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jueves, 1 de marzo de 2012

6171.- PETER VERHELST




Peter Verhelst
(1962, Brujas, Bélgica)
Es un renombrado poeta, novelista y dramaturgo. De joven leía todo cuanto cayera en sus manos, desde atlas y enciclopedias hasta novelas y poesía. Se formó como profesor de Enseñanza Media, especializándose en Neerlandés, Inglés e Historia.
Si bien debutó como poeta, saltó a la fama con su fascinante prosa y sus obras teatrales. En 1993 publicó su primera novela, Vloeibaar harnas (Coraza líquida). Aunque se granjeó de inmediato el reconocimiento del mundo literario, continuó ejerciendo de profesor. A partir de 1999, Peter Verhelst se dedicó en exclusiva a la literatura. Un año más tarde, en 2000, se consagró definitivamente como escritor al obtener el premio literario Gouden Uil por su novela experimental Tongkat (Lengua de gata). En Zwellend fruit (Fruta en sazón, 2000) y Memoires van een luipaard (Memorias de un leopardo, 2001) optó por un enfoque más clásico. La extensa novela Zwerm (Enjambre, 2005) da muestras de una gran ambición, tanto temática como estilística, y marca un hito en la trayectoria literaria del autor. Peter Verhelst ha concitado elogios por su lenguaje sensual y poético y su sentido del ritmo y la sonoridad. Su último poemario, Nieuwe sterrenbeelden (Nuevas constelaciones), ha sido galardonado con el premio Herman de Coninck 2009.
A fecha de hoy tiene en su haber ocho libros de poemas, cinco novelas, dos novelas cortas y una decena de obras de teatro. En 2008 publicó, además, su primer libro para niños. El secreto de la garganta del ruiseñor (Barbara Fiore Editora, 2009) es una adaptación del célebre cuento de H. C. Andersen. Los dibujos son de la mano del aclamado ilustrador Carll Cneut.






IREMOS A LA PLAZA CUANDO LLEGUE EL MOMENTO


Sabíamos que un día nos convertiríamos en un bosque de abedules. 
Nos volveríamos de color blanco plateado,
una concentración de atún, moléculas de fósforo, hombres 
con el torso desnudo, visible desde varios
kilómetros.
Siempre hemos sabido que la felicidad existe, una forma 
definida de vida, aunque a veces
nos cayéramos redondos y todo cayera bien, espejo que cae 
con estrépito de una pared
encima de una cristalera, aunque las más de las veces quedaba 
colgado, inaudible, lejos y al margen del mundo
que nos habían enseñado.
Una verja de hierro forjado emerge de la tierra,
pero nunca nos damos por vencidos. Somos el niño del bosque,
cogido por ramas de zarza, calcetines blancos llenos de manchas 
de fresa, sabemos
que la luz destellante nos persigue a través del follaje, 
un dedo que te atraviesa la nuca
y que cantará en tus dientes. Sangre blanca cual pañuelo 
ransparente.
Sigue corriendo, niño, haz bocina con las manos, desafía:
Tú que te borras, ven aquí.
Tú que das luz, ven aquí.
Hombre con cuello de león marino, ven aquí.
Hombre erguido desnudo, estrechado por mujer desnuda 
que se trepa, ven aquí.
Tú que estás cubierto de nata, ven aquí.
Mujer con cara de bombilla, ven aquí.
Hombre con dedos como tallos de nenúfar, coronado 
con zarzas, ven aquí.
Desnuda tu torso.
Hombro con hombro en la plaza.
Hombre con piel de leopardo, muchacho con manos 
cual guantes de dedos cortados, dóberman pintado de negro,
ven aquí, persígueme en el bosque.
Nuestra cara se transforma a veces en una pared alicatada 
de azulejos, nuestro tórax en un armario
retundido de barro. Estamos en la plaza y somos un bosque 
de abedules murmurante, hombro con hombro
describimos movimientos milenarios, lentos cual reptiles, 
mientras un rayo láser marca letras en nuestros huesos, 
llenos de signos ilegibles de pies a cabeza.
Radio luminiscente en la noche – un jardín incandescente de nieve, 
así nos sentimos
por fin felices. Nos quita el sueño
y nos asomamos a la ventana. Por todas partes sale gente de su casa 
– es superior a nosotros.
Desnudamos nuestros torsos, nos ponemos trajes, torsos desnudos, 
trajes puestos y quitados, formamos
figuras en la plaza. Nos detectan
a años luz. Hacemos bocina con las manos.
Todos tienen que cantar con nosotros –


