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martes, 1 de enero de 2013

LAGOS NILSSON [9089]




JORGE LAGOS NILSSON
Nació en Punta Arenas en 1941; salió de Chile en enero de 1974, regresó en septiembre de 2003. Ejerció la docencia y el periodismo en México (1974/75), Venezuela (1976/83) y Argentina (1984/2003).

Ha publicado ocho libros. El primero en Chile en 1959 – relatos en comandita con Patricio Guzmán–, los restantes en México –poesía–, Venezuela  –poesía– y Argentina –ensayo, investigación periodística y poesía–, el último en 2002. En 2001 su poemario Altamar/bajamar fue publicado por la revista Fronteras, del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Algunos de sus trabajos se han traducido a otros idiomas.

Dirige la revista de cultura y política latinoamericana Piel de Leopardo (www.pieldeleopardo.com) y Ediciones del Leopardo.

Firma Lagos Nilsson. Su nombre es Jorje (con jota) Alejandro. Lagos Nilsson vivió en Caracas, se sembró en Buenos Aires, ahora está en Santiago de Chile, su tierra natal. Dirige "Sur y Sur", antes dirigió otras revistas memorables como "Piel de Leopardo". Escribe y amontona. Allí hay novelas, poemarios y ensayos.

Es misterioso, menos para sus amigos, entre quienes nos contamos por fortuna. Ahora sabemos que un grupo de jóvenes en esta ciudad capital de Venezuela se han inventado "Ediciones Pájaro Negro" y publican de Lagos Nilsson un poemario titulado Arca de la alianza.








Ensueño

Hubo una vez un libro viejo
una coraza antigua
un sol terminado
y el horizonte

Nadie imaginara el cielo
si no hubiese caballos sobre la Tierra.





El último jardín

El jardín late con el Invierno
las mareas desafían al hielo
como siempre / Y estas distancias
en las hojas sacuden sus alas mojadas

¿Dónde están las cabalgaduras del mito
o la inocencia
ganada a costa de caminos y de hambre?

No reconozco mi herencia
Perdí los ojos frente al sol
En esta oscuridad no soy elemento de la vida
ni de la muerte
ni del olvido
Mis caballos sucumbieron en el desierto

Animal de vino
sólo el sueño acaba
con los fantasmas de la vigilia

El último jardín espera por mis huesos
en la Patagonia
No se los daré
Prefiero esta inmortalidad de juguete
un llanto oscuro y fatal, innombrable
a la hora de mi muerte

Alguien se ha puesto a nombrar
calas y calafates
Me oculto detrás del coirón
y la mar de las toninas

Amanece
galopando hacia el descubrimiento
que enjaezará la muerte algún Otoño.









Navegar conmigo

No podrás venir a navegar conmigo
las rutas del aire
los meandros del fuego
esas esquinas que acusan y guardan
el secreto de la mar

No podrás venir conmigo a la muerte

El juego es soledad y espuma
hígados rotos
noches casi tan oscuras
como la tiniebla del abismo
en la hondonada de la espera

No, no podrás / nada vale semejante sacrificio

En esta mar no sirven las brújulas
ni el tiempo
que devora recuerdos.
No hay un segundo nacimiento
ni una ventana abierta a la calle

No podrás, y es triste saberlo.






ALTRI TEMPI

Aquí llueve / en otra parte una mujer
canta un corrido
(nada hay como la guitarra de México)

¿Me habrá perdonado ella la marea
desbordada en la tienda de lona
allá en la playa cerca de Maracay?

Dije que no en Buenos Aires hace tiempo
y es con este whisky
volver a abrazarte por los riñones

Ninguna historia se escribe para la eternidad

Tuve un perro que supo de hambre
una máquina de escribir color verde
y otra mujer que descubrió mi ausencia

La mejor manera de terminar es con un disparo
me decía, me digo
Disparé en la noche para no caer entre las flores de setiembre

Ciento treinta y ocho días cuento
y contaba no menos de doscientos veinte
sin escribir una línea

Me pregunto si éstas valen la pena.       

 (Mayo 2005)









ÁNGELES

No vino el ángel / me dejó encadenado
a otra historia que no escribiré
y a la sicología de la mediancohe

“Ven”, pedí al ángel. “No quiero los canales codificados
nunca me ha tentado el plástico”

Dije: puesto que no soy príncipe en esta vida
ni rey de voz ni de lenguaje / muéstrame
las ventanas que miran hacia la pampa helada

Era un ángel de ciencia-ficción
de carbono temporal  / huidizo, incierto, ansioso

(Junio, 2005)









ANTES DEL VINO

Contar historias después de comer
y después de contar historias / irse
a dormir con una mujer buena
—y tal vez despertar.

Sí, Wilde, se mata lo amado / primero
el filo de los sueños por soñar
luego los sueños soñados
y las aves que agreden antes de amanecer

(Es honda la mirada del gato / libre
como la primera llama del incendio).      

(Julio, 2005)








QUEMAR NAVES

Las incendias cuando todo lo demás
hase agotado

Arden con la facilidad de un cigarrillo
que tira contra el viento
mientras todo ha concluido

Los dioses no ciegan al elegido:
le conceden otra mirada
le extienden el invierno

Le acercan la montaña que estuvo allí
y que ahora al revés lleva consigo

Quemas tus naves –o tus alas–
nada más queda por hacer
La victoria es una derrota infinita

En la disyuntiva del fósforo
no es bueno pensar en los retornos imposibles

no es bueno convertirse en cartógrafo
de los continentes derruidos
Quedarse o partir es lo mismo

Pero las incendias cuando todo lo demás
hase agotado.                            






De Corazón de la Alquimia

No es un perro

Acezante no es un perro con salario de huesos 
el hombre / Su vida trata de un lento aprendizaje
de una espera 
Permanece desnudo / terrible en tanto abreva a solas
cuarzo y metales 
Un buitre acecha al profanador / al incendiario que construye 
su nido de ceniza muerta 
en el alcanfor de los iniciados (extraviados o asfixiados) 
Theleme consigna estructuras de fatiga y cieno:
no nos pertenece ni risa ni olvido 
Tal vez llanto, espectros y oportunidades
de navegante arrastrado 
Es uno el solitario a la deriva de los espacios
Es uno el que nombra astros y ocasos / muerde abismos
golpea muros, fracasa para fracasar de nuevo
hiriéndose con la propia mano afilada

Es uno el rey que no duerme ni está despierto
Uno el perro que perdió su salario de huesos







Conocer el sueño

Acariciar la muerte / robarle su abrazo a la castigada palabra
Dormir nombres de olvido / capítulos aprendidos y borrados 
idiomas que se fueron, y recuperarlos
Asesinarla en un día calmo / mirarla por siempre

Nada corrompe al que duerme / Pero el silencio 
del mercurio no es el alma de la inmovilidad
¿Serán tu alma esos cursados infinitos 
que separan y juntan los absurdos 
tristes dominios de la forma en el veneno?

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