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miércoles, 28 de diciembre de 2011
5710.- ÁLVARO MENÉN DESLEAL
Álvaro Menén Desleal, El Salvador ( * Santa Ana; 13 de marzo de 1932 - San Salvador; 6 de abril de 2000). Ingresó a la Escuela Militar “General Gerardo Barrios”, de la cual fue expulsado cuando cursaba el tercer curso (1952), debido a un poema "subversivo" que publicó en La Prensa Gráfica.
Ingresó a la redacción de El Diario de Hoy (enero de 1953), rotativo en el que colaboraba desde 1950. En agosto de 1953, fue detenido y fichado en el cuartel central de la Policía Nacional, acusado de conspirar contra el régimen del teniente coronel Óscar Osorio.
Realizó una gira como boxeador peso mosca por las arenas de Guatemala y las del México provincial, hasta que llegó a debutar en la Arena Metropolitana del distrito federal. De su primera estancia en este país emanó un poemario existencialista, titulado El extraño habitante (México, 3AM), iniciado en marzo de ese mismo año y publicado en San Salvador, diez años después.
En agosto de 1955, reingresó a la redacción de El Diario de Hoy y dirigió, por corto tiempo, las breves, críticas y humorísticas secciones Paso doble y Paso ganso, así como las páginas de Filosofía, arte y letras creadas por el finísimo poeta Ricardo Trigueros de León.
El 7 de septiembre de 1956 fundó Tele-Periódico, el primer noticiario televisivo de El Salvador, transmitido al mediodía y en horario nocturno por YSEB canal 6. Durante sus meses iniciales, bajo el patrocinio de la casa comercial Freund, este espacio televisivo contó con un Suplemento cultural o sección dominical de promoción para las artes y las letras, así como con un periódico anexo, impreso en la ciudad de México mediante la técnica del rotograbado.
Después, Menéndez Leal creó Tele-Reloj, un espacio noticioso que fue transmitido por YSEB canal 6 y YSDR canal 8, en sus horarios del mediodía mientras que Teleperiódico ocupaba las transmisiones nocturnas. En mayo de 1957, retomó la dirección de las páginas literarias dominicales de El Diario de Hoy. En 1961 se inscribió como estudiante en la carrera de Sociología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de El Salvador (UES).
Desde la Universidad de El Salvador, colaboró con la revista Vida universitaria y el viernes 30 de junio de 1961 fue declarado ganador de varios premios en el Certamen Cultural Universitario Centroamericano, patrocinado por la Asociación de Estudiantes de Derecho (AED). Esos premios fueron el "Vicente Sáenz" por su ensayo ¿Es lícito matar al tirano?, el "Juan Ramón Molina" por su poemario Duro pan, el exilio y un galardón por su cuento La caída, revelador de su experiencia en el desastre aéreo paraguayo
En octubre de 1961, obtuvo otros galardones en el primer Certamen Cultural Universitario, promovido por la Asociación de Estudiantes de Humanidades de la Universidad de El Salvador. En dichos eventos, obtuvo, compartidos, el primer premio poético "Oswaldo Escobar Velado" por su trabajo Poesía para pintores (haikús); la máxima presea de cuento "Arturo Ambrogi" por La espera y el segundo galardón de ensayo, designado "Marcelino García Flamenco" por Testimonio sobre Vallejo.
En febrero de 1962 fue nombrado catedrático de la Facultad de Economía de la Universidad de El Salvador. Cinco meses más tarde, se hizo acreedor a dos premios del XI Torneo Cultural de la Asociación de Estudiantes de Derecho (AED): el Premio "Alberto Masferrer" de Ciencias Sociales -por su trabajo Barrio alto y barrio bajo.
