fervor no posee un altibajo;
ya en el canto augural de la alborada,
cuando sacas el agua del aljibe;
ya si cumples el más alto trabajo,
la llama de tu amor no va en declive.












Y los recuerdos se hacen canción. .


Callecita de mi infancia, donde tantas travesuras
he gastado cuando niño con muchachos de ni edad,
alternando así los juegos con las bromas y diabluras
no sentíamos los tumbos de ninguna adversidad


Cuántas veces te he dejado, otras tantas te he añorado
Y he sentido la nostalgia de tu aroma de jazmín;
vieja calle de mi infancia donde ayer tanto he jugado,
sin pensar que todo un día se evapora y tiene fin, . . .
Y pulgada tras pulgada fuiste mía cada día,
cada casa, cada esquina, fueron partes de ni ser;
porque oyeron mis palabras y sintieron mi alegría
que era canto de inocencia y era nuncio de placer. . .










BAJO EL CIELO DEL PARAGUAY


En nuestro cielo solar de encanto
cuánta belleza por doquier hay
naturaleza prorrumpe un canto
y entona loas al Paraguay.


II


Son nuestras aves las que matizan
con sus gorjeos tanta beldad
son nuestras aves las que armonizan
cantos de plena felicidad.


III


Nuestras costumbres no tienen nada
que se parezcan a otra nación
son tan sencillas que siempre agradan
porque no tienen complicación.


IV


Cerros, arroyos, lagos y ríos
en tu paisaje de todo hay,
cuánta belleza en el suelo mío
bajo aquel cielo del Paraguay.


V


Nuestras heroicas nobles mujeres
que en su hermosura son un primor
son hacendosas en sus quehaceres
y son la gloria para el amor.










CANTO A ITACURUBÍ


Es un pedazo del cielo de la tierra guaraní.
Es un rincón florecido del pueblo mío, Itacurubí.
Es el pueblito querido de mi añorada niñez,
de los días venturosos y dulces horas de placidez.


Es tu paisaje divino, como un edén de ilusión
con tu arroyo cristalino y el pintoresco Itá Cajón.
Si yo una vez me alejé, fue para pronto volver
al pueblo donde dejé todo lo mejor de mi hondo querer.


Tu río Yhagüy de selva y cristal
repite al correr historia y canción.
Joya guaraní, regalo de Dios
bordeando está a Itacurubí.


Tu recuerdo es luz, mi pueblo natal
y tu evocación alumbra mi andar
me siento feliz y quiero cantar
donde quiera esté a Itacurubí.


Llega el 13 de Diciembre, el barrio Santa Lucía
a su santa milagrosa rinden su culto y veneración.
Le gente viene de lejos a celebrar la función,
hay baile, hay calesita, sortija, banda y toro ñaro.


Es tu paisaje divino como un edén de ilusión
con tu arroyo cristalino y el pintoresco Itá Cajón.
Si yo una vez me alejé, fue para pronto volver
al pueblo donde dejé todo lo mejor de mi hondo querer.

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