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martes, 10 de enero de 2012

5774.- RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS




Raúl Hernández Novás
La Habana, CUBA 1948 – 1993
Estudió Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad de La Habana (1972). Hasta su muerte trabajó en el Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas donde, entre otras labores, preparó selecciones de poesía como la dedicada a Luis Pales Matos, y una edición crítica de la poesía completa de César Vallejo, publicada en 1988. Al morir dejó inédito un estudio sobre Octavio Paz, el intelectual mexicano cuya obra estaba entonces censurada en la isla.
Sobrino del escritor Lino Novás Calvo, un problema cardíaco congénito influyó en su infancia, creciendo con una profunda dependencia afectiva de sus padres. Bajo tratamiento siquiátrico, la muerte de su madre le afectó mucho. Aunque bebió, literariamente hablando, de las fuentes del Grupo Orígenes, su desarrollo como poeta y crítico literario le llevó a un enfoque y estilo muy personales que también recogió valores tan dispares como los clásicos hispanoamericanos o la cultura beat. Un crítico lo enfoca así:
"Para una lectura de los textos de la poesía de Hernández Novás, los que publicó en su vida, resulta imprescindible tener en cuenta algunas claves socioculturales del entorno circunstancial en que vivió, el cambio de paradigmas que presenció entre finales de los años 60 y hasta principios de los 80, precisamente los años de su escritura fundamental. Durante la década de los 70, la mayoría de los libros de poemas promovidos se concentraban en desgastados versos de una conversación propagandística, aunque se publicara la Poesía completa de José Lezama Lima en 1970. Después de la muerte de Lezama en 1976, la curiosidad hizo rebrotar nuevas nutriciones cercanas al lezamismo, algunas de ellas con rasgos conversacionales que algunos estudiosos han calificado de neorigenismo. Hernández Novás encabezó la mejor asimilación conversacional bajo el espíritu y el influjo del origenismo lezamiano".
Obras publicadas: Da Capo (1982), Enigma de las aguas (1983), Embajador en el horizonte (1984), Al más cercano amigo (1987), Animal civil (1987) y Sonetos a Gelsomina (1991), una obra imprescindible dentro de la poética cubana contemporánea.

Se suicidó en La Habana el 12 de junio de 1993. Para hacerlo utilizó una reliquia familiar: un viejo revólver del siglo XIX, cuyo disparador debió apretar varias veces: luego de tres intentos fallidos logró que una bala terminara con su vida.

Pese a ser considerado en la actualidad un autor de culto, en vida nunca recibió ni grandes honores ni fue considerado dentro de la élite literaria, pese a haber obtenido el Premio de la Crítica por su poemario Animal civil en 1987. Después de su muerte Casa de las Américas le otorgó un reconocimiento especial por su obra.





Junto al laguito exiguo


Junto al laguito exiguo
voy recordando trabajosamente
las húmedas miradas inocentes
y una inscripción frutal que nadie nombra.


Como el mar borra de la arena un día
la leyenda y deshace los castillos,
borró el tiempo en los reinos amarillos
de la memoria aquella melodía.


No vuelve el agua que pasó en el río
con flor y el barquito indiferente
que son agua en el agua laboriosa.


Oscurece. Tengo hambre. Siento frío.
Ya no he de ver tu planta transparente
andar sobre las aguas silenciosa.










Mira estos ojos


Mira estos ojos donde el sol declina,
desvistiendo el temblor de los hermanos:
toma los gestos mudos de estas manos
que ya no han de aplaudirte, Gelsomina.


No escucharás mi corazón que trina
pues estarás tocando un son lejano
en la trompeta cuyo ruido anciano
es hijo del claror que te ilumina.


No volverás al páramo del frío
que tiembla huérfano de amor y de arte
con sus helados astros de rocío.


Ni el río astuto robará tu parte.
Acepta sólo el hosco temblor mío.
Y mi piel sin caricia ha de abrigarte.
















No habrá lluvia


No habrá lluvia de sol ni primavera
ni invierno gris ni noche entumecida.
Porque no hay frío que nos cause herida,
no habrá verano allá, ni hogar ni hoguera.


Ni plenitud de anchura marinera
ni vacío de tumba reducida.
Tampoco hay muerte allá, porque no hay vida,
y sin vida, no sé qué muerte hubiera.


Ni luz ni sombra, ni verdor ni seco
páramo, ni calor ni cierzo hiriente,
ni carne, allá, ni hueso desvestido.


Amemos pues este conflicto, el eco
del silencio en la música elocuente
que abriga nuestro espacio compartido.



Tal vez por eso haya en mi poesía esas obsesiones acerca de lo materno como paraíso anterior, la mezcla terrible de lo puro y lo impuro –de lo que es maternal y no lo es– que significa la vida, el naufragio del nacimiento, el mar como elemento materno identificable con el ápeiron de los presocráticos, de Anaximandro, la vuelta al vientre materno –no es un determinismo biológico sino psicológico, pues más bien es ese segundo vientre que la madre crea sin quererlo y que rodea al niño y lo protege después que ha nacido. Incuestionablemente la realidad del mundo no es ese vientre materno, y de ahí yo creo que nacen en mi poesía temas como los de la imposibilidad, la tragicidad de la experiencia amorosa y, en general, la imposibilidad de configurar una adultez como se ve en uno de los poemas de Da Capo (...), en el que está implícito el juicio, el fallo condenatorio de todo aquello que no es materno sino paterno, entendido por tal todo lo que kafkianamente nos rebasa sin comprendernos y nos condena sin entender que nunca podremos ajustarnos a sus normas. De esa imposibilidad de configurar una adultez derivan las visiones autoparódicas del sujeto lírico como antihéroe...
Raúl Hernández Novás






Vedado


"No mires hacia el cielo, que es vedado.
No abras tu voz a las vísceras del viento.
No abras tu corazón a los elementos
combatientes.


