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jueves, 3 de noviembre de 2011

5248.- XULIO L. VALCÁRCEL


Xulio López Valcárcel (Lugo, 1953) es un escritor de Galicia, España.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Santiago de Compostela, trabaja como procurador de los tribunales y reside en La Coruña.
Conocido sobre todo como poeta, participó en los colectivos Cravo Hondo y De Amor e Desamor. Fue parte del consejo de redacción de Luzes de Galiza.
Obtuvo el Premio Nacional de Poesía para menores de 25 años, Premio Guimaraes, en Portugal, el Premio "Celso Emilio Ferreiro" del Ayuntamiento de Santiago de Compostela en 1979, Premio "Antonio Tovar" en Orense, el Premio Miguel González Garcés (1993), Premio "Irmandade del libro", otorgado por la Federación de libreros, (2002) y el Premio de la Crítica de poesía gallega en 1994 y 2004. Asimismo es autor de diversos trabajos sobre arte y literatura y algunos libros de relatos. Colabora, además, en la prensa (Página literaria de El Ideal Gallego y en la radio (Radio Coruña, Cadena SER).

Poesía
Véspera do día (1979).
Alba de auga sonámbula (1983).
Solaina da ausencia (1987).
O sol entre os dedos (1993).
Memoria de Agosto (1993). Premio Miguel González Garcés.
En voz baixa (2002).
Casa última (2003).

En antologías
Su obra poética está recogida en diversas antologías:
Desde a palabra doce voces de Luciano Rodríguez (1986).
Escolma da Poesía galega de hoy (1991).
Los caminos de la voz, seis poetas gallegos de hoy (1995).
Poesía Gallega Contemporánea (1996).

Narrativa
Anel de mel (1991).
Campo de Marte (1999).

Ensayo
No corazón de Galicia: viaxe polas terras de Chantada e a Ulloa (2001).









De “A MELANCOLÍA DOS CORPOS”




Rescoldo

Ese calor que dejas en el lecho
al levantarte...
nada tan tierno, nada tan sutil
e inaprensible, nada tan íntimo.
El calor de tu cuerpo,
plumón de pájaro,
levedad de un ala,
ángel ignoto que dejó
su presencia invisible
en ese lugar que delimita,
impreciso, tu cuerpo;
tu cuerpo, leve peso,
pero tenue, más tenue, la tibieza
de ese rescoldo
sin materia, sin forma,
ingravidez diluida,
brasa última apagándose...
Frontera vaga, límite al no ser,
ese calor silente y hondo
que por los dedos asciende
en corriente amorosa,
hilos de rocío envolviendo
en una diana de ardor
el corazón.








Filme

Somos lo que recordamos
Te preguntas que sería de aquella muchacha
que perseguía su sombra
bajo un sol inclemente
en las lojas gastadas de una plaza desierta
remota escena de una película de los años cincuenta
Tú no habías nacido pero llegaste a conocer
la expresión de su mirada
el rictus de los labios
Era ella en su forma natural
o interpretación que hacía
obedeciendo indicaciones
Donde se separaban y donde confluían
la joven real y el personaje del filme
Olvidaste título música argumento
la única escena que regresa es la plaza
empedrada y la niña solitaria
tratando inutilmente de alcanzar
pisándola su propia sombra
Luego en otro plano un rostro mirándote
que era y que no era el suyo
Joven enigmática en un entorno
enigmático que se fue perdiendo
en el suceder de los años y que existe ahora
no como era –si realmente era-
sinó como tú la recuerdas
La joven de la ficción y la joven real
eran dos y la misma
pero sólo la de ficción sobrevive
en la divagación de estas palabras
La joven real ya no existe
Estará jubilada puede que muerta
seguirá tal vez persiguiendo su sombra









Padre apache

Amonal de los cuartos deshabitadas ruinas
en las que los muertos superan a los vivos
huele el dolor a intemperie te quedaste sólo
cumpliendo rígidas normas del centro
que te hospeda pero no te acoge
A mil quilómetros de casa
guardas abasto exiguo una mirada
unas frases el tacto de unas manos
un beso trémulo pábilo que alumbra
las sombras que te acosan
Como los viejos pieles rojas abandonados
entre la nieve que borra los caminos
cuando exánimes seguir no pueden
la tribu protectora que se aleja
Arrimado a las vacilantes brasas
de la vida que se extingue
en medio de la noche en la que aullan los lobos
acercándose
padre apache









Madres en la niebla

Llegan dispersas difuminadas en la niebla
madres fatigadas felices portando
en la cabeza sobre pañuelos enroscados
grandes tinajas de ropa

