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martes, 6 de diciembre de 2011

5481.- PEDRO GEOFFROY RIVAS


Pedro Geoffroy Rivas (Santa Ana, 16 de septiembre de 1908 - San Salvador, 10 de noviembre de 1979) fue un poeta, antropólogo y lingüista salvadoreño.
Rivas, estudió en México en la UNAM. Fue un notable antropólogo y lingüista. Su obra poética marca un hito en desarrollo poético salvadoreño. En 1944 fundó y dirigió el periódico salvadoreño "La Tribuna". Durante sus exilios vivió en Ciudad de México. Poeta rebelde, individualista, casi anarquista, incorporó en su poesía la libertad de expresarse abiertamente sin temor a prosaísmos o giros "antropocentricos"; esto último para él no existe siempre que sea poeta quien pulsa la palabra. Su obra está influenciada por Pablo Neruda, pero aun así, hay instantes en que Rivas pulsa una cuerda muy personal, y, su poesía adquiere lucidez, presencia emocionada de un poeta que sabe decir su mensaje. Miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua

Obras
Poesía:
Canciones en el viento, (1933).
Rumbo (1935).
Para cantar mañana (1935).
Solo Amor (1963)
Yulcuicat (1965).
Cuadernos del Exilio
Los nietos del jaguar (1977)
Vida, pasión y muerte del antiheroe (1978)
Antropología y Lingüística
Toponimia náhuat de Cuscatlán (1961, corregida y aumentada 1973)
El español que hablamos en El Salvador (1969 y 1975)
El nawat de Cuscatlán - Apuntes para una gramática Tentativa (1969)
Mi Alberto Masferrer (1953)
La lengua salvadoreña (1978)







LOS NIETOS DEL JAGUAR

Anduvimos errantes
años, años, años anduvimos errantes
la ventisca el granito los violentos vendavales
las grandes bestias devoradoras
nada pudo detener nuestros pasos
cruzamos ríos
montes
abismos de terror
cumbres a las que nadie se atreviera antes
pavorosos desiertos
nada pudo detener nuestros pasos
en tierra arena rocas dejámos hondas huellas
junto al mar caminamos
sobre las altas sierras
de día caminamos
de noche
sin detenernos

caminamos naciendo y caminando
soñando y caminando
pariendo y caminando
caminamos cantando y caminando

nada pudo detener nuestros pasos
con nuestra casa a cuestas
enterrando fechas
estableciendo muertos
caminando
con el sol en los ojos
con el sol a la espalda
sudorosos
hambrientos
caminando
negros de sueños
heridos por la sed
sin luna tropezando
duros de frío
caminando
de grito en grito estableciendo el rumbo
caminando
sobre navajas bárbaras
caminando
prietos de arcilla
caminando
dolor afuera
caminando
directos al destino
caminando
creciendo en esperanzas
caminando

años años años
caminando caminando caminando

años años años
esperamos la señal del dador
de la vida
vivimos en una isla
en el centro de un lago
pero no era el sitio
nadie vió la señal
solamente descansemos aquí
solamente estaremos el tiempo necesario
estuvimos cien años
noche a noche
miles de noches escrutamos el cielo
el gran guía contaba el paso de las luminarias
el meracdo de alacrán el venado el guerrero
cinco mil veces la luna se hizo nada
y volvió de perfil
y luego mostró toda la cara con su gran risa negra
dos veces apagamos los fuegos
y subimos al monte a esperar el designio
dos veces el sumo tlamacaquí cantó las albanzas
del señor de la cerca y de lo junto
cuyo nombre no se pronuncia
dos veces las guardadoras de la simiente
se inclinaron esperando al que no debe verse
dos veces el fuego regresó a las hogueras
dos veces anudamos los años y comenzó otra cuenta
entonces empezaron a llegar los mensajes
un pájaro de fuego vino de la casa del viento
y se perdió en el reino del murciélago
se alzó el agua del lago y se llevó a los peces
cambió de sitio el cerro
se apagó la luna cuando no era tiempo
el gran guía alzó entonces la vara
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

