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lunes, 31 de octubre de 2011

5233.- RUI DE NORONHA


RUI DE NORONHA. Maputo (Mozambique)
(1909-1943)
Mestizo. Hijo de indio y negra. Precursor de la poesía mozambicana nos lleva al África misteriosa y exótica, a las mismas raíces del mito, del éxtasis y de lo sensual.
Nasceu em Maputo, (Maputo, 28 de outubro de 1909 - Maputo, 25 de Dezembro de 1943) assinou-se também António Ruy de Noronha e Carranquinha de Aguilar.. Mestiço, filho de índio e negra. Com seus Sonetos é tido como o precursor da poesia moçambicana.

BibliografiaSonetos (1946), editado pela tipografia Minerva Central.Os Meus Versos, Texto Editores, 2006 (Organização, Notas e Comentários de Fátima Mendonça)Ao mata-bicho: Textos publicados no semanário «O Brado Africano» Pesquisa e Organização de António Sopa, Calane da Silva e Olga Iglésias Neves. Maputo, Texto Editores, 2007





TEXTOS EM PORTUGUÊS / TEXTO EN ESPAÑOL


TEXTO EN ESPAÑOL
Traducción de XOSÉ LOIS GARCÍA

LUNA NUEVA

“Quenguêlêquêze!... “Quenguêlêquêze!... (Luna Nueva)

Surgía la luna nueva,
es la gran noticia

— Quenguêlêquêze!... — iba de boca en boca
Trazando en los rostros expresiones extrañas,
Atravesando el bosque, aldeas y montañas,
Com enorme alegria, una alegria loca.

Locamente,
Perturbadoramente...

Danzas fantásticas
Conferían a los cuerpos vibraciones elásticas,
Frenesí,
Ondulando vientres, bustos desnudos, caderas...

Y al son de las palmas
Los hombres, saltando,
Iban cantando
Temores de extrañas y vengativas almas,
Guerras antiguas
Con intrépidas impias enemigas
— Obscenidades claras, descaradas,
Que las mujeres oían com grandes risas
Avivando más y más
El rítmico calor de las danzas sensuales.

“Quenguêlêquêze!... Quenguêlêquêze!...”

De vez en cuando llegaba una mujer,
Movía el espinazo
Bamboleaba las nalgas voluptuosamente,
Y delante del hombre, frente a frente,
Se ponían los dos a simular secretos...

— En los árboles
Había un murmullo eólico
Que daba a la escena, a luz de la luna, um algo diabólico...

“Quêze!.Quenguêlêquêze!...”

...Mientras tanto una mujer había salido riñendo
Con otra más vieja;
Se dirigió en la sombra al estercolero,
Con una criatura.
Estaba oscuro y había allí un olor extraño
A cenizas encharcadas,
Sobras de pescado y excrementos de rebaño
Mezclados...
El viento, sobrevolando la tapia de caña,
Traía hacia afuera un aire sofocante,
Un aire de podredumbre...
Y las mujeres entraban con un brasero:
Y mientras tanto la más vieja
Cogía al niño y lo mostraba a la luna
Diciéndole: “Mira, es la luna”,
La otra, levantando la mano,
Lanzó hacia la luna el leño luminoso
— El estrépito de los aplausos fue muriendo...
Y la luna fue creciendo... fue creciendo...
Lentamente...
Como si fuera en blando y simulado lecho
Acostaron al niño, embadurnándolo,
En la ceniza del estercolero...
Y de repente,
Cuando lloró, la madre, cogiéndolo,
Allí en la inmunda podredumbre, en la oscuridad,
Le dió el pecho...

Entonces, llegó el padre,
Lo llenó de caricias,
Suavemente lo cogió por los codos,
Lo tomó en sus brazos y cantó
Esta canción apasionada:

“Hijo mio, estoy contento!
Ahora ya no temo que nadie
Se burle de ti en la calle,
Y diga, cuando errares, que tu madre
¡No te mostró la luna!

