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lunes, 7 de noviembre de 2011
5262.- PIREENI SUNDARALINGAM
Pireeni Sundaralingam nació en Sri Lanka y educada en Oxford. Su poesía ha sido publicada en varias antologías, incluyendo las de Oxford y Cambridge Antología de la Poesía (1992). Profesora de ciencias cognitivas, y su nuevo disco, Al otro lado del Puente Azul, examina temas de la identidad y la migración a través de la poesía y la música. Pireeni actualmente vive en los Estados Unidos.
Por favor, no dude en ponerse en contacto conmigo directamente, o para saber más acerca de mi trabajo y las fechas de gira, a través de mi página web:http://www.wordandviolin.com
Las esposas de Lot
Nos levantamos
como lo hicieron mujeres antes que nosotras
mirando hacia atrás a nuestras ciudades incendiadas
mirando cómo el humo sube
desde nuestros vacíos hogares.
Tanta muerte. El olor
de la justicia
yendo a la deriva en el viento quemado.
Estaba tranquilo entonces. Y frío.
Escuchamos sus gritos,
los pájaros enjaulados aferrados
a sus perchas, nuestras hijas
desnudas en la codiciosa multitud.
Lo vimos todo,
vimos el fuego como lluvia,
vimos nuestras lágrimas correr,
blancas venas sobre nuestros cuerpos,
vimos la salmuera
fluir de la piel cuarteada por la sal.
Ahora, impacientes en la noche vacía
nos damos cuenta de que permanecemos allí,
solos en la negra panza de la colina.
Nosotros, los olvidados,
cuyos nombres fueron tragados por Dios.
ANOCHECER
Porque el anochecer no es sólo el fin del día
sino el dibujarse de las oscuras fuerzas de la muerte
porque la noche es un lugar donde acechan las sombras
y deambula la dinastía de nuestros fantasmas
porque soy la hija de tu única hija
cuando nuestros hijos están todos muertos y los nombres
de los que viven han sido esparcidos,
tejerás para mí estas plegarias del Tiempo Oscuro
echarás agua, cortante como acero, a través de mis dedos
pondrás cenizas, sagradas, entre mis ojos.
Abuela,
manteniendo una casa cuyos cuartos han sido vaciados,
donde las reliquias desaparecieron
y las fotografías de nuestros hombres
se adornan con silencio,
encenderás estas lámparas de aceite para mí,
cantarás mantras que derriban planetas,
nombrarás estrellas que serán fieles,
siguiendo mis pasos
incluso en el exilio.
_____
2003 marcó el vigésimo aniversario de la guerra civil de Sri Lanka, una guerra que causó 60 mil muertos y la diáspora de un millón de personas. Contando mi historia espero contar las historias de todas las mujeres cingalesas de mi generación que en su vida no vieron otra cosa que guerra y exilio. También busco relatar la universalidad de nuestra experiencia. Vivimos en un tiempo en el que el conflicto étnico diezmó simultáneamente numerosas comunidades en todo el mundo. Si bien la naturaleza de tal brutalidad no es nueva en la historia mundial, la escala del derramamiento de sangre es exclusiva de nuestra generación. No obstante, gracias a los avances en la tecnología de la comunicación de la década pasada, nunca antes habíamos tenido semejante oportunidad para comprender, en sus raíces, las similitudes de nuestras respectivas luchas y para construir puentes entre nuestras comunidades.
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