Los cuatro sacerdotes
uno por cada estirpe
se convirtieron en conejos
y tornaron a la cueva del orígen
ya se había perdido la senda del regreso
pero ellos
los conejos
corrieron preguntando a los otros animales del monte
y pudieron llegar hasta la casa
donde quedó la piedra que no quiso moverse
los teopixquez recobraron su forma
y hablaron al dios
preguntaron al dios
debemos seguir
no habremos ignorado la señal y extraviado la ruta
no se ha llevado el viento la palabra esperada
acaso se perdió en el agua el gesto inconfundible
se quedó la plegaria en la ceniza
y no subió el canto en el azul del humo
se conmovió entonces la montaña
y el dador de la vida entregó la respuesta

caminad caminad caminad

volvieron los teopixques
recogimos las pobres pertenencias
las mujeres repartieron el maíz y los chiles
llenamos los tecomates en el último río
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminandocasi nada teníamos
nuestros vestidos eran yerbas
hojas de palma, tule
sólo el gran sacerdote se cubría con pieles de venado
ostentaba un penacho de plumas de águila
llevaba sobre el pecho un pectoral de jade
y en la mano el gran báculo
de conacaste blanco
con el espeso fuego del tapir
hacíamos sandalias
correas para llevar la carga
amarres para el icpali de los niños
sobre la dura tierra dormíamos
sobre piedras a veces en el frío
bajo la lluvia
hundidos en terror
en la tremenda noche del coyote
antes de la luz suenan los caracoles
levantamos el campo
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando camninando

llegamos a un pueblo
de grandes casas
hechas de barro y varas
las mujeres hilaban hilos multicolores
tejían iridiscentes filigranas
de pluma
ricas mantas que jamás vimos antes
criaban pájaros blancos y perros
que no ladran
los hombres dibujaban encajes en
las piedras
un gran templo se alzaba sobre el cerro
y un dios era serpiente
y el otro dios un monstruo fabuloso
todo lleno de ojos
manos cortadas
corazones
fuimos sus servidores
trabajamos para ellos
aprendimos todo lo que sabían
hicimos grandas cántaras
rojos vasos ceremoniales adornados
de negro
armoniosas flautas
y largas pipas para la fiesta
del tabaco
les enseñamos en cambio nuestra lengua
nuestros cantos y danzas
a labrar delgadas flechas de obsidiana
lanzas de pedernal
dardos voladores y redondos
escudos de madera
pocos años estuvimos allí
hicimos la atadura
encendimos un fuego
y otra vez seguimosaños años años
caminando caminando caminando

también anduvimos entre pueblos
hostiles
luchamos
nos abrimos paso a golpes de macana
a mordiscos
a piedra y puños
a uña batallamos contra grandes ejercitos
arenas hormigas nos cortaron el paso
siniestras aguas quisieron detenernos
vencimos


pero siempre vencimos
el señor del espejo reluciente fue
nuestro amparo la celeste paridora
de dioses multiplicó nuestras fuerzas
no comimos en días
no dormimos
luchar fue nuestro descanso
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

oh señor de los dardos
habitante de la oscura mansión del
mediodía
dueño de los espejos
tú que caminas de noche
entre hielo y amenzante lava
tú que guías los pasos
de los muertos
hasta la casa de la transformación
danos el alimento de que somos
merecederos
tú el vestido de plumas
bebedor de los vientos
el de la alta tiara de papel pintado
el que se cubre
con una piel amarilla
decorada con cien lunas de sombra
muéstranos el camino
guardador de la celeste puerta
depositario de los cofres de jade
dinos la palabra que esperamos
recuérdanos el olvidado signo
entréganos el agua del reposo
una negra pirámide
no buscábamos oro
hade precioso
graneros ajenos
sólo un poco de tierra
sólo un pedazo del monte
para alimentarnos
sólo unas cuantas piedras
sólo un pequeño río

años años años
esperamos la señal del dador
de la vida

pero el tiempo no era llegado
perdido el recuerdo de la prístina cueva
no nos reconocíamos
éramos sólo máscaras
rostros ajenos
máscaras
gente sin apellido
sin espejo donde reconocernos

nacimos vivimos
morimos caminando

perseguidos
cambatidos
olvidados
odiados
sin infancia
sin risa
dueños del aire apenas
soñándonos raíz
pero cuánta riqueza trajimos en las
manos
acostumbradas a no temblar
en el pecho habitada por tanto y
tanto sueño
en los ojos que supieron mirar lo
que aún no sucede
cuánta promesa en los vientres
cargados de futuro
cuánta leche de asombro
en los pequeños senos erguidos
detrás de los huipiles
fue preciso anudar horizontes
ensartar ristras de años
olvidar viejas vidas
ir pronunciando nombres de
bestias ancestrales
intentar nuevos números para sumar edades
huesos acumulados pasos
hijos que no crecieron
caímos
nos alzamos
no preguntamos nada
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

cuatro veces trece años nos guió el viejo más viejo
cuando los pies se le volvieron piedras
alzó el sagrado báculo y entregó la señal
más allá del más alto monte
junto al espejo de agua os hablará el volcán
escucharéis sus voces
cuando la luna osténte círculos de lluvia
allí será el sitio
verde y negro país de agua quemante
tierra de joyas
en ella levantaréis vuestros rostros
aprenderéis el salto y el asalto
el colmillo y la garra
seréis dureza elástica
grito sin eco
rugido que no retrocede

