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domingo, 1 de mayo de 2011

3976.- EDU ZELAIETA


Edu Zelaieta Anta (Gasteiz, Araba, España 1973)
Doctor en Filología.
Poesia:
Jendakiak urruneko familiatan (2002, Arabako Foru Aldundia)
Mugaldekoak (2004, Susa)
Aldaira urdinak (2010, Alberdania)




LA FUENTE

Hacía tiempo que no bebía agua de una fuente
al contacto con el grifo.
Atrás quedó la infancia, muy atrás.
Piensa: vete a saber qué agua bebemos.
Hace mucho que canjeó
sueños e ilusiones por rutina diaria.

Hoy, del trabajo camino a casa
ha levantado la mirada un momento:
un niño juega alrededor de la fuente,
navegando con su imaginación de papel, saciando su sed.
Ha recordado súbitamente que
en las tardes bochornosas de verano
a él también le gustaba chapotear en los charcos
de la fuente próxima a la casa de sus padres,
y besándola saciaba la sed.
Improvisaba barcos de papel
para jugar en los riachuelos de la plaza.

Ha durado un instante, mientras observaba al niño,
como si fuera un sueño que nunca existió. Después
ha reemprendido su marcha hacia casa. Rápido.

El hombre obtuso no encuentra sentido alguno
a la fuente que tiene al lado de casa,
no ve más allá del óxido de sus ojos.
La fuente tan solo es un juguete para niños.
Un monumento a los tiempos perdidos.






COBARDES Y VALIENTES

Cuando morimos en vida
unas irremediables ganas de escapar nos invaden.

Sólo los más valientes se atreven
a huir de las funestas sombras de la realidad.
Porque los que se acurrucan dentro
no quieren arriesgar la poca miseria que tienen.

Esclavos de una montaña de excusas y pretextos.

Y los cobardes que consiguen fugarse
no se dan cuenta
de que huir
no es más que otro uniforme de presi-diario.






EN OCASIONES

En ocasiones parece que nuestro niño interior
anda jugueteando arriba y abajo.
Para hacernos recordar, si queremos,
que aun somos dueños de sueños e ilusiones.

A veces paseo por el casco antiguo
calle arriba, calle abajo.

Es como si al pasar por la iglesia evangelista
de los gitanos
consiguiera agrietar nuestras fronteras.
Como si los problemas que me unen
a marroquíes y argelinos
se fueran a extinguir en ese instante.

Cuantas veces habré estado a punto de entrar
en el locutorio latino
con la excusa de una llamada falsa.

En ocasiones pienso en todas esas personas
antes de venir a aquí.
Del nuevo universo que se ha creado
en una sola calle.

Aunque parezca mentira,
la iglesia, la mezquita, el locutorio y el convento de clausura
se encuentran en la misma calle
unos al lado de los otros.

A veces patrulla la policía
coche arriba, coche abajo
en labores de vigilancia.

No se hasta cuando durará esta pequeña victoria.
Hasta cuando la grandeza de la infancia.
Para hacernos recordar, si queremos,
que aun somos dueños de sueños e ilusiones.

En ocasiones pienso que
jamás entraré al locutorio
ni tampoco a la carnicería norafricana.
Temo de mi extraña presencia.

A veces cruzo la calle de lado a lado:
no entro en ningún sitio, no hablo con nadie,
simplemente imagino.
Imagino que paseando calle arriba, calle abajo
se ha de corromper alguna de las barreras.
Antes de que el tiempo nos endurezca demasiado.







EL CARTÓGRAFO EN EL NAUFRAGIO

botellas, mapas y botellas

Y no se desarman las fronteras,
no se inventan vacunas,
o inventadas no las distribuyen.
Y no cierran los bares
cuando el borracho ya no puede más.

Una pandemia atroz recorre mi cuerpo
al soñar con cartas carentes de mensajes.

En el espejo del agua salada
me parezco a la cuarentena.

¿Cómo se delinean las islas que no veo?
¿Cómo se trazan las líneas que no se hallan en mi?

Solitarias van mis pateras
cruzando el árido secano.





LA LÍNEA VERDE

A un lado de Behobia [1]: los griegos.
Al otro lado de Behobia: los turcos.
Todos son behobianos.
A pesar de que para los turcos
los del otro lado sean griegos.
A pesar de que para los griegos
los del otro lado sean turcos.

Inesperadamente han habilitado
huecos para atravesar la frontera.
Ha comenzado a disiparse
la línea verde que divide Behobia.

Cuando hayan pasado cien años
los behobianos de uno y otro lado no recordarán
que antiguamente existía una línea verde
que partía Behobia en dos.

Dentro de cien años
la línea verde del pasado
se habrá tornado azul de mar.
Y los fronterizos de la isla anfibios para contarlo.

[1] Behobia es un barrio dividido por la frontera franco-española.



Traducción: Jordi Serra y Edu Zelaieta

www.susa-literatura.com

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