Aurelio González Ovies (Bañugues, Gozón, 9 de febrero de 1964) Escritor y poeta asturiano. Es licenciado en Filología Clásica y profesor de latín en la Universidad de Oviedo, donde ejerció de vicedecano de la Facultad de Filología de 1996 a 2008. En su obra poética destacan desde su primer poemario, Las horas en vano (1989), hasta el último, la antología Esta luz tan breve (Poesía 1988-2008), varios premios literarios y su incursión en la literatura infantil y juvenil así como sus colaboraciones periodísticas habituales.
Premios literarios
Premio de narración Isabel Bosquet. 1984.
Premio Internacional de Poesía ‘Ángel González’. 1990.
Premio Internacional de Poesía ‘Feria del Libro-Ateneo Jovellanos. 1991.
Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez. 1992.
Accésit Premio Adonáis de Poesía. 1992.
Accésit Premio Esquío. 1994.
Libros
Las horas en vano. Plaquette. Heracles y nos. Gijón. 1989.
Versos para Ana sin número. Oviedo. 1989.
En presente (y poemas de Álbum amarillo). Gijón. 1991.
La hora de las gaviotas. Huelva. 1992.
Vengo del norte. Rialp. Madrid. 1992.
Nadie responde. El Ferrol. 1994.
(Ed.) La muerte tiene llave. Fíbula. Avilés. 1996.
(Ed.) Con los cinco sentidos. Fíbula. Avilés. 1999.
(Ed.) Las señas del perseguidor. Fíbula. Avilés 2000.
Nada. Ed. Deva. Gijón. 2000.
34 (Poemes a imaxe del silenciu), Oviedo. 2003.
Tocata y Fuga. Alvízoras Llibros. Oviedo. 2004.
(Ed.) Una realidad aparte. Fíbula. Avilés. 2005.
El poema que cayó a la mar. Pintar-Pintar. Oviedo. 2007.
Chispina. Pintar-Pintar. Oviedo. 2008.
Caracol. Pintar-Pintar. Oviedo. 2008.
El cantu’l tordu. ALLA. Oviedo. 2009.
Esta luz tan breve (Poesía 1988-2008). Saltadera. Oviedo. 2008.
Todo ama. Pintar-Pintar. Oviedo. 2009.
(Ed.) NO. Fíbula. Avilés. 2009.
Mi madre. Pintar-Pintar. Oviedo. 2010
Acción de gracias
Me ha costado mis años
llegar a escribir
soy
siento.
Estoy aquí y percibo
la grandeza del día,
su dimensión azul,
mi transparencia.
Se lo debo a los nombres
que tanto me llamaron.
Se lo debo a la infancia
y a su fosforescencia.
Se lo debo a los árboles
que crecieron conmigo.
Y a los versos que un hombre,
pastor en Orihuela,
dejó sobre la vida,
llegaron a mis manos,
giraron en mis ojos,
filtraron en mi voz.
Y, corazón arriba,
reconocimos juntos
la belleza.
Área de prioridades
De nada vale decir
aquí estoy yo,
gobierno y mando,
si al pasar por Castilla
y ver el sol crujiendo tras
los olmos,
uno no sabe dar gracias a Machado.
De nada sirve
montar revoluciones, modernizar
las leyes,
si al entrar en Moguer y abrir sus muros
blancos,
uno no escucha, como un geranio púrpura,
la voz en los balcones de Juan Ramón
Jiménez.
Muy poco importa
marcharse tan de prisa a tantas partes
a todas a ninguna,
sin pararse una vez, y al coger nuevo
aliento y mirar el camino,
sentir sobre la piel: Palabras
para Julia.
Sin duda alguna,
España no va bien, como el resto
del mundo y el fondo de la vida.
Necesitamos agua, pan, un poco
de esperanza. Y poesía.
El veneno agridulce de la vida
Ganar, abrir, cerrar,
perder. Hoy el encuentro
feliz. Mañana la despedida.
Todo es lo mismo
y contrario. Como la luna
y el día. Todo de luz y de
sombra. Como una noche
muy llena y una casa
tan vacía.
Tomo un sorbo. Reconozco la fe.
Amargamente sonrío:
dulce veneno, la vida.
Deshielo
Enero. Sus últimas
estancias. El sol
está más alto.
Alguna lagartija asoma
entre los setos.
Brotan ya los narcisos
con la misma pasión que un día
sentí sobre mi cuerpo.
Respiro hondo. Rejuvenezco
un poco y siento
-qué contradicción dulce-
que envejezco.
Repetición de un día
Esta mañana -julio, sol, silencio-,
amargamente hermosa, la he vivido
hace tiempo. No sé dónde
ni cuándo.
Los gatos a la sombra del castaño,
espejismos de fuego en los caminos,
la vida inabarcable y el eco intermitente
de un tractor a lo lejos.
No sé dónde ni cuándo. O todo
era más hondo o yo no soy
el mismo.
Argos
Los caseros no atienden a sus ojos,
pero detrás de sus negras pestañas
oculta una tristeza tan redonda
que apenas le permite la mirada.