seréis los Nietos del Jaguar encarnaréis en la bestia
manchada
en su rsotro hallaréis vuestro espejo
también vosotros seréis grandes
con caudal de rodeles
pueblos os serán sometidos
la gente se postrará ante vosotros
seguirá vuestros pasos
éstas son las cargas que os dan
vuestra riqueza
vuestra majestad
lo sembramos entre cactos salvajes
y otra vez seguimos

años años años
caminando caminando caminando

se cumplieron todas las profecías
encontramos el sitio
nos habló el volcán
levantamos una alta pirámide
cantamos y danzamos alabando a
los dioses
los cuatro formadores señalaron las
esquinas del mundo
tuvimos oro, piedras, telas preciosas, plumas
señoreamos la tierra
dos mil años señoreamos la tierra
doblegamos pueblos
conquistamos países
ciudades, dioses grandes
cacaguatales
deleitosas mujeres

el nocturno Jaguar presidió nuestra fiesta

pero debió cumplirse la otra profecía
ho0mbres de largos ojos llegaron por el mar
del oriente vendrán
de donde reina el murciélago
hablando lengua extraña
vestidos de metal
cabalgando sobre monstruos horrendos
vomitando lumbre
precedidos por un trueno terrible
ocho veces leyeron los augures los fatales presagios
en el oscuro espejo del señor de los dardos
ocho veces dijeron el destino de la raza escogida
después
un viento de locura dispersó a los danzantes
huracanes coléricos derribaron
la casa de la sabiduría
entre luces de lanzas y tronar de arcabuces
muertos los sacerdotes
violdas las vírgenes vestales
desgarrado el tonalamatl de los vaticinios
extinguida la hoguera que ardía sobre el ara
un imcomprensible signo de madera
se alzó sobre el teocali del dos veces divino
el centro de todas la esferas
rodaron las estatuas de los dioses
por los flancos de las altas pirámides

y la muerte perdió su profundo
sentido de glorificación

bajo el polvo iracundo
las piedras volvieron a quedarse solas
otra vez en la vasta desolada bárbara soledad
lejos de la reverencia y de la sangre
destrozados los símbolos
rota la majestad del homenaje
escarnecido el significado
derruido el imperio del designio
otra vez sólo piedras
oscuro basalto o transparente obsidiana
ocultas a la luz verdadera
fuera de las profundas realidades de los dioses
regresados los tigres a la garra asesina
y las sagradas serpientes
reducidas de nuevo a su rastrera condición de reptiles
vuelto vulgar metal el oro luciente de las joyas
cerradas las puertas de la turqueza
roto el cofre de jade
agobiado el hombre
perdida para siempre su antigua grandeza

pero los Nietos del Jaguar
aún estamos aquí









VIDA, PASIÓN Y MUERTE DEL ANTIHOMBRE
(fragmento)

Con un afán de árboles
Ella desenterró sus muertos para esta vida en que culminan
diez millones de vidas,
crucificó su cuerpo en la corte de todos los caminos para mí
alzado y sin fronteras
y nutrió mis raíces en el hueco de una vieja nostalgia de ojos
madrugados.

Y fui yo solo entonces a taladrar mi brecha,
prolongando un dolor que me llegaba nadie sabe de dónde,
a llenar mi destino de ser apenas un jalón en el sueño,
a pulir mi diamante, a descubrir mi pozo,
a levantar muy alto unas cuantas banderas de alegría.

Un niño triste a veces se me asoma a los ojos,
pálido niño pálido de silencio y de anhelo.
A veces también lloro por mi frustrada ancianidad,
grito sobre mi muerte lejana y prematura,
sumergido en angustia,
como quien hunde la cabeza en una almohada
para que nadie vea sus latentes racimos de tristeza.

Pobrecito poeta que era yo, burgués y bueno
espermatozoide de abogado sin clientela

Ah, corazón en llamas, desplazado, derruido,
expresado a voz alterna de ansia y alegría.
Flor abierta y sangrando su respuesta sin el
claro motivo de una sola pregunta.

Ah, compañera, compañera mía, dueña del mundo, esclava.
Ah, silenciosa mía silenciosa...
Tú y yo concretamos el tiempo y la distancia,
limitamos la vida como entre dos paréntesis
y ordenarnos el mundo con una geometría inusitada.

De légamos profundos, inconforme,
levantándose absurda, desmedida,
monstruosa de protestas,
agria la voz que me agobia,
que me empuja,
que me alza y me sumerge.