nuestras voces chocan contra la montaña. Rebotan. Árboles, 
casas, gente, coches,
retumban por todas partes. Moléculas de fósforo arrancadas 
de su núcleo por las voces, como
cristales de nieve formando un alud, así nos sentimos, 
así cantamos y cantando damos vueltas
cogidos de la mano. Algún día nos convertiremos en un bosque 
de abedules y portaremos semilla.


(Título original: We komen naar het plein als de tijd is gekomen; basado en textos extraídos de: Nieuwe sterrenbeelden [Nuevas constelaciones], 2008)
© Traducción española: Diego Puls y Gonzalo Fernández (para la representación de danza “nuevoNegro”, de Wim Vandekeybus, 2009)










ENTRE PAREDES QUE NO ESTÁN BAJO UN TEJADO 
QUE ES IMPOSIBLE QUE ESTÉ SOBRE UN SUELO DE NADA


He vadeado pantanos
humanos y no humanos
he vadeado bosques
campos llenos de telarañas
he estado días y días en el llano
con los brazos extendidos
retundido con cola o saliva
y me ha visitado todo bicho alado
he tomado lo que he podido y comprendido lo que no he podido
olvidar


Alaska, 2003


Y aun así
He vadeado bosques las manos por delante
me he extraído de mí mismo tirándome del pelo a pleno pulmón 
de pies a cabeza
a toda marcha hacia delante atravesando zarzas arroyos y lodo
me he arrastrado hasta el otro lado de una montaña me he tirado 
de la montaña
me he incorporado inclinado contado hasta tres
he tomado la montaña por asalto
la he derribado
tal vez tan sólo para hacer un pozo
tal vez para poder al fin caer
– es superior a mí
me he tirado al pozo he salido de él
he escalado la nueva montaña me he arrastrado hasta el otro lado
como si esperase
ver en la cima un nuevo sol
con los ojos cerrados y en los huesos he mirado
me he dado cuenta en la cima de que nada se pierde
por más que me resista
nada se pierde
he ido por delante de mí mismo he corrido montaña abajo 
con los ojos cerrados chocándome con árboles una y otra vez
más allá de la razón y más allá del cansancio más allá 
de la esperanza y más allá del dolor
una y otra vez
por fin más allá del dolor
una y otra vez
Nada se pierde
He vadeado pantanos humanos y no humanos
he vadeado mares me he arrastrado montaña arriba
he ido por delante de mí mismo he corrido montaña abajo
por fin me he parado
contra una pared que no está bajo un tejado que no está 
sobre un suelo que no está
una casa de nada
he decidido enseguida hacer de ella mi casa
yendo por delante de mí mismo me he estrellado contra la pared
hasta que ya no hasta que ya nada por fin más allá de mí mismo
por fin en casa
la cabeza contra la pared como contra la palma de la mano 
de alguien que posa con cuidado mi cabeza en sus rodillas
mano en mis mejillas se inclina hacia mí alguien que susurra: Nada
se pierde
a pesar de mí
me vi incorporándome tirado del pelo
si bien no parecía ya estar ahí entre paredes que no estaban
bajo un tejado que es imposible que estuviese sobre un suelo de nada
cogido en brazos por alguien que no estaba
alguien que me ponía en pie delante de la pared
Está bien encontrarse con las manos vacías ante una pared vacía
moverse de un lado a otro
moverse sin cesar de un lado a otro delante de la pared
de un lado a otro la repetición el alivio la tozudez la alegría
metrónomo de un lado a otro
más allá de la razón y más allá del cansancio y más allá 
de la esperanza más allá del dolor
más allá de la conciencia
contra la pared


Esta es la pared donde se pueden guardar manos
esta es la pared donde se puede meter la cabeza
con los ojos cerrados, la boca cerrada
por fin liberados de cabeza y manos
sin tener que pensar ni hacer ya nada
solo estar aquí o no estar
en un sitio que no es tal
ni de carne ni de pensamiento
sitio de nadie sitio de nada
pero que es tan nuestro
que parece tan brotado de nosotros compuesto por nosotros
blanco como huesos apilados de nosotros


este es el suelo donde nos tumbaremos de niños
donde aprenderemos a andar izquierda derecha izquierda derecha
donde aprenderemos a andar en círculos
sin principio sin final sin esperanza sin deseo
andando cada vez más rápido
excediéndonos fuera de nosotros
dejándonos atrás alcanzándonos adelantándonos
saliéndonos del círculo contra la pared
para terminar otra vez de niños tumbados en el suelo
donde alguien cuyo aroma aún desconocemos se arrodillará 
a nuestro lado
éste es el sitio donde podemos pasar por alto cualquier cosa
porque nada se pierde nunca
el techo dispuesto a caernos encima con sólo pedírselo
la pared que nos portará con sólo pedirle al techo 
que nos caiga encima
cáeme encima cáeme a la vida
así podré preguntarle otra vez al techo que no está
a las paredes que no están al suelo
cáeme encima
cáeme a la vida
y otra vez
para que pueda ponérseme fin


Pero no hay final


Solo


Filtración del tiempo que ya no importa
luz solar que chorrea por las paredes y que ya no importa
esta es la luz solar, el granizo, la nieve
nos deslumbrará
este es el nuevo negro, esta es la dulce noche nuestra
cuando con los brazos extendidos miramos las estrellas
en la esperanza de ser revestidos por ellas – es superior a nosotros
un hombre con los brazos extendidos azucarado por estrellas 
que a lo mejor ya no existen
esta es la noche que somos vuelta del revés revestida con nuestro 
más propio negro
esto es lo que quisimos cuando todavía queríamos
e incluso después
esto es lo que destruimos para construir algo nuevo con los pedazos
un nuevo esqueleto que revestir con lo desollado
nuestra piel hecha jirones a golpes contra el suelo 
hasta quedar negra esa piel ceñida atada a nuestro nuevo 
esqueleto flaco como una lombriz
flaco como un brazo que en la cima de una montaña junto 
al mar saluda a un mar vacío
en la esperanza –es superior a nosotros– en la esperanza 
de que en algún sitio otro brazo
en la cima de una montaña junto al mar salude a un mar negro y vacío
mientras no haya nada hay esperanza éste es nuestro nombre 
mas no importa nada no quiere nada
por fin ya no querer ni esperar nada – es superior a nosotros
por fin darse cuenta de que hay alguien que no nos ve
la palma de la mano de alguien que posa con cuidado nuestras 
cabezas en sus rodillas que posa sus manos en nuestras mejillas
que se inclina hacia delante y empuja su cara entre sus manos
alguien que susurra, boca a boca, o alguien que podía haber susurrado
en caso de que alguien quisiese mover un dedo hacia nosotros
o siquiera un brazo agitándose al otro lado
la posibilidad de alguien que al igual que las estrellas
a lo mejor ya no existe pues basta
darse cuenta de que hay una posibilidad
como si existiese la esperanza –superior a nosotros– de por fin solos
como siempre habíamos querido por fin poder
al final nada más que eso al final una posibilidad
de poder ser ese brazo de nada saludando
que se posa y sigue posándose en un cuerpo de ti – que no estás
en un cuerpo de mí – que es imposible que esté
en el cuerpo de nosotros – alejándose flotando en el aire negro azabache
estrellas revolviéndose lentamente en un universo que se dilata
que tal vez algún día habrá existido


Y aun así


(título original: Tussen muren die er niet zijn; basado en textos extraídos de Nieuwe sterrenbeelden [Nuevas constelaciones], 2008)
© Traducción: Diego Puls y Gonzalo Fernández (para la representación de danza “nuevoNegro”, de Wim Vandekeybus, 2009)







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