Entre su obra editada se encuentra, La llave (cuento, San Salvador, 1962); Cuentos Breves y Maravillosos (cuento. Libro premiado con el Segundo Lugar en el Certamen Nacional de Cultura, 1962); El Extraño Habitante (Poesía, San Salvador, 1964); El Circo y otras Piezas Falsas (Teatro. Revista La Universidad, San Salvador, 1966); Luz Negra (Teatro: Primer Premio compartido, Juegos Florales Hispanoamericanos de Quezaltenango, Guatemala, 1965); Ciudad, Casa de Todos (Ensayo: Segundo Premio Certamen Nacional de Cultura, San Salvador, 1966); Una cuerda de Nylon y Oro (Cuento: Primer Premio en el certamen Nacional de Cultura, San Salvador, 1968); Revolución en el País que edificó un Castillo de Hadas (Cuento: Primer Lugar en el Certamen Centroamericano Miguel Ángel Asturias, del Consejo Superior Universitario Centroamericano, Coosta Rica, 1970); La Ilustre Familia Androide (Cuento, Argentina, 1972); Los Vicios de Papá (Cuento, San Salvador, 1978); La bicicleta al pie de la muralla (Teatro, San Salvador, 2000); Tres novelas cortas y poco ejemplares (San Salvador, 2001).
Oídlo: esta es mi voz
Oídlo: esta es mi voz y este es mi acento
Y es esta su más casta vestidura.
Esta es mi voz que se fugó en el viento
De los fieles cristales de su altura.
Esta la voz que me inspiró el acento
Para ser un Quijote en la aventura:
En su aliento prospera el sentimiento
De que es cielo esta gris arquitectura.
Esta la que en mis júbilos sencillos
Ha derribado todos sus castillos
Para ver una nueva dimensión;
La que canta mis dichas y mis duelos
Y os da, para alegrar vuestros desvelos,
El vino de mi rojo corazón.
Arco iris
Hamaca de siete paños
En que se mece la brisa.
Listón que han puesto las nubes
Colgando en la lejanía.
Banderola de señales;
Semáforo sin esquinas.
Alada cuerda de seda
Donde los pájaros brincan.
Alfabeto del color
Con que se escriben los días.
Cartelón de propaganda
En que se anuncia anilina.
Viudo párpado del cielo
Y divorciada pupila.
Iris, polícroma flor
Sin aroma y sin espinas.
¡Siete lazos con que Dios
ata las siete cabritas!
Romance de San Andrés
Se ha cubierto el San Andrés
De un amarillo amarillo,
A la luz del sol semejante
Por lo encendido encendido.
A cada soplo del viento
—de diciembre frío frío—
Se le caen las campanas
Al San Andrés Florecido.
Del árbol de San Andrés
Las flores se han ido ido,
Navegando en la vereda
Celeste de río río
¡Campanas del San Andrés
Del amarillo amarillo,
Buscad luego un campanero
Para alegrar el oído!
El árbol de San Andrés,
Mientras camino camino,
Me guía por las veredas
Con su amarillo amarillo.
San Andrés de las Campanas
Florecido florecido,
Aún lejos de la patria
No te eché nunca en olvido.
San Andrés de las campanas;
San Andrés verde-amarillo.
Oración que ayuda a bien condenarse a un tirano
Señor,
Cuando se muera —porque, como el tiranosaurio, por grande y por feroz que sea,
por agrio y bien armado que esté, ha de morir, y será entonces como un pequeño
volcán de huesos sobre el que los otros animales del bosque se orinen
impunemente—
Cuando se muera,
Señor,
No te acobardes como se acobardó tu iglesia, que puso sus blancos odres
Para llenar sus odres esperanzada en robar sus odres;
No te acobardes,
Señor,
Y no te niegues:
Tú mismo abre la puerta
—no mandes una virgen, ningún ángel
Te cumpla ese mandato—;
Abre tú mismo y lo verás:
Un alma enjuta, un alma miserable que moró como gusano y que gusano
Es y será, que se arrastró de milagro pata tocar a Tu puerta,
Para llegar hasta ella con el juego de siempre.
Abre tú mismo y mira que a ti llega no con el gesto insumiso de aquel
Que allá en la tierra, en su país, pareció hacer temblar tus firmes
Montes, tus sólidas montanas;
Abre tú mismo y mira que ya no tiene más la sombra que mataba tu hierba
En los jardines de Brasilia, de Managua, de Asunción,
De La Paz, de Madrid, de Lisboa;
De Buenos Aires, Por -au- Prince y Guatemala; de Santo domingo,
Bogotá y Caracas,
De Lima y San Salvador;
De casi toda tu tierra, en fin, porque el reino de la maldad
Nunca se pone al sol;
Abre y mira como pretende engañarte fingiéndose el más humilde
/de tus hijos.
Con un rasgo de humor, aprecia su arte.
