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viernes, 24 de febrero de 2012

6134.- ROBERT ROZHDÉSTVENSKIY






ROBERT ROZHDÉSTVENSKIY (1932-1994)
RUSIA






EL SILENCIO


En la hierba — silencio,
silencio
en la hierba — silencio,
entre los juncos — silencio,
en el bosque — silencio.
Hay tanto silencio
que da vergüenza abrir los ojos
y pisar la tierra.
Tanto silencio
que da miedo.
Tanto silencio,
que duele la espalda.
Tanto silencio,
que pronunciar cualquier palabra —
es lo mismo que matar.
Chilla,
grita,
el mundo agitado
está enfermo de silencio,
tendido y envuelto
en su apretado velo.
Tanto silencio,
como si los pájaros
hubieran abandonado la tierra,
uno tras otro.
Como si las personas
hubieran dejado la tierra,
una tras otra.
Como si la tierra se hubiera convertido
en el silencioso
museo del silencio.
Tanto silencio,
que hay que recordar la música
como la cara de alguien,
tanto silencio,
que hasta los pensamientos más silenciosos
se escuchan
desde lejos.
Tanto silencio,
que deseo
empezar
la vida nuevamente.
Tanto silencio...










MARC CHAGALL


Es viejo y parecido a su soledad.
No desea hablar sobre el clima.
Enseguida pregunta:
«¿— Usted no es de Vitebsk?» —
Viste una chaqueta anticuada con las solapas gastadas...
«— No, no soy de Vitebsk...» —
Una larga pausa
y después, monótono y aburrido,
suelta unas palabras:
«— Trabajo y ando enfermo...
En Venecia, una exposición...
¿Así que usted no es de Vitebsk?»
«— No, no soy de Vitebsk...»


Mira hacia otro lado.
No escucha.
Aspira una lejanía extranjera
tratando de tocar la infancia con cuidado...
Y no hay Cannes,
ni Costa Azul,
ni glorias presentes...
Con precisión y perplejidad
se estira hacia Vitebsk, como una planta...
ese Vitebsk suyo —
polvoriento y caluroso —
clavado a la tierra como una torre de vigilancia.
Allí las bodas y las muertes, las misas y las ferias.
Allí maduran las manzanas más grandes
y un conductor dormido da vueltas por la plaza...


«¿— Así que usted no es de Vitebsk?»
Se queda en silencio
y luego pronuncia,
como si nada,
los nombres de las calles:
Smolenskaia,
Zamkovaia.
Alaba el río Vitsba como si fuera el Volga
y agita como un niño
su mano transparente...
«— Así que usted no es de Vitebsk...»
Tenemos que despedirnos.
Volver pronto a casa...
Los árboles firmes al lado del camino.
Oscurece...


Qué lástima, no soy de Vitebsk.










TRADUCIDOS POR NATALIA LITVINOVA
http://animalesenbruto.blogspot.com/

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