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jueves, 8 de diciembre de 2011

5501.- JOAQUÍN GUTIÉRREZ MANGEL


Joaquín Gutiérrez Mangel (Limón, 30 de marzo de 1918 – 16 de octubre de 2000, San José) fue un escritor costarricense, creador del famoso personaje infantil Cocorí, miembro de la Academia Costarricense de la Lengua y Premio Nacional de Cultura Magón 1975. Hombre multifacético, fue ajedrecista, periodista, cronista de guerra, novelista, cuentista, poeta, traductor, editor, profesor universitario y político. Trotamundos, de sus muchos recorridos escribió diarios, crónicas y memorias.

Hijo de Francisco de Paula Gutiérrez Ross y Estela Mangel Rosat, nació en la costa caribeña, pero a los nueve años se fue a la capital, a San José a estudiar en el Colegio Seminario. En 1934 "se gradúa del Liceo de Costa Rica —donde ya había mostrado su inefable afinidad por los movimientos izquierdistas— y abandona los estudios de Derecho (en honor a la verdad, fue expulsado por ser partícipe de una huelga universitaria)".1
Se dice que su primer verso lo escribió a los 14 años y reflejaba una situación real: "Que yo tenga dos novias no es mala seña / que no hay ave que vuele con una ala".2
Pasó un año en Estados Unidos, adonde su padre lo había enviado a estudiar.
Miembro de la generación literaria de 1940, publicó su primer libro, Poesías en 1937, y el segundo, Jicaral, otro poemario, al año siguiente. Eran tiempos en que Gutiérrez se dedicaba, además de a componer versos, al ajedrez —llegó a ser Campeón Nacional en 1939—, trabajaba en el Banco Nacional de Costa Rica y militaba en el Partido Comunista, con cuyo apoyo años más tarde sería candidato a la vicepresidencia de la nación en dos ocasiones.
Fue el deporte-ciencia el que llevó a Joaquín Gutiérrez fuera de su patria. Primero salió a Argentina a participar en la Olimpiada Mundial de Ajedrez de 1939 y tenía todo arreglado para, una vez finalizada la competición, zarpar a Francia donde le esperaba un trabajo que le daría un pariente de su madre en los Alpes, "en una fábrica de peines y peinetas", pero el 3 de septiembre estalló la Segunda Guerra Mundial. Todos sus planes se derrumbaron. Más tarde, recordaría: "Me veo a mí mismo sentado, solo, en una banquita de un parque de Buenos Aires. ¿Qué diablos podía hacer, si el destino me cuiteaba de modo tan inconsulto e irresponsable? ¿Volver a Costa Rica? ¡Jamás! Me habían despedido hasta con lágrimas pensando que yo partía para siempre, ¿cómo iba a llegar de vuelta al mes con el rabo entre las piernas? Niet, never; nikagdá, jamais! ¿Y entonces? Al fin di con lo que era por lo menos una cuasi solución. En el viaje de ida a Buenos Aires había pasado por Chile, en donde acababa de salir electo Presidente don Pedro Aguirre, el candidato popular; en Santiago estudiaba economía mi primo Quique Mangel, y además, a mi paso había encontrado estupendas a las chilenas y, tercero, el vino era buenísimo y valía menos que un refresco. En vista de razones tan poderosas, al día siguiente de la clausura de la Olimpiada, me fui en el tren trasandino, cruzando la interminable pampa argentina, y remontando, ¡qué impresionante! la cordillera de los Andes, con todo y ese fulano, el más alto del continente americano: el Aconcagua y