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sábado, 17 de diciembre de 2011
5598.- LUIS JAVIER MORENO
Luis Javier Moreno es un escritor, poeta y traductor español, que nació en Segovia (Castilla y León, España) el 29 de diciembre de 1946.
Licenciado en Filología Románica por la Universidad de Salamanca. Becario Fulbright, como invitado al "International Writing Program" de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) durante 1985 y 1987. "Honorary Fellow" en escritura por la Universidad de Iowa (1985). "Master of Arts" por la Washington University de Saint Louis (Estados Unidos).
Ha recibido el Premio de poesía Rafael Alberti en 1988 y el Jaime Gil de Biedma en 1991 (primera convocatoria).
Es cofundador y codirector de la revista Encuentros.
Obra publicada
Poesía:
Diecisiete Poemas (Salamanca, 1978)
Época de inventario (Balneario escrito, Valladolid, 1979; Amarú ediciones, Salamanca, 1992)
En contra y a favor (Barcelona, 1980)
De cara a la pared y otros poemas (Segovia, 1984)
324 poemas breves (Junta de Castilla y León, Barrio de Maravillas, Valladolid, 1987)
Última argucia de la razón práctica (Cádiz, 1989)
El final de la contemplación (Visor, Madrid, 1992)
Rápida plata (La General, Granada, 1992)
Cuaderno de campo (Hiperión, Madrid, 1996)
Paisajes en el Prado (La Moderna, Luxemburgo, 1997)
Sobre el blanco (Villafranca del Bierzo, 1998)
Elegías (La Moderna, Luxemburgo, 2002)
Poemas de Segovia (Diputación provincial, Segovia, 2002)
Rota (La Moderna, Luxemburgo, 2003)
Poemas escogidos. Antología 1965-2005 (Antólogo: Gustavo Martín Garzo. Junta de Castilla y León Barrio de Maravillas, Valladolid, 2005)
En contra y a favor (2005) (Fundación Jorge Guillén, Valladolid, 2007)
Prosa:
La puntada y el nudo -Diarios I- (Segovia, 1993)
En el cuartel de invierno -Diarios II- (Diputación provincial de Granada, Maillot amarillo, Granada, 1997)
Cuaderno de paso -Diarios III- (La Tertulia de los martes, Segovia, 2000)
En la llama del fuego (El Extramundi, Iria Flavia, 2001)
Horas Marinas -Diarios IV- (Diputación provincial de Cádiz, Cádiz, 2005)
Carta de Cide Hamete Benengeli (Campo de Agramante, Cádiz, 2005)
Traducciones:
Horacio Odas (Antología. Barcelona, 2000)
Robert Lowell, Día a día / Day by Day (Losada, Madrid, 2003).
JUAN GRIS
La mañana es la forma de una taza humeante
de café muy cargado, que es lo que desayuna
la luz mientras espera que Juan Gris la reciba.
Ella, azul toda, espera por la música,
la cadencia aritmética de cámara,
que Juan Gris le ha pintado para cuerda...
La melodía a dúo cruza un puente en el barco
de la naturaleza pasajera
del amor y la vida y el recuerdo del agua.
Hace tiempo que llueve por la fruta que él pinta,
las cerezas le aman y las uvas ajustan
el racimo a la forma de sus fruteros planos.
Los extremos del mundo
concurren en la línea de su abierta ventana:
se han convertido en aire las cortinas
para el triángulo ocre del velero
que aproxima la seda azul de la bahía
al borde de su mesa fragante de manzanas...
El corazón del horizonte crece
en la mirada, GRIS, que le da forma.
Quinto Horacio Flaco, Odas (Libro III, 30 ):
A LA MUSA, MIS ODAS
Mi monumento terminé, perenne
más que el bronce, palabra tras palabra:
más alto e inmortal que las pirámides,
las lluvias y los vientos y los años
resistirá veloces, y yo mientras
no moriré del todo, pues mis odas,
la parte más lograda de mí mismo,
vencerán a la muerte destructora.
Y creceré incesante y siglo a siglo
renaceré en la estima venidera.
Yo, de origen humilde, fui el primero
que en latín, poderoso, ha conseguido
acomodar los ritmos de la Eolia,
un territorio hostil do ruge el viento,
escaso en agua, en pobladores rudo.
