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jueves, 7 de agosto de 2014

AMANDO GARCÍA NUÑO [10.830]


Amando García Nuño 

(Segovia 1955)
Poeta. Licenciado en Ciencias de la Información y Ciencias Químicas. 
Ganador de numerosos premios literarios en prosa y verso.

Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo... Puse estos versos en boca de mi heterónimo, un tal Fernando Pessoa, en alguna vida anterior. Tiempo después, cuando ya me sentía demasiado viejo, vine a nacer. Esquivé mi infancia como pude. Desaprendí Ciencias Químicas y Periodismo. Perdí dinero mensualmente en la nómina de un trabajo que no entendía... A medida que rejuvenecía, fui archivando mentiras. Ahora orlo mis vanidades con marchitos laureles de concursos literarios, casi un centenar, donde pierdo cada vez que parezco ganar. Al fin, casi niño, os invito a visitarme en este espejo de retornos tardíos. Me miro en él con vuestros ojos, me devuelve la imagen rasgada de ahí arriba, ese gesto de ausencia. Sobre el cristal dejo escritas las líneas del estupor, del vacío acaso. Escribo para no tirar el alma por el desagüe. Pero está bien así, es mi manera de estar solo.




Meteorología de algún sueño

Soñaste una tormenta
desgajando las ramas
de un tronco enamorado
hasta hacerlo memoria,

                                      y astillas,
                                                     y silencio,

luego tu sueño hilaba
presagios de borrasca
aún sin confirmar,
ficciones del clima
entre esas isobaras
                               donde
                el amor
circula,
pronósticos inciertos
para ese temporal
-dicen que inevitable-
que acecha a  medio plazo,

  
puede que despertaras
abrazada al presente
con perfil de almohada,
                                       puede que despertaras
algún alba de otoño
y soles acunados
en tu vientre dormido,
                                    puede que despertaras
en la brisa de un beso,
y no fueras capaz
                              (y no fueras capaz, o te olvidaras)
de descifrar siquiera
aquel sueño de invierno. 

                    Premio Letras de Baños, Baños de Montemayor. Octubre 2013







Manual para retornos

Volvíamos de aquel viaje por el norte
con jirones de niebla en las maletas
melladas de amargura,
y fotos que acechaba el desamor.
Al llegar a casa, la puerta no se abrió.
Comprobamos las llaves, por si el tiempo
había limado los dientes de la ausencia
con palabras huidas.
                                 Ninguna abrió
aquel hogar que almacenaba dentro
rincones de sonrisas infantiles,
fiestas de cumpleaños, y algún disfraz
de ilusiones vencidas.

                                      Era tarde,
y estábamos cansados
de esperar respuestas por las estaciones
donde habita el ayer. Entonces fuimos
en silencio a un hotel, como otras veces,
de esos donde nadie te pregunta
si quieres vista al mar.
                                     Mientras subía
hacia la planta quinta del hastío
y tú llamabas al futuro en móvil,
pensé en nuestra vivienda silenciosa,
los cuartos de los niños, y esas cosas
que habitan los pasillos sin memoria.

Luego anocheció, y un frío lento
fue tomando los muros de aquel cuarto
donde nada era nuestro. Es posible
que incluso me abrazara a tu recuerdo
en forma de almohada. Y nos dormimos
soñando besos que, quizá mañana,
abrieran los cerrojos al olvido.

                    2ª Premio Feliciano Rolán, A Guarda, Agosto 2013.







Meditación del ocaso

Decidme, ¿debo seguir hablando
ahora que ya florecen
silencios a la orilla de los charcos?

¿Debo, acaso, podar las ilusiones
de las quinceañeras
que cogen al descuido el autobús?

Quizás me haya llegado,
sin darme cuenta, el tiempo
de sentarme a mirar desde el banquillo,
sentir que ya anochece
sobre las vanidades,
                                  intuir
que se está bien aquí, al resguardo
de ese relente umbrío,
de ese pavor que suele aparecer
a media tarde por las escombreras
donde arrojé  hace tiempo,
junto a un verso oxidado, el corazón.








Morir una mañana así

Retornó al cuarto donde le soñaba,
quién podía morir una mañana así,
tan temprano
y con Purcell sonando en el pasillo,
rasgó la última llama en el mechero
donde encendía ayeres,
                                      e hizo arder
sin tristeza, los ajados restos
de aquellos viejos diarios, y las cartas ,
promesas, claro está, de amor eterno, 

quemó también,
al tibio sol que velaba su impostura,
la palabra empeñada,
                                   complacida, acaso,
de ver su juramento hecho cenizas, 


quién podía morir una mañana así,
                                                       pensó
mientras bajaba en ascensor hacia el olvido,
tan temprano
y con Purcell sonando en el pasillo.

                  Premio Rodrigo Manrique, en Siles (Jaén). Agosto 2010








Recordatorio


Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son (Lincoln)                                                                                    
                                                         
                   Ya todos somos iguales, dijo alguno 
desde el nicho de la fila once
al cuerpo cuatro sepultado en tierra,
era lo que querías, según creo… 

Éste movió en silencio su osamenta
cambiando de postura, no lo creas,
yo aún tengo un hueco por los corazones,
y a ti te han sucedido en los despachos
donde se mata gente a plazo fijo, 

no lo creas, repitió, en mi caso hay alguien
que aún me lee poemas de algún tiempo
rescatado al recuerdo, en mi caso
hay alguien todavía,
                                  pero a ti
ya te habrán anulado los decretos,
tapizado el sillón y sepultado
bajo olvidos de flores tu memoria,
ésa que siempre solías maquillar
porque no conjuntaba con la vida.

Incluido en el poemario Tiempo de fingirse parecidos. Premio del Certamen de Poesía Social Julia Guerra, Algeciras.








Intruso

Me colé en tu recuerdo, otra vez
intruso por otoños desconchados,
allí estaban, algo amarillentas,
dos fotos mías, junto a un mechero viejo
con la publicidad de un desengaño. 

Palabras oreándose al futuro
por tendederos con presente al viento,
poca cosa, quizá, para aquel sueño
abocetado en besos. 

                                Así que me fugué,
te cruzaste conmigo en la escalera
sin reconocerme, me saludaste
                como a quien soy, apenas un intruso
de aquel tiempo entre fotos y mecheros.

Intruso, del poemario Mapa de lugares sin tí, Premio Jaraiz, de la Asociación El Trascacho, en Valdepeñas.





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