sus 7.010 metros. Llego así, el 21 de septiembre de 1939, el mismo día en que llegaba la primavera, a la estación Mapocho de Santiago de Chile. Busco un hotelito barato, cercano a la estación y me encuentro con el Bristol -que aún existe-. Entro, me ponen delante un libraco en donde debo escribir todos mis datos, llego hasta profesión u oficio, y me detengo... ¿Qué puedo poner? ¿Ajedrecista? ¿Caminante en Broadway? ¿Poeta con dos pinches libritos publicados? Ser comunista no es un oficio y mi trabajo en el Banco de Costa Rica no justifica poner banquero. ¿Entonces? Dudo. Me demoro. El hotelero ya está frunciendo el ceño, y de repente, sin pensarlo más, escribo con letras grandotas: NIGROMANTE. El hombre le da vuelta al libro, lee lo que he escrito y levanta una ceja. Me mira. Levanta la otra. Lo miro. Turulato trata de disimular su total ignorancia de aquel oficio que suena tan majestuoso y al fin se resigna, cierra el libro y me da la llave del cuarto".3
En Chile —país que, en sus propias palabras, se convirtió en su "segunda patria" y donde publicó "casi todas" sus novelas"3 — conoció a Elena Nascimento —hija del dueño de la prestigiosa librería y editorial que llevaba su apellido— con quien se casaría el 31 de diciembre de 1941 y con quien tendría dos hijas, Alejandra (que ha publicado una novela pero que se dedica más al teatro) y Elena, (bailarina).4
En aquel país andino fue traductor de cables de las agencias de noticias Reuters, UPI y Associated Press, editor de la editorial Nascimento y —durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, de quien era amigo— director de Quimantú.
Muy amigo de Pablo Neruda —desde la década de los años 40 hasta la muerte del gran poeta chileno, en 1973—, éste le prologó La hoja de aire, publicada en Chile en 1968.
Como periodista corresponsal de El Siglo, órgano oficial del PC chileno, vivió en la URSS (1962) y China y cubrió la guerra de Vietnam.
Gutiérrez se vio obligado a abandonar Chile después del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, dirigido por el general Augusto Pinochet contral el gobierno de Allende.
De regreso en Costa Rica participó activamente en la vida cultural y política de su patria: entre otras cosas, fue profesor de Universidad de Costa Rica y candidato a vicepresidente del país por la coalición de izquierda Pueblo Unido en las elecciones de 1982 y 1986. Fue elegido miembro de número de la Academia Costarricense de la Lengua para ocupar la Silla E, que a su muerte en 1970 había dejado vacante Juan Trejos Quirós, pero Gutiérrez nunca tomó posesión de ella.5
Gutiérrez fue también traductor, particularmente de las obras de Shakespeare; así, en San José publicó sus versiones al castellano de Hamlet (1982), Macbeth (1984), El rey Lear, (1991) y Julio César (1993).
Falleció a los 82 años debido a un paro cardiorespiratorio —ocurrido a las 2:30 a.m.— producto de una infección en los pulmones; la muerte se produjo en el Hospital Calderón Guardia después de haber estado una semana en tratamiento. Sus funerales se realizaron el martes 17 de octubre de 2000 en el Cementerio General, después de ser velado en el Teatro Nacional,6 donde más tarde pusieron una estatua de bronce suya.
Nieta suya es la directora de cine Ishtar Yasin Gutiérrez.

