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lunes, 20 de diciembre de 2010
2739.- ÓSCAR DEIGONET LÓPEZ POSAS
Oscar Deigonet López Posas. (San Pedro, Honduras 1964)
Poesía hondureña en resistencia ante el golpe de Estado
La marcha de los caídos
De madrugada
surgen niños de sueños azules.
Sus manos al cielo,
quieren alcanzar
la justicia de los duendes.
Sus rostros, la máscara del
reclamo.
Sus cuerpos olor a campesino
olor a maestro, olor a la patria.
Sus voces,
truenos de la exigencia
en plena calle de la vida
pájaros que cantan
en todas partes,
lloran en todas partes.
Con sus gargantas de oro
cuentan los gritos
y cuentan sus muertos
MIEDO Y PALABRA
por Oscar Deigonet López Posas
Selección de poemas de Oscar Deigonet López Posas (HONDURAS)
Fecha: 19 enero 2009
El fundamento de este poemario es el tema del General Francisco Morazán. Mi general no cabe en la muerte, ( José Francisco Morazán Quesada) sigue viviendo, aunque hayan pasado 167 años de su fusilamiento en Costa Rica el 15 de septiembre de 1842, sin sentenciarlo, pues no se realizó ningún juicio. Morazán el modelo para la lucha representativa por las libertades en Centro América.
TESTAMENTO
Se agotaron las cenizas
en este invierno,
y la angustia,
ha colmado el blanco salón
de mi carne.
Mis huesos,
se cruzaron
a la espera de la redención,
en el rincón de la inocencia,
creyendo en la eternidad
de la justicia.
ELLOS
Torbellino de la noticia
en fuga,
que gastan palabras
colmando un universo,
hieren pájaros,
Caprichosos adolescentes,
que hacen caminar el mar
entre la espuma azucarada
de la cortesía.
Mensajeros del diablo
que alzan sus manos
como pidiendo perdón
a un dios maravilloso.
AMIGO LEJANO
La lluvia de mis cabellos
es incesante.
Mi ego,
Se ha vuelto senil.
Y mi paciencia,
tiembla más,
en los días de inocencia.
En esos momentos,
casi no recuerdo
cuando liaste bártulos.
De ves en cuando, eres
el actor de algún sueño
de camisas rotas,
de canicas,
o pájaros al vuelo.
Yo, te recuerdo,
como a un padre.
Te guardo memoria
en las cornisas,
y he repetido,
las historietas
del viejo Valentín.
Tú mi amigo,
fundiste la esperanza
de la angustia,
en una parvada
de gorriones esmeralda,
y volaste
para nunca volver.
PRIMAVERA
El fusil cantó
su mejor canción y,
las golondrinas, volaron,
dejaron en el alma,
esa alegría
del paladín.
Jóvenes
de piedra en mano,
competidores
ensangrentados,
gases lacrimógenos.
¡Cómo han llorado los años! ,
Esperando tu testamento,
Por ahí.
ya se escuchan
los cañones;
Se dobla el monte
cae la empalizada
caen los hombres,
La tierra es de sangre,
sangre que enfría los fusiles
del general.
Voraz caballería
que escupe fuego,
son mis oficiales,
alma en mano
matan canallas,
amedrentan cobardes.
En la acometida,
cae la noche,
cae el telón.
MI MUERTE / El deseo de un paladín/
Ha de ser dulce
como un haz de luz.
No portará en sus designios
la obsesión y el dolor
de un castigo,
urdido por el amor.
Pasará por mí, a las nueve
como en la conclusión
de una cita,
cuyo fondo será
el ensueño de una noche
de caviar y champaña
así, no sabré
si mi corazón,
dejó de latir;
que no tenían ya,
importancia alguna;
y, a esa hora, a las nueve
no hay servicio de hotel,
ya habrán apagado la luz.
A Salvador Madrid,
en su inagotable Slovenxia.
La evasión de las tristezas
He decidido
evadir
la tristeza,
y encuentro
que solo es
la falda blanca
de una dama inculta.
El templo de mi general
Mi general
No cabe en la muerte.
Flota en el viento
con aliento juvenil.
Al oír el bronce,
sabe que es la hora
Acompaña a las viudas
de sus mejores soldados
y juntos hacen votos
por mejores tiempos.
Las viudas en sus jaulas de luto,
mi general como mártir,
yo con mi cabeza de fuego.
él lanzándome,
bolas de nieve.
Así se nos ha ido la vida.
El en sus altares
las viudas y yo,
abriendo caminos.
La muerte me acecha.
La he visto,
saltando ,
salpicándose a si misma,
con mi agua,
viene alentando
tormentas,
cínicas tormentas
al fin.
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