Lara Moreno nació en Sevilla (1978), y es onubense. Tiene publicados los libros de relatos Casi todas las tijeras (Quórum, 2004) y Cuatro veces fuego (Tropo, 2008), y el poemario La herida costumbre (Puerta del Mar, 2008). Su obra está recogida en varias antologías. Con Igriega Movimiento Cultural, ha sido editora del libro de microrrelatos Los vicios solitarios (2003) y de la antología Aquí y ahora. Voces de poesía (2008). Vive en Madrid y trabaja como editora y correctora para editoriales literarias.
Su blog se llama Guarda tu amor humano.
Esta luz deforme del infinito
todo lo abarca
desmadre iluminado
corte sin sombra.
Niña andaluza,
camina por el borde
crustáceo de esta tierra,
gentes del mediodía,
piedras de fuego al sol
y a la llanura.
Roja la fruta de agua
entre tus dedos,
sus pipas negras llorando en los pezones.
Roja la carne que esconde nuestros miedos
bajo el vino azulado de este cielo
al pie del continente.
Grano con grano
la arena nos envuelve.
Hombres de la pleamar,
sexo hemisferio.
Océano vivo.
Sólo aquí.
Océano.
Me digo:
escribe
de estas cosas horribles
que te merman las tinieblas
aquellas tinieblas que uno atesora
lugares
de oscuridad plastosa
y obligada
ese museo de nadie
donde sólo uno cabe
y donde es.
Me digo:
sácalo todo y
luego:
el qué.
Sí, mujer,
la lava,
el plancton,
la brea.
Esa masa que obstaculiza
la sangre
(objeto limpio exorcizado)
que apoltrona
las hormonas
(objeto útil psicotrópico)
que corroe
las enzimas
(madre vicio y victoria).
Eso.
Me digo: dilo.
Y luego: el qué.
Qué grito de hospital nunca aplaudido
qué famélica visión futurista de una misma
qué pordiosera misión de presente.
Me digo: hazlo.
Y aquí estoy,
ironizando el miedo, el agravio,
lo desesperado
de vivir
la presión
la incógnita maldita.
No quiero, no.
Porque intuyo
que no es suficiente
el tiempo que paso entre tinieblas,
y que aquéllas
sólo son
una esperanza incauta de que quizás
la felicidad
sea algo menos que todo esto.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Otro día de sol.
Etcétera, etcétera.
España no produce petróleo.
¿Qué produce España?
Otro día de sol. Otro día de sol. Otro día de sol.
Supongo que alguien tendrá la delicadeza de señalar el camino con flechas,
con marcas en los árboles, con cruces sobre la puerta del centro de la Tierra.
Digo, para los que estamos completamente perdidos.
Por la radio no hay luto para nadie por supuesto
Atentado en Marrakech cinco millones de parados boda real en Londres
nuevos duques de Cambridge todo junto
Un día nublado como hoy un día que podría ser soleado un día pesado como hoy
Está todo tan bien
El barril de gasóleo
Tan bien
Tan facilito todo
Yo tomé café en aquella plaza una mañana después de que me timaran
por primera vez en ese país, me sentía extranjera y humillada,
me sentía feliz,
tomé café en aquella plaza mirando el bullicio (el verdadero bullicio)
Está todo tan bien aquí
El embarazo humano es la cosa más larga del mundo
Bueno no tan larga como el desamor y la enfermedad
En el pequeño planeta donde vivo tengo motivos para estar contenta
Porque duermo con el hombre de los ojos más hermosos
Y porque me besa
En el pequeño planeta también escucho las noticias y sé que la alta tecnología, el azar y los conocimientos adquiridos a través de las redes sociales (esa desidia) no nos librarán de tomar café una mañana en la plaza adecuada
En el momento adecuado
No nos librarán
Qué te habías creído
Mientras
Una tormenta tras otra
Y los árboles
No tengo cámara web
soy tan informáticamente pusilánime que las cámaras web me dan miedo
cuando voy a un ciber, y ese ojo me mira agarrado al borde superior de la pantalla, lo aparto de un manotazo, por si acaso
¿por si acaso?
confío confusamente en la individualidad y en algunos de los motivos necesarios de la independencia íntima
lo aparto de un manotazo
(en realidad me da vergüenza)
Cuándo vamos a dejar de hablar del fin del mundo
yo cuando tenga tiempo dejaré de hablar del fin del mundo
empezaré a hablar del mundo sin fin
esa mentira
Cuando tenga tiempo a lo mejor me tumbo en mi jardín, lleno de mala hierba, seco (qué súbito ha sido todo), y con los brazos extendidos espero a que suban los insectos hasta que me pique todo el cuerpo
pero lo que es realmente seguro es que me sentaré en una silla, con cuidado de que las garrapatas no transiten mis tobillos, y esconderé mi cara del sol bajo un sombrero, para poder leer durante horas sin dolor en los ojos
Otra vez me esperan los libros, sobre todo uno de ellos; impacientes, olvidados
Incluso cuando el verano prometa consecuencias
yo estaré obsesionada con las causas
dicen que ha llegado ya
pero tú y yo sabemos de sobra
que está aparcado a la vuelta de la tierra
escondido de nosotros
los que aún no somos capaces de desnudarnos.
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