DIEGO RECHE
(Vélez Rubio, Almería, España, 1967)
Es profesor de lengua española y literatura en el IES Sabinar de Roquetas de Mar. Ha publicado, entre otros, el poemario Entregado a las palabras (2003), El autobús de septiembre (2004), Ojos para las nubes (2008)
CONTRASTE
Yo, que sigo comprando
esos pequeños libros
de poesía española.
Y tú, que me regalas
los últimos fascículos
de nuevo bricolaje.
CIRCO ROMA
Las luces de la tarde se demoraban lentas.
Entre un manto tranquilo de gorriones lejanos
crecía aquel sonido:
¡Circo Roma!
¡El mayor espectáculo del mundo!
Y los niños buscábamos detrás de la ventana
del aula los mensajes que alejasen el tedio.
El altavoz de un coche con dos grandes carteles,
un elefante y una trapecista traían
novedades de un mundo distante y misterioso.
Al atardecer fuimos buscadores de circos.
Encontramos sus grises caravanas
sobre los descampados. Y entre las luces frías
levantaron la carpa de las ilusiones.
Se quedaron allí todo el invierno,
y después de la escuela la cita siempre estuvo
en la jaula del tigre y en remolques
pintados de tristeza.
Se mezclaron por nuestras empinadas
callejas, por las tiendas, por los bares,
por la vida pequeña de un pueblo de interior,
dormido entre montañas.
Y cuando ya empezaban a formar una parte
de nosotros, se fueron,
una mañana gris del mes de marzo.
Después el tiempo puso
sobre aquel descampado
una gasolinera.
Y a mí me encaminó
por senderos de libros y abandonos
en ciudades lejanas.
Y como rescatados de aquel mundo perdido
en este atardecer pasaron por mi calle,
este desfiladero de coches y de sombras.
Cruzaron con sus viejos altavoces:
¡Circo Roma en esta localidad!
Y dejaron el rastro, las huellas de mi infancia,
la que sólo regresa cuando cierro los ojos.
FRENTE AL ESPEJO
Tú pasas frente a mí,
yo sigo siendo el joven que, sentado
entre libros, pregunta por la vida.
Tú, como un fantasma, cruzas
frente al espejo, o te reflejas
en el cristal de la tarde.
Llevas el pelo gris,
la barba pequeña y recortada,
tu voz es grave y ronca.
Miras tímidamente hacia abajo,
tras las gafas, tus ojos guardan
esa distancia que dan los años.
¿Quién eres, me pregunto?
Me levanto a buscarte,
pero ya no estás, ya no estoy,
ya no está el muchacho taciturno
que soñaba entre libros.
Y sin embargo te sigo viendo
tras el espejo.