Johanna Rozo
Poeta colombiana (Pamplona, Norte de Santander, 1985). Fundó la tertulia literaria El Túnel, que bajo su dirección ganó en cuatro oportunidades el premio de las mejores tertulias literarias del país según el Ministerio de Cultura y Fundalectura. Contadora pública de la Universidad de Pamplona, donde reside y dirige el taller literario y el programa radial Rayuela (Radio Unipamplona 94.9), desde el cual ha impulsado iniciativas como “Al margen de la ruta”, primer Festival de Poesía de Pamplona, y gestionado el concurso “Nuevas letras de nuestra ciudad”. Poemas suyos aparecen publicados en el diario La Opinión y en revistas como Contexto y Árcades, de Medellín. Ha publicado el poemario Al otro lado del asfalto (Editorial Java, 2007).
Homenaje a la tristeza
No llegues tarde
Porque tal vez
Los ojos ya estén cansados
De verter su sangre.
No llegues tarde
No esperes a que el tiempo
Cobije a la amargura
Exiliando sin pudor y
Con ambigua sutileza
Al cansado amor.
No llegues tarde
Porque entonces
Los fracasos tendrán nombre
Y las alegrías serán
Discretas fotografías
En blanco y negro.
No llegues tarde, muerte,
No llegues tarde
Y si puedes ahora mismo
Adelanta tu reloj
Que iré detrás de ti
Como Eurídice detrás de Orfeo.
Petición
No convoques
Al puerto aciago
Donde sólo llegan
Las falsas confesiones.
Ni al miedo turbio
Ni al espanto equivocado.
No invites
Al territorio impune
Donde se acostumbró
A vivir tu voz
Embriagada de dolor.
No convoques
La razón villana
Que recluta nombres
Para dejarlos
Sin remordimiento
A la intemperie.
Eterno Caín
Prefiero el sigilo
De los acantilados
Y las calles húmedas
Bajo mis pasos
Que los ojos impávidos
Ante el terror del mundo.
Prefiero un lejano verso
En la boca lacerada
De un dios arrepentido
Que las palabras extraviadas
De un amigo que no ha sido.
Prefiero el desconsuelo de la soledad
El acervo de la tristeza y
El sollozo incesante de los huesos
Que la mano que me ofreces
Para llevarme camino al hades.
Utilidad del oficio
Para afrontar
La tragedia
De estar siempre
Del lado de la derrota.
Para espantar
A la muerte
Que asoma con cinismo
Su anémico rostro,
A mi abrumado corazón.
Para entender
Que no sé morir
De otra manera
Que el poeta sirve solo...
Para descubrir de a poco
La desolación del mundo.
Y LOS OJOS SE LE LLENARON DE LÁGRIMAS
Esta escondida la tristeza
en algún lugar oscuro
tiene en sus ojos
la expresión singular
del llanto que aún no quiere nacer
va de aquí para allá
viviendo debajo de los parpados secos
o de cristales húmedos por la neblina
cuando llega por la noche
congela la espina dorsal
y se aprieta fuerte en las rodillas
en el día aparece en el espejo
cuando la mujer desnuda ha decido no llorar
ella es una sombra humilde
escondida en una garganta ronca
o en un semáforo con esa canción de fondo
don’t cry… don’t cry.
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