Felipe Granados (Cartago, COSTA RICA 1976-2009). Poeta y articulista. Encargado de la crítica de libros en la revista SoHo. Publicó el poemario Soundtrack (San José: Ediciones Perro Azul, 2005).
In memóriam VI: Felipe Granados
Bar Rayuela, miércoles 17 de junio de 2009.
El joven K habla de su Carta al padre
1
Papá era marino.
Solo eso explica la fascinación idiota
de mamá
por ponerme
este trajecito imbécil.
2
Papá murió en el mar.
De papá hay una foto
donde muestra
orgulloso
su bigote y su uniforme.
La foto
no enseña
el mar.
3
Papá tenía mi nombre.
Nadie sabe lo difícil que es cargar encima
todas las letras
de tu padre muerto.
4
El único recuerdo que tengo
de papá
es una puerta,
la puerta por donde se marchó,
la puerta que ya nunca volvió a cruzar.
5
No sé nada sobre los amigos
de papá.
A veces me gusta imaginármelos, peleando
contra una tormenta imposible
o matando
una criatura inmensa
a punta de arpón
y destreza.
Mamá solo dice que eran una chusma,
pero eso no da
para construir mitologías.
6
Mamá no sabe que un día
yo voy a ir al mar,
y voy a irme
como se fue papá.
Será triste oírla
contar la historia
de una mujer
abandonada
dos veces
por el mismo
nombre,
por el mismo
uniforme de marino,
por el mismo vicio de sal y de agua.
7
Mi amigo dice que el mar es pequeñito,
que cabe en una caja de dos manos
o en el fondo pequeño de una caracola.
Mi amigo nunca ha visto el mar.
Yo no le creo.
¿Cómo algo tan pequeño podría tragarse a un hombre?
8
Una vez oí la historia
de un pianista
que tocaba en un barco
y que nunca dejó el mar.
Siento que algo así le pasó a papá.
Solo se trata del viaje.
No de partir.
Ni de volver.
9
¿Sabés que solo los marinos, pescadores y algunos poetas cursis
le dicen la mar?
Sería una ella por la que valdría la pena
morir.
10
Papá era marino.
Papá tenía bigote y uniforme.
Papá tenía las letras de mi nombre.
Papa tenía la mar.
Yo
tengo una foto,
un uniforme falso
y una puerta.
Papá era marino.
Yo soy huérfano.
Tomado de La Malacrianza
When the Tigers Broke Free
Siento la misma náusea
que el tigre
frente al aro
y sin embargo salto
e ingenuamente creo
que es a mí
a quien aplauden.
Pero este
es el costado
de la vida que me toca.
Mordamos,
su entraña
hasta
sangrarlo.
Pretty Hate Machine
Nine Inch Nails
a Charles Bukowski
I.
Los vecinos
lo observan con cuidado
el ruido de su máquina
les molesta.
Es un vago -dicen-
y vuelven a sus vidas
confortables.
Ayer, por ejemplo,
mientras el empleado de la compañía eléctrica
lo dejaba sin luz,
con una sonrisa los vecinos
murmuraban acerca de su vida,
de todas las cosas que debería hacer.
Miraban su jardín,
potencial amazonas,
miraba su cara de resaca y con baraba
y se marchaban orgullosos
de no tener la vida que le toca.
Es curioso.
Algunas veces
él piensa lo mismo.
Algunas veces
cree que tienen razón.
Pero se emborracha y se le pasa.
II.
Los vecinos
han vuelto a recordarle
que baje el volumen
de la radio
que no pueden dormir,
que ellos trabajan,
que no soportan
el ruido de su máquina cuando escribe.
No puede pedirles que se callen.
No puede pedirles que no trabajen.
Les pide entonces
que se larguen
de una vez por todas
a la mierda,
con gran escándalo de la señora
que lo deja reptar
en esa casa.
Esa casa que padece tantos vecinos.
La máquina sigue sonando como una certera
metrallet
y es una hermosa máquina de odio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario