María Paz Moreno (Murcia, 1970)
María Paz Moreno es poeta, ensayista y crítica literaria. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Alicante y doctora en Literatura Española por la Universidad de Ohio State (EEUU). Ha impartido clases en Vanderbilt University, University of Cincinnati y University of Utah.
Associate Professor en la Universidad de Cincinnati. Su trabajo como crítica se centra en la poesía española contemporánea, especialmente en la obra del escritor alicantino Juan Gil-Albert, sobre el que publicó en el año 2000 el libro de ensayo El culturalismo en la poesía de Juan Gil-Albert. En 2004 publicó Juan Gil-Albert. Obra Poética Completa, edición crítica de la poesía de mismo autor, que vio la luz de la mano de la editorial Pre-Textos para conmemorar el centenario del nacimiento de dicho autor. Más recientemente, ha coeditado Cartas a Juan Gil-Albert. Epistolario selecto, volumen que se encuentra en vías de publicación por la Editorial Pre-Textos.
En 2008 ha publicado Concha Zardoya. Antología Poética, de cuya selección, introducción y notas es responsable.
Como poeta, Moreno ha publicado seis libros: La semilla bajo el asfalto (Alicante: Botella, 1994), Mudanza en su costumbre (Elche: Ed. Frutos del tiempo, 1996), Correspondencia atrasada (Valencia: Pre-Textos, 1999), Geografía enemiga (Edición bilingüe portugués-español. Lisboa: Ediçoes Tema, 2001); y la edición aumentada Geografía enemiga y Los dones perversos (Zaragoza: Libros del Innombrable, 2005). Su último poemario hasta el momento, Invernadero (Sevilla: Ed. Renacimiento, 2007), fue seleccionado como finalista para los Premios de la Crítica Valenciana en 2007.
En la actualidad, María Paz Moreno se encuentra inmersa en la escritura de un libro de ensayo sobre literatura culinaria con el título de Mucho más que recetas. El libro de cocina y sus múltiples lecturas.
Carta de amor a mi país
A Baltasar Garzón
Yo vengo de un país
donde los muertos duermen en las cunetas.
Es el suyo un sueño largo, inquieto,
porque se acuerdan de todo y aún esperan.
Les duele más el silencio que el tiro aquel de gracia.
Yo vengo de un país
donde los muertos aguardan pacientemente
a que alguien diga su nombre,
que busque su mirada de fotografía vieja
y reconozca su sonrisa amarillenta
-el día de la boda, la romería en el campo-
en la dentadura rota y arenosa
que el arqueólogo sostiene
como quien lleva un pájaro herido entre las manos.
A sus oídos llega el fragor
de los debates sobre rencor y olvido.
Ellos escuchan. Gime la hierba.
Extienden orgullosas sus hojas las ortigas
y el riachuelo, ya seco, calla.
De niña, yo buscaba morera en las cunetas
para alimentar gusanos de seda.
Reclamo conocimiento. En mi país
somos los vivos quienes tenemos
los ojos y los oídos llenos de tierra.
(Inédito. De ¨El vientre de las iguanas¨)
Contemplación del deshielo
... Y no saber salirme de mi cuerpo
para adentrarme al tuyo, para abrazar
el abismo de tus horas oscuras,
para sentir por ti el dolor del deshielo ...
(la soledad, como el placer, es un arte
que aprendo a practicar muy poco a poco
procurando vestir de poesía el deseo)
...Y no poder caer contigo,
ahogarme cuando tu te ahogas,
ser comunión en tu boca, vena abierta
o salto vertiginoso al vacío.
Tulipanes
(INVOCACIÓN A SYLVIA PLATH)
Rojos. Amarillos. Anaranjados.
Escríbeme una carta que adorne tu pasado,
escríbete un poema que no sea una soga,
que no sea serpiente abrazada a tu cuello,
no te oprima el corazón con la crueldad del recuerdo
ni te hunda consigo en su naufragio.
Escribir y morir febrilmente
cubiertas las sábanas de tulipanes y amapolas,
de flores rojas como un horno encendido,
como tomates sangrantes sobre la mesa de la cocina,
como las bocas desdentadas de los niños.
Los niños.
Tulipanes rojos sobre las sábanas.
SIMONE DE BEAUVOIR REFLEXIONA
ANTE UN VERSO DE CONCHA MÉNDEZ
“Siento en mi sangre girar el Universo”
Concha Méndez
Esta obstinación mía
en negarme a perpetuar la especie,
a no dejarme atrapar por la espiral de la vida
para no ser succionada, engullida, devorada,
y perder la sangre y la linfa, que tanta falta
me hacen para sobrevivir el día a día,
esta obstinación que ejerzo
me trae no pocos problemas
y miradas recelosas.
El universo gira en torno mío
pero mi sangre se alimenta de sí misma
porque no quiero ser más que lo que soy,
porque me basta con mi carne y con el pálpito
único de un solo corazón, y con un solo llanto
se me llena la boca; me basta con soportar
–y ya es demasiado-
la certeza de mi propia muerte.
Me desangro con precisión lunar
resistiéndome a ser invadida
como una ciudadela que se toma por sorpresa.
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