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sábado, 26 de febrero de 2011

3330.- BLANCA SARASUA


Blanca Sarasua (Bilbao, 1939) ha publicado los siguientes libros:

CUANDO LAS HORAS SON FUEGO (1984)
EL CERCO DE LOS PÁJAROS (1986)
ÁTICO PARA DOS (1989)
BALLESTAS CONTRA EL MIEDO (1990)
¿QUIÉN HA VISTO UN AMBLEO? (1994)
RÓTULO PARA UNOS PASOS (1997)
LA MIRADA DEL MANIQUÍ (2000)


Ha recibido los premios:

"Ernestina de Champourcin" de Diputación Foral de Alava.
"Raimundo Ramírez de Antón", de Terrassa.
"Sarmiento" y "F.J. Martín de Abril", del BBVA de Valladolid.







Ciento cincuenta trivialidades

Una mujer tejía
ciento cincuenta
trivialidades
de un chaleco sin color.

Lágrimas de óleo en sus ojos
programados
para los compases
del aburrimiento.
El rincón
se resignaba al consuelo
de su papel barato.

Ciento cincuenta
trivialidades,
y un puchero bostezando
el hastío de su caldo.

Pero ella no soportó
las sombras del desencanto;
desistió de robar calderilla
a la luz,
y se dejó absorber
por el silencio de las horas.

Blanca Sarasua en El cerco de los pájaros (1986), incluido en En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2007, ed. de Sharon Keefe Ugalde).




Motín a bordo

Yo creía en mi orden
y adjudicaba un nombre a cada cosa,
para que vengan cuando yo las llame.
Había muerto ya.
Ni una sola pregunta se movía en mi aljaba.
Y cuando pensé que no quedaba
nada que homologar,
se amotino mi centro, cambiando de postura
todo aquello, que yo había ordenado.
Ahora, escribo a lápiz hasta en el pensamiento.
De esta agua estancada, que sestea y se aburre
nada puedo esperar,
así que me fabrico mi propia catarata.
Vuelvo a vivir, comienzo desde el prólogo
y hoy no sé qué muñeco saltará de mi muelle atrapado.
Eso quiere decir, que permanezco.

De La mirada del maniquí







Esa luz que menstruando invade mi ventana
tiene que ser mujer, grande es su entrega.
Esa mujer a la que el tiempo le adornó de varices
y avanza, avanza, avanza.
Pero si él le empuja con su músculo, Whitman,
ella mueve la tierra
aunque le falte el semen en sus obras completas,
tenemos que hablar de ello.
Esa luz pinta un cuadro dentro del patio sórdido
con paso militar de algún relámpago.
Lo contrarresta Mozart buscando un armisticio.
Cubramos con el toldo de la delicadeza
este día vulgar.
Esa luz que me ofrece su escaño en las alturas
aunque nunca sabré qué hay detrás de su tapia,
me acerca su sonrisa.
Como el tacto del aire que cumple lo que dice
desinhibido y limpio en la menor,
me acerca su sonrisa.
Porque todos vivimos a partir del misterio.

Del poemario COYUNDA RECIA, Desclée de Brouwer, 2005.








REPARTO DE BIENES

Esto acabó, poesía, te cito en el juzgado.
Las sílabas de dicha que me diste
no fueron suficientes.
Monodia insolidaria, luz a solas, pastiche.
Quédate en tu cursiva de cristal,
con tu imagen de firma,
con tus buenos modales.
Que yo quiero vivir sin estilista.
Quédate con tus guantes, tu liturgia,
para ti el violín subiendo a los espacios
y para mí esta tos que lo humaniza.

Quise pactar contigo la búsqueda del grito
y qué jaculatoria tu sonrisa,
poesía conceptual
inmunizada.






La mirada del mundo

NO dejemos que se incline el calendario.
Si se inclina, pesa demasiado.
Si detesto la roña de los días iguales
es porque tengo prisa y no sé adónde ir.
¿Quién ronca a ripio limpio?
Al fin, ¿Qué somos? ¿un esbozo de qué?
¿Y vamos a luchar por una esquina?
Llega una nueva ola y me soborna,
imposible marchar,
amiga luna, te quiero por apátrida,
por reflejar sin bulas la mirada del mundo.








Golpe de luz

REPOSA una lámpara en mi estudio
vacía de sí misma, sin bombilla,
abocada al desguace.
Apunta el sol hacia el tejado
su certero disparo de palabras,
palabras hechas luz, acariciando
el moho de sus tejas.
Después entra en mi estancia llave en mano,
yo se la di para que me visite cuando quiera,
abriendo la sonrisa de mi lámpara.
Y su golpe de luz la resucita.







Escombros en el alma

Coleccionaba agravios oxidados,
grumos en los recuerdos.
Murió pobre,
su chal de dividendos no abrigaba.

El cerco solitario de una casa aseada,
sin manchas del amor.
La envidia revolvía su engrudo de halitosis.
Murió pobre.
Roña en el corazón.
Murió por dentro.






Dos cañas, por favor

EN esta tarde de mayo metafísica
¿ somos un plagio de qué?,
¿ a quién le robamos las ideas?
Demasiado trabajo el de morirse,
para abonar la tierra, demasiado.
La luz se manifiesta en sus colores, ni uno más,
y no sé qué me dice, como esa mariposa
que dentro de unas horas ingresa en el olvido.
Y como no hemos dado
con la brújula, y esto
no hay quien lo entienda,
te invitaré a una caña
simplemente,
mientras que las ideas circulan
sin semáforo.

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