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miércoles, 11 de enero de 2012

5798.- OCTAVIO SMITH

Durante una conferencia de la Universidad del aire, en la emisora CMQ.
Aparecen en la foto, de pie: Roberto Fernández Retamar,
Lorenzo García Vega, Mario Parajón, Carlos M. Luis, Cleva Solís,
Fina García Marruz, Octavio Smith, Cintio Vitier.
Sentados: José Lezama Lima, Edenia Guillermo y P. Angel Gaztelu.










Octavio Smith (1921-1987)

Poeta cubano. Nació en Caibarién, el 31 de mayo de 1921 y murió el 15 de octubre de 1987 en La Habana. En 1942 se doctoró en Derecho Civil por la Universidad de La Habana. Trabajó como abogado en el bufete de su padre hasta 1951, año en que comenzó a ejercer como notario. Octavio Smith dota a la realidad de una fascinación con la que envuelve su poesía. La sensibilidad y lirismo de sus imágenes se acentúan en el restallar de la memoria, que llega hasta el ámbito de linaje bíblico, paradisíaco y a través de este entrañable visor es que rescata "el paraíso perdido" de los sueños y lo vivido. En una selección de su obra poética figuran los títulos Poemas (1946); Casa marina (1946); Estos barrios (1966); Crónicas (1974); Andanzas (1987).










Lluvia en septiembre






Llueve una clara ruina silenciosa,
un vasto cuerpo mana,se disuelve
con dulce gravedad de persuadido.
Llueve una danza pálida,un arpa sucia y tierna,
agrupa el día enfilatura pobre
su dorada casta derruida.
Llueve Septiembre como un rey manchado.
Asolado y escueto va añadiéndose
como quien cede airosa púrpura a la turbia
prisión del cortinaje disolvente.
Mundo flechado por la muerte,por un acre
desmenuzarse tibio y embriagado.
Finas escorias linajudas llueven.
Como después del baile retornamos
a casa junto al alba agria,
como el solitario por los vidrios
del café en la plaza de marchita
eternidad desierta,
mira escurrirse cartelones
de la reciente fecha ilusionada
bajo el atroz lavado caricioso,
así me abstengo de enjuiciar,asisto
grave y como pensando en otra cosa.
Noble sustancia bien amada cae,
paredes grano a grano covenciéndose,
son de apacible desvarío de ancianas
en los secretos aposentos.
Llueve y una muchacha que se aliaba
con cabellera y ojos de inaudito
reposo grávido a la noche,
no es en mis sienes nada porque llueve,
y nada es sino el eco que intenta
mi paladar en vano,
encogido piar helándose
porque a qué indagar detrás de la espesura
cenicienta y fanática,fiel,organizado
boscaje de la lluvia,porque un vago,
mullido,adormeciente horror se esparce
granado de baldías miradas,
taciturno de pálidas ortigas.


del libro Crónicas (1974)










Estratos


Octubre arrecia y yo dentro de mí
pliego credulidades, ardimientos;
busco mi sitio, sigo las ausencias
deseadas del óleo reminiscente.


Adivino los pasos, la mesura
de quien aquí y allá va cercenando
un ademán, un brío, aquella súplica
hasta ajustar un cuerpo a su estación postrera.


Octubre está sentado en su aposento,
Octubre sin alzar un dedo arrecia.
¿Qué voy a resguardar mientras el humo,


disponiendo frío sus estratos
por el bajo cielo blanquecino,
se calle nada más y permanece?


(Recuerdo para Lezama, pensando en una ninguna,
implacable dignidad, de Octavio)






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