Mira cómo maneja sus cartas credenciales
Y estudia su baraja compuesta sólo de ases,
Su juego organizado para nunca perder.
Cuando te hable para pedirte acceso a los serenos claustros celestiales,
No usará el vozarrón con que ordenó a sus guardias el exilio
Y la muerte de tus mejores ángeles.
Quizás ni te hable, y sólo baje humildemente la vista.
¡Tú reconócelo, Señor, porque es el mismo,
El uno y mismo!
¡Sé implacable, Señor: no te conmuevan las misas que por encargo
De los embajadores dijeran, previo pago, algunos curas!
¡No lo perdones! ¡Dale una celestial patada en el trasero y envíalo
A su sitio, a los antros que
Le son merecedores!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo;
En el de los poetas clavados en sus huesos;
En el de las viudas que muerden sus almohadas
Y en el de todos los muertos levantando sus puños,
Gracias te doy, Señor.
Amén.
Recetas a una vieja burguesa para que sea feliz del todo
Sepulta cuidadosamente las páginas insólitas de
Viejos cascarrabias como Marx, el gran culpable;
Destruye hoja por hoja los versos de Rimbaud,
Joven durazno con vicios milenarios, y quiebra
Ojo por ojo a todo baudelaire, harapo brujo,
Alcohol mistificado, viejo corozo de durazno
Con vicios renovados;
Escupe por las rejas de la cárcel en que moran,
Empotrados en sus huesos, algunos jóvenes poetas.
Vigila que el guardián ponga las llaves
Y agrega siete que te sean de confianza;
Espulga el Nuevo testamento y abomina del Antiguo,
Cargados de puercas porquerías para lapidar
Perezosos; de pechos como paloma para reyes
Lúbricos y junturas de muslos como goznes
Labrados de mano maestra;
Compra galas chillonas sedosas suntuosas para
Halagar al gazmoño;
Lávate cada hora, refriégate de alcohol, pues el
Talento, con todo y no ser contagioso, podría
Afectarte de ictericia;
Castiga tu pensamiento sin pausa ni misericordia,
Si es que puedes pensar y si te sobra alguna
Misericordia.
Clávate las uñas en la carne cuando veas el amor
Adolescente;
(Desde luego, te prevengo contra mi persona);
Pero, sobre todo, enciende hogueras altas
Relucientes pulidas pendencieras piras funerarias
Para quemar, quemarnos;
Verás entonces, varicosa, que todo es más tranquilo.
Y más tuyo.
Al fin y al cabo
Dios te hizo cortada a su medida.
Nota a una señora que me acusa de inmoral
En la hora del gusano y de la hormiga;
En la hora en que no bastan los cuervos del mundo
Para arrancar los ojos a los muertos cosechados en la guerra;
En la hora en que los niños hambrientos no encuentran
Ya más seno para su hambre;
En la hora en que está seco todo seno,
Y extraños híbridos, cruces de araña y mariposa,
Pueblan el campo y la ciudad del hombre.
En la hora del sálvese quien pueda;
En esta hora, digo,
En que me sirven aún tres veces diarias la mesa y
Bebo de vez en cuando un vino;
En esta hora en que, desvergonzado de mí, voy al cine,
Leo libros y converso con amigos;
En la hora del cereal atribulado,
En que duermo no menos de seis horas y procuro
Encontrar tibia la cama;
En esta hora en que es tanta mi fortuna que tengo
Todavía una cama;
En que elevo mis ojos al cielo y sigo el ritmo de los cambios
De forma de las nubes, y en las tardes espero
Hasta que sale una estrella;
En esta hora en que el sapo y el búfalo de agua se
Asquean de la sangre que llena los charcos de los
Arrozales vietnamitas;
En que el hijo patea repetidamente el vientre de su
Madre y aplasta los testículos del padre;
En que el mosquito se adapta al insecticida en tanto
El hombre ahoga al hombre echando gases en las cuevas;
En esta hora de barbas y de hígados heroicos, de santos
Laicos, de ángeles hermafroditas y corderos violentos;
En esta hora en que calla mi garganta el penúltimo
Crimen del que he sido testigo;
En esta hora de vírgenes impúdicas, de sanguijuelas y
Parásitos varios; de ojos que no ven de frente, como
Figuras egipcias;
De puños que se ablandan,
De iras que no estallan,
De verdades selladas a cal y sangre,
De obispos bien cebados,
De cópulas sombrías,
De héroes mutilados y monedas vergonzantes,
De abortos santificados,
De viudas apacibles,
De esperma ciega,
De lluvia desatada,
De huesos habitados emponzoñados de estroncio,
De hostias ensangrentadas…
En esta hora
Yo te doy la razón.