Musa, acepta mis odas y este orgullo
no vano, sino fruto del esfuerzo,
y de laureles mi cabeza ciñe.
LA FORMA DEL POEMA
Lo que sucede tras de las palabras
suele estar ya previsto
en las mismas palabras
y en su casa encantada
de muñecas de trapo de colores
para el teatro de sus marionetas.
Comienza a molestar esa seguridad
de andar siempre sobre la pista…
Tras de las bambalinas del idioma
hay un apuntador que boicotea
la parte más brillante del discurso
introduciendo versos que no nos pertenecen
y echa a perder con sus imitaciones
de timbre, voz y tono, lo mejor del poema.
Los queridos y viejos detectives privados
consumieron sus días en enigmas análogos:
los del rastreo de mil pistas falsas…
Ya no son necesarias esas medias de seda
que se encuentran a veces
en el lugar del crimen.
En contra y a favor, 1980.
LOS POETAS
Los poetas protestan…
Muchos de ellos confirman
la dimensión moral que tiene el hecho lírico.
Su límite, aseguran, es otro signo
de la limitación universal.
La mayoría aspira
a ser considerados por las revoluciones…
Suelen viajar a Francia una vez en la vida.
324 poemas breves, 1986.
Último parlamento de Horacio
Píndaro es inmortal.
Yo, en cambio, soy abeja del Matino
que en los tomillos liba laboriosa
y en los alrededores del Tíbur con paciencia
escribo, con esfuerzo, en mi modestia,
mis propios versos minuciosamente.
Si estos versos que a ti te escribo, Rota,
(te escribí entonces y ahora te repito
desde la divergencia y mi recuerdo,
de lo que fuiste y lo que llegarías
a ser en el vagar de mi sustancia),
estos versos te digo, tuviesen estos versos
la forma del Atlántico que marca
el Golfo de tu Punta,
harían pie en el sueño, quemarían
los argumentos de los tatuajes
sobre el olor caliente de la plata
y serían sus voces atendidas…
Mas en cuanto el poema se termine
(hacia el blanco calor del mes de agosto)
bajará la marea por la esquina de Rota
y me llevará el día mar adentro,
desde el frescor temprano de las playas,
a donde todo es violento y grande…
Podré, por extensión de la bahía,
medir mi soledad en hectáreas cuadradas.
EN LA MEDIDA SOLEDAD del Golfo,
un disparo en el agua confirma la arrogancia
de tus últimos dueños (¡Rota…!),
de sus albas pulidas, más pulidas
que un esqueleto blanco de ave blanca…
Sin duda se aproximan días duros
en que naturaleza y arte pugnen
más…
Más sobre el lienzo en que comienza el día,
como si sobre el mar no descansara
la espesa densidad de la madera.
ES INVIERNO; envejecen
las flores en las flores…
Quisiera, Rota, hablarte con palabras
que te consuelen del padecimiento
de ser el trueque de mi servidumbre:
nuestros encuentros no son algo oculto
(hasta un cierto momento,
ya nos hemos contado nuestras vidas)…
Yo era un recién llegado aquí, un extraño
no empadronado nunca en ningún sitio,
con el viento tirando de mi puerta,
llevándome a la orilla de mi cuerpo…
Entre tus aguas, mar, todo se ahoga…
¡Qué madurez de tu talento móvil!
Pese a mi antipatía manifiesta,
te reconozco en las literaturas…
Tú sí sabes ponerla a prueba y cómo:
corroes con tu húmedo salitre
sus máquinas precisas de escribir inspiradas,
tan perfeccionadoras del estilo…
Tu marea amenaza bibliotecas,
el entusiasmo de los profesores,
el amargo amarillo de los críticos…
Medidas en hexámetros sus heces
flotan rimadas por tu superficie.
Vino la lluvia, se apoyó en mi vida
por la punta de Rota, abrió mis puertas
de cara a su aire libre, me miraba
y yo le agradecía eso invisible
que nunca está en el canto ni los libros
ni acerca su cintura a los recuerdos:
última eternidad del horizonte,
imagen mía de Rota hacia otra página
del poema que escribo acerca del poema
del aroma de Rota.
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