De dónde vino a mí?
De dónde fue en nosotros?
Quién arrojó semillas a los surcos hambrientos?
Desde cuándo eran nuestras las estrellas?

De aquí. De allá. Ellos. Nosotros. Desde siempre

Para qué preguntar.

Lento buzo de fuente humilde y mínima
trajo palabra antípoda para la voz alzada,
desbordada respuesta, ancha, sin tregua,
palpitando en las vértebras mismas de las interrogaciones,
médula joven mía tensa y firme.
Y a los potros del viento fatigaron los ecos.

Vivíamos sobre una base falsa,
cabalgando en el vértice de un asqueroso mundo de mentiras,
trepados en andamios ilusorios,
fabricando castillos en el aire,
inflando vanas pompas de jabón,
desarticulando sueños...

Pobrecito poeta que era yo, burgués y bueno...

Y descendí también a los infiernos.

He visto al hombre desnudo y tembloroso
purificarse en llamas de miseria.
He visto al hombre en toda su terrible verdad,
en su espantosa y sublime verdad,
revolcarse en los lodos de las más cruentas y salvadoras abyecciones,
empinarse en los inicuos pedestales de las más íntimas y dolorosas bajezas
y surgir transparente de los fuegos de su propia recriminación.

Y también me levanté de entre los muertos.








PARA ENTERRAR A UN MUERTO

ya oye ya
ya oye ya
ohuaya oye ya

que se abra la puerta de turquesa

ya oye ya

ya se marcha el que estuvo entre
nosotros
se va el que se vio en nuestros
rostros
nos deja el que anduvo a nuestro
lado
el que fue nuestro espejo
el que vino a la vida como un canto
el que se abrió como corola
ohuaya oye ya

queda su nombre aquí en la tierra
su nombre verdadero que hasta hoy
conocemos
la gloria que le fue prestada
ya oye ya

alzad los estandartes de la
despedida vosotros los que con él hicisteis
reverencia
y digamos que no perecerá su fama
mientras recorre la región
del misterio

ohuaya oye ya

en pintadas vasijas depositad su
alimento llenad de chicha la sagrada cántara para
que no desmaye
para que no padezca sed en la
llanura
ya oye ya

envolved su cuerpo con el manto
amarillo
que el nocturno jaguar
le alumbre el camino con sus ojos
de jade
que el búho del presagio
guíe sus pasos entre las piedras

acechantes
que la sagrada serpiente lo
defienda del viento y de los hielos
que llegue salvo a la casa de
mictlantecuhtli

ohuaya oye ya

esperadlo a la mitad del día
vosotras
las mujeres que moristeis de parto
dadle un atado de plumas
para que merezca su alimento
que pueda ver al sol
que acompañe su marcha
golpeando su escudo
que cante y baile junto al árbol
florido haciendo sonar los cascabeles que
adornan sus tobillos

ya oye ya

te vas
te fuiste
ya viene a descarnarte
el acrecentador de los hombres

ohuaya oye ya

ve y extiéndete
ve y extiéndete espera el día de la transformación

ya oye ya

que se cierre la puerta de turquesa

ya oye ya
ya oye ya
ohuaya oye ya






PARA QUE NAZCA UN NIÑO

oh dador de la vida
ipalnemoaní
doble señor de lo cerca y
de lo junto déjalo llegar

roja deidad de los mantenimientos
dueño del agua verde
amo de las cañas
venid a esperarlo

ya llega
ya llega
ya se acerca a nosotros

aquí se detendrá
donde se levanta el humo

se posará entre las flores
descansara a nuestro lado

sólo un instante
sólo un instante estará
entre nosotros
que ese instante sea de felicidad

que merezca un penacho de plumas
oh señor de la casa del sur

que sea digno del báculo amarillo
oh domador del viento

que sus palabras sean como
fragantes flores

oh xochipilli
señor de la poesía

que entre juncias y acacias
dance para honrarte
oh siete mazorcas

la que nos das la primavera

dale su rostro
señor de los presagios

ajuía ayatonac
ajuía ayatonac

se está abriendo la corola de sangre
ye machiyotla tetemoya

venid niños del agua
danzad junto a su cuna repitiendo
su nombre

tecuilitla tehuaqui
ye machiyotla tetemoya

ya se rompe el cofre de jade
ya viene
ya viene
ya asoma su rostro el elegido

ajuía ayatonac
ajuía ayatonac

levántate ven sé enviado
levántate ven niño nuevo
levántate ven

ajuía machiyotla tetemoya

levántate ven sé enviado
levántate ven niño joyel
levántate ven

ajuía ayatonac
ajuía ayatonac





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