No mires a la tierra, que es vedado.
No te inclines a recoger un fruto
ni quieras extender las sábanas del lecho
hasta el horizonte."


Iban a ser altos y felices,
iban a dejar el monte convertido en estatuas,
en estatuas de la dicha,
pero ahí estaba el "es vedado" respirando,
brillando como anuncio luminoso,
como señal de tránsito, de muerte.


Alto. Venid a mí. Estaba soñando y de pronto
despierta, llenando el horizonte,
cae como hojas viejas, se eterniza.
Vedado el jardín donde nadie goza,
donde nadie puede arrancar un fruto y comerlo,
solamente cantar hasta extenuarse,
¿cantar qué, cuando caen los brazos y la voz,
y vuelve a brillar el "es vedado"?


"Es vedado. Es vedado."


Inclinarse hacia el río para ver el rostro.
Alzar los brazos a las estrellas como frutas.
Tocar con una rama la ternura de un
pájaro dormido.
Encontrar en el río huevecillos y en la
orilla pequeñas codornices.
Asesinar el sueño, bañarse en el sol.
Reir el sol con toda la dicha.
Dar la respiración como un tesoro a un niño.
Aceptar la existencia del lobo y de la oveja.
Hacer brillar entre dos frentes, como una
mariposa, el "te comprendo".
Compartir un corazón, un pan que ha sangrado mucho.
Dar el anciano báculo de la confianza.
Asistir al sereno nacimiento de las
estrellas, de los síes, de las espinas,
de las espigas, de los siempres.


"¿Es vedado dejar crecer el árbol,
contar los años, los anillos del árbol como
monedas?
¿Es vedado inclinarse a recoger un fruto,
bajo el peso de un fruto,
como una rama, como un anciano?
¿Es vedado nombrar la alegría de un niño,
traspasar con miradas el umbral del
horizonte,
abrir el corazón a la estrella, la cabeza
a la fuente, la mirada
a un montón de cosas renuevas,
verdecidas?"


Como un bofetón brutal al que traía un
juguete entre las manos
y sólo perseguía el brillo anciano de la
lluvia en la hierba,
vuelve a brillar la interdicción como
sábanas mordidas
y el corazón pequeño se pierde entre las
aguas
sin barco de papel, sin gigante bueno,
sin gigante.


Nadie pudo tocar el acuerdo feliz y
quedaron los ojos desunidos
porque entre las ruidosas luces de la
ciudad de nadie
volvió a brillar el "es vedado."














Sobre el nido del cuco


I


En estas tardes medrosas
en que no llama nadie a la puerta
y no suenan los timbres y la casa
es un gran frigorífico lleno de silencio
en estas tardes que gravitan sobre los parques
impidiendo la vida y los juegos
--tardes que pesan como un fardo hiriente
sobre los hombros de la estatua inmóvil—
en medio de esta lluvia que no cae y moja
los huesos tan desnudos en la ausencia de voces
sin nadie en mi experiencia I think of you Billy
yo ta también pienso en ti Bi Billy
reconstruyendo mis memorias de piedra
tan pesadas como fuente de sangre
y no tengo nada que decirte porque no
llama nadie
y no hay nadie en mi experiencia.


Quizás jugamos en el mismo parque
un teléfono mudo entre nosotros
un eléctrico hilo que devano temblando
trabajando en la blanca rueca de la
distancia
la senda en cuyo fin cae una nieve triste
un vuelo de pájaro callado
un empeño de ave que emigra
viste con tierra de Wisconsin mis huesos
al garete
un telegrama que las aves llevan y entre
nosotros
no más una vitrina luminosa
que yo atravieso sin romper los vidrios


II


Qué gaviota de azúcar rozó las olas
de aquellos mares de Virginia
donde viaja la barca de los locos
con todos nosotros Billy con todos nosotros
Dios mío somos nada más unos pendejos
somos unos locos en un barco que gira
y echamos velas y anclas y gobernalle al mar
y echamos a suerte el viento enemigo y
estamos esperando
esperando a Jaws y Jaws no viene
y no hunde el barco y la ballena blanca
como una tumba de cristal no viene
Mac Mac Mac Dónde te has metido
me has dejado al timón y yo no sé
gobernar esta nave y te escondiste y te
escondiste with candies
pero en vez de ocultarte riendo estabas
triste
Por qué dime te escondes con tu dulce
luminoso en los labios y nos dejaste solos
por qué hermano
por qué padre nos has dejado solos en esta
barca de los locos
que no sé gobernar
denme el cuaderno
de bitácora que han repasado las sirenas
con esas manos verdes como nubes
con sus manos de algas y jacintos
Y en el cuaderno de bitácora
tras la noche estéril sin dulces y sin juegos
tras el juego soñado without candies
sin la estrella de azúcar en la boca
vacía la piñata de los cielos
y el garrote tierno en nuestras manos el
garrote
con que hemos de golpearnos a ciegas sin
dar con la piñata
poniéndonos el rabo vergonzoso y las
orejas del indecible burro
sin dar con la pelota redonda como el
mundo en el vacío estadio
después del halloween lluvioso y de puertas
cerradas
(han envenenado los dulces han enterrado
agujas en las manzanas)
y mudas calabazas sin luz las calabazas
de ella
junto a un cuerpo de estrella parpadeante
en el cuaderno en blanco de bitácora
Billy yo escribo rien como el monarca
tras la noche vacía de sus bodas


de Animal Civil, 1987







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