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viernes, 2 de marzo de 2012

6181.- OLINDO GUERRINI


OLINDO GUERRINI
Poeta y ensayista italiano nacido en Forli en 1845.
Estudió Jurisprudencia en la Universidad de Bologna, profesión que nunca ejerció debido a su inclinación por la literatura.
Sus primeros trabajos poéticos "Postuma" en 1877 y "Polemica e Nova polemica" en 1878, fueron publicados bajo el seudónimo de Lorenzo Stecchetti.
Maestro de la sátira, escribió en 1882 el poema burlesco "Giobbe" , seguido de "Rime" en 1897, bajo el seudónimo de Argia Sbolenfi, en el cual denunció la violenta hipocresía y el conformismo moral, religioso y social de la época. Entre otras de sus obras y romanzas merecen destacarse "Fior di siepe" en 1878,
"Vieni Nerina" en 1878 y "S'io fossi" en 1883.
Falleció en Bologna en Octubre de 1916.










Era en invierno...


Era en invierno. Estábamos, ya tarde,
sentados junto al fuego, muy turbados,
y con hablar de tiempo, enrojecíamos
cual niños de colegio enamorados.


Sus ojos al bordado ella inclinaba
y al techo los tenía yo clavados;
no se dijera que ambos observásemos
sino que ambos éramos observados.


Pensaba yo: "Por sólo una sonrisa
le daría la sangre de mis venas,
y de las flores de mi ingenio el ramo".


Cuando de pronto, alzose ella muy pálida,
sus manos escondió entre mis cabellos
y "Escucha -dijo susurrante-: "Te amo".














Las lucientes cabelleras...


Las lucientes cabelleras
de las amantes queridas
son lujuriosas banderas
desplegándose guerreras
sobre las carnes vencidas.


¡Ni redecillas ligeras,
ni diademas brillantes!
Las lucientes cabelleras
de las jóvenes amantes
son lujuriosas banderas.


Y cuando chocan crujientes
las secas bocas ardientes,
se tuercen estremecidas
las cabelleras lucientes
de las amantes queridas.


Versión de Manuel Reina












MENDIGA


Terminado el festín, la mesa alzada.
Salía yo al acaso,
Cuando encontré en el fango arrodillada
Una niña a mi paso.


Las ropas desceñidas y andrajosas.
Pálida y balbuciente.
Imploraba con manos temblorosas
La piedad de la gente.


Arrojando en su falda una limosna
Dije a la pordiosera:
-Corre ¡infeliz! y hacia tu madre torna,
¡Quizá llora y te espera!-


Una errante sonrisa de pasada
Plegó su labio yerto,
Y fijando en el cielo la mirada. Dijo:
-¡Mi madre ha muerto!-


Dijo:-Mi madre ha muerto; el hambre aterra;
La estación es muy cruda;
¡Nadie en mí piensa ya sobre la tierra,
Huerfanita y desnuda!-


Fuerza es sin duda que el dolor nos venza
Viendo al menesteroso;
Yo ante miseria tal sentí vergüenza
De ser casi dichoso.

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