Ahora tienes los oídos abiertos
Para comprender todo:
Tu pecho afrontará, intrépido, los ruidos
De las fieras, sin temblar...
¡Hijo mío, estoy contento!
Ahora eres un ser inteligente,
Y así has de crecer, has de ser un hombre fuerte

Hasta que ya cansado
Un día muy viejo
Rodeado de hijos,
Sintiendo ya doblarse tu rodilla
Vendrá a buscarte la muerte...
¡Hijo mío, estoy contento!
¡Ahora, sí, soy padre!...”

En la aldea, lentamente,
El estrépito de los aplausos fue muriendo...
— Creciendo
Como un ay...



Textos originalmente publicados na revista HORA DE POESÍA, n. 19-20, Barcelona, Espãna, 1978.







LUA NOVA

“Quenguêlêquêze!... “Quenguêlêquêze!... (Lua Nova)

Surgia a lua nova,
E a grande nova]
— Quenguêlêquêze!...— ia de boca em boca
Traçando os rostos de expressões estranhas,
Atravessando o bosque, aldeias e montanhas,
Numa alegria enorme, uma alegria louca,

Loucamente,
Perturbadoramente...

Danças fantásticas
Punham nos corpos vibrações elásticas,
Febris,
Ondeando ventres, troncos nus, quadris...

E ao som de palmas
Os homens, cabriolando,
Iam cantando
Medos de estranhas vingativas almas,
Guerras antigas
Com destemidas impias inimigas
— obscenidades claras, descaradas,
Que as mulheres ouviam com risadas
Ateando mais e mais
O rítmico calor das danças sensuais.

“Quenguêlêquêze!... Quenguêlêquêze!...”

Uma mulher de vez em quando vinha,
Coleava a espinha,
Gingava as ancas voluptuosamente,
E diante do homem, frente a frente,
Punham-se os dois a simular segredos...
— Nos arvoredos
Ia um murmúrio eólico
Que dava à cena, à luz da lua, um que diabólico...

“Quêze!.Quenguêlêquêze!...”

... Entanto uma mulher saíra sorrateira
Com outra mais velhinha;
Dirigiu-se na sombra à montureira,
Com uma criancinha.
Fazia escuro e havia
Ali um cheiro estranho
A cinzas ensopadas,
Sobras de peixe e fezes de rebanho
Misturadas...O vento, perpassando a cerca de caniço,
Trazia para fora o ar abafadiço,
Um ar de podridão...
E as mulheres entravam com um tição:
E enquanto a mais idosa
Pegava na criança e a mostrava à lua
Dizendo-lhe: “Olha, é a lua”,
A outra, erguendo a mão,
Lançou direito à lua a acha luminosa.
— O estrepitar de palmas foi morrendo...
E a lua foi crescendo... foi crescendo...
Lentamente...
Como se fora em brando e afogado leito
Deitaram a criança, revolando-a,
Ali na imunda podridão, no escuro,
Lhe deu o peito...

Então, o pai chegou,
Cercou-a de desvelos,
De manso a conduziu p´los cotovelos,
Tomou-a nos seus braços e cantou
Esta canção ardente:

“Meu filho, eu estou contente!
Agora já na temo que ninguém
Mofe de ti na rua,
E diga, quando errares, que tua mãe
Te não mostrou a lua!

Agora tens abertos os ouvidos
Para tudo compreender;
Teu peito afoitará, impávido, os rugidos
Das feras, sem tremer...
Meu filho, estou contente!
Tu és agora um ser inteligente,
E assim hás-de crescer, hás-de ser homem forte

Até que já cansado
Um dia muito velho
De filhos, rodeado,
Sentido já dobrar–se o teu joelho
Virá buscar-te a Morte...
Meu filho, eu estou contente!
Agora, sim, sou pai!...”

Na aldeia, lentamente,
O estrepitar das palmas foi morrendo...
E a lua foi crescendo...
— Crescendo
Como um ai...

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