Hirieron los nudillos restregaron los dedos
en ardua labor cuando el invierno domina
con sus cuchillos de hielo

Esperan ellas el sol refugiado
en las sábanas de fulgor
almidonado

Planchan las madres pensativas
absortas en las aguas de un pozo

No se preguntan si el torso guarda
en la tersura de la prenda la maniobra
de la línea esmerada pacientemente perfilada
la eliminación de la arruga
No se preguntan si en los hilos tejidos
permanece la entrega
o si el amor es en sí mismo una alquimia

Ellas no se preguntan no lo precisan
pasan repasan insisten afinan
eternizan un gesto
que conjura maleficios y estira soledades

Regresan en la niebla las madres
con una brazada de sábanas blancas espumas
astros concentrados
todo un sol contra la cara
deslumbrándonos











Huele el dolor

A qué huele el dolor...
Como el frío, la soledad, el miedo
o la muerte,
tiene también un olor el dolor.
Muchas veces intenté descifrarlo
pero se esconde, se diluye,
se camufla. Ofrece pistas falsas.
Tiene algo de alcanfor, de cerrado, rancio,
algo de narcótico,
pudiera ser alcohol, adrenalina o mercurio,
como podría ser amoníaco,
vértigo o náusea.
Trae estigmas de ulcerada claridad,
descansa sin ser visto en las sillas
y oscila obsceno en las perchas de la tristeza.
Porque existe, huele; sí, el dolor huele
en las ojeras violetas, en los vidrios del insomnio
y en las cárdenas cicatrices de la espera
o la angustia.
Huelen los cuerpos doloridos,
huele la fiebre y la sombra
como huelen el cansancio, la miseria o el hambre.
Huele el dolor y nos oprime
en la boca un esparto,
una esponja en la garganta,
cuando percibimos nítido, punzante,
reconocible y al mismo tiempo indescifrable,
su aroma.

(Traducción del gallego: Diana Varela Puñal)










Casa vacía (1983)

Hay un olor cerrado
un rastro de ausencias
olvidadas en los espejos
en el frío de las cenizas apagadas.
Un aliento húmedo de respiración,
una carcajada trágica.
El espectral eco de los pasos
y la lluvia resbalando
por el tejado,
identifico otras horas
otras voces perdidas sin remedio
en la distancia.

En el aire de los armarios
morfina del tiempo
percibo la tibieza de un cuerpo
en estos trajes que amaron la luz
Naftalina y sueños duermen
chalecos y zapatos dejados
por alguien que siguió una oscura ruta.
Aquí están en paz en soliloquio íntimo
sudores caricias lejanías
últimos mohos donde se pudre
oloroso el olvido
como si se destapa un frasco de aire enfermo.



CASA BALEIRA

Hai un olor pechado
e un rastro de auséncias
esquencidas nos espellos
no frio das cinsas apagadas.
Un alento húmido de respiración,
unha gargallada tráxica.
O ecoar espectral dos pasos
e a auga a escorrer
polo tellado,
identifico outras horas
outras voces perdidas sen remédio
na distáncia.

No ar dos armários
morfina do tempo
palpo a morneza dun corpo
nestes traxes que amaron a luz
Naftalina e soños dormen
chaleques e zapatos deixados
por alguén que emprendeu escura naveganza.
Aqui están en paz en solilóquio íntimo
suores carícias lonxanías
últimos mofos onde se pudre
oloroso o esquenzo
tal se destapo un frasco de ar enfermo

De "alba de auga sonámbula".








A retirada
Levantamos a casa, recollemos os libros,deixamos un aire nosoen cada estancia deserta,en cada cuarto que coñeceuo noso alento, as noites de febre,as cousas que acompañaron estes días.
Paredes descascadas, humano latexo,todo fica ferruxe da derrota.
Embalamos perdidas ilusións,cartas, retratos,momentos de intimidade compartida.
Deixamos un tacto, unha caricia,un aire húmido invadindo teimosoo permanecer dunha presencia.
Recanto íntimo, tépedo acougo,aberto ao aire xeado da retirada.

La retirada
Levantamos la casa, recogimos los libros,dejamos un aire nuestroen cada estancia desierta,en cada cuarto que conociónuestro aliento, las noches de fiebre,las cosas que acompañaron estos días.
Paredes desconchadas, humano latido,queda todo en la herrumbre de la derrota.
Embalamos perdidas ilusiones,cartas, retratos,momentos de intimidad compartida.
Dejamos un tacto, una caricia,un aire húmedo invadiendo obsesivoel permanecer de una presencia.
Íntimo rincón, acogedor sosiego,abierto al aire helado de la retirada.



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