Por eso algunas veces con la cola,
cuando escucha el sigilo de las vacas,
dibuja sobre el barro en que reposa
retazos de impotencia y de desgana.
Y poco a poco el giro de las moscas
que rondan sobre él noche y mañana,
le han dado un parecido con las cosas
que a la muerte se pudren olvidadas.
Su hocico respingón ya tiene forma
del aullido más último del alma,
y de aquella nariz de caracola
tan única en los rastros de la caza,
cuelga la transparencia de una gota
que ya no puede secarse con la pata.
Y aunque sigue esperando, de su boca
sale de vez en cuando esa palabra
con que expresan los perros su derrota;
y lloriquea y cae y se levanta...
Arquitectura de las ruinas
Antigüedad
mujer hermosa
con ojos pompeyanos
que lleva cestos
de sombra
hasta las viñas
Mar
que se mira
en un espejo
y se serena
antes de que
la vean
amanecer las naves
orgullosas
Mujer
lanceolada
con los pechos
en púrpura
que visita
los templos
y pestañean
las lámparas
de aceite
Cintura de la juventud
de la columnas
melancolía
de la flor de
la manzanilla
que te hace
aniversarios
en latín
al lado
de las losas
Mujer
vestida de ceniza
y rayo de luna
que en la noche
te han visto llorar
sobre un mosaico
Pasabas
levemente
los dedos
por la desvanecida
sonrisa
de los padres
queridos.
Sueño de la razón oscura
Qué más quisiera yo
que ver desde los montes
el animal del tiempo.
Ser el reverso de la sombra.
El huésped más agraz de las luciérnagas.
El viaje más fundible de los túneles.
El ritmo artesanal del corazón.
El invertebrado rojo de la llama.
Qué más quisiera yo
que ser el viejo perro del coraje
y asustar a la muerte
cuando viene a buscaros.
Las horas en vano. Plaquette. Heracles y nos. Gijón. 1989.
Versos para Ana sin número. Oviedo. 1989.
En presente (y poemas de Álbum amarillo). Gijón. 1991.
La hora de las gaviotas. Huelva. 1992.
Vengo del norte. Rialp. Madrid. 1992.
Nadie responde. El Ferrol. 1994.
(Ed.) La muerte tiene llave. Fíbula. Avilés. 1996.
(Ed.) Con los cinco sentidos. Fíbula. Avilés. 1999.
(Ed.) Las señas del perseguidor. Fíbula. Avilés 2000.
Nada. Ed. Deva. Gijón. 2000.
34 (Poemes a imaxe del silenciu), Oviedo. 2003.
Tocata y Fuga. Alvízoras Llibros. Oviedo. 2004.
(Ed.) Una realidad aparte. Fíbula. Avilés. 2005.
El poema que cayó a la mar. Pintar-Pintar. Oviedo. 2007.
Chispina. Pintar-Pintar. Oviedo. 2008.
Caracol. Pintar-Pintar. Oviedo. 2008.
El cantu’l tordu. ALLA. Oviedo. 2009.
Esta luz tan breve (Poesía 1988-2008). Saltadera. Oviedo. 2008.
Todo ama. Pintar-Pintar. Oviedo. 2009.
(Ed.) NO. Fíbula. Avilés. 2009.
Mi madre. Pintar-Pintar. Oviedo. 2010
Acción de gracias
Me ha costado mis años
llegar a escribir
soy
siento.
Estoy aquí y percibo
la grandeza del día,
su dimensión azul,
mi transparencia.
Se lo debo a los nombres
que tanto me llamaron.
Se lo debo a la infancia
y a su fosforescencia.
Se lo debo a los árboles
que crecieron conmigo.
Y a los versos que un hombre,
pastor en Orihuela,
dejó sobre la vida,
llegaron a mis manos,
giraron en mis ojos,
filtraron en mi voz.
Y, corazón arriba,
reconocimos juntos
la belleza.
Área de prioridades
De nada vale decir
aquí estoy yo,
gobierno y mando,
si al pasar por Castilla
y ver el sol crujiendo tras
los olmos,
uno no sabe dar gracias a Machado.
De nada sirve
montar revoluciones, modernizar
las leyes,
si al entrar en Moguer y abrir sus muros
blancos,
uno no escucha, como un geranio púrpura,
la voz en los balcones de Juan Ramón
Jiménez.
Muy poco importa
marcharse tan de prisa a tantas partes
a todas a ninguna,
sin pararse una vez, y al coger nuevo
aliento y mirar el camino,
sentir sobre la piel: Palabras
para Julia.
Sin duda alguna,
España no va bien, como el resto
del mundo y el fondo de la vida.
Necesitamos agua, pan, un poco
de esperanza. Y poesía.
El veneno agridulce de la vida
Ganar, abrir, cerrar,
perder. Hoy el encuentro
feliz. Mañana la despedida.
Todo es lo mismo
y contrario. Como la luna
y el día. Todo de luz y de
sombra. Como una noche
muy llena y una casa
tan vacía.
Tomo un sorbo. Reconozco la fe.
Amargamente sonrío:
dulce veneno, la vida.