Premios y distinciones
Campeón Nacional de Ajedrez de Costa Rica 1939
Premio Rapa Nui 1947 por Cocorí
Premio Novela Editorial Costa Rica 1972 por Murámonos, Federico
Premio Nacional de Cultura Magón 1975
Premio Casa de las Américas 1977
Premio Nacional Aquileo J. Echeverría 1968 por La hoja de aire
Doctor Honoris Causa por la Universidad de Costa Rica, 1992
Premio Mundial de Literatura José Martí 1997
Ingresa en la Galería del Deporte de Costa Rica en 1996 por su carrera ajedrecística
El periódico costarricense La Nación lo nombra en 1999 la figura literaria más importante del siglo XX

Obras
Poesía, 1937, San José (Costa Rica)
Jicaral, 1938, San José (Costa Rica)
Cocorí, más bien cuento que novela, 1947, Santiago de Chile
Manglar, novela, 1947, Santiago de Chile
Puerto Limón, novela, 1950, Santiago de Chile
Del Mapocho al Vístula, 1953, Santiago de Chile
La hoja de aire, más bien cuento que novela, 1968, Santiago de Chile, con prólogo de Pablo Neruda (en 2006 el taller editorial Piedra de Toque sacó una edición especial —a cargo de Juliana Penagos y presentada en un bello estuche a modo de joya— de 3,000 ejemplares numerados, con cinco pinturas del español Emilio González Sáinz y los prólogos de Neruda y del escritor mexicano Jordi Soler7 )
Murámonos, Federico, 1973, San José (Costa Rica)
Volveremos, 1974
Te conozco mascarita, poesía, 1977, Santiago de Chile
Te acordarás, hermano, novela, 1978, La Habana (el mismo año la Editorial Costa Rica editará el libro y en 1995 la Editorial Universidad Estatal a Distancia, San José, sacará una nueva edición, "corregida y mejorada")
Chinto Pinto, antología para niños, 1982, San José (Costa Rica)
Vietnam. Crónicas de guerra, 1988, San José (Costa Rica)
Obras completas, 5 t, 1998-2003, San José (Costa Rica)
Crónicas de otro mundo, Editorial Universidad de Costa Rica, 1999
Los azules días, memorias, Editorial Universidad de Costa Rica, 1999












A Carmen Lyra

Que en paz descanses, linda camarada,
y que jamás nos dejes.
Sé que un día cuando se llene el aire
de banderas de rojo púrpura podrás,
tal vez, volver a estar contenta,
y una noche en que estemos todos juntos;
Manuel y Carlos Luis, Luisa y Calufa,
Guzmán y Arnoldo vuelve, regresa,
y con tu voz tan suave cuéntanos, cuentos.







A LA DEFENSA DE MADRID

Madrid,
desde tus balconcillos,
miras en las montañas al enemigo.
No tienen tus plazoletas,
el verde suave
de la primavera
y por tus bocacalles,
como un escalofrío
cruza el hambre.
Pero tienes, ¡que sí!
lleno de pólvora el aire
y vigilantes los ojos
y estremecida la carne.
En los huertos de las casas
no crecen los limonares
y hay lutos de sombras húmedas
y hay quejidos de las madres,
tendidos en las aceras
como eternos funerales.
Y no se ríen ya los niños
y no florecen los parques.
Rojo y negro. Negro y rojo
A sabor ácido sabes.

Tus mejores hijos tienen
ojeras de uva redonda,
la fatiga y el pesar
de verte tan dolorosa,
les ha cubierto de plata
sus cabellos de oro y mora.
Sin embargo,
con el fusil, va el soldado!
y éste tiene corazón
y quiere para enterrarlo
la tierra suya
que hace tiempo le robaron.
Y tienen las viejecitas
vivas las fuentes del llanto
y en el ardor de sus ojos
les humedecen las manos
y las mozas, mozas fuertes,
se aproximan a besarlos
y les dan el heroísmo,
con el licor de sus labios.

No pasarán por Madrid,
dice el gitano
y lo dice el extremeño
y el castellano.

¡No pasarán!, contesta
el clamor de los balazos
y no pasarán, ¡que no!
se lleva el eco, en los brazos,
el grito de la resistencia
y por doquier va sembrándolo.
Las ventanas se cerraron solas
el 7 de noviembre
y se apretaron las calles
el 7 de noviembre
y se abrazaron las casas
mirándose los ojos
el 7 de noviembre
y se pudrieron los lodos
y se secaron las eras
y en las cazuelas
hirvió el aceite.
El 7 de noviembre
3 veces el 7 de noviembre
y en los bazares
juguetillos de la muerte,
3 veces el 7 de noviembre
y conservas frías las sienes,
pero los puños cerrados
bajo las defensas crecen.

A manos llenas!, te vistes
hazañas de limpia ropa
y bebes racimos dulces,
de las acciones heroicas.
No has de permitirle a un moro
babear tu carne olorosa,
no podrán los militares
marchitarte con sus botas,
que en tu temblor de tragedia
yo miro sangre de gloria!

Madrid, Madrid, Madrid,
Roja como la vid,
la vid que te da la sangre,
la vid que enciende el fusil,
la vid de lo hermoso y lo nuevo,
la vid que has de concebir,
para embriagar a los pueblos
con el dulzor del carmín.

Madrid de la revolución,
la más hermosa, Madrid












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