Martin Luther King Narra cómo la Guardia reprime
una manifestación en Mississipi
No gesticulo
No hago gestos
Pero de cierto os digo
Os aseguro
Que es molesto hablar
Con las manos esposadas
Por eso seré breve
Aunque no todo esté dicho
Y la bodega más íntima
Reserve grandes sacos
Bolsas de frutos bien maduros
Pacas enérgicas del odio
Acribillado
Gajos de crudeza
La cosecha esperanzada
Nadie que siembre odio cosechará
Patatas.
En África puestos de pie los ríos y dormida la selva
El Abuelo nos dijo que Dios preguntó al negro
Que había hecho de su hermano
La culpa lo puso blanco
Y blanco sigue
Con esa piedra dadme e el rostro
Con esa piedra golpeadme
Eso cuenta el Abuelo
Despierte ya la selva y los ríos
Se arrimen a su cauce
Eso cuenta el Abuelo
El guardia es blanco
El presidente es blanco
Los tenderos son blancos
El Mississipi se saldrá de madre
Ya hoy nos mira de perfil.
El señor Muhammed Alí se niega
A ingresar en las Fuerzas Armadas
En el nombre de Alá, el piadoso,
El apiadable,
El señor Muhammed Alí se niega a ingresar en las
Fuerzas armadas.
Rechonchos funcionarios se turnan para enviar
Telegramas a otros 20.000 jóvenes que deberán
Entrar a filas.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
El señor Presidente acaricia sus perros en el rancho
De Texas…
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
El napalm cava albores equívocos en aldeas
Que tuvieron un paso fugaz por los mapas.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los árboles aprenden a correr y las flores
Se desgarran a gritos.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los viejos entierran sus raíces y las mujeres
Clausuran su garganta.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
En el Delta, los peces engordan con carne de niños.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los huesos inocentes se calcinan y la muerte
Se divierte de lo lindo.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los huesos culpables se calcinan lo mismo
En tanto el capellán reza en inglés.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los soldados duermen con los ojos abiertos
Y procura el corazón no molestar.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
(El coro de lamentaciones llega al cielo y en
Washington la vida sigue igual…)
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
En retaguardia un cómico repite sus chistes, una
Actriz muestra las piernas y la alegría queda
Sola como un hongo.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Más tarde, los soldados se masturban en las tiendas.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los ángeles del luto cosechan lo sembrado (La
Guerra es buen negocio: invierta a su hijo).
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Los muertos deambulan en las calles arrastrando
Sus pequeñas historias.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Las viudas se hunden las uñas en el rostro.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Campos sembrados de cruces
Y bosques de femorales,
Semillas del ser humano
Que el odio cosechará.
Sordera, estupor, ceguera, y ellos no volverán.
Naturaleza del suelo en R. F. de Alemania
Lluvia, nieve, lágrimas…
En Alemania hay mucho lodo.
Lodo en la Selva Negra. En las colinas
Y en las ciudades, lodo.
Al nevar, los plumones del ángel
Se detienen un tiempo en el aire;
Ya en el suelo son lodo.
Lodo-Erasmo. Lodo Holbein- Lucero.
Tú ecuaciones, y pisas lodo Leibniz.
Piensas, y pisas lodo Kant.
Tú vives, y pisas lodo Goethe.
Vibras, y pisas lodo Beethoven.
Tú luchas, y pisas lodo Marx.
Metes la mano en un corpiño
Y la mano te sale cubierta de lodo.
Miras televisión vas al cine,
Y el lodo cuelga de tus pestañas.
Lees los diarios, escuchas discursos,
Y tu cerebro, si no tienes cuidado,
Es ya lodo.
El lodo te rodea como una placenta
Y te nutres de él como de un líquido amniótico
De todas maneras, siembra tu simiente;
Pero, al marcharte, límpiate los zapatos.
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