Deshielo
Enero. Sus últimas
estancias. El sol
está más alto.
Alguna lagartija asoma
entre los setos.
Brotan ya los narcisos
con la misma pasión que un día
sentí sobre mi cuerpo.
Respiro hondo. Rejuvenezco
un poco y siento
-qué contradicción dulce-
que envejezco.
Repetición de un día
Esta mañana -julio, sol, silencio-,
amargamente hermosa, la he vivido
hace tiempo. No sé dónde
ni cuándo.
Los gatos a la sombra del castaño,
espejismos de fuego en los caminos,
la vida inabarcable y el eco intermitente
de un tractor a lo lejos.
No sé dónde ni cuándo. O todo
era más hondo o yo no soy
el mismo.
Argos
Los caseros no atienden a sus ojos,
pero detrás de sus negras pestañas
oculta una tristeza tan redonda
que apenas le permite la mirada.
Por eso algunas veces con la cola,
cuando escucha el sigilo de las vacas,
dibuja sobre el barro en que reposa
retazos de impotencia y de desgana.
Y poco a poco el giro de las moscas
que rondan sobre él noche y mañana,
le han dado un parecido con las cosas
que a la muerte se pudren olvidadas.
Su hocico respingón ya tiene forma
del aullido más último del alma,
y de aquella nariz de caracola
tan única en los rastros de la caza,
cuelga la transparencia de una gota
que ya no puede secarse con la pata.
Y aunque sigue esperando, de su boca
sale de vez en cuando esa palabra
con que expresan los perros su derrota;
y lloriquea y cae y se levanta...
Arquitectura de las ruinas
Antigüedad
mujer hermosa
con ojos pompeyanos
que lleva cestos
de sombra
hasta las viñas
Mar
que se mira
en un espejo
y se serena
antes de que
la vean
amanecer las naves
orgullosas
Mujer
lanceolada
con los pechos
en púrpura
que visita
los templos
y pestañean
las lámparas
de aceite
Cintura de la juventud
de la columnas
melancolía
de la flor de
la manzanilla
que te hace
aniversarios
en latín
al lado
de las losas
Mujer
vestida de ceniza
y rayo de luna
que en la noche
te han visto llorar
sobre un mosaico
Pasabas
levemente
los dedos
por la desvanecida
sonrisa
de los padres
queridos.
Sueño de la razón oscura
Qué más quisiera yo
que ver desde los montes
el animal del tiempo.
Ser el reverso de la sombra.
El huésped más agraz de las luciérnagas.
El viaje más fundible de los túneles.
El ritmo artesanal del corazón.
El invertebrado rojo de la llama.
Qué más quisiera yo
que ser el viejo perro del coraje
y asustar a la muerte
cuando viene a buscaros.
Usted seguro que ha sentido vergüenza alguna vez...
Usted seguro que ha sentido vergüenza alguna vez
al decir que en su cuarto caía una gotera
o que su pobre madre le hacía el bocadillo
siempre de natas con azúcar
-son cosas de la vida-.
Confieso que en mi casa el olor a humedad
era casi entrañable
y todos los domingos se comían garbanzos,
salvo en alguna fecha señalada.
Que lloré muchas veces por no querer llevar
los jerseys con coderas
o no tener un lápiz con enanito arriba.
Confieso que la ropa nos la daban los primos
que ahora son albañiles
y que nuestra familia se rompió por la herencia
de unos metros cuadrados de baldosas con taras
-son cosas de la vida-.
Que, a escondidas de todos y hasta los siete años,
tuve el chupete debajo de la almohada.
Confieso que los míos son personas sencillas:
usted sospecha que hablo de un padre que no sabe
lavarse bien los dientes,
de una mujer que escribe con mala ortografía,
de unos hermanos fieles como la misma sangre
y una casa que huele, cada vez que entro en ella,
a las húmedas manos de la melancolía.
Confieso que he nacido donde hubiera elegido
por encima de todo
cada vez que naciera.
al decir que en su cuarto caía una gotera
o que su pobre madre le hacía el bocadillo
siempre de natas con azúcar
-son cosas de la vida-.
Confieso que en mi casa el olor a humedad
era casi entrañable
y todos los domingos se comían garbanzos,
salvo en alguna fecha señalada.
Que lloré muchas veces por no querer llevar
los jerseys con coderas
o no tener un lápiz con enanito arriba.
Confieso que la ropa nos la daban los primos
que ahora son albañiles
y que nuestra familia se rompió por la herencia
de unos metros cuadrados de baldosas con taras
-son cosas de la vida-.
Que, a escondidas de todos y hasta los siete años,
tuve el chupete debajo de la almohada.
Confieso que los míos son personas sencillas:
usted sospecha que hablo de un padre que no sabe
lavarse bien los dientes,
de una mujer que escribe con mala ortografía,
de unos hermanos fieles como la misma sangre
y una casa que huele, cada vez que entro en ella,
a las húmedas manos de la melancolía.
Confieso que he nacido donde hubiera elegido
por encima de todo
cada vez que naciera.
La hora de las gaviotas (Diputación Provincial, Huelva, 1992).
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