ALFONSO VILA FRANCÉS
Nací en 1970 en Valencia, donde actualmente resido. He vivido en Orihuela, Madrid, Bruselas y Debrecen (Hungría). He trabajado como monitor de tiempo libre, bibliotecario, archivero y profesor de secundaria. He escrito en muchas revistas, como por ejemplo: “Cuadernos del matemático”, “Dos disparos”, “Calicanto”, “El vendedor de pararrayos”, “Cuadernos del lazarillo”, “Factorum” “Groenlandia”, “Agora”, “Acantilados de papel”, “La bolsa de Pipas”, “Fábula”, “El coloquio de los perros”, “La ira de Mofeo”, “Hypérbole”, y “Jot Down” . También he ganado algunos premios (entre ellos “Miguel de Cervantes”, “Jaume Roig”, “Vila de Canals”, “Diputación de Castellón”, Ciudad de Getafe”, “Cortes Valencianas”, “Marco Fabio Quintiliano” y “Mariano Roldán”) . He publicado novelas, libros de poesía, de relatos y de ensayo.
EJERCICIO PRÁCTICO
Hijo mío, desconfía de todos y de todo.
Desconfía de los que dicen: "Eso no pasará".
(Son unos gafes).
Desconfía de los que dicen; "Lo pasarás bien".
(Son unos aguafiestas).
Desconfía también de los pesimistas.
Los pequeños milagros de la vida -los hay-
acontecen delante de sus narices
sin que sean capaces de reconocerlos.
Hijo mío -resumiendo- desconfía de todos
y de todo. Desconfía
de los que dicen que no les importas.
(Les importas: aunque sea para hacerte daño).
De los que dicen que quieren ayudarte.
(En el fondo lo único que les interesa
es mantener su reputación).
Sé que es difícil. Pero es la única manera
de seguir a flote.
Verás, hagamos un ejercicio práctico.
Empieza por desconfiar de este poema.
AULLIDO
(REMAKE)
Yo he visto buenos poetas
prostituyéndose por cuatro perras
y he visto a los poetas mejores
emborrachándose con dolor.
(Sus cuerpos fueron apareciendo
en las playas del amanecer,
entre botellas de plástico y mástiles podridos
mientras los telediarios
hablaban de hoteles para caniches
y desfiles de siete lunas.)
Yo he visto mercaderes sucios
traficando con doncellas impúberes.
y las he visto crecer y convertirse
en asesinas consumadas.
(Los despachos y los ministerios
no tienen secretos para ellas.)
Yo visto como se derrochaba la esperanza
como quien vacía una botella de champán en un desagüe.
Y les he visto luego pedir explicaciones
con la boca llena de insultos y mentiras.
(Vosotros sabéis a quién me refiero.)
Yo he visto como la locura y el odio colectivo
convertían en apestados a los cuerdos y a los sensatos.
He visto como jaurías rabiosas escupían y mordían a plena luz
a hombres a los que nadie defendía,
a hombres cuyo único delito era ser hombres,
y querer seguir siendo hombres,
ya no dioses ni héroes, sino simple y llanamente hombres,
hombres que se equivocan y lloran y ríen y cantan
y no tienen miedo a reconocer
su defecto de forma, su apego inútil
por la vida.
ALGUNAS RAZONES PARA ODIAR LA POESÍA Y A LOS POETAS
Cuando un poeta escribe un poema de amor
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un poema sobre la amistad
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un poema sobre una puesta de sol
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un poema sobre la tristeza
habla de amor.
Cuando un poeta escribe un poema sobre el dolor
habla de amor.
Hasta cuando un poeta escribe una poema sobre la muerte
entonces también habla de amor,
de amor a uno mismo.
NÁUFRAGO
No importan las mentiras.
Importan las verdades que no dijiste.
Y las verdades a destiempo.
No importan las mentiras.
Las mentiras desencadenan tormentas,
pero éstas no van a hundir tu balsa.
Importa el rumbo que no tomaste.
Importan las corrientes que te arrastran.
No importan las mentiras.
Importan las verdades impuestas.
Las verdades que tú no quisiste escuchar.
Una mentira repetida mil veces
se convierte siempre en una verdad, dijo el verdugo.
Y tú que lo sabías, que ya lo sabías,
sonreíste,
y no quisiste ni quemar tu último cartucho:
suplicar una muerte rápida.
EL POETA ES UN SER AJENO AL MUNDO
Ahora todo está al revés:
Los futuros políticos
dicen que pasan de la política.
Los que están libres
no pueden moverse.
Los que no pueden moverse,
sonríen satisfechos.
Los aplausos y los besos se reparten a la inversa:
cuánto menos los merece uno más cerca está de obtenerlos.
Y eso no es todo: los tontos de la clase, por poner un ejemplo bien conocido,
son ahora los que guían la caravana.
Incluso los matones de barrio ya no son lo que eran:
ahora caminan taciturnos con las manos en los bolsillos.
Antes sus hazañas aún tenían un hueco en los telediarios.
Ahora ni eso. Cualquier patán perdido en cualquier isla
o sentado en cualquier plató
puede quitarles la audiencia.
Las cosas no van bien, desde luego.
Pero yo sonrío.
Sonrío sin saber bien por qué sonrío.
¿Acaso las cosas han ido bien alguna vez?
¿Acaso el mundo tiene remedio?
No lo creo.
¿Entonces?
En el fondo, supongo, el mundo no me importa.
No es que deserte: es que yo sigo mi rumbo
y le mundo el suyo.
Tampoco lo hago a propósito. Es como mi risa: no la puedo evitar.
El poeta es un ser ajeno al mundo.
Una fina crisálida lo aísla del mundo.
El poeta flota en su propia realidad. Allí se siente a salvo.
(Pero no lo está, nunca la está.)
El poeta nunca abandona su crisálida.
Y esa crisálida tiene una membrana tan fina y traslúcida
que a cierta distancia se vuelve invisible.
Por eso se queda perplejo cuando finalmente lo encuentran.
Y por eso la muchedumbre asesina se sorprende tanto
cuando una noche por casualidad llega a su puerta con antorchas y cuchillos, gritando, blandiendo sus armas, buscando otro cómplice o otra víctima,
y lo encuentra desnudo,
dormido,
desarmado,
sonriente…
MANERAS DE VIVIR Y MANERAS DE MORIR
Las intenciones no bastan.
Y los buenos deseos tampoco.
Empieza por ser sincero,
sincero como sólo pueden serlo
los hombres heridos de muerte,
los hombres reventados por la metralla
que llaman a su madre en mitad de las trincheras.
Si el obús cayera ahora
que querías dejar, por qué querías ser recordado.
Empieza por ser sincero.
Y después hablaremos...
Hablaremos de los trabajos que dejaste.
Hablaremos de las mujeres a las que no quisiste amar.
Y de las mujeres que despreciaste
porque te ofrecían algo más limpio y peligroso que el amor:
su cuerpo, su cuerpo como un mapa vacío
que tú podrás llenar a tu antojo,
su cuerpo arrebatado al mar,
que tú tendrás que devolver al mar algún día.
Esa era tu misión y renegaste de ella.
¿Por qué? ¿Por piedad? ¿Por orgullo?
Explícamelo. Y, lo más importante, explícatelo a tí,
respóndete de una vez por todas...
¿Acaso no es el destino de todos llegar al mar?
¿Entonces, qué te detuvo?
"Mejor pronto y de golpe", decías, pero eran palabras negras,
palabras para el fuego, heno y estiércol de la poesía.
Así que... empieza a reconocer la verdad,
y entonces hablaremos.
Hablaremos de los amigos que perdiste.
Hablaremos de los libros que no quisiste leer.
(Y de los que leíste, pero como quien se pone guantes
para dar la mano, temiendo que sus palabras vivas
pudieran arrancarte de tu sueño.)
Hablaremos del tiempo que malgastaste y del dolor
que quisiste acomodar en tu cuerpo
como se acomoda un huésped de lujo
en un hotel barato.
(Y cuando luego se fue sin pagar, como un fugitivo,
tú aún saliste en su defensa, y lamentaste no haberte podido despedirle
como se merecía...)
¿Qué temía, dime, qué tenía el dolor que no tenía
el placer? ¿Por qué te era
tan querido?, ¿por qué siempre estabas dispuesto
a dejarte llevar de su mano, aunque esa mano te condujera siempre
a una ciénaga de rencor y dudas?
"Un rencor dulce", pensabas, dulce como el beso del verdugo.
Pero te equivocabas.
Y lo que es peor: lo sabías.
Así que empieza ya. Empieza a soltarlo todo.
Sé sincero como sólo saben serlo los hombres
que oyen silbar la bala y no intentan esconderse,
que mueren gritando el nombre de la madre,
y ya no temen ni al ridículo ni al error.
Sé sincero. La guerra ha empezado ya.
El cañón se acerca.
PRIME TIME
(POEMA FINAL)
Vamos a ver.
Sois la flor y nata de la desidia.
Sois hijos de la contradicción y la propaganda.
Os han educado con filosofías de 30 segundos
y os han alimentado con incunables ilícitos
y dóciles clásicos de ochocientas páginas.
¿Qué vais a encontrar en esta vida
sino amargura y frustración?
Ahora venís a visitarme mi celda
a exponerme vuestro plan de fuga.
Y os enojáis porque yo no trato de deteneros.
¿Por qué habría de hacerlo? ¿Quién soy yo
para quitaros la ilusión de la lucha?
Huid si queréis.
Levantaos y quitaros los sambenitos...
Sois libres.
Nadie va a cerraros el paso
más que vosotros mismos...
El mundo exterior es lóbrego y frío.
Una vez allí todos seréis iguales
así que no temáis por vuestro pasado.
Empezad otra vida.
No dudéis en cambiar vuestro aspecto.
Convertiros en carpinteros o marqueses.
Escribid memorámdums, haced crucigramas.
Incluso podéis permitiros el lujo
de jugar de tanto en tanto a la poesía.
(Os confieso que yo, algunas veces, aún me levanto de la cama
y camino por las calles como un zombi.)
Pero hacedlo siempre en la intimidad.
Los vicios dejan de ser placenteros
cuando se ejercen en público.
¿Qué más queréis que os diga?
Sólo os puedo dar un consejo.
Pase lo que pase, y por muy ingrata
que os parezca, nunca desdeñéis tarea alguna.
Morir es más desagradable
y habrá que